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Una vez nos quedamos solos en la mesa Manolo, María y yo. Nadie sabía que decir en ese momento, porque estaba claro que yo sabía que María le había contado a su marido que algo había pasado, ¿Cuánto? Eso es lo que no sabía. Pero también estaba claro que Manolo era consciente de que yo sabía que él estaba enterado.
Hablábamos, saltando de un tema a otro, sin conexión ninguna entre los temas. Parecía que no hubiera pasado nada, estábamos dando un trato de normalidad, pero se notaba cierta tensión, pero de nerviosismo. Pero por lo que se ve Manolo, estaba más interesado en otra cosa.
MANOLO-Bueno ya estarás más tranquilo, ya sabes lo que buscábamos. No queremos que pienses que somos… “raros”.
YO-No lo pienso ni lo pensare. No es nada nuevo, nada que me pillara de sorpresa. Cada pareja es un mundo y si los dos están de acuerdo… quien soy yo para decir nada.
MANOLO-Eso que terminas de decir me ha gustado, sí señor, me ha gustado. Ya me ha dicho María, que la tienes más grande y gorda de lo que yo creía.
MARIA-Joder Manu, córtate, que estoy yo aquí.
MANOLO-Ves Carlos, esto es lo que más me gusta de ella. Ahora muy remilgada, muy inocentona y luego es la más cachonda que hay. Te lo digo yo.
YO-Pues eso es muy bueno y tienes suerte. Además es una auténtica preciosidad. (Lo dije mirando a sus ojos)
MARIA-Muchas gracias, pero podríamos hablar de otra cosa. (Dijo con falsa timidez)
MANOLO-También me ha contado, que le ha costado tragarse todo, que parecías un grifo a la hora de correrte.
MARIA-Por favor cortaros, que puede pasar alguien por aquí, con toda la gente que hay y oír algo.
YO-Lo normal que ha exagerado un poco.
MARIA-Oye… que yo no exagero. (Dijo poniendo morritos)
YO-Hazme caso Manolo, tu mujer exagera.
MANOLO-tengo la solución para saber quién dice la verdad. ¿Por qué no nos vamos tranquilamente a casa y lo comprobamos?
Se produjo silencio total. La verdad que a mí no me importaba. Si a él le daba igual, a mí también. Ya que me había quedado con muchas ganas de hacer de todo. Pero vi como pensativa a María, lo mismo no quería.
YO-Pues por mí no hay ningún problema, yo encantado. Pero no veo muy interesada a tu mujer.
MANOLO-¿Tu que dices María?
MARIA-Voy a hablar con mi madre un momento y ahora os respondo.
Vimos cómo se levantó y se fue a la mesa donde estaba su madre. Las vimos hablar a las dos un rato y como acto seguido, tanto madre como hija venían hacia nosotros. Quedándose la madre a un poco de distancia de nosotros con el cochecito del bebe. Y al rato se acercó también el padre de María, que nos saludó con la mano, quedándose con su mujer.
MARIA-Lo único que faltaba era si mi madre se quedaba con el niño. Ya está solucionado. Vamos a casa que van a recoger algunas cosas y se lo llevan a casa.
YO-Pero no has contestado.
MARIA-Pues que si este “cabrón” quiere ver como se follan a su mujercita es problema suyo. (Nos dijo en voz baja y con cara de deseo)
MANOLO-Espero que no os cortéis.
MARIA-Vas a saber lo que es bueno, cuídate la frente… jajaja. En tres cuartos de hora subir.
YO-Manolo la veo muy decida.
MANOLO-Lo que me ha costado. Espero que nos divirtamos mucho.
Quedamos Manolo y yo que nos encontraríamos en su portal. Así que me tocaba irme a mí primero, porque me tocaría dar más vuelta, para que la gente no viera hacia donde me dirigía, así Manolo se quedaba más tranquilo. Yo me despedí de los de siempre. Carmen insistía en que me quedara un poco más, pero dije que ya estaba cansado y me fui.
Di toda la vuelta y me quede apoyado en un coche mientras Manolo venia. Con todo lo que estaba pensando estaba ya más que caliente. Por fin vi aparecer a Manolo, que venía diciendo “que pesada que es la gente”. Abrió el portal y subimos. Cuando entramos Manolo dijo… “Ya estamos aquí”.
