~~Hace unos cuantos
años a tras, cuando contaba apenas con diecisiete para dieciocho
años, pasé por un experiencia que cambio toda mi vida.
Estaba por salir de viaje para ingresar al Seminario Jesuita, desde
luego con la idea de ser seminarista y eventualmente sacerdote de
esa misma orden, durante los días previos a mi partida, me
di a la tarea de visitar a mis parientes y familiares en la ciudad.
La última que fui a visitar fue a una tía, hermana de
mi padre, o mejor dicho media hermana, ya que mi abuelo en cierto
momento de su vida le fue infiel a mi santa abuela, que Dios tenga
en su Santa Gloria. Mi tía Dora me recibió a cuerpo
de rey, y desde mi llegada a su casa, aunque me hizo patente su descontento
al enterarse que deseaba ser sacerdote Jesuita, no por ser Jesuita,
sino por ser sacerdote. Ese día o mejor dicho esa tarde también
vi a mi prima, Leticia. La única hija de mi tía, según
tenía entendido el esposo de mi tía falleció,
luego que ella dio a luz a la niña, y de ese día en
adelante se dedicó a criarla. Curiosamente Leticia era más
o menos de mi edad en esos momentos, y apenas nos llevábamos
una semana de diferencia entre nuestros cumpleaños, siendo
yo mayor que ella por unos pocos días. Pero lo que más
me llamó la atención es que mi joven prima se encontraba
embarazada, tenía entre seis o siete meses de embarazo. Mi
tía me contó que el novio de mi prima la había
embarazado, y como para mi tía el tipo era un mal viviente,
lo botó de la casa. Después de cenar me despedí
de mi tía y de mi prima, pero Leticia se ofreció acompañarme
hasta la parada del autobús, que debía tomar para regresar
a casa. Leti con su gran barriga y yo caminábamos despreocupadamente
hablando de mi vocación sacerdotal, y ella me preguntaba insistentemente
sobre mis votos de castidad, para decirme luego que ella francamente
nunca en la vida hubiera ni tan siquiera pensado en eso, y era evidente
que no por su avanzado estado de gestación. Sin previo aviso
nos encontramos rodeados por una pandilla, serían como una
media docena de chicos de más o menos de nuestras mismas edades,
todos mucho más altos, grandes y corpulentos que yo. El jefe
del grupo sacó un arma y apuntándola hacía nosotros,
nos obligó a meternos en una vieja y abandonada casa. Ya entrando
me habían despojado de mi reloj, mi cadena con un crucifijo
que me regalo mi abuela, y hasta de mi cartera con el poco dinero
que tenía dentro de ella, por lo que realmente no me preocupe
mucho, pensé que tras robar se marcharían dejándonos
a nosotros en paz. Pero no fue así, ya dentro de la vieja casa,
el jefe del grupo comenzó hacerme preguntas he insinuaciones
en cuanto al embarazo de mi prima, mientras el resto de sus amigos
se reían bastante, en ese momento me dio la impresión
de que pensaban que yo era su novio o marido de mi prima. Pero cuando
les aclaré, tratando de darme importancia, que Leticia solo
era mi prima, y que yo era prácticamente estudiante de cura,
por que eso de decirles que iba a ser seminarista, me pareció
que no lo entendían. Todos se comenzaron a reír de mí.
El jefe del grupo de ellos se acercó a mi prima, con malas
intenciones en sus ojos comenzó a mirarla, ella en cambio actuaba
de manera altanera, como si no le tuviera miedo alguno lo que me preocupo
bastante. Yo me puse bien nervioso, me supuse que Leticia también
se encontraba nerviosa y actuaba de esa forma, preocupada por su barriga,
por lo que ese salvaje le pudiera hacer a ella. Cuando vi que el jefe
de ellos comenzó a tocarle los muslos a mi prima ha levantarle
la bata de maternidad que ella usaba, y que Leti no hacía nada
para impedirlo, no se de donde saqué valor y le he dado un
fuerte empujón, cayendo el tipo al piso. De inmediato se levantó
y con el arma me apuntó a la cara. Leticia intervino en ese
momento y le habló como si lo conociera desde hace mucho tiempo.
El tipo comenzó a decir algo al tiempo que caminaba a mi alrededor,
y justo cuando se encontraba tras de mí, perdí el sentido.
