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Llegaron los prolegómenos de las fiestas de verano. El barrio se encontraba alborotado, porque había campeonatos de distintos juegos, tanto para mayores como para niños. Dejando para las fiestas las finales de los mismos.
Una tarde asistí a la reunión del equipo de futbol en el que me apunte. Entre los jugadores estaban Adrián y Antonio, este último fue el que me presento al resto del equipo, a algunos los conocía de vista. El más joven era yo con diferencia. Los demás eran bastante mayores que yo y casi todos con tripita cervecera, aunque para algunos este comentario era muy benévolo.
Adolfo que me lo acababan de presentar, era por lo que se veía el que llevaba la voz cantante. Hacía de entrenador, capitán y lo que hiciera falta. De una caja saco el equipaje del equipo, pantalón azul y camiseta amarilla. Todos empezaron a elegir y se quedaron en ropa interior para probársela.
Así que yo hice lo mismo. Hubo cachondeo porque si la camiseta me quedaba apretada el pantalón era de risa. Todos se reían de cómo se me notaba el “paquete”, habiendo comentarios de todo tipo. Adolfo me dijo que antes del primer partido tendría el equipaje adecuado.
La mañana antes del primer partido, Antonio me trajo el equipaje. Jugábamos a las ocho de la tarde, para evitar el calor en lo posible. La verdad que llegue con la hora justita. Ya estaba todo el mundo preparados. El público era familia de los jugadores, habiendo también vecinos y vecinas. La equitación que me dieron era un poco más grande que la del primer día, pero no mucho más.
Cuando estaba allí me di cuenta de que estaba Bárbara, cosa que me alegro mucho. Me acerque a saludarla, la note un poco seca y rápidamente me presento a un chaval, diciéndome que era el chico con el que salía. Diciéndomelo con una mirada tensa.
Estos partidos nos unió bastante al equipo, ya que después del partido nos íbamos a tomar siempre algo todos juntos. Llegamos a la final, que se jugaría el primer día de las fiestas. Todo el mundo estaba muy animado por llegar a la final.
Me explicaron que las fiestas, principalmente eran por la noche. La gente alquilaba mesas y o bien se bajaban la cena, o la encargaban en alguno de los bares que había. Casi todo el equipo se puso de acuerdo en coger mesas juntas, aunque había varios que tenían invitados y entonces las cogían por separado.
Yo lógicamente no pensaba coger una mesa, porque hubiese sido tonto, alquilar una para mí solo. Pero los que la cogieron juntos, insistieron y me animaron para cogerlas con ellos. En principio tenía dudas, aunque los que la cogerían eran unos tíos que me habían caído muy bien. Al final me decidí, siempre con la duda si estarían bien esas fiestas o no.
Esa noche baje a jugar el partido, había mucha más gente de la que me podía esperar. La hora del partido fue una hora antes de lo normal, con el fin de acabar pronto y que se pudieran iniciar las fiestas. El partido fue muy reñido, pero afortunadamente ganamos de un gol. Todo el mundo contento mucha alegría, tal vez excesiva alegría. Cosa que no entendíamos ni Adrián ni yo. Hasta que nos enteramos que era la primera vez que llegaban a la final y encima la ganaban.
Nos fuimos cada uno a su casa a ducharnos y arreglarnos para la cena. Sonó el teléfono y era Sofi, contándome y desahogándose, la enfermedad de su padre se complicaba por momentos, bueno por lo que ella me decía más que la enfermedad, por el carácter del padre.
Esta charla hizo que me entretuviera más de la cuenta, así que me vestí de lo más normal y baje. Mi sorpresa fue cuando llegue a las mesas ocupadas por el equipo de futbol, las mujeres iban muy bien vestidas, los hombres más normalitos, pero yo en pantalones vaqueros.
Como llegue el último me tuve que disculpar, Antonio nuevamente hizo los honores de presentarme a las mujeres que no conocía. Además de Antonio y su mujer, Adrián y su mujer; estaban Alejandro (Alex) y Teresa, Adolfo y Martina, Manolo y María, Pedro y Susi.