Apareciendo María con un Picardías babydoll con tanga a juego y medias con liguero. Todo de color negro y transparente, llevando unos tacones de infarto. Yo me quede con la boca abierta, pero Manolo también se quedó igual. Porque ya no era solo la ropita, era la cara tan morbosa que tenía.
Ella provocándonos, se giró sobre sí misma, quedándose de espaldas y dejando ver ese súper culo, que se comía la cinta del tanga con sus nalgas. Además al llevar esos taconazos, las piernas se veían mucho mejor y el culo quedaba más respingón.
María se acercó a mí, me tocaba con suavidad el culo. Y mirando a su marido con voz firme y decidida le dijo a su marido… “Maridin, esto es como las bodas. El que tenga algo que decir, que lo diga ahora o calle para siempre”, me tuve que aguantar la risa.
Manolo no dijo nada, estaba absorto. María no se hizo esperar más, en ese momento me giro la cabeza y me empezó a morrear, lo que hizo que yo tampoco tuviera ya frenos. Allí de pies nos estuvimos haciendo de todo, pero quería compensarla por la mamada tan espectacular que me hizo antes. La fui empujando suavemente hasta la mesa del salón y una vez que llegamos la hice tumbarse en ella.
Quite su tanguita y fui saboreando sus pies, sus tobillos, todo eso sin prisa, la notaba cada vez más caliente. Luego seguí más arriba hasta llegar a la parte interna de sus mulos, que los lamí y los saboree con gusto, lentamente.
Hasta que llegue a su coñito chorreante, era una auténtica delicia ese “bollito”, estaba en su punto. Mi lengua empezó a degustarlo con ansia, pasión y mucha calentura. Ella estaba que se salía y mire un poco hacia arriba, viendo que se había sacado las tetas, se manoseaba los pezones y veía como se estiraba de ellos, una imagen totalmente cachonda.
A ella solo se le oían los gemidos, hasta que con voz entrecortada le dijo a su marido… “como me lo está comiendo, que maravilla, si, si, siiiiiii”.
Me di cuenta que se iba a correr, por lo que pare, ante la queja de ella. Me acerque y la di un buen beso. Que me sorprendió porque tenía la boca llena de saliva, estaba tan encharcada como su coñito. Luego fui bajando poco a poco, pasando mi lengua por todos los lados. Cuando llegue a sus pezones, no hice como antes, esta vez se los devore, ella se retorcía de gusto. Notaba como le salía leche.
Tenía un sabor raro, pero me puso cachondo. Me di cuenta de que le debía de gustar el sexo un poco fuerte, ya que aguantaba y se ponía más cachonda, según apretaba más sus pezones.
Cuando seguí bajando vi a Manolo, callado sin decir nada, estaba masturbándose, la verdad que la polla era considerablemente más pequeña que la mía. Llegue de nuevo a su coñito y esta vez sí, se lo decore hasta que note como se corría en mi boca, los espasmos que daba. Pero aunque se corrió seguí comiéndoselo, ante las protestas de ella, que me decía que me esperase, que lo tenía muy sensible. Pero me agarre bien y metí mi lengua por todos los lados, paso de protestar a estar rendida otra vez, disfrutando.
Pero esta vez cuando estaba ya cerquita de otro orgasmo. Se bajó de la mesa y dirigiéndose a su marido… “Ahora veras que preciosidad. Qué envidia te va a dar”, me empezó a desabrochar los pantalones dejando caer los pantalones al suelo y ella muy morbosamente me coloco de lado, para que manolo lo pudiera ver bien y muy despacito, me empezó a quitar los boxers, hasta que mi polla salió disparada mirando hacia el techo.
Ella saco su lengua y la pasaba por todo el tronco de mi polla, deleitándose y mirando a su marido, que aceleraba su paja. Paro de lamerla y le dijo a su marido… “Tenías mucha razón, amor. Tiene una polla, que más que una polla es un pollón. Así debería ser la tuya también”, “es verdad es descomunal dijo Manolo, menudo atracón de rabo te vas a dar”.
María como ya hizo antes, empezó a meterse la polla en la boca, casi solo le cabía el capullo en la boca. Ya no miraba a Manolo, desde su posición de agachada, miraba hacia arriba, a mis ojos, eso nos ponía a mil a los dos.
