Era la fiesta de graduación, 23 de junio de 1987, no era sólo una fiesta, ese día era el cumpleaños de Pedro. En la fiesta habría alcohol, drogas blandas y sexo, mucho sexo, (pensaba él), y no se equivocaría.
Siempre, desde muy niño, desde primaria, su compañera de mesa (esa rubia de ojos azules), le volvía loco. Con su contorneo de caderas, sus ojos grandes y su larga melena. La verdad era que volvía locos incluso a los mismos profesores.
Pedro, pensaba llevarse su gran triunfo de aquella noche. Por eso, estrenó nuevo smoking, peinado con gomina y su buen perfume Cacharel, que precisamente encandilaba a Lorena. Todo transcurría con total normalidad, la gente iba entrando, las chicas con una rosa roja en el pelo en el lado derecho, ellos con un clavel blanco en la solapa derecha de sus chaquetas, y las que tenían novio, llevaban una pulsera a modo de distinción con las célibes. La fiesta aun siendo amena, hay quien se escateaba o se alejaban tras los arbustos. Y no faltaba quien en lo más oscuro, sentados en los sofás de terciopelo azul o, incluso en algún rincón se metían mano. Los más arriesgados, subían las faldas de los vestidos y así intentaban los juegos amorosos.
Pero Pedro, no quería eso. El pensó: "si lo hago, lo haré bien, si no no lo haré". Así que cuando empezaron a sonar los bailes lentos, Pedro, ni corto ni perezoso, se acercó a Lorena y la invitó a bailar. Poco a poco la fue seduciendo, con todas sus mejores armas de conquistador y en un abrir y cerrar de ojos salieron por la terraza dirigiéndose a algún lugar entre los arbustos.
No estaban solos. Los arbustos más cercanos estaban repletos de chicos con sus "rollitos" `(pensó Pedro), pero no se desanimó, al contrario esto sirvió para "confesarle" a Lorena que no serían los únicos aquella noche en saborear "las mieles de la vida".
Los dos juntos agarrados de la mano, bajo la atenta mirada de las estrellas, se fueron adentrando en el bosque. Por fin hubo un momento, en que no parecía haber gente apoyada en los árboles o tendidos (los más afortunados, intentando alguna penetración), en el suelo junto a las rocas.
Llegados al destino Pedro resopló satisfecho y entrecortada su voz le dijo a Lorena: "Ven amor, parece que ya acá no hay nadie". Lorena dudosa hubiera querido que Pedro no se saliera con la suya, pero quizás por morbo, espíritu rebelde o aventurero de sus 15 años ó francamente por sus sentimiento de amor hacia él, no dudó en sentarse sobre la chaqueta tendida en el suelo de su "amor platónico".
Pedro le fue besando el cuello, poco a poco y enredando en su pelo le fue acariciando su rostro, entre jadeos y palabras de amor.
En un instante, fue desabrochando los botones de su vestido y Lorena nerviosa le iba besando y mesando los cabellos.
Pedro, en un abrir y cerrar de ojos, sacó el vestido a Lorena y le desabrochó el sujetador rojo, de lycra que llevaba. "¡qué rica estás mi vida!", pensó Pedro y deprisa se quitó el pantalón.
Pedro y Lorena así jugaban entre complicidades con sus cuerpos lozanos y robustos. Con sus hermosos cuerpos vírgenes a la luz de la luna y las estrellas. Lorena se abandonó a su amor, a su destino.. Y aunque sabía que dolía perder la virginidad, Pedro le protegía e incluso la adoraba. "No te dolerá, amor, no tengas miedo, te dilataré", y llevando la cabeza a las piernas de Lorena, Pedro empezó a sorber de aquella concha como si fuera un helado. Perdió y hundió su cara en el sexo de Lorena, lo cual volvió loca de amor a su chica. Lorena notó algo duro en su mano. Bien sabía lo que era, y lo llevó a su boca. "Dios, sí..", gimió Pedro de placer. "sí.." Y Lorena torpe primero, pues nunca había tenido algo como eso ni en sus manos ni mucho menos en su boca, lo fue chupando como si se tratara de un caramelo.
Cómo se frotaba los pechos. Sus vírgenes pechos de tanto gozo y placer, estaban a punto de explotar. Pedro vió a Lorena volverse loca entre sus pechos y la acariciaba y la besaba. Un líquido salió de los pezones de Lorena y Pedro escuchó entre gemidos decir a Lorena: "sí.., tómame, cómeme, amor, penétrame..", (quizás esto Lorena lo hubiera escuchado en alguna película porno o lo hubiera oído comentar a sus amigas más aventajadas..), lo cierto es que Pedro al oirlo cogió a Lorena de ambas piernas y la penetró, la penetró hasta adentro. Estaba fuera de sí, pero antes sacó un preservativo del bolsillo de su chaqueta y se lo puso.
Total, Lorena era un buen premio de fin de curso, pero no podía arriesgarse a dejarla embarazada, pues era joven para cargarse con una familia.
Lorena a lo primero soltó un gemido y un chorrito de sangre de su sexo. En clase de anatomía ya había oído comentar que eso era normal la primera vez, así que no le dio mucha importancia y se abrazó abandonándose en los brazos de su ya "novio". Pues Pedro ya había perdido esa noche su virginidad con ella.
Una vez hecho el amor, Pedro vistió a Lorena cariñosamente y los dos de la mano, volvieron al baile como si nada hubiera pasado.
Meses después algo fatídico ocurrió. Lorena tuvo su primer hijo. El fruto de aquella noche loca de pasión. Pedro, se quiso hacer el loco, y no entendió como la máquina de aquel bar de preservativos le hubiera dado la mala pasada de llevarle a él uno roto.
El padre de Pedro, le obligó a alistarse al ejército, pues era la desnhora familiar, y de algún modo tenía que limpiar su apellido.
Los padres de Lorena adoptaron al pequeño Miguel, aquel niño moreno de ojos marrones fruto de aquella noche de pasión, e internaron a Lorena en un colegio de monjas hasta su mayoría de edad.
Moraleja: Caro se paga la consecuencia de una noche de pasión.
mis más cinceras felicitaciones, este relato es muy bueno, fuera morbo... GENIAL mi voto es de 50