Para ser sincero, todas estaban muy bien y como iban vestidas hacía difícil decir quien estaba mejor. La que menos me sacaba 16 años. Eso era estar en la gloria. Pero si soy sincero la que me atrajo desde el principio, estando allí de pie nada más llegar y sin que todavía nadie hiciera las presentaciones fue María. Que cuando vi esa silueta tan femenina, con cara de “fiera”, con unas caderas portentosas, bien definidas, rematadas con un culo firme y más que soberbio. A todo eso había que añadir que era morena, con unos ojazos negros y grandes, ojos escrutadores, porque mientras no nos presentaron nos pillamos mutuamente mirándonos con interés. Pillándome también como miraba el escote que llevaba, que dejaban ver dos pechos como cantaros.
Sabía que esa noche y las siguientes, serian un calvario para mí, con semejante hembra tan cerca de mí. Pero esto no quiere decir que las demás estuvieran nada mal. Nos sentamos a cenar y todo era perfecto, yo estaba colocado enfrente de Manolo y María, ya me encargue yo de situarme. Cosa que me dio la impresión que no le gusto a Begoña donde me había sentado.
Una vez acabada la cena, que estuvo bien regada con vino, empezaron las copas de la larga noche que se avecinaba. Los únicos que no bebíamos éramos María y yo, aunque su marido Manolo bebió muy poco. Pero los demás que se encontraban muy animados empezaron con el cachondeito del sexo, en plan gracioso.
Durante toda la cena María y yo no habíamos parado de mirarnos, no se cortaba, se la veía muy decidida. Manolo conecto conmigo muy bien, teníamos buena conversación. En un momento dado apareció una mujer de cincuenta y algo de años, con un cochecito de bebe, dio las buenas noches, todos la saludaron y se dirigió hacia María diciéndola que el bribón por lo que se ve tenía hambre.
Ella lo saco del cochecito, no se decir el tiempo que tenía, luego me entere de que estaba a punto de cumplir 6 meses. María lo acomodo en su regazo y con toda naturalidad se sacó un pecho, con un pezón oscuro y grandísimo, al momento él bebe está mamando. No podía evitar mirar, sabía que no debía, pero quien fuera él bebe.
Estaba absorto con María y él bebe, que algo dijeron que rieron todos y no me entere, pero sabía que se referían a mí. Me quede cortado por no saber si era por como miraba a María. Pero no, era por la anécdota del primer día, cuando nos probamos el equipo, la bebida soltó la lengua a alguno y se metían con mi “paquete”, alguna mujer decía que eran unos exagerados y ellos decían que no. Al final Alex, en tono muy digno me pregunto qué cuanto me media, yo dije que no tenía ni idea.
A todo esto me di cuenta que María me miraba, jugando con sus labios, mordisqueándolos como quien no quiere la cosa. Yo me empezaba a sentir apurado, era raro que Manolo no se diese cuenta.
Las doce en punto de la noche, empieza la orquesta a funcionar y la gente se anima a salir a bailar. La música no era precisamente la que me gustaba a mí, pero… no podía ser todo perfecto. Las mujeres salieron a bailar, pero de los hombres los únicos que salimos a bailar fuimos Adolfo y yo.
La cosa estaba muy animada y más de un roce nos dimos, las mujeres no sé si por la bebida o porque estaban un poco descaradas, mañana seguro que alguna estaría muerta de vergüenza, pero yo decidí no cortarme. Aunque sabía que a la larga sería peor para mí, que me iría con el calentón.
Así fue, a las 4 de la mañana la orquesta se despidió y como al día siguiente algunos tenían que trabajar, quedábamos pocos allí. Yo me fui para mi casa con un calentón bestial. En el camino me encontré a Bárbara que iba hacia su casa. Aligere el paso para alcanzarla, cuando llegue a su altura la salude y ella me respondió con una gran sonrisa.
En el ascensor trate de besarla, pero aparto su cara, diciéndome… “que tenía novio, que no quería ponerle los cuernos”, la verdad que me quede… al final nos despedimos y una vez en la cama, no podía quitarme de la mente a Begoña, pero sobre todo a María, pensando en las dos, no lo pude evitar y me tuve que masturbar como un desesperado.
