~~Saludos gente de Marqueze, tomé vacaciones y desaparecí del mundo civilizado (urbano); increiblemente sobreviví más de un mes sin computadoras a mi lado, lo que para un ingeniero de sistemas como yo es insano y contranatura. Ahora vuelvo a sentarme junto al teclado renovado y dispuesto a narrar mis experiencias.
En estos días que estuve de vacaciones decidí dedicarme a un pasatiempo que me gustaba de adolescente y que durante mis años en el Instituto y en el trabajo no pude volver a ejercer, la fotografía. Por ello compré una cámara de 35 mm con varios juegos intercambiables de lentes, filtros y trípode, todo ello con su estuche y fotómetro. Estaba decidido a retomar mi antigua afición como si fuese todo un profesional, recogí el equipo, la mochila de viaje, una guía de las mejores playas y marché dispuesto a tomar el mar, los amaneceres, los atardeceres y toda la fauna y flora que pudiese encontrar en un circuito que incluía diversos tipos de playas y estuarios.
Al tercer día de viaje mi entuciasmo había decaído, extrañaba mi cama y mi baño, pero sobre todo extrañaba mis sesiones de Internet; había estado algunas horas tratando de fotografiar a las gaviotas y ya cansado de todo evaluaba la posibilidad de regresar a casa cuando una voz femenina interrumpió mis pensamientos.
Disculpa, ¿eres fotógrafo? Volteé la cabeza para ver quién era y me topé con tres bellezas, bronceadas, jóvenes (más adelante confirme que sus edades estaban eran 16 la menor y 18 recién cumplidos la mayor), vestidas con minúsculas prendas de baño (hilo dental).
Sí, soy fotógrafo independiente para algunas revistas. Mentí descaradamente, pero no estaba dispuesto a dejar de golocinarme la vista con estas sirenas que el destino me enviaba.
¡Vés, te dije que era un fotógrafo! dijo una de ellas con una algarabía que delataba ser la menor.
¿Y para qué revista trabajas?
Varias, ninguna en especial, a veces National Geographic, Vida Libre, Cosas, Cosmopolitan. no pensaba en nada más que las tetas de una de ellas, eran grandes como toronjas y la ropa de baño era una talla menos de lo debido, inconvenientes de crecer antes de renovar el guardaropa.
¿Has fotografiado modelos? la espectativa se reflejaba en la mirada de todas
Sí, a veces, pagan bien. a esta altura de la conversación mi instinto me gritaba que hablase poco antes de hacer evidente el engaño y como ellas se mostraban cada vez más ansiosas de conocer ese mundo de glamour del cual yo no conocía ni la sombra decidí tomar una acción bastante riesgosa. Vean, tengo que hacer un trabajo para un libro y voy a estar toda esta semana tomando fotos desde aquí hasta la reserva que está 3 Km más abajo. Si quieren pueden acompañarme, ver como hago mi trabajo y de paso, si quieren, les hago algunas sesiones de fotografía como si fuesen modelos profesionales para que aprendan. ¿Qué dicen? Por un momento las tres guardaron un silencio tan profundo que en mi mente me decía Huevón, ahora se van y no las vuelves a ver
Está bien, recogemos nuestra carpa que está en la parte de allá y te acompañamos. y se fueron trotando y riendo a recoger sus pertenecias.
Yo no podía creer, ni entender, la situación; cuando había estado a punto de avandonar todo tres jovencitas se me unen como compañía por una semana. Por un lado me decía que seguro yo estaba adelantandome a los hechos y que ellas sólo me fastidiarían por unas horas y luego volverías a sus casas, por otro lado estaba seguro que eran menores de edad y por consiguiente sus padres me demandarían por pervertido, aunque la idea de carne joven me exitaba mi razón exigía prudencia. Cuando regresaron pude averiguar más sobre ellas y calmar mi conciencia.
La menor de ellas se llamaba Muriel, 16 años, y su amiga de colegio era Camila, 17 años, (aunque entre ellas había sólo 4 meses de diferencia); habían convencido a sus padres que las dearan acampar en la playa todo el verano a condición que emplearan el celular con frecuencia para comunicarse con ellos y que además le acompañará la prima de Muriel, Sandra, que era mayor de edad. Sandra no estaba interesada en acompañarlas, pero sus padres la habían sorprendido siendo empalada por su enamorado (regalo de cumpleaños), así que la mandaron donde sus tíos de la capital a que se le enfriara la pasión.
Una observación más detallada de cada una me hizo notar que posiblemente entre Muriel y Camila había una amistad más íntima de lo que pensaban los demás, o que por lo menos Camila podía sentir cierto deseo y que el campamento hubiese sido un pretexto para lograr una cercanía mayor. Pensar que podría ser testigo del nacimiento de una relación lesbiana (o al menos el jugueteo homosexual) de un par de adolescentes me exitaba y animaba mi faceta de voyeur.
Sandra era otro asunto, su cuerpo estaba mejor desarrollado que el de las otras dos, tenía pelo oscuro y ojos verdes, piernas largas y un culo que cuando se agachaba a extender o recoger la toalla me obligaba a hacer malabares para ocultar mi erección, sus tetas no se quedaban atrás, en fín, Sandra se manejaba un cuerpo delicioso en el cual podría zambullirme por horas y horas.
Al anochecer hice el teatro de fotografiar el atardecer con diferentes tipos de lente y convinaciones de filtros, pidiendole a las chicas que me alcanzacen tal o cual caja; luego encendimos una fogata y cantamos y jugamos charadas, finalmente tendí mi bolsa de dormir fuera de la carpa y les recomendé que se acostaran ya que al día siguiente con las primeras luces del alba les haría las primeras tomas.
Escogí dormir fuera por un lado para evitar que la prisa les pusiera sobre aviso y se fueran, y por otro lado para elaborar un plan. Tuvo su recompenza, ya que mientras pensaba una estrategia pude ver sus siluetas contra la pared de la carpa mientras se quitaban las ropas de baño; la erección fue inmediata e hice lo que había querido hacer todo el día, me masturbé viendo sus sombras e imaginando sus cuerpos desnudos hasta que finalmente eyaculé una cantidad considerable de esperma, pero al parecer no fué suficiente ya que al poco rato estaba otra vez duro, me masturbé un par de veces más antes de quedar dormido.