Luego al tiempo supe por mi prima que me había dado con la
cacha del revolver, por la cabeza. Al despertarme, me encontré
tirado en el piso, pero para mi sorpresa, un tipo mantenía
un pie sobre mi espalda impidiendo que me levantase, luego me di cuenta
de que yo estaba por completo desnudo. Al tratar de zafarme veo que
además me tienen atado a un banco por pies y manos lo que impedía
que me zafase. Cuando levanté la cara vi que ha Leticia la
tenían parada frente a mí, sujeta por el jefe de la
pandilla, que le tapaba la boca mientras él me decía.
Bueno mano, tu decides. O dejas que mis muchachos te claven
todos a ti, o le meto mano a la preñaita. Les diré
que en esos momentos sentía una gran rabia por la impotencia
de no poder hacer nada. El solo pensar que esa partida de atorrantes
le llegase hacer daño a Leticia o a su barriga, me llevaron
a decirle al jefe del grupo que la dejasen en paz, y que con migo
hicieran lo que ellos quisieran pero que no la tocasen a ella. Mi
temor era que la hicieran abortar, y yo no quería que eso fuese
a suceder, y sí para ello tenía que dejar que me jodieran
lo haría. A una señal del jefe, el que se encontraba
con su zapato sobre mí espalda se bajó los pantalones
y a los pocos segundo se colocó tras de mí, sus dedos
llenos de su saliva los comencé a sentir sobre mi ano, levanté
la vista y vi como todavía el tipo mantenía una de sus
manos sobre la boca de mi prima y la sujetaba contra su cuerpo, impidiendo
que ella escapase. Yo procuré mantener la calma y no pensar
en el dolor que eso me fuera a producir, me moría de la vergüenza
por el hecho de que mi prima tuviera que contemplar lo que estaban
por hacerme. Cuando el tipo estaba a punto de comenzar, por unos segundos
restregó su miembro entre mis nalgas, volvió a ponerme
con sus dedos algo más de saliva en mi esfínter, justo
en ese instante sentí que por mi espalda corría una
especie de sabrosa corriente eléctrica. De inmediato comencé
a sentir como me comenzaba a penetrar. El dolor fue insoportable,
yo le gritaba que me lo sacase que me dolía mucho que me iba
a matar, y él en lugar de hacerme caso se reía y continuaba
penetrándome sin parar, por mi rostro rodaron varias lágrimas,
de vergüenza y dolor me decía a mi mismo que cuando todo
eso pasase los mataría uno a uno. Cuando él chico que
se encontraba metiéndome su verga quedó por completo
pegado a mi cuerpo, me tomó por las caderas y comenzó
a meter y sacar su miembro de dentro de mi cuerpo. Al principio lentamente
y a medida que lo hacía continuaba riéndose al igual
que el resto de los de la pandilla, al poco rato ya no sentía
tanto dolor, y cuando ya me estaba acostumbrando a eso, él
sacó su verga y vació una gran cantidad de su semen
sobre mi espaldas y nalgas. El siguiente debió haber agarrado
parte de mi ropa y con ella limpió mis nalgas y espalda, lo
sentí colocarse tras de mí, y hasta como me comenzó
a poner de su saliva entre mi culo, nuevamente sentí esa agradable
sensación que me recorría toda la espalda, a los pocos
momentos igual que el primero, comenzó a meter su verga dentro
de mi cuerpo. En esos momentos, a diferencia de la primera vez, el
dolor físico fue mucho menor, pero cada vez que miraba a mi
prima ella me observaba con sus enormes ojos como quien no cree lo
que esta viendo. Mi esfínter se había abierto y sin
darme cuenta a medida que el segundo metía y sacaba su verga
de mi culo, yo comencé a mover sin querer mis nalgas de un
lado a otro, no me había dado cuenta de ello, hasta que un
tercero que nos observaba dijo en tono de broma, a él
refiriéndose a mí no le gusta, pero le entretiene .