Al día siguiente me levante tardísimo, no me apetecía ir al gym, me quede en casa tranquilamente. Poco duro la tranquilidad, llamaron a la puerta era Adrián, que ya habían colocado los muebles nuevos, que si me venía bien bajar a terminar la instalación. Bajamos los dos juntos, allí se encontraba Begoña, con una falda corta y una camiseta, colocando cosa en los muebles, subida a una escalera.
Estando ya con la instalación, me di cuenta de que no me llegarían los conectores que llevaba, se lo dije a Adrián que en un rato volvía, él se ofreció a ir a la ferretería a por ellos, se puso tan pesado que le di uno como muestra, así yo seguiría haciendo cosas y adelantando trabajo.
Nada más irse yo me dedique a colocar el cableado por detrás del zócalo, en un momento dado y sin premeditación mire para arriba, teniendo una imagen perfecta del culo de Begoña, que estaba prácticamente al aire. Quite la mirada, no hablamos, pero ella fue la que al final rompió el silencio.
-Como te ha engañado Adrián, ahora se enrollara con cualquiera que se encuentre y nos ha dejado con todo empantanado.
-Pues será problema suyo, cuando termine de hacer lo que estoy haciendo, si no ha vuelto, me marcho y ya está.
-Uy, como estas, que yo no me como a nadie.
-Eso es problema tuyo.
-¿Es que estas enfadado conmigo?
-Pues sí, no me gusta que me monten ningún follón y mucho menos que me llamen cerdo, como hiciste tú el otro día.
-Es que me sentó muy mal, sabes que aunque me perdieron las formas, pero tenía razón en el fondo.
-Ni tenías razón en el fondo ni en la forma. Además de que sabes muy bien que no estás diciendo la verdad.
-¿Por qué no estoy diciendo la verdad?
-Porque sabias que vendría y te has puesto una faldita, a sabiendas de que yo estaría por abajo y te vería. Y eso solo quiere decir tres cosas. Pero me las callare, no quiero que la “señora” se ofenda.
-¿Qué tres cosas? (dijo preguntando toda nerviosa y colorada)
-O que eres una calienta pollas, muy puta o que estas muy necesitada de una buena polla. Pero eso nada más lo sabes tú, aunque me lo imagino. Creo que he sido clarito.
-Desde luego nadie puede decir que no te explicas bien. Pero para que veas que no te quiero faltar esta vez, te diré que no era necesario que te pasaras siendo tan “clarito”.
Cuando iba a replicarla, se oyó el cerrojo de la puerta, esta vez se había equivocado, no se había entretenido con nadie. Le mande a la televisión de su habitación, quedándome yo en el salón, en la toma principal. Le explique lo que tenía que hacer, cada vez que yo le avisara. En eso con voz bajita, Begoña me pregunto…
-¿Entonces, según tú, que es lo que se supone que soy?
-Una puta con necesidades urgentes de una buena polla.
-Que equivocado que estas.
-Te traicionan tus pezones que se te marcan muchísimo y seguro que estas empapada.
-Imaginaciones tuyas.
Metí mi mano por debajo de la falda, sabiendo o que gritaba o se callaría. Tenía toda la razón estaba mojadísima. Ella se quería zafar de mí, pero yo no la dejaba. Mientras tenía mi mano metida entre sus piernas, le decía a Adrián en voz alta que sintonizase y me avisase.
Agarre una mano de ella y la puse por encima de mi polla, ella hizo amago de quitar la mano, pero como si fuese accidental palpo bien mi polla. Adrián me dijo que ya estaba y le dije que iba, antes de ir a la habitación, le dije a Begoña que cuando volviera la quería sin nada debajo de la falda.
Ahí me equivoque, porque ella se vino para la habitación y no se movía de allí. La veía con ojos encendidos de la misma calentura que tenía yo, pero había sido más fuerte que yo y se había aguantado. Al final termine la instalación y me despedí hasta la noche.
Baje temprano, para que no me ocurriera lo de la noche anterior. Cuando llegaba a la altura del bar y de las mesas, vi que se acercaba también Manolo, nos saludamos y en vez de ir a la mesa, nos fuimos a la barra a tomar algo y a esperar. Él me dijo que había dejado a su mujer arreglándose, ya sabes cómo son las mujeres, me dijo.
No llevábamos prácticamente nada de tiempo hablando, cuando Manolo dio la vuelta a la conversación para llevarla a unos derroteros, que un principio no entendía.