Manolo se quiso acercar, pero cuando ella se dio cuenta, dejo de mamármela para decirle, “Atrás y quieto. Ya te diré yo”, yo pensé que se podría enfadar, pero que va, su cara era de incredulidad, lujuria, deseo, excitación…
María se levantó, se fue hacia un sillón y cogió un cojín, lo puso encima de la mesa y se dejó caer sobre el apoyándose, dejando su culo expuesto a mi voluntad. Giro un poco mirando a su marido…
-Carlos, follame. Estoy deseando que me metas ese pollón, notar come se abre camino en mi coño y que mi marido vea como me follas, para que disfrute de sus estrenados cuernos.
Con sumo cuidado empecé a meter mi polla en su coñito, como dije antes aunque hacia poco que había tenido un niño, se la notaba estrecha. Ella cuando la noto toda dentro grito, pero no precisamente de dolor, todo lo contrario de place.
-Me vas a matar, pero no pares, empuja bien.
Yo cada vez la daba más fuerte y notaba como su placer se multiplicaba cuando veía a su marido babeando, paseándose sin quitarnos ojo. Ella volvió a mirar al marido y me dijo…
-FOLLAME… FOLLAME COMO LA PUTA QUE SOY, FOLLAME, SIIII, QUE LO VEA ESE CABRON.
Debía de estar cansada de esa postura pensé, porque se quitó y me dijo que me sentara en el sillón. Así lo hice y ella me dijo al oído… “Vamos a contentar un poco al cornudo”. Sentándose sobre mi polla, dándome la espalda a mí y dejando al marido una mejor visión. Ella cabalgaba con ganas, se la metía hasta el fondo, yo aprovechaba esa posición, para follarme sus culito con los dedos, era verdad lo que me dijo, entraban muy bien y se notaba que a ella le gustaba.
Cabalgaba cada vez con más desenfreno, pero fue aminorando el ritmo, hasta que casi se paró, el movimiento era muy suave ahora, miro al marido…
-Anda ven aquí y cómeme el coño mientras me están follando.
Ella se recostó sobre mi pecho y a Manolo no hubo que decirle nada más, ahí estaba comiéndole el clítoris a su mujer, que otra vez cogió el ritmo. Hasta que la note explotar en un increíble estallido de placer, gimió y le falto poco para llorar de placer. Se quedó quita, como desfallecida.
Se levantó, le costó un poco. Me miro me agarro la mano para llevarme a su habitación, no cruzamos palabra. Una vez en la habitación, ella se giró miro a su marido y le dijo… “Ahora me lo quiero follar tranquilamente, sin nadie”. Yo creí que Manolo podría decir algo, pero lo único que dijo fue… “Me voy a tomar una copa”.
Ella cerró la puerta, se tumbó junto a mí y me dijo…
-No sé si tendremos mucho tiempo, pero ahora follame y follame bien duro, fuerte, en plan bestial y no seas mudo. Mi marido me ha vuelto una zorra y tú una puta, así que follame por donde quieras.
Ella se tumbó boca abajo, metí mi boca entre su culito y empecé a follarla con la lengua, ella se movía, se retorcía y entre dientes me decía que ya le podía enseñar a su marido. Ahora me incorpore un poco, la comía los hombros la oreja, mientras la follaba con varios dedos el culo. Los dos sabíamos que pronto, muy pronto me estaría follando ese culo.
Me fije que en la mesilla había una crema hidratante, me sonreí, me la unte por mi polla y en su culito. La coloque en la entrada de su culito y fue muy fácil meterla, ella movía su culo con mucho arte, me estaba poniendo cachondísimo. Luego note como se metió por debajo de ella un brazo, para con su mano hacerse una paja mientras me la follaba. La empecé a decir de todo…
-Hacia mucho que no me follaba una puta como tú.
-Yo soy única.
-Me encanta como follas, como lo disfrutas.
-Y a partir de hoy más. Porque te aviso que me follaras más.
-Lo mismo el cabron de fuera no querrá.
-Me da igual. Si quiere bien y sino que no hubiera abierto esta puerta.
-Entonces serás mi putita a partir de hoy.
-De putita nada, puta sí. (Su voz delataba la excitación y lo cerca que estaba de correrse) Sabes que tu puta está a punto de correeeerse, aaaahhhhh, dame más fuerte, más rápido…. AAAAHHHHHHHH (Y se corrió bestialmente)
Ahora yo era el que quería llenarla su culo y así lo hice, le llene de varios chorros de leche, gritando de lo bien que me había sentado. Nos quedamos tumbados un momento, hasta que ella dijo que tenía sed, si quería algo, diciéndole que agua fresquita. Ella salió desnuda, dejando la puerta abierta. Por lo que pude oír lo que hablaban.
