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Categoría: Confesiones

Fóllame en el recreo

En varias ocasiones le había confesado a mi novio lo mucho que me gustaría que me follara en la escuela... Pero él se había negado cada una de las veces en las que se lo había propuesto. Hoy no parecía un día distinto, pero, cuando sonó la alarma para el recreo, él me esperaba en el pasillo frente a mi clase con las llaves de su aula en la mano y un brillo pícaro en los ojos. Al fin... Al fin me follaría en la escuela.



Él cerró la puerta detrás de mí con llave y luego, agarrándome de la cintura, me apoyó en ella para besarme. Yo le abracé. Estábamos tan cerca que noté su erección rozando mi entrepierna y alargué una mano para frotarla mientras su lengua se metía en mi boca. Estaba él tan excitado que me ponía más a mí. Apreté su entrepierna. Deseaba sacarla de ahí pero no podía, él estaba demasiado cerca como para poderme mover mucho. Suspiró contra mis labios y me llevó de la mano hasta la mesa del profesor. Me bajó los pantalones hasta los tobillos y me empujó suavemente la espalda. Me apoyé en la mesa.



Sentí sus manos levantar mi camiseta, acariciar mi espalda, abrazarme, subir hasta mis pechos liberándolos del sostén. Sus dedos tiraron de mis pechos. Sentía su erección en mi culo.



Jugó con mis pechos un rato hasta dejar los pezones duros, besando mi espalda. Después, metió una mano bajo mis bragas y acarició mi vagina, que para entonces ya estaba mojada. Acarició mi clítoris y me metió dos dedos. Leves gemidos de placer escapaban de mis labios mientras los movía dentro de mí, frotando con la palma mi clítoris y presionando su erección contra mi culo. 



Le pedí en voz baja que me la metiera, sintiéndome muy cerca del orgasmo. Escuché la bragueta de su pantalón bajando, sentí como echaba a un lado mis bragas. Su mano apretó mi cintura mientras su pene se introducía despacio en mí. Estaba tan mojada que entró entero de un golpe. Gemí más fuerte de lo debido y el me dio un leve azote en una de mis nalgas. Le pedí que me follara, que hiciera que me corriera y él comenzó a moverse, al principio lento y profundo, sentía como su pene llegaba al fondo de mí; después más y más rápido. Él jadeaba y gemía bajito a cada embestida, con mis pechos aplastados contra la fría mesa del profesor. Sus dedos no dejaban de acariciar mi clítoris.



Me corrí en un intenso orgasmo. Él se detuvo intentes después. Besó mi espalda, recolocó mis pechos en el sostén. Me giré para besarle, aun ambos con la respiración acelerada.



Que me follara en la escuela había sido incluso mejor de lo que imaginaba.


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