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Hola cariño:
Acabo de hablar contigo por teléfono. He llegado a mi habitación y me he cerrado con llave... nadie me puede molestar... quiero estar sola con mis pensamientos y mi deseo por ti... Ya de camino, después de colgar el teléfono, me venía quitando la camisetita blanca de tirantes que llevaba, esa que a ti tanto te gusta porque marca perfectamente el contorno de mis pechos y mis pezones rosados. Antes de entrar sólo me quedaban puestas unas braguitas blancas que estaban húmedas por la entrepierna... es la manera que tiene mi cuerpo de reaccionar ante tus sugerentes y eróticas palabras telefónicas. Ya, hablando contigo, no he podido contenerme y he llevado un dedo hasta mi boca donde lo he mojado para más tarde bajar hasta mi coño e introducirlo por mi rajita ansiosa.
-"Te follaría ahora mismo"- me decías... aquello me estaba poniendo inexorablemente cachonda; mi cabecita no podía dejar de fantasear. Estaba tan excitada... te veía entrando por la puerta completamente desnudo y empalmado, arrojándote sobre la cama, separándome las piernas y metiendo tu polla dentro de mí con fuerza mientras yo, atónita, seguía sosteniendo el teléfono en mi mano... ¡alto! ¿Qué estabas haciendo? Habías cogido el auricular del teléfono y peligrosamente lo hacías resbalar por mi pecho, mi ombligo...
-"Uhmm!"- se me escapó un ronco gemido de placer. Quizá lo hayas oído al otro lado... no, creo que no te diste cuenta, tú seguías hablando de no sé qué mientras yo me lo hacía contigo en mi mente.
-"Sexo telefónico"- pude escuchar que decías de pronto... no sabía muy bien a cuento de qué venía decir eso... tal vez tú también te la estuvieras meneando al otro lado del hilo telefónico. Mi respiración era cada vez más fuerte y no paraba de entrar y sacar los dedos de mi agujerito que ya estaba chorreando ávido de ti... Tenía que colgarte... casi no podía ni hablar, de hecho creo que apenas había intervenido en la conversación.
-"Buenas noches, cariño"- pude pronunciar al fin- " Estoy muy cansada, mañana hablamos. Un besito". Sí, mentí... ¿qué querías que hiciera?. No podía más. Y nada más colgarte, se me vino a la mente tu grandiosa polla, tan perfecta y rosada, como un surtidor de leche llenándome toda. Uhmm... me latía el corazón con fuerza y la vagina no paraba de contraerse a pesar de que ya me la había follado con mis dedos. La camiseta estaba empapada de sudor. Por el surquillo correteaba una gotita que se perdió entre mis tetas. Mis pezones, anchos y carnosos, comenzaron a retraerse y a endurecerse excitados... mis manos se dirigieron a ellos y comenzaron a pellizcarlos. Cerré los ojos y pude verte lamiéndolos, recorriéndolos con tu lengua y mordisqueándolos.
-"Sí, sigue... baja, baja y comete mi conchita que ya está preparada para ti."- dije mientras levantaba mi pelvis tumbada en la cama de mis padres. De pronto, un ruido... mi madre se acercaba por el pasillo, se pegó a la puerta (sin abrirla, menos mal): -" Cuelga pronto, que llevas un buen rato". Se cortó mi respiración, por un momento pensé que iba a entrar. ¡Menudo pastel se hubiera encontrado!... nada más y nada menos que a su hija despatarrada en su cama y tocando su clítoris compulsivamente...
No podía continuar allí por más tiempo. Quizá no corriera la misma suerte la próxima vez. Me levanté de la cama. Olía fuertemente a sexo en toda la habitación y me acerqué a la ventana para abrirla y así airearla.