-¿Te ha gustado cariño? ¿Se ha cumplido tu fantasía?
-Si. (Dijo Manolo)
-¿He sido lo suficiente zorra?
-Todavía puedes serlo más. (Oír eso me dejo alucinado)
-No te preocupes que tus deseos se harán realidad. Pero que tengas claro que a partir de ahora me follare a Carlos cuando quiera y como quiera.
-Uuuuummmm, ya lo hablaremos.
-No hay nada que hablar, tú mismo. Si aceptas podrás verlo, si no aceptas no lo veras. Aunque seguro que aunque aceptes alguna vez no lo veras.
-Bueno de momento, vale.
Oí un beso y al rato entraba María con agua. Ella pretendía que me quedara a dormir, pero pensé que era mejor que se quedaran solos, para poder hablar de su primera vez tranquilamente. Por lo que me vestí, la di un buen morreo y nos despedimos hasta la cena. Al salir me despedí de Manolo, que no supe descifrar lo que decía su cara. Me acompaño a la puerta y fue muy amable en su despedida.
Me marche a mi casa, sabiendo que esta nueva relación seria distinta, muy buena, pero sobre todo con ella, mi intuición me decía que sería extraordinaria.
Al día siguiente, algo me debió de sentar mal a la hora de comer, que me puse fatal, la tripa se me soltó totalmente, estaba claro que no estaba para fiestas. Esa noche la pasaría tranquilo en casa, con mucho agua con limón. Me fastidiaba porque por lo que me dijeron esa noche y la siguiente serían las mejores de las fiestas.
Por la noche, el teléfono sonó varias veces insistentemente, como me imaginaba que sería esta gente, pase de cogerlo, no tenía ganas de hablar con nadie. Pase la noche tranquilo y el sábado por la mañana desperté tarde, pero totalmente repuesto y descansado.
El sábado por la noche baje a la cena, todo el mundo me preguntaba por mi desaparición de la noche anterior, me escabullí de responder, no creía necesario contar nada. Lo que dijeron del sábado era verdad, estaba a tope de gente, no cabía ni un alma. Y la gente por lo que podía ver, estaba más alegres que otros días, debían de llevar ya rato con las bebidas.
Durante la cena no paraba de pasar gente a saludar a alguien de la mesa, pero no ocurría solo en la nuestra, lo mismo ocurría en otras. Se acercó una pareja, el hombre tendría unos 65 años más o menos. Iba con un andador, por lo que me entere, tuvo una mala caída, le tuvieron que operar e hizo un esfuerzo por bajar, todos le recibieron con los brazos abiertos y les hicieron un hueco para que se sentaran. La mujer era morena de pelo, pero de piel era también muy morena. Los ojos negros totalmente y una gran melena. Ella tendría unos 40 años. Él se llamaba Miguel y ella Lizbeth, eran de México.
Me paso como con María, rápidamente me llamo la atención. Se sentaron dónde estábamos María, Manolo y yo, porque así Miguel quedaba en un extremo y el andador no molestaba. Desde el primer momento me hizo mucha gracia la forma de hablar de Lizbeth, quedo en medio de su marido y de mí. Al estar ellos, todos nos tuvimos que apretar un poco. Tener allí a esas dos mujeres, María y Lizbeth, hizo que mi mente “perversa” y “calenturienta” se pusiese a funcionar.
María y yo no nos quitábamos ojo. Begoña desde que llegue hizo dos intentos de hablarme, pero muy sutilmente la ignore. Después de cenar, tome la iniciativa de proponer ir a bailar. María enseguida se apuntó, al igual que Begoña y alguna más. Pero insistí para que viniera la mejicanita. Que el marido la animo a divertirse, mientras él se quedaba hablando con Manolo.
No perdí el tiempo, había mucha gente bailando, poco espacio para tanta gente. Así que me aproveche, tontee con María y con Lizbeth, que no ponía mucho reparo con mis descaros.
María que tonta no era y se dio cuenta, se acercó a mí y me dijo… “Caliéntate si quieres con la putita esa, pero luego me follas a mi” y se rio. Yo hice lo mismo y como veía que hoy estaban todas muy alegres, la dije que “Donde cabían dos, cabían tres”, María se me quedo mirando con cara extraña.
