Y aquí me encuentro, tirada en el suelo completamente desnuda y empapada de sudor, saliva y todo tipo de fluidos. No se escucha nada, estoy bastante confundida y cansada y, aunque no me arrepiento de nada, mi mente comienza a repasar lo que acaba de suceder.
Recuerdo como el viernes mi novio y yo preparábamos las maletas para pasar el fin de semana en una cabaña en la sierra. No hacía falta mucha ropa, ya que como te puedes imaginar nos íbamos a pasar casi todo el tiempo metidos en la cama. Aún así, estaba muy ilusionaba y notaba como él se encontraba ansioso por ir. Era normal debido al estrés que le provoca su trabajo de policía. En cuánto terminamos los preparativos, salimos de camino a la cabaña.
Durante el camino, mi novio estaba muy sonriente y no paraba de decirme que me iba a divertir y que todas mis fantasías se iban a hacer realidad. Yo me reía de sus bromas y aprovechaba para provocarle acariciándole por encima del pantalón, besando su cuello, el lóbulo de su oreja… Quería ponerle bien caliente.
Al llegar no esperamos ni un segundo y follamos como dos desesperados. Estábamos muy calientes y disfrutamos bastante. Lo que me extrañó fue que él no paraba de repetirme que lo bueno aún estaba por llegar y que me iba a llevar una gran sorpresa.
A la mañana siguiente me desperté un poco tarde y mi novio ya se había levantado. Bajé a la cocina y me quedé muy cortada cuando le vi a él con sus compañeros del trabajo (Vicente y Toni) desayunando. Tardé unos minutos en reaccionar cuando por fin pude preguntar: “¿Qué hacéis vosotros aquí?” La respuesta fue muy poco creíble, me explicaron algo sobre un servicio que estaban haciendo por ahí cerca y habían parado a descansar, pero aún así la acepté.
Les dejé solos y me fui a la ducha. De repente entró mi novio, al principio me asusté porque no me lo esperaba pero él comenzó a besarme, con sus manos me enjabonaba todo el cuerpo, pasaba sus dedos por todos los rincones, me estaba poniendo muy cachonda. Le pregunté por sus compañeros y me dijo que ya se habían ido, que pasáramos a la habitación. Sin pensarlo, me sequé un poco con la toalla y salimos.
Cuando llegamos, pegué un fuerte grito al ver a sus dos compañeros desnudos sobre la cama. No pude evitar fijarme en sus grandes penes que se ponían cada vez más erectos. Quise cubrirme con algo, pero me había dejado la toalla en el cuarto de baño. Mi novio, que me vio con intención de salir corriendo, me agarró suavemente y comenzó a susurrarme que no pasaba nada, que era lo que yo siempre había querido y que él iba a cumplir mi fantasía y, por supuesto, la de él.
En ese momento me acordé de que una vez le dije que una de mis fantasías era acostarme con varios hombres a la vez y él también me confesó que le gustaría verme poseída por varios hombres. Pero jamás hablamos de llevarlo a la práctica. Ahora era real, tenía a tres hombres dispuestos para mí y yo debía tomar una decisión.
Una parte de mí me decía que no debía hacerlo, pero la sensación que me recorría todo el cuerpo, esa mezcla de nerviosismo y de curiosidad, de miedo y de placer, era superior y me dominaba. Al final acepté.
Sus dos compañeros se levantaron y se acercaron a mí. Mi novio por detrás me besaba y acariciaba el cuello y la espalda. Vicente comenzó a besarme en la boca y tocarme los pechos, mientras que Toni se había arrodillado frente a mí y pasaba sus manos y su lengua por mis piernas, de abajo hacia arriba, hasta mis ingles, así repetidas veces.
Cuando ya me encontraba casi perdida de la calentura que tenía, gimiendo sin parar, me llevaron a la cama colocándome a cuatro patas. Vicente y Toni se pusieron frente a mí, con sus miembros delante de mi cara. Mi novio dio la vuelta y se me puso por detrás, se agachó y comenzó a lamerme desde mi vagina hasta mi ano.
Toni fue el primero en llevar su pene a mi boca, enseguida la abrí y empecé a engullirlo. Era bien grande y grueso, mucho más que el de mi novio, y me costaba tragármelo. Sus fluidos mezclados con mi saliva resbalaban por las comisuras de mis labios y mi lengua no se quedaba quieta intentando provocarle el mayor de los placeres.
Mientras, Vicente pasaba su pene por toda mi cara, acariciando mis mejillas con su punta cada vez más caliente. Se lo agarré con una mano y comencé a masturbarle. Su miembro no era tan grueso y grande como el de Toni, pero aún así estaba bien dotado.
Por detrás sentía como mi novio no dejaba de chuparme ni un segundo, su lengua rozaba mis labios inferiores, con sus dedos los abría y lamía mi clítoris metiéndola todo lo que podía. Luego se acercaba a mi ano, sus manos abrían mis nalgas, me tiraba mordiscos en ellas y pasaba su lengua por mi interior; provocándome agradables cosquillas que me hacían estremecer.
Toni no pudo más y sacando su miembro de mi boca se corrió en mi cara llenándomela toda de su leche. En ese instante, yo también alcancé el orgasmo gritando de placer a lo que Vicente aprovechó para meterme todo su pene. Seguí lamiendo con ansia y desesperación, ahora solo quería que me penetraran, pero mi novio aún continuaba chupándome y acariciándome sin parar. En unos minutos, Vicente se descargó en mi boca resbalando su semen por mi barbilla y cuello.