-¿Sabes que has sido la comidilla esta mañana de todo el mundo?
-¿Yo? ¿Por qué?
-Joder y lo preguntas. Ayer noche fuiste el show bailando, más de una si hubiese podido… jajaja.
-Pues no lo entiendo, baile normal sin tonterías.
-Con ese cuerpo que te gastas, los pantalones ajustados… vamos que si lo tuviera yo, no pararía…
-Que exagerado que eres.
-¿Exagerado? Pues mira como nos llamó la atención a todos el día que te quedaste en calzoncillos.
-Pues como el resto, un poquito más grande, un poquito más pequeña, el tamaño no importa, todos lo mismo. Ya sabes el dicho… “más vale chiquitita pero juguetona”
-Jajaja, tu pregúntale a cualquier mujer.
Estando con esa conversación, que seguía sin entender a qué venia, alguien me tapo los ojos con las manos, pero no decía nada, sabía que era una mujer. Cuando quito las manos y me gire era María, hoy venia totalmente discreta, ni escote, ni falda, de lo más normalito. Pero manolo dijo…
MANOLO-No puede ser que no supieras quien era.
YO-Pues no, no soy adivino.
MANOLO-Con esas tetazas pegadas en tu espalda…
MARIA-Manu tu tan bruto como siempre.
MANOLO-No soy bruto es que es verdad.
En eso llegaron otras parejas, como si fuéramos agua y aceite, de pronto las mujeres estaban apartadas de nosotros. Mientras hablábamos varios hombres, yo no daba de dar vueltas a mi cabeza, Manolo y María tramaban algo, lo que no sabía si era simplemente “divertirse” entre ellos a mi costa o era algo más.
Yo tenía claro que tal como me habían ido las cosas y siendo vecinos, sería muy prudente. Distinto hubiera sido conocernos en otras circunstancias. Nos vinieron a avisar de que ya estaban todos, así que nos fuimos para la mesa. Más o menos nos sentamos como el día anterior. Begoña que la tenía más cerca, me miraba con cara extraña. Sobre todo cuanto más hablaba con María y Manolo.
Todo sucedió como la noche anterior, se terminó de cenar, llegaron las copas y la música empezó a sonar. Las mujeres se levantaron muy animadas para bailar y les dijeron a los hombres de ir, pero todos pusieron excusas incluido Adolfo, que la noche anterior bailo. Se dirigieron hacia mí, me agarraron de la mano me levantaron y nos fuimos a bailar.
Al principio estaba un poco cortado por lo que me dijo Manolo, pero al final me dio igual y me dispuse a pasarlo bien. Todos reíamos y yo creo que nos calentábamos. Demasiado rozo “fortuito”. Cuando llevábamos bastante rato bailando, hice una pausa y me fui a la mesa.
Cuando llegue vi varios grupos de hombres charlando, casi todos de pie. Manolo dejo el grupito en el que estaba y se sentó conmigo. Y riéndose me dijo… “Si te pillan esas lobas, acaban contigo”, otra vez volvía al tema. Ya me tenía bastante mosqueado, por lo que decidí averiguar lo que pasaba o lo que quería.
-Oye Manolo, prácticamente nos acabamos de conocer. Yo sé que soy muy joven, me dobláis la edad, pero sin mosquearnos ni enfadarnos. ¿Hay algo que me quieras decir o preguntar?
-No, ¿Por qué? (Dijo dudoso y como si le hubiera pillado de improviso la pregunta)
-Ah, vale, pues todo aclarado.
-Eso pasa por ser tan joven, le das muchas vueltas a las cosas, hay que dejarse llevar.
-No te entiendo, otra vez, no te entiendo.
-Que con lo grande que se te ve, eres muy inocente. Es como lo de que el tamaño no importa, eso es de inocentón.
Cuando le iba a contestar apareció María y me dio un poco de apuro seguir con el tema delante de ella.
MARIA-¿De qué hablabais?
YO-Tu marido, que como muchos adultos, cuando nos les cuadra algo, alegan que por ser joven, se es un inocentón. (Eso lo dije, porque me molesta esas actitudes o afirmaciones)
MARIA-Así es Manu, si no le cuadra algo o no sale como él quiere, siempre busca las formas para llegar a su meta. (Lo dijo con mucha sorna y lo decía con segundas a su marido, como reprochándole algo)
MANOLO-Se lo decía porque ha salido en la conversación el tamaño. Él dice que más vale chiquitina pero juguetona.
