Comprendo como madre que mi hijo no es un muchacho lindo ni atractivo, desgraciadamente la naturaleza no fue nada bondadoso con el en lo que a su físico respecta. Toda su vida ha vivido sufriendo esto y en sus escasos dieciséis añitos ha experimentado muchas desilusiones con las chicas de su escuela, por eso resulta ser un muchacho tímido, muy poco dado a salir con amistades ni mucho menos acudir a fiestas o disco como el resto de los chicos de su edad, la burla constante hacia él lo limitan en extremo. Esa ha sido también una gran preocupación para mi durante éstos difíciles años de su adolescencia, ni una novia, ni una amiga, nada de nada, en oportunidades lo he escuchado en su cuarto hablando a solas, lamentándose de su físico y hasta llorando. Muchas son las horas que he dedicado a hablar con él al respecto pero ningún resultado concreto he podido obtener. He acudido a muchas ideas pero ninguna me ha dado resultado, por eso, la última que me vino a la mente decidí llevarla a cabo como la última esperanza, como quien se sujeta a un hilo de coser en la caída por un precipicio. En pocos días cumpliría diecisiete años y comencé a organizarle una fiesta en la casa con la participación de los compañeros de su colegio. El al enterarse de mi idea, pues ante tantos preparativos surgió la pregunta, en ningún momento estuvo de acuerdo que se hiciera la fiesta, pero al cabo de los días se fue entusiasmando y al final accedió. Me propuso incluso una idea que encontré brillante, hacer una fiesta de disfraces, quizás lo hacía para de alguna forma ocultar su rostro y así lo entendí. Esa misma tarde fue a una tienda de disfraces y adquirió uno muy original, se trataba de un gorila y para sorprenderme no me lo mostró hasta tenerlo puesto, ¡vaya susto que me dio!...entró de pronto en mi habitación vistiendo aquel disfraz y haciendo los mismos gestos que los gorilas, casi me desmayo del susto, pero enseguida comprendí que era él, por lo que le aplaudí el disfraz escogido y le aseguré que tenía todas las posibilidades para ser el mejor disfraz de la fiesta. Durante casi toda la noche me encargué de ir citando por teléfono a todos sus compañeros de clases para el siguiente día en la noche, como es costumbre en la juventud una fiesta es una oportunidad que no se puede desperdiciar y todos me garantizaron su presencia.
Al día siguiente desde muy temprano en la mañana comencé a dar el toque final a los preparativos y hacer algunos adornos y arreglos a la sala de la casa, retirando casi todos los muebles, así tendrían más espacio para bailar y divertirse. Para que la fiesta tuviese mas relajamiento me encargué de adicionar cierta cantidad de licor a todas las botellas de refresco que depositamos en la nevera, además de haber adquirido una cantidad razonable de cervezas para quienes quisieran optar por otro tipo de bebida un poco más fuerte. Cerca de las ocho de la noche comenzaron a llegar los invitados vistiendo los más increíbles disfraces, todos con sus rostros cubiertos, así que nunca pude saber quien era quien. La fiesta comenzó bastante animada entre cuentos, chistes y alguna que otra pareja bailando al centro de la sala. Faltando unos minutos para las diez de la noche se recibió una llamada telefónica –que también yo había previsto—, de una amiga mía que se había puesto enferma y me pedía fuese a acompañarla pues estaba sola. Me excusé con todos los participantes, incluyendo a mi hijo Reynaldo quien no quería que me fuese, pero le encargué mantuvieran el orden en la fiesta y como el ya era bastante mayorcito podría imponer respeto si veía algo fuera de la normal. Me vestí y salí de la casa dejando detrás una algarabía que se sentía desde el jardín. Entré al garaje y saqué el coche retirándome calle arriba. Había andado tan solo unas cuadras cuando di vuelta y dirigiéndome muy despacio y con los faros apagados llegué nuevamente a la casa, como el garaje lo había dejado abierto intencionalmente volví a guardar el coche, lo cerré y comprobé que nadie me había visto llegar. Allí mismo en el garaje cambié mis ropas por un