¡Qué calor tenía!. Con mi camiseta y mis bragas blancas corrí a la cocina para beber un vaso de agua. Unos cubitos de hielo... eso es lo que necesito. Me coloqué en cuclillas para abrir el congelador que está situado en la parte inferior de la nevera. Una oleada de aire frío golpeó contra mi sexo entreabierto... aquello no me bajaba el calentón ni mucho menos. Alargué la mano y tomé un cubito entre mis dedos índice y pulgar... se irguieron mis pezones amenazando a batalla. ¡Qué fríos!. Quizá pasándolos por mi boca... el cubito se bañaba por mi lengua, acariciaba mis labios. Empezó a derretirse y a gotear encima de mi camiseta y de mis bragas... pero seguía teniendo tanto calor... Bajé el cubito hasta mi ombligo, se me estaba ocurriendo una idea. Me senté en el suelo. Cada pierna a un lado del congelador. Con la mano izquierda corrí hacia un lado la zona más baja de mis braguitas como si de una cortina o velo se tratará. Cogí otro cubito con mi mano derecha... a éste le había asignado otra misión más caliente... comencé a restregarlo contra mi pubis y mientras sentía como sus gotas se escurría entre mis labios llegando hasta la abertura de mi coño; incluso las más juguetonas lograban perforarme extasiándome de placer.
Más... más, y bajando el cubito entre mis labios llegué al clítoris, jugueteé un ratito con él pero ya había pensado dónde iba a acabar ese calentito cubo de hielo. Lo deposité en la entrada a mi vagina y ayudándome del dedo índice lo introduje atravesando las paredes de mi concha hasta el fondo... uhmm... ¡qué placer!. Rápidamente volví a correr mis braguitas tapando mi agradecido coño. Me levanté del suelo y abrí la nevera. Vi unas hermosas fresas, me llevé una a mis labios y le di suaves golpecitos con mi lengua... eso es lo que haría ahora con tu polla si la tuviera cerca, así es como comenzaría a comértela... Cojo una bandea con un puñado de fresas y las rocío con nata, ya sabes que soy muy golosa.
Me dirijo a mi habitación... las gotas del cubito que introduje en mi rajita gotean y van recorriendo mis piernas. Tengo las braguitas empapadas igual que mi camiseta. Antes de pasar a mi habitación ya me he quitado la camisetita que ha quedado arrojada en el pasillo. Entro en mi habitación y cierro la puerta. Apoyo toda mi espalda en la puerta... todo mi cuerpo está en tensión. Mi respiración nerviosa hace ensalzarse a mis desnudos pechos. Tengo las piernas abiertas y mi culito pegado a la puerta. La bandeja de fresas cae y quedan esparcidas por el suelo entre mis pies. Hago bajar mis bragas hasta los tobillos donde se me quedan enganchadas. Echo la espalda hacia delante y estiro mis brazos en un intento por liberarme de ellas. Mi sexo se restriega contra la puerta... cierro los ojos: es como si estuvieras cogiéndome por las caderas y penetrándome como tanto nos gusta a ambos, ¿te suena?. Parece que hiciera siglos que no hiciéramos el amor y no hará ni una semana y media... ¿te acuerdas?, nuestro último polvo fue a la luz del día en mitad de un monte perdido mientras unos campistas jugueteaban cerca nuestro... nosotros también "jugueteábamos", ¿verdad, cariño?.
Estoy a cien. Consigo sacarme las braguitas y las tiro sobre mi cama... no, esta vez no me masturbaré en ella. Veo las fresas con nata... poco a poco voy dejando bajar mi espalda a lo largo de la puerta hasta que llego al suelo donde quedo sentada. Llevo una fresa a mis labios y me los embadurno con la nata... cómo me gusta imaginarme que es tu semen el que me estoy tragando... Acabo con toda la nata que estaba en la puntita y la dirijo a mis labios, pero esta vez a los de abajo. Comienzo a pasarla por mi vulva que especialmente rasuro para ti... qué bonita... así puedo sentir mejor la rugosidad de la piel de la fresa... la rugosidad de la piel de tus testículos cuando rebotan contra mi sexo al follar...Y la subo, y la bajo... Lo que daría por que tú estuvieras aquí, viéndome y, por supuesto, participando. Quiero que me la metas. Bajo hasta mi abertura y me penetro con la fresa... tengo tu polla entre mis manos, siii... la introduzco en mi abertura y noto cómo se entremezclan tus jugos con los míos... córrete, córrete dentro de mí, deja que mi coño te la apriete y te exprima hasta la última gota que te quede. Instintivamente muevo mis caderas y creo sentir el calor de tu miembro dentro de mí. Una ola me invade...