Al escucharlo me sentí mucho más avergonzado, en ese
instante otro del grupo dijo, a ver si como mueve el culo también
mama tras lo cual se bajó los pantalones, hasta que
su verga quedó del todo al aire, sin decir más nada
me tomó por el cabello, y acercándose al borde del banco,
con su miembro entre sus dedos, lo colocó frente a mi cara,
trató de obligarme abrir mi boca, pero yo me negué,
pensé bastante malo era ya que me dieran por el culo, como
para que encima de eso me pusieran a mamar. Yo pensaba quedarme con
mi boca cerrada, hasta que el jefe del grupo dijo, sí
tu no, ella de seguro si , señalando a mi prima Leticia,
que la tenía sujeta por la voluminosa barriga, por lo que a
pesar de toda la repulsión que yo pudiera sentir, abrí
mi boca y cerré mis ojos. Sentí como esa cosa dura y
caliente entraba a mi boca, y como su glande comenzó a chocar
con mi lengua primero y luego hasta contra mi garganta. No me quedó
más remedio que continuar, mientras uno me daba por el culo
al otro se la estaba mamando, en contra de mi voluntad al principio.
Les diré que jamás ni nunca había mantenido una
relación sexual con nadie, mis únicas y pocas experiencias
se habían limitado a una que otra masturbación, y ya
cuando realmente no aguantaba más. Por lo que de momento comenzar
a sentir todo eso que me estaban haciendo fue mucho para mí,
el tipo que me tenía agarrado por la cintura mientras me introducía
y sacaba su verga de mi cuerpo, comenzó a pasar sus manos por
mi torso, y a manera de juego me agarraba las tetillas, y me pellizcaba
las puntas, pero de manera tal que hasta en cierto momento comencé
a encontrar placer en todo lo que me hacía él y el otro
a quien le mamaba su verga. A medida que ese continuaba dándome
verga por el culo, comenzó a decir. el mariconcito este
tiene un culito divino y sabroso, como nunca antes he tenido otro .
Eso se lo decía al que yo se la estaba mamando, y ese le respondió
riendo Tú no sabes de lo que te estas perdiendo, este
mama mejor que mi novia . Cuando ellos finalmente no se pudieron
aguantar más y se vinieron, el que me daba por el culo, al
igual que el primero sacó su verga y derramó su leche
sobre mis nalgas y espalda, pero al que se la mamaba al momento de
venirse, por poco me ahoga y como sujetó mi cara contra su
cuerpo, me vi obligado a tragarme casi toda su leche. A continuación
al ellos retirarse, otros dos más ocuparon sus lugares, el
que vigilaba las sogas que me tenían atado de pies y manos
puso su verga dentro de mi boca sin mucho problema, y él otro
que miraba, como su compañero metía su verga por el
hueco de mi ano, me introdujo la suya en mi culo. Cuando él
que se montó sobre mí, atravesó mi esfínter
con su verga, la sensación fue completamente distinta, hasta
puedo decir que me agradó y que disfruté que lo hiciera,
de inmediato me dejé llevar por el placer, olvidándome
por completo de mi prima. Comencé a mover mis caderas como
ellos decían como si fuera una puta en celo. Levanté
la vista buscando a Leticia, la encontré besándose con
el jefe de la pandilla, él le acariciaba todo su cuerpo en
particular la barriga por sobre la bata de maternidad que ella usaba
en esos momentos. A medida que ellos se besaban sus compañeros
se burlaban de mí al tiempo que yo movía mi culo y lo
restregaba contra el cuerpo del que estaba sobre mí, hasta
que sin proponérmelo realmente, sin tocar yo mi verga me vine.
Leticia lejos de poner resistencia se dejaba tocar toda, el tipo fue
levantando la bata hasta que sin mucho problema se la quitó,
mi prima se encontraba sin más nada de ropa bajo la bata, el
ver por primera a una mujer embarazada desnuda, llamó toda
mi atención y a pesar de estar mamando una verga no le quitaba
mis ojos de encima a ella. El jefe del grupo se bajó los pantalones
y sacando su verga, tomó asiento sobre un banco, sin dejar
de acariciar a Leticia cada vez que podía. Leticia por unos
momentos acarició la verga del tipo ese, y abriendo sus piernas
frente a mí, se la acomodó a la entrada de su peludo
coño. A pesar de la oscuridad pude ver como el miembro del
tipo se deslizaba por completo dentro del coño de mi prima,
la barriga parecía no estorbarle en lo más mínimo
en esos momentos, en que ella cabalgaba sobre las piernas del que
después me enteré era su novio. Leticia y su marido
realmente no duraron mucho tiempo, al que yo se la estaba mamando
también con bastante rapidez se vino dentro de mi boca, pero
pude saborear y tragarme con calma todo su semen. Pero el que me daba
por el culo, parecía no tener fin, Leticia y su marido se retiraron,
al igual que los otros tipos. Cuando finalmente se vino en lugar de
acabar fuera de mi culo, lo dejó todo adentró lo que
disfruté tremendamente. Antes de retirarse cortó con
una navaja, las sogas que me mantenían sujeto de pies y manos.
