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"Comiénzame a vivir, ahora que ya soy tuya..."
Llevándola al lecho, mientras la cubre de caricias, besando cada rincón de su cuerpo, no hay un espacio que él no haya cubierto de besos. Tendida ya en el lecho, lo espera, espera sus labios, sus caricias, sus dulces manos; se tiende sobre ella, y besa sus labios, con un beso tan ardiente y apasionado, que logra encenderla nuevamente. Toca sus senos, su vientre, sus caderas, y, con sus labios se desvía a su cuello, sus senos, allí se detiene, los mira tan tierno y los muerde dulcemente; así, muy lento, baja a su vientre y lo llena de besos, llegando hasta aquel lugar, y ella cierra los ojos al verlo llegar, siente y sabe que la hará perderse en sus caricias tan suaves. Sus labios llegan, con calma, con suavidad, y besan el lugar con el que delira en sus sueños, y su lengua la acaricia con ternura. ¡Qué poder tienen sus labios! Ella sabe que sólo a su lado puede sentirse como lo que es, una mujer; una y otra vez la acaricia, la llena de besos, y ella gime de placer, quiere hacerle sentir que nadie en el mundo la ama como él, que nadie podrá como él darle tanto amor y placer..
El sabe que está nuevamente lista para recibirlo, ella lo espera, y nuevamente entra en ella, y esta vez es con pasión, con agresividad, ella se aferra a su espalda, cada estocada le arranca profundos gemidos. El está lleno de pasión, una pasion envuelta en amor y lujuria, en el deseo de ella, de su cuerpo y su placer. Es ese mismo deseo, el que lo hace también gemir, repetir su nombre una y mil veces, mientras las piernas de ella se aferran a sus caderas, él siente que ella está a punto de regalarle otro orgasmo, se aferra a él, como si no quisiera perderlo, para que ese momento jamás termine.
Llega a la cima de sus sueños, de sus deseos; otra vez, él la hizo sentir mujer, y lo ve rendido sobre ella, y lo acaricia. Es como un niño grande sobre su pecho, un niño grande y viril; así, dormido, lo llena de caricias, y lo besa llena de ternura, ¡Es tan maternal! El así la siente, cuando lo llena de besos, y con dulzura acaricia sus cabellos, y se acurruca a su cuerpo, y él la abraza, y también la llena de besos, y con aquellas sábanas blancas cubre su desnudez, velando el sueño de esa niña, que en sus brazos se convirtió en una mujer, Su Mujer.