Mi novio me dio la vuelta y me tumbó boca arriba. Se sentó sobre mis pechos y agarrando mi cara me dijo que si me gustaba mamar poyas ahí tenía una más. Sin pensarlo me la metió y comencé a lamerla como poseída. Él pasó su mano por detrás de mi cuello y empezó a manejar mis movimientos. Sabía que a él le gustaba dominarme, controlarlo todo y yo me dejaba. Sus dos compañeros estaban de pie alrededor de la cama, mirándonos y masturbando sus penes que se estaban poniendo tiesos de nuevo.
Le chupaba con muchas ganas, a veces me lo sacaba y aprovechaba para lamerle sus bolas. Cuando estaba a punto de correrse, sacó su miembro de mi boca y comenzó a pasarlo por mi pecho y vientre, yo se lo agarré con mi mano y le masturbé con fuerza, así que sin poder remediarlo, eyaculó sobre mí.
Se quitó de encima y se tumbó a mi lado. Mi pelo, cara, cuello, pechos y vientre estaban totalmente bañados en semen, pero a pesar de lo agotada que estaba deseaba ser penetrada por esos miembros que tanto placer habían descargado en mí.
Vicente se tumbó en una alfombra que había en el suelo de la habitación. Su pene ya estaba erecto y pidiendo acción. Toni me cogió en brazos, me soltó al lado de Vicente y éste me agarró llevándome con él. Sin pensármelo me monté sobre él clavándome de un golpe todo su miembro y empecé a moverme como loca. Vicente me frenó rodeándome con sus brazos y me dijo que esperara un poco. Toni se puso detrás de mí, separó mis nalgas y puso su punta en mi agujerito.
Ya había practicado el sexo anal con mi novio varias veces, pero me resultaba algo doloroso. Ahora otro hombre distinto con el pene mucho más grande lo estaba intentando y sin usar vaselina o algún otro producto que suavizara un poco la penetración. Me negué, le rogué que no lo hiciera, miré a mi novio para que hiciera algo, pero él estaba impasible observándolo todo sentado en el borde de la cama. Quise levantarme pero no podía, así que me resigné. Al fin y al cabo, yo me lo había buscado.
Toni empujó suavemente, la punta entró rápido gracias a que mi novio con su lengua me había preparado bien mi huequito. Como él no vio mucha resistencia, dio un fuerte empujón y me la clavó hasta la mitad. Vicente que estaba sudando y aguantando mucho, me soltó y me ordenó que me moviera. Obedecí, a la vez que Toni también lo hacía.
Ahí estábamos los tres, siguiendo el ritmo que Toni marcaba. Con cada embestida que él me daba, yo me clavaba mucho más el miembro de Vicente, éste empujaba hacia fuera y Toni me metía mucho más su pene llegando hasta la base. El dolor que sentía en mi ano al principio se fue pasando, me ardía mi interior pero esa sensación me gustaba, nunca antes la había sentido, ya que estaba siendo atravesada por dos hombres.
Mi novio estaba muy caliente, se levantó y me puso su pene en mi boca, yo estaba fuera de mí, comencé a chupárselo de nuevo, esta vez me lo tragaba casi entero porque las embestidas que me estaban dando me impulsaban a ello. No pude más y estallé en un intenso orgasmo, gimiendo sin parar y provocando que las contracciones de mi vagina y de mi ano hicieran que Vicente y Toni se corrieran a la vez.
Se hizo el silencio y ambos se levantaron tumbándose en la cama. Yo seguía de rodillas con el miembro erecto de mi novio en la boca. Éste me lo quitó, dio una vuelta colocándose detrás y me empujó hacia delante, quedándome de nuevo a cuatro patas. Sabía lo que quería y yo se lo iba a dar.
Abrió mis nalgas que chorreaban semen de su compañero y de un golpe me montó, me clavó todo su miembro en mi dilatado agujero y comenzó a moverse como un animal. Sus amigos le animaban, le decían que me diera duro que me lo merecía por viciosa. Él estaba siendo mas bruto y agresivo que de costumbre, me hacía daño y me desgarraba por dentro, pero no protesté ni un momento solo hacía gemir y gritar sin parar. En el fondo me gustaba que fuera así.
Sus bolas golpeaban mi vagina con fuerza y sus manos apretaban mis nalgas como si fueran de goma. Me las separaba con tanta brusquedad que llegué a pensar que me partiría por la mitad. Su miembro entraba y salía con mucha facilidad, parecía que se resistía a acabar, quería darme mi merecido. Le conocía, sabía que estaba furioso por haber disfrutado tanto con otros hombres.
Los minutos que estuvo así me estaban pareciendo eternos hasta que, de repente, sacó su miembro de mi dolorido ano y descargó toda su leche sobre mi espalda y trasero. Me pegó unas fuertes cachetadas en mis nalgas, se levantó y sin decir nada, salió de la habitación con los chicos.
Y aquí me encuentro, tirada en el suelo completamente desnuda y empapada de sudor, saliva y todo tipo de fluidos…
Pero que muy rico, es de lo mejor que yo he leido, letendolo me puse aaa... ya sabes, cualquiera se lo imagina. Mi enhorabuena, dime algo si quieres y si no no pasa nada. Un 10