Después de un buen rato nos volvimos a la mesa. Una vez sentados, una de mis piernas tocaba la de Lizbeth, al principio de forma accidental, luego me decidí a ser más descarado y la única reacción de ella, fue una media sonrisa sin mirarme. Y yo dije que iba al servicio un momento. María dijo que ella también lo necesitaba, la cola era exagerada. Lo que aprovecho María para hablar conmigo.
-¿Qué has querido decir con lo de caben dos, caben tres?
-¿Y tú con lo de que es una putita?
-Porque con ese cuerpo que tiene y el marido que esta para el arrastre, estará “necesitada”. Y bien que te ha puesto el culo bailando… Pero contéstame lo que has querido decir.
-Porque seguro que te gustaría que mientras te follo, ella te comiera el coñito.
-No has bebido, pero estas borracho.
-Esta noche no la ligamos entre los dos. ¿Te da miedo o no te ves capaz?
-No es eso, no vayamos a meter la pata y montemos un escándalo.
-Déjate de rollos, ¿Te atreves o no?
-Lo intentare (Dijo con timidez)
-Ah y no le digas nada a Manolo.
Regresamos a la mesa, yo estaba muy decido. Cuando se me mete algo en la cabeza voy hasta el final. Pude darme cuenta de que Miguel se había pasado con las copas. Lo que hizo que la mujer se enfadase, porque con la medicación que tomaba le afectaba más. Ella estaba preocupada porque había que llevarlo a casa. María rápidamente salió al paso, “No te preocupes, Carlos no ha bebido es fuerte y os acompañara”, ante la duda, yo certifique lo que dijo María.
Nos levantamos los tres y yo ayudaba a Miguel a caminar. Al pobre hombre le costaba. En el camino a su casa, el insistía a su mujer para que se quedase en la fiesta. Ella decía que no y el erre que erre. Dijo que entonces no se subía. Al final ella cedió.
Una vez en el ascensor, por llevar el andador, estábamos muy justos. Con total descaro me aproveche y dejando una mano a la altura del culo de ella. No se inmuto, por lo que fui más descarado y la toque bien tocada. No obtuve ninguna desaprobación.
Una vez en su casa los deje en su habitación y ella lo ayudaba a cambiarse, se oía todo. Le dejo el móvil a mano, diciéndole que si pasaba algo la llamara, que tardaba poco en subir, la dijo que no se preocupara.
Una vez salió dijo de esperar unos 10 minutos para saber si se encontraba mejor. Fuimos a la cocina ella se tomó me ofreció un chupito de tequila, pero amablemente lo rechace. Ella sin más, se tomó uno. Nada más hacerlo se quedó mirándome. En el silencio que se produjo en ese momento, se podía oír medio roncar al marido. Ella fue hacia la habitación y yo detrás, efectivamente dormía como un tronco. Salimos y volvimos a la cocina, ella con mirada desafiante me dijo…
-Tú eres un pendejo.
-No sé qué quieres decir.
-Pues más o menos como decís aquí, que eres tonto. Si mi marido se da cuenta de lo del ascensor, hubiéramos tenido bronca.
-Es que con ese culo, es inevitable tener tentaciones.
-Lo mismo ha sido culpa mía por ser resbalosa contigo.
-Si me hablas en “cristiano” nos podremos entender. (Dije riendo)
-Que no tenía que haber coqueteado contigo. Pero vámonos abajo.
Abrió la puerta y cogimos el ascensor. Una vez dentro no me pude contener y fui a por todas. La bese y a ella no le sorprendió, era como si lo esperara, no se lo pensó y nuestras lenguas se encontraron de una forma caliente. Pero cuando llegamos a la planta baja, es como si no hubiera pasado nada.
Cuando llegamos, no paso ni 5 minutos cuando estábamos bailando otra vez. María tenía los ojos más que iluminados, estaba caliente, se le notaba. En un descuido me acerque a su oído, diciéndola que desde ese momento me siguiera la corriente y que hiciera todo lo que yo dijese.
No me dijo ni sí ni no. Pero cuando íbamos hacia la mesa la pregunte si quería pasarlo como nunca esa noche. Ella con mirada excitada me dijo… “SIIIII”. Pues que tu madre se quede con tu hijo y dile a Manolo que no se preocupe si te pierdes.