-"Para, para y mira mis nalgas bien abiertas, preparadas para recibir tus dedos... métemelos, te pido".
Con tus manos separas las puertas de mi sexo que inflamados se han vuelto más carnosos. Me hueles, lames y tu saliva se mezcla con mi néctar, me penetras con tu lengua y tus dedos la secundan... gimo...
-" Si sigues así me correré... para, para que yo también quiero mamártela... seré tu esclava, tu putita..."-Sabes que en estos momentos mi excitación es aún mayor que mis palabras.
Con mi mano busco tu erección y veo que eso falo maravilloso que ahora se encuentra enrojecido está a punto de reventar.
Quiero que lo único que sientas sea mi lengua húmeda y mi boca caliente rodeándotela. Quiero meterla en mi boca y mamártela lentamente... ordeñarte con mis labios y luego, más y más rápido, aumentando la velocidad.
Sé que estas a punto de estallar en mi boca y de pronto me detengo. Gruñes con dulzura...
-"Tranquilo, fierecilla, he dejado lo mejor para el postre... ¿sabes lo que te he reservado? : mi culito... sí, todo para tí.·"
Te miro y veo el triunfo en tus ojos. Sé que lo esperabas desde hacía tiempo, ¿eh?. Sonrío... no sabes muy bien lo que te espera; creo que yo tampoco. Me apoyo en mis rodillas y manos, a cuatro patas. Nuestra posición favorita aunque esta vez sea una variante. Me abres las nalgas, y te detienes. Sé que estas inspeccionando el territorio que pronto vas a conquistar... territorio virgen, nunca nadie más había entrado en mí por atrás. Al final decides ponerte a ello. Con la punta de tu polla vas llevando mi flujo vaginal hacia el ano, te detienes ahí. Lo humedeces con tu polla y vas alternando movimientos. Me la clavas en mi coño de repente y sin ningún miramiento ya que sabes que estoy lo suficientemente húmeda para que no me produzca dolor ninguno. Y cuando ves que mis gemidos de placer se ahoga vuelves al culo... lo acaricias con tu capullo pero no me penetras... empujas y vuelves al chocho.
Vuelvo mi cabeza hacia ti y te suplico:
-" Métemela..."
-"Calla... lo bueno se hace esperar. Yo sé lo que tengo que hacer. Tendrás que confiar en mí o seré malo... muy malo"- me respondiste conocedor de que eras tú el que llevaba las riendas en esta ocasión.
Y metes dos dedos por mi culo y mientras frotas tu polla contra mi clítoris.
-"Ahhh... "- grito.
El orgasmo me está llegando y de pronto:
-"Te gusta, ¿eh?"- me preguntas con voz entrecortada.
A mí no me salía la voz... Me acababas de meter tu polla por el culo...
Me invade un orgasmo intenso y duradero que tú notas retumbar en tu capullo.
-"Sigue, sigue... no pares, cariño"- logré decir al fin.
Siento tus embestidas y siii... ahora noto tu liquido depositándose dentro de mí... calentito pero rebelde alcanzando sitios insospechados.
La sacas de mí... te hubiera dejado ahí durante horas... ya me conoces, soy insaciable...
¿Qué ocurre?, ¿qué hora es?. Estoy tumbada en el suelo de mi habitación empapada en el jugo de las fresas... noto su jugo escurriendo de mi vagina... ¿dónde te has metido?. Podría jurar que has estado dentro de mí, podría jurar que has follado todos y cada uno de mis agujeros. Miro el reloj, ha pasado más de una hora desde que hablé contigo por teléfono...
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