disfraz de bruja que había adquirido en la tienda y me presenté en la casa, toqué a la puerta, me abrieron y casi sin mirarme, tan solo de ver mi indumentaria me invitaron a pasar. Habían más parejas bailando y se notaba que ya los efectos del alcohol iba haciendo efecto en algunos, noté que al parecer aprovechando mi salida le fueron encima a la nevera y habían extraído una buena cantidad de cervezas, el bar estaba abierto y faltaban dos botellas de brandy que siempre guardaba para alguna ocasión especial y aunque con la vista traté de encontrarlas todo fue en vano, las tenían bien escondidas. Mi hijo era uno de los pocos que no estaba bailando, sentado en la escalera que sube a las habitaciones miraba a todos y hacía gestos al compás de la música. Después de yo también ingerir algunas cervezas me dirigí a él y tomándolo por una mano lo saqué a bailar al centro de la sala, el muy condenado bailaba mucho mejor que yo, por lo que tuve que esforzarme para tratar de estar a su nivel de baile. Durante toda la noche estuvimos bailando y el se mostraba muy contento y complacido, uno de los chicos apagó la luz de la sala dejando solo encendida las lamparitas de los laterales que usualmente encendemos para ver la tele y continuaron el baila, ahora la música que se escuchaba era de un ritmo mucho más lento y romántico, todas las parejas salieron a bailar y más que bailar se notaba como aproximaban sus cuerpos y alguno que otro por debajo de las máscaras se propinaban buenos besos. Quizás por los efectos de la bebida y la poco luz que había hacía que los muchachos fueran cambiando el tono de aquella fiesta. Tomé a Reynaldo de la mano y comenzamos a bailar como el resto de los chicos, imposible era besarlo pues su máscara era completa y le cubría totalmente su cabeza como si se tratase de un casco o una escafandra, pero me ocupé de pegarme bien a él para que no resultara distinto a los demás. Cada vez me apretaba más contra su cuerpo hasta que llegué a sentir que algo duro me oprimía el vientre, no podía imaginar que semejante bulto fuese la verga de mi hijo, pero aquella sensación le imprimió mas compenetración al baile, sus manos lentamente fueron bajando de mis hombros hasta sostener firmemente mis nalgas para apretarme cada vez más contra él, era evidente que estaba excitado, entonces tomé una de sus manos y la introduje entre mis senos, los cuales acarició muy despacio, hasta yo ya me estaba poniendo caliente ante aquellas caricias, y más que hacía aproximadamente 4 años, desde que mi esposo falleció que no había tenido contacto con ningún otro hombre. Reynaldo comenzó como a temblar dándome indicios de que estaba a punto de correrse de continuar en esa faena. Para detener aquella situación y cambiando el tono y metal de voz le pregunté si sabía donde estaba el sanitario. Me tomó por una mano y me llevó escaleras arriba, me extrañó aquello porque entre la sala y la biblioteca hay un sanitario, fue directamente al baño de mi habitación diciéndome que allí estaría más cómoda y nadie me molestaría. Estuve unos minutos dando tiempo a que se refrescara del calentón que había cogido. Cuando salí estaba sentado en la punta de mi cama esperándome, di un tropezón con la alfombra y fingí estaba borracha, con mucho cuidado me sentó en el borde central de la cama, bajó y me trajo un vaso de agua, viré la cara para que no me viese cuando levantara la máscara y bebí la mitad, devolviéndoselo nuevamente. Cuando regresó de llevar el vaso yo me había tirado hacia detrás con los brazos y piernas abiertas colgando, con voz asustada comenzó a llamarme -¡brujita!....