Tras levantarme algo adolorido en el culo, me dediqué a vestirme,
bastante confundido por todo lo sucedido, como era posible que a pesar
de lo sucedido, yo haya disfrutado de que lo hicieran. Tras ponerme
mi ropa bastante sucia y manchada de semen, decidí irme a mi
casa a pie, ya que ni siquiera para tomar el autobús me dejaron.
Como a las dos horas finalmente llegué a mi casa. Cuando les
dije a mis padres que me habían asaltado se preocuparon mucho,
pero no les conté todo lo sucedido desde luego. Desde esa noche
no hice otra cosa que masturbarme acordándome de todo lo que
me había sucedido. Apenas pude fui donde mi padre confesor,
y en secreto de confesión le comencé a contarle lo sucedido.
No había terminado de decirle que me tenían atado y
desnudo, cuando me indicó que mejor continuábamos con
la confesión en otro sitio. A mí eso no me pareció
raro, por lo que lo acompañé hasta su habitación,
donde seguí con mi relato de lo sucedido, él me escucho
pacientemente, y cuando le dije que me sentía mal por entender
que todo eso me había agrado, me dijo que no debía preocuparme
por eso que todo tenía una simple explicación, y continuó
preguntándome cuantas veces había mantenido sexo antes
de eso, le dije la verdad que realmente fue la primera vez que tuve
sexo con persona alguna, y a medida que yo hablaba él se fue
acercando a mi, colocó una de sus manos sobre mi rodilla, y
me sentí algo nervioso. El se debió dar cuenta de ello,
ya que me dijo que no me pusiera nervioso, a medida que poco a poco
la iba subiendo por mi muslo. En ese momento me preguntó que
sentía cuando su mano me tocaba la pierna, yo le mentí
diciendo que no me molestaba, ya que temía ofenderlo, pero
involuntariamente mi pene tuvo una tremenda erección. Yo traté
de ocultarla con mis manos pero él las retiró diciéndome,
no te preocupes por eso es lo más natural del mundo, que eso
te pase, lo hice con toda la intención de que sucediera. Yo
sentí que mi cara se ponía roja de vergüenza, pero
el Padre Pérez me dijo. Lo que sucede que aun tu no
has aprendido a dominarte. Sí quieres has la prueba con migo,
para que veas y colocando una de mis manos sobre su pantalón
continuó diciendo. Vez como a mi no me pasa nada a menos
que yo quiera. Yo me quedé viéndolo como si no
le creyese, y él me dijo agárralo, para que veas que
no me pasa nada. En medio de mi incredulidad y con bastante reserva
de mi parte así lo hice, pero tras colocar mi mano sobre la
tela de su pantalón donde me imaginé se encontraría
su miembro y cerrarla ligeramente, de inmediato la retiré.