Cuando llegamos a la mesa yo me quede sentado con Lizbeth y María se fue junto a su marido, le dijo algo al oído, se sonrieron y luego ella se fue junto a su madre, que hablaron un rato y volvió a donde estábamos nosotros.
Pidieron unas copas y yo hablaba con ellas…
YO-Esta vez habéis aguantado poco bailando.
MARIA-Como Liz se vino para la mesa, no quería dejarla sola.
LIZ-Por mí no lo hagáis, bailar tranquilamente. Yo me vine porque luego los comentarios de la gente son malos. Mi marido en casa y yo aquí. ¿Me entendéis?
YO-Pero si te gusta bailar… qué más da lo que diga la gente.
LIZ-Me vuelve loca el bailar, pero no quiero parecer resbalosa.
MARIA-¿Resbalosa?
LIZ-Si, que coqueteo, que me insinuó a los hombres.
MARIA-Jajaja… entonces esto está lleno de resbalosas y yo la primera… jajaja
LIZ-Pero no es lo mismo, los maridos están aquí.
YO-Se me ha ocurrido una idea, porque no vamos a mi casa, que desde allí se oye la música perfectamente y bailamos tranquilamente, seguro que nadie nota nuestra ausencia. (Todo lo dije mirando a los ojos de María)
MARIA-Yo me atrevo, por mi sin problema. Me parece buena idea.
LIZ- A ustedes les gusta culiar, ¿Verdad?
MARIA-Que es culiar.
LIZ-Que han jodido ya. Se dice ¿Jodido?
MARIA-Que cosas tienes Liz…
YO-¿Bueno alguna se decide?
Sin contestar las dos se pusieron en pie y con tranquilidad nos fuimos para mi casa. Una vez que llegamos, yo sabía que con María follaria tranquilamente, la incógnita era Lizbeth. Pero pronto saldría de dudas.
Me preguntaron que tenía de beber y solo tenía vodka, que era lo que le gustaba a Sofi. Ellas no pusieron pegas y les serví unas copas. La luz del salón estaba apagada, con las luces de la calle se veía poco, pero lo suficiente.
Nos reíamos de los comentarios graciosos que hacia Lizbeth, cada dos por tres teníamos que preguntarla que quería decir. Ahora sonaba música lenta, nos agarramos María y yo, pegándonos bien el uno al otro. De tal manera que mi polla se puso todo lo dura que se podía poner.
María sin separarse estiro la mano y Lizbeth desde el sillón en el que estaba sentada, le dio la mano, ella le dijo baila tú ahora un poco. Lizbeth se levantó y nos pusimos a bailar, al momento ya estábamos pegados, ella debía de notar de sobra mi erección. Pero se movía muy insinuadamente. En un momento que me fije, María me hacía señas de que las dejase solas un momento. Así que dije que iba al baño, pero me quede en el pasillo para escuchar.
-Liz, este crio me tiene… caliente total.
-Es que esta buenote. Tú no te quejes que tienes a tu marido. Pero yo llevo sin culiar ni se sabe. Jajaja
-Jajaja… pues si no nos vamos yo no respondo.
-Yo creía que ya habíais…
-Que va, que dices… pero no me importaría… jajaja
-Si quieres no lo cogemos, pero entre tú y yo, nada.
-Vale, tampoco me va eso.
Una vez llegue de nuevo al salón, ella estaban como si no hubieran hablado nada. María me dijo que bailara con Liz, que antes la deje a medias. Volvimos a agarrarnos, esta vez Liz era bastante más descarada. Quería saber cómo estaba de dispuesta, baje mi mano poco a poco, hasta llegar a sus nalgas. Ella lo único que hacía era apretarse más. La di la vuelta y me apoye a ella por detrás, la sobaba sus tetas, ella paso una mano hacia atrás, tocándome mi polla, por encima del pantalón. Le dijo a María que se acercara, cogió una mano de ella y la llevo a mi entrepierna diciéndola… “Menudo pescuezo que tiene, aquí hay para las dos”.
Al rato ya nos besábamos los tres, pero nunca entre ellas, lo evitaban. Nos fuimos desnudando poco a poco, pero nos quedamos desnudos en un momento. Las lleve para mi habitación, deje una luz tenue, lo suficiente para que mis ojos disfrutaran con la visión de esas dos mujeres.