¡brujita!... pero yo fingía no volver en mi. Aprovechó aquella situación y como para que no me fuese a despertar, muy lentamente me fue subiendo la larga falda que llevaba hasta la cintura contemplando extasiado todo mi sexo, pues no llevaba bragas, no conformándose con eso desabotonó la blusa y dejo al aire mis senos, los que acarició, besó y chupo por un largo rato, poniéndome bien caliente y sin poder siquiera hacer el más mínimo gesto. No conforme con eso empezó a pasarme la mano por entre las piernas jugando con mis vellos hasta que encontró el centro de mi vagina, con una mano apartó cuidadosamente los vellos y al encontrar mi clítoris lo acarició con sus dedos proporcionándome unas ganas inmensas de correrme, pero tenía que soportarlo porque de lo contrario todo se echaría a perder. Bajó su cabeza hasta mi sexo y con la inexperiencia que tenía pasaba su lengua por mi clítoris jugando con el y mordisqueándomelo una que otra vez, entreabriendo muy discretamente los ojos vi que se había quitado la máscara del traje y se disponía a quitárselo completo, cerré los ojos nuevamente y lo dejé hacer. Como la posición que yo tenía era intencionalmente muy favorable comenzó a pasarme su verga por entre mi rajita, mientras que con sus manos me separaba los vellos y los labios para hacerlo con menor dificultad, pronto sentí como la cabeza de aquella polla la tenía a la entrada lista para avanzar sin ser detenida, metiendo y sacándola poco a poco me la metió completa y comenzó a moverse en movimientos circulares, para ser la primera vez en su vida no lo hacía tan mal. Era increíble la poderosa verga que tenía mi hijo, aunque no muy gorda si era bastante larga y capaz de dar gusto a la mujer más exigente. Aprovechando sus movimientos y con la seguridad de que no se daría de cuenta muy lentamente comencé a mover mis caderas en círculo para también disfrutar de aquel momento. No pudo aguantar mucho después que empecé a moverme y sentí como dentro de mi corría su leche caliente, lo que provocó que mi orgasmo fuese inminente y bastante prolongado, había dejado allí cuatro años de leche acumulada. Después de mantenerse un rato con su verga en mi interior dejando que se escurriera bien, la sacó muy dulcemente y sentí como con una toalla limpiaba aquel río de leche que salía de mi vagina. Me abotonó nuevamente la blusa y me bajó la falta, se puso nuevamente su disfraz y dándome suaves cachetadas logró despertarme, -¡brujita!....¡brujita!..., --si, si,--, abrí los ojos haciéndome la asustada y le pedí disculpas por haberme recostado en aquella cama, le pregunté si me había quedado dormida y me dijo que sólo unos instantes. Me tomó por el brazo y ayudó a bajar las escaleras. Mucho de los chicos ya se habían retirado y el resto esperaban para despedirse, salí con el último grupo agarrados del brazo como si fuese una más de ellos y nos perdimos en la oscuridad de la calle. Dejé correr un tiempo prudencial y regresé al garaje nuevamente para cambiarme de ropa. Como la luz de la sala aún permanecía encendida esperé que la apagara y después entré. Sentí como se cerraba la puerta de su cuarto y subí al mío, después de darme una buena ducha me dispuse a dormir.
En la mañana cuando recogía todo aquel desorden que habían formado encontré hasta preservativos llenos de leche escondidos detrás de los muebles, por lo que calculé que los chicos tampoco la habían pasado mal. Cerca de las diez de la mañana Reynaldo se levantó, se acercó y me dio un beso. Le pregunté como había quedado la fiesta y empezó a darme pormenores de todo lo que habían hecho, todo pura invención de su mente. ¿Y a ti como te fue?, ¿bailaste con alguna de las chicas?... –estuve toda la noche bailando— me respondió, --¿entonces la pasaste bien, verdad?--, --Mas de lo que te puedas imaginar, fíjate que quiero hacer otra fiesta—, --¿otra fiesta?--, le pregunté asombrada. Sí, pero será una fiesta muy especial, ya que invitaré a una sola persona. --¿cómo una fiesta con una sola persona Reynaldo?—, si mamá, invitaré solamente a una brujita que conocí anoche. --¿una brujita?--, --¿y sabes como localizarla?--, --tu fuiste quien invitó a todos los que vinieron anoche, así que debes saber como hacerlo, de eso estoy seguro--. De ver lo feliz que estaba mi hijo lo abracé fuertemente y le dije al oído lo mucho que lo quería dándole un beso en su mejilla, mi asombró fue mayúsculo cuando él también dándome un beso en la mejilla me dijo muy bajito al oído....¡Gracias por todo mi brujita linda, te quiero mucho!...
aawwaaaaaooo que rico relato