MARIA-Jajaja, eso lo dicen los que la tienen pequeña, jajaja, pero las mujeres las prefieren grandes, que ya se les enseñan a que sean juguetonas. Jajaja, pero seguro que eso lo dijo el “guarro” de mi marido, primero porque le pega más y segundo porque todo el día esta con lo mismo.
YO-Yo ya no opino… disculparme voy al W.C.
Me aleje de ellos, ya tenía mucho lio en la cabeza. Por un lado tenía la sensación de que querían algo conmigo. Pero ahora me daba que él era el que buscaba algo, pero que la mujer no estaba convencida. O que todo era imaginación mía.
Como había mucha gente en la fiesta, en el W.C. había cola para entrar. Aproveche y miraba para donde estaban estos. Me costaba oírlos y para colmo, se pusieron a hablar en valenciano, eso me costaba más, ya que pocas palabras sabía yo.
Pero lo que me daba sensación que él dirigía todo, ella no estaba nada, nada convencida. Pero según se hacían las confidencias, la cara de ella cambiaba y se le ponía más cara de “vampiresa”. Estaba claro que Manolo conocía bien a su mujer. Pero esto era mi impresión, porque no entendía ni una cuarta parte de lo que hablaban. Algo me llamo mucho la atención y fue que Manolo metió los dedos en su bebida, dándoselos a chupar a su mujer, que me dejo… pero luego volvió a hacer lo mismo, lo único que esta vez los sacudió manchándole su camisa. Ella ni se inmuto.
Cuando regrese a la mesa, ella se levantaba con la disculpa de que se había manchado e iba a cambiarse a su casa. Cuando volvió venía con un vestido, más explosivo que el de la noche anterior, mi polla se puso a tope. Ahora no me podía levantar, porque llevaba pantalón de tela, no vaquero y se me notaria mucho.
Se había transformado, en la cena estaba muy agradable, simpática, pero normal. Pero no sé qué hablaron, pero lo que le dijera y ese vestido, la habían cambiado. Miraba de distinta manera, cara de loba total.
Continuo la noche, la bebida corría por todos los sitios. La gente cada vez estaba más alegre. Antonio llego a mi altura, me dijo que le acompañara y me presento a varios vecinos, que alguno estaba más que pasado de copas. Les dijo que yo era el que le arregle el ordenador, le coloque la instalación a tal persona… y hubo uno, un tal Luis, pasadísimo que me empezó a contar un problema que tenía en el ordenador, yo le decía que otro día, que eso había que verlo in situ, que no le entendía… pero el erre que erre. Incluso quería que a esas horas subiésemos a su casa y verlo. Al final para salir del paso, le dije que en un rato lo mismo podíamos ir.
Cuando logre quitármelo, veía que el ambiente estaba un poco pasado para mi gusto, me encontraba en cierta manera desubicado. Ya que le conjunto de la gente eran bastante mayores que yo o los hijos pequeños de los allí presentes. Me fije que María estaba con otra mujer, que no era de las que yo conocía. Pero no veía a Manolo, hasta que dando un vistazo lo vi en un grupito de lo más entretenido, por lo que se veía la conversación debía ser muy interesante, sobre todo por lo que gesticulaban. Estando tratando de saber que era lo que parecía tan interesante, cuando oigo una voz…
-Daba cualquier cosa por saber lo que piensas ahora. (Me dijo María)
-Que susto, siempre tan sigilosa. Pues lo que pienso es fácil, me gustaría saber lo que parece tan interesante, en el grupito de tu marido.
-Pues fácil, el tema de conversación, política, futbol, mujeres o de las tres.
-Jajaja…
-Es que te he visto hace un rato con cara pensativa.
-Sí que no pego aquí ni con cola. Y me disponía a marcharme.
-Uuuummmm (Dijo con cara de estar pensando algo)
-Bueno lo dicho, que lo paséis bien que yo me marcho.
-¿Ya te vas para tu casa?
-No, me iré a dar un garbeo por ahí.