Realmente no sentí nada que me hiciera pensar que el Padre
tuviera una erección, en ese instante. Pero para mi sorpresa
me dijo, me parece que aun no me crees, y sin más ni más
se ha sacado su miembro del pantalón frente a mis ojos. Realmente
no estaba erecto, pero nuevamente agarró mi mano y la colocó
directamente sobre su desnuda verga. Yo me quedé nuevamente
sin decir palabra, pero su miembro se mantenía como que si
nada, hasta que viéndome a los ojos dijo. En cambio sí
yo quiero mira la que sucede. En ese instante bajo mi mano sentí
como su miembro se iba poniendo duro y caliente, hasta quedar del
todo erecto en contacto con mi mano, que hasta esos momentos había
permanecido del todo abierta. El Padre Pérez en ese momento
me volvió a decir, vez que reacciona a mi voluntad, y en ese
instante quiso retirar mi mano de sobre su verga, pero yo no se que
me pasó que de manera inmediata se la terminé de agarrar
toda con mi mano, la sentía dura y bastante caliente, mis ojos
se quedaron viendo como si no hubiera otra cosa que hacer. Se que
el Padre me dijo algo más pero francamente no le puse atención,
y algo que dentro de mi no pude controlar me llevó a poner
mi boca sobre el grueso glande del cura. Por unos minutos me he dedicado
a mamársela, sin reparo alguno de su parte, pero en cierto
instante levanté la vista mientras seguía mamando, y
él me preguntó si deseaba sentarme en sus piernas. Sin
sacar su verga de mi boca moviendo mi cabeza de manera afirmativa
le respondí que si. Me sacó su gruesa y venosa verga
de mis labios y me ayudó a levantarme, yo algo desesperado
me hice un lío tratando de bajar el pantalón a toda
prisa, hasta que él mismo retiro mis manos, y personalmente,
me soltó la correa, y tras abrir el botón de mi pantalón,
bajó la cremallera, luego con la misma calma me bajo el pantalón
y el interior, hasta mis rodillas. Mi verga considerablemente más
pequeña que la del, se encontraba también erecta, él
la vio sin hacer comentario alguno colocó sus manos en mi cintura
y me dio la vuelta, hasta que quedé dándole la espalda.
Por un corto instante sentí sus dedos dentro de mis nalgas
y me dio la impresión de que me untaba alguna crema algo grasosa,
tras lo cual me volvió a tomar por la cintura y lentamente
comenzó a atraer mi cuerpo contra el de él. Fui sintiendo
como su miembro se comenzaba a deslizar entre mis nalgas, hasta que
se topo con mi esfínter. Poco a poco continué teniendo
esa sensación de que su verga me comenzaba a penetrar, sería
por la crema pero el dolor no fue mucho, yo seguía sentándome
lentamente sobre su inmensa verga que divinamente me penetraba por
el culo, sus manos continuaron apretando mi cuerpo contra el del,
hasta que finalmente su verga se encontró toda dentro de mi
cuerpo. Yo en ese momento me sentía que iba a estallar de felicidad,
y comencé a moverme sobre sus piernas restregaba lentamente
mis nalgas contra su pantalón, sentía como su miembro
entraba y salía casi totalmente de mi culo, mientras que con
sus manos me acariciaba el torso por dentro de mi camisa. Con su boca
me comenzó a besar y a mordisquear mi cuello, y cada vez que
sentía sus dientes en mi nuca mi cuerpo se contorsionaba de
manera y forma involuntaria. El Padre Pérez, me dijo que me
comportaba como una rica putita, al escucharlo referirse a mí
en términos femeninos, sentí una gran alegría.
Era la primera vez que alguien me trataba de esa manera, y me sentía
sumamente especial, creo que involuntariamente, me dejé llevar
por la situación y cuando me volvió a decir que yo era
su putita, con voz afeminada le respondí que si, mientras continuaba
metiendo y sacando su verga de mi apretado culito. Por un buen y largo
rato cabalgué sobre los muslos de mi confesor, hasta que él
me pidió que me parase un momento para cambiar de posición.
Al levantarme me insinuó que me debería quitar toda
mi ropa, lo que sin pensarlo dos veces hice de inmediato. Cuando me
quedé del todo desnudo ante él, me abrazó por
la espalda y estando de pie, comenzó a nuevamente introducir
su venosa verga dentro de mi cuerpo. La sensación de ser abrazado
sujetado y penetrado de esa manera era algo que para mi no tenía
comparación. Ahora que lo pienso me movía como toda
una puta sin realmente saber que lo estaba haciendo. Disfrutaba todas
y cada una de sus fuertes envestidas contra mi cuerpo desnudo, hasta
que en cierto momento me volvió a dar un fuerte y apretado
abrazo, se detuvo he imagino que se vino dentro de mi culo. Por un
corto rato los dos nos quedamos quietos, hasta que sentí que
sacaba toda su verga de mi culo. Al terminar me indicó que
me vistiera, lo que hice sin que me diera tiempo a ir al baño.
Cuando terminé de vestirme, me indicó que deseaba volver
a verme durante la semana. Sin más detalles les diré
que durante esos días, cambié de idea en cuanto hacerme
sacerdote. Después del Padre Pérez, han sido muchos
los que han compartido conmigo.
Autor: Narrador