Se pusieron a lamer mi polla, mientras yo las acariciaba y tocaba. Como evitaban que sus lenguas coincidieran la mamada no estaba siendo buena. Estaban más pendientes de eso que de otra cosa. Las hice parar y se lo dije, que así no había manera. Lizbeth lo único que dijo era que no se protegía, que no quería quedarse panzona. Que estaba dispuesta a seguir.
Se agacho y volvió a lamer con más ganas la polla, le pasaba como María, le costaba metérsela en la boca. Esta vez María se puso a hacer lo mismo y ya no se cortaban, estaban lanzadas. Yo tenía ganas de saborear a Lizbeth, por lo que me aparte y me puse entre sus piernas, estaba riquísima. Mi lengua hacia diabluras en su coñito.
Yo miraba y la veía con cara gozosa y María tocándose su coñito. Pero sin esperarlo Lizbeth le dice a María… “Cómeme mis chichis”, María la mira a los ojos, ella vuelve a insistir pero esta vez dice… “Que me comas ahorita las TETAS”.
María estaba como indecisa, para de comer el coñito y la dije… “A qué esperas… VAMOS”, ya no hizo falta decirle nada más, empezó con timidez, pero al final se las comía de una manera desbocada. Yo las miraba y me ponía más cachondo, Lizbeth con voz entrecortada, con gemidos, me dijo que siguiera comiéndola el bizcocho.
Mientras lo hacía, veía como estaban interactuando entre ellas de forma bestial, se metían mano, se besaban, se comían las tetas. Estaban dando todo. Lizbeth se corrió morreándose desesperadamente con María. Lizbeth dijo que la metiera el pescuezo. Así lo hice, tal como estaba se la fui metiendo, no pasaba como con María, entraba sin ningún problema.
Estaba tan cachonda, tan fuera de sí, que le dijo a María que la quería comer el bizcocho. Esta vez María no se quedó dudosa, se sentó sobre su boca. Fue hacerlo y ponerse a gemir de una manera inusitada. Mientras María y yo nos besábamos, nuestras lenguas estaban ávidas de sexo. Me ponía una teta para que se la comiera, estaba tan caliente que me pedía que fuera más duro. Las dos se corrieron prácticamente a la vez.
Yo seguía “bruto” total. Puse a María a cuatro, estilo perrito y esta vez sin ninguna crema se la empecé a meter por el culito. Ella se quejaba un poco, pero me decía que no se me ocurriese parar, que le gustaba así más que con crema. Mientras se la metía, Lizbeth estaba frente a María con las piernas abiertas.
Yo hice el amago de empujar un poco la cabeza de María, cuando esta se fue directamente al coño de Lizbeth, lo comía con pasión, como si no fuera la primera vez. Estaban las dos que se derretían, Lizbeth quería más, por lo que se dio la vuelta, quedando con María en un idílico 69, eso hizo que María se pusiese a mover el culo con más rapidez y de una forma bastante dura, que incluso me llego a doler en algunos momentos. La primera que se corrió fue María, que se quedó como paralizada una vez que se corrió. Lizbeth, la grito que estaba a punto que no se parara, María reacciono comiéndola furiosamente, hasta que se oyó como se corría Lizbeth.
Yo me Sali y me pajeaba delante de ellas, hasta que las avise de que me corría, acercándose con sus bocas. Nos las dio tiempo del todo, las cayo por la cara, pelo, boca, sabanas… pero luego ellas se fundieron en un beso muy morboso saboreando toda mi corrida.
Lizbeth riendo dijo, sí que tenía cargado los cuates, bien grandes y hermosos que son. Que como luego nos dijo eran los testículos.
Nos quedamos un rato tumbado los tres en la cama hablando. Al final María reconoció que si habíamos follado antes. Pero le dijo que solo una vez. Además María dijo que yo era por lo que veía una caja de sorpresas. Yo riéndome le dije que le tenía preparado una buena sorpresa, pero que sería otro día.
María mirándome me dijo, que la gustaban las sorpresa que cuando quisiese… Lizbeth dijo riéndose que ella también quería sorpresas. Nos unimos a sus risas. Luego como se nos había pasado el tiempo muy rápido, se arreglaron y se fueron. Dándome dos buenos besos. Y las saque el compromiso de volver a estar juntos los tres otra vez. Cosa que no me costó mucho.
Reconozco que para ser el último día de fiestas fue espectacular. Nunca pensé que unas fiestas de barrio podían ser tan estupendas. Ya estaba pensando en las fiestas del año siguiente.
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