-Uuuuummmm (Dijo nuevamente)
-Que quieres decir con tanto uuuuummmm.
-¿Harías algo por mi sin preguntar?
-Mujer depende, tú dime antes.
-¿Sabes cuál es mi portal?
-No
Me dijo el número, que me fuera hacia allí y cuando ella pasase que fuera tras ella. No dijo nada más, se fue hacia donde estaba su marido, le dijo algo al oído, en la sonrió y la dijo también algo, ella dio un buen trago de la bebida que tenía su marido en la mano y el la dio una palmada en su culo, para seguir el hablando con las personas que estaba.
Yo desde donde estaba pude ver todo y como ella venia hacia su portal, sonriéndome al pasar a mi altura, una vez que me sobrepaso, me fije en el movimiento de culo, era perfecto y excitante.
Ella abrió el portal y antes de que se cerrar la puerta ya estaba yo dentro. Subimos en el ascensor sin decir nada, ella llevaba la cabeza baja y se la veía pensativa, dudosa. Yo no tenía ni idea de que sorpresa me deparaba y menos aún con la cara que llevaba ella.
Llegamos a su casa, abrió la puerta, dio la luz y entramos. Nos quedamos en la entrada (hall). Había dos puertas igual que en mi casa, una daba a la cocina y otra al salón. Había un mueble pequeño con un espejo y una silla tapizada en una de las esquinas.
Una vez cerrada la puerta ella se quedó de pie, no decía nada, muy nerviosa y en su cara se notaba rubor. Estábamos los dos allí, quietos, sin decir nada, como tontos, por lo que rompí el silencio.
-Bueno María, ya te he seguido, ahora estamos aquí… ¿Qué es lo que se supone que tenía que hacer sin preguntar?
-Mira, creo… creo que me he equivocado, mejor será que volvamos a la fiesta. (Todo esto lo dijo muy nerviosa, medio tartamudeando, las palabras salieron con dificultad)
-Me parece bien, pero sería justo que me explicases algo antes de irnos. Ya le pregunte antes a tu marido que me querías decir o preguntar, que seré joven pero no tonto.
-¿Y qué te contesto? (Con ojos muy abiertos y con cara de sorpresa)
-Nada, tonterías y además llegaste tú y se acabó el tema. Sé más valiente y cuéntamelo tú.
-Pues, somos una pareja muy abierta muy liberal, pero siempre de palabra. Estábamos antes de mi embarazo decididos a dar el paso de conocer a otra persona, pero al quedar embarazada lo pospusimos. Pero esto a Manu lo único que le hizo fue tener más ganas cada día. Desde que te conoció y te vio cuando os cambiabais, se ha vuelto una obsesión. Y como le dije que se te veía majo, no ha parado. (Lo dijo todo de un tirón y sin mirarme a la cara, casi se queda sin aire)
-¿Y que se suponía que suceder ahora?
-Pues tenía y te digo exactamente lo que me dijo… “Como sé que no te atreverás a mucho, por lo menos ponle los dientes largos y caliente, que luego…” (Parecía que en cualquier momento iba a desfallecer por falta de aire) Pero una vez aquí… NO PUEDO, ME ES IMPOSIBLE.
-Tranquila, por mí no te preocupes, no me ha escandalizado nada ni me ha molestado. Además en estas cosas no se puede obligar a nadie. Entre otras cosas porque nadie puede decirte quien te tiene que gustar y quién no. Y yo, aunque mi madre dice que soy el más guapo, nadie tiene porque compartir esa opinión, ni tu tampoco.
-Jajaja, pero no es eso, si tu estas muy pero que muy bien. (Se puso más roja)
-Vale vámonos, que seguro que estarás mejor abajo, menos apurada. Pero ha sido una pena. Porque desde que te vi… bueno vámonos, venga. (Se lo decía mientras con un dedo, le hacia una caricia en su respingona nariz)
En ese momento levanto la cabeza, su mirada era penetrante, no me lo pensé y la bese. Cierto es que esperaba un rechazo, pero acogió mi lengua dentro de su boca con avidez. Nos abrazamos, acariciamos. Yo la mordía y lamia, su cuello y su oreja. Le decía lo cachondo que me puso nada más verla, mucho más cuando vi mamar a su hijo, esas tetas tan perfectas.
Ella solo gemía y decía que ya se dio cuenta, que a ella le paso lo mismo. Cada vez se la veía más lanzada, ya no la notaba intranquila, me empujó hacia la silla, quedándome sentado. Ella con total descaro y muy decidida, me beso, para luego con cara de estar muy excitada, me dijo… “Ahora voy a descubrir si guardas un tesoro o no”, desabrochándome el cinturón y el pantalón.
Mi polla sobresalía por arriba del boxers y ella dijo… SI, SI, SIIII… la saco del todo diciéndome que era mucho mejor de lo que ella pensó. Y acto seguido ni se lo pensó, empezó a mamar con desesperación. Era una autentica maestra, se veía que tenía experiencia y que le gustaba. Mientras ella seguía con su mamada, yo la iba diciendo lo bien que lo hacía, las ganas de follarla desde que la vi, de las ganas que tenia de comerme esas tetazas que tenía y sobre todo las ganas de follarme ese culo.
Según se lo decía, notaba como ella se iba excitando más. La levante quería follármela, ella lo entendió y rápidamente se había quitado las braguitas que llevaba. Se acercó se levantó el vestido y se colocó a horcadas sobre mí, colocándose la polla en la entrada de su coñito. Una vez que lo hizo, me paso sus brazos por mi cuelo y con su mirada penetrante, se la fue metiendo poco a poco, sin prisas, disfrutándolo.
Ella emitía gemidos y me decía que lo acordado con su marido era una paja o como máximo una mamada, pero decía… “Que se joda” y se la clavo hasta el fondo, quedándose quieta. A pesar de acabar de tener un hijo, se la notaba estrecha, lo que hacía que me diera más gusto.
Saque sus tetas de su vestido y los pezones eran casi negros y grandísimos, pasaba mi lengua por ellos y ella se retorcía. Por todos sus gestos, movimientos, miradas, se veía que era súper caliente. Follábamos muy lentamente, era el ritmo que ella quería.
-No te corras dentro de mí, córrete en mi boca.
-O en tu culo.
-En mi boca que quiero que me sepa a ti, cuando bajemos y le dé un beso a mi marido. Pero el culo cuando quieras que me gusta también. Aunque tendremos que tener cuidado, porque la polla de mi marido no se parece en nada a la tuya. (Esta vez le costaba hablar, pero era del calentón que tenía)
-Ya lo prepararemos poquito a poco.
-(Ella me sonrió) ¿Dime que más cosas te gustan de mí?
-Mira lo que más me está poniendo cachondo, es la cara de PUTON que tienes. Me vuelve loco.
Fue decirle eso y… empezar a subir y bajar con desesperación, hasta estirar sus piernas y clavarse a tope, corriéndose sin parar. Aminoro el ritmo, se levantó y se agacho, metiéndose nuevamente mi polla en la boca, a la misma vez que me hacia una paja a toda velocidad. No me hice de rogar mucho más, la avise de que me corría y ella se metió bien la polla, acogiéndola bien con mis labios. Fue una corrida bestial, ella chupaba como nadie. Se pasó la lengua por los labios, dejando parte de mi corrida en ellos. No se limpió.
Se puso nuevamente las braguitas. Recompuso su vestido y nos fuimos. Diciéndome que esto había que hacerlo con más tranquilidad, quisiera o no su marido.
Llegamos a la fiesta, yo me fui para un lado y ella se fue hacia donde estaba su marido. Yo no la perdía de vista, Manolo cuando la vio, se alejó del grupito en el que estaba y fue a su encuentro. Cuando coincidieron ella le dio un señor morreo y cuando acabo se sonrieron.
Yo me encamine hacia la mesa, me senté, al rato aparecieron Carmen y Begoña. Preguntándome donde me había metido, si había ligado… todo en broma. Contestándolas que me fui a despejarme un poco. Carmen me dijo que me preparara porque mañana viernes y el sábado son los dos días más fuertes de las fiestas.
A Carmen si la contestaba, pero a Begoña, trataba de evitarlo y cuando lo hacía era con monosílabos y notaba en su cara como eso la enfadaba. Entonces llegaron Manolo y María, sentándose con nosotros.
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