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Felipe

Me he puesto a escribir mi relato y resulta que en lugar de escribir 'puesto' he escrito 'pudro' que no significa nada. Esto es una mierda, tengo mis ideas en la cabeza y no sé por qué me están saliendo cosas que no quiero. Todo esto se remedia corrigiéndolo enseguida.



Sigo por el segundo párrafo para describir a mi personaje y me entran unas enormes ganas de orinar que, aunque intento aguantar, o me levanto y voy al baño o me meo encima. Así que opto por ir al baño. Me abro la bragueta del pantalón, son tantas las ganas que tengo de orinar, que no puedo sacar mi polla para evacuar y tengo que abrir el pantalón y bajarlo. Con las nalgas fuera, desplazo la cinturilla de mi jockstraps y ya tengo la polla fuera.



¡Ufff!, qué ganas tenía... y la orina sale como si fuera de una manguera a presión y hace un ruido que supongo que lo escucha hasta el vecindario. No sé qué ingeniero ha hecho que mis meadas tengan que caer en un charco de agua haciendo un espantoso ruido que te cagas. Por fin, mirando hacia el techo y con las manos apoyadas en la pared, curvado para que todo entre dentro de la taza del wc, donde el dichoso charco permanente, a eso que llaman ahora al retrete de toda la vida, aunque más moderno, estoy intentando sacar la última gota para que no se me quede en el jockstraps.



Sigo escribiendo y me da por beber agua, tomar un chicle y me entran más ganas de mear. De nuevo, vuelvo al baño y la misma operación. ¿Por qué no inventarán la manguera fija que puesta en la polla suelte la orina y se dirija por sí misma al baño? Todo es más moderno y más difícil. Ahora vuelvo a hacer la misma operación y escucho más suavemente los sonidos del chorro sobre el agua, por segundos no suena y por segundos no sé ni dónde habrá ido a parar la orina, pero noto que algo tengo mojado. En efecto mis jeans se han mojado de orina y el azul ha tomado una coloración oscura casi negra y una intensa humedad. Decido sacarme los jeans y llamo a Felipe, que es mi ayudante, el chico que limpia mi casa y que es maricón por si no lo sabías. Pero Felipe no está cuando me conviene, sino cuando está previsto. Así que, tras sacarme el jeans, salgo en jockstraps por el pasillo y me encuentro a Felipe frente al ordenador, su asqueroso ordenador lleno de pornografía sucia, tan sucia que lo que yo pongo por escrito parece puras y castas alabanzas angelicales.



Le digo a Felipe que me busque otros jeans y ve que mi erección que está muy potente y se pone de rodillas delante de mí y comienza a comerme mi polla; mientras el tiempo discurre, yo lo disfruto, pero se me hace tarde para hacer la entrega de mi relato.



Me meto en el baño porque me ha mojado con mi lefa hasta el jockstraps y la camiseta, me lo saco todo y entra Felipe para arreglar el desaguisado que él ha armado, pero yo ya tengo un desaguisado armado en mi ordenador y que debo entregar.



Tenía que hablar de los despistes y todo son meadas y orines, lo que me pasa. No sé cómo voy a poder enviar esto en un correo, pero sigo adelante.



Solo de pensar en estas cosas, ya se me ha puesto otra erección y no me salen dos palabras unidas, no sé ni qué historia estaba contando. Así que lo único que me queda es gritar, aunque no sé ni sabría decir qué gritaba. Entra de nuevo Felipe y se pone a chupar mi polla y le digo que lo que quiero es escribir mi relato, pero él lo que prefiere es mi polla. Me doy cuenta que nunca he hecho lo que he querido, sino lo que Felipe, mi empleado ha querido y solo me da tanta rabia, que de repente empujo y sale toda mi lefa sobre su cara. La madre que nos parió a los dos, pero a los dos no nos parió una madre sino dos madres. Pues las putas madres que nos parieron, ¡joder!, ¡macho ruin! Eyacular casi sin notar placer no forma parte de mis reglas, así que…



Me lo he callado porque necesito a Felipe para tantas cosas, que mejor ni mentarlo.



Para compensar, Felipe se vuelve de espaldas y me presenta su culo.



—Felipe, que el artículo se escribe en el ordenador, no en el culo. Pero, ¿quién desprecia lo que tiene delante?, así que le doy, la meto, porque no sé por qué magia se me ha puesto dura. Es que yo con ver un culo ya estoy firme para cumplir la orden. La meto. Felipe chilla, pero ese maricón chilla por cualquier cosa, así que no le hago caso y sigo follándolo duro.



Cuando acabo de follarlo, como estoy ante el ordenador, sigo escribiendo mis inciertas letras y Felipe me está comiendo los huevos, porque no sé por qué regla de tres a mi maricón ordinario le gustan más los huevos que la polla. Le digo:



—Felipe, deja los huevos y cómete mi polla, a ver si me sale mejor mi artículo.



Mierda, el tipo me come la polla con tanto ardor que ya no puedo volver a escribir nada tan cierto ni cuerdo como pensaba, así que se vuelve de espaldas debajo de la silla y como la mesa me impide avanzar, Felipe retrocede y se mete mi polla en su culo. Ya no puedo escribir la historia que me iba a inventar porque Felipe está follándose con mi polla. No soy yo quien follo, es Felipe quien se folla con mi polla, solo que no me explico cómo es tan abundante la leche que le meto en sus entrañas.



Todo esto ocurre porque soy un puto idiota, un maricón de los cojones que no hago lo que quiero sino lo que quiere mi empleado, que es otro puto de los cojones. Entonces por tener algo de actividad, me levanto de la silla, escribo lo que puedo y le digo que me meta su polla en el culo y ahí lo hace de inmediato y veo las estrellas del cielo, los cohetes de la NASA y los ángeles del cielo, entre ellos el Cupido que me asaetea justo en el agujero del culo.



—Felipe que me estás haciendo sangre, me he tocado el culo y tengo sangre.



—Señorito, que todavía no se la he enterrado, que me la estoy poniendo dura.



Y entonces sé que es Cupido en persona o yo enloquezco, pero Cupido es el que ha tirado su flecha con tal acierto en mi culo, que ha entrado en mi ano. Pero de inmediato siento, no una flecha sino un cañón entero y antiaéreo que se me mete en el culo y va que si me duele: ¡ay! esto es un valle de lágrimas lo que tengo en mi cara. Felipe me está follando y me lleva el culo con su polla Y todo por una meada mal hecha.



Felipe primero me ha producido una industria de dolor, pero ahora estoy en medio del cielo con estrellitas de colores, angelitos del Señor y todo un prodigioso líquido que en la tierra llaman semen, pero en la otra vida es puro placer.



Estoy en medio del placer, qué rico que es tener un pene metido en el culo, tan rico como cuando tienes hambre y la sacias con ricos alimentos.



Por fin, Felipe saca su polla lánguida, me la pasa por mi boca, me reestreno a mí mismo, soy otro muy distinto y puedo corregir mi escrito. Veo que he puesto “mroencima” cuando debiera decir “meo encima”. Y como esta hay una barbaridad. Entro al baño y veo a Felipe limpiando, también él tiene que corregir otros desaguisados míos. Me desnudo, se desnuda y entramos en ardiente amor. Si describo la hora que nos hemos pasado follando, besando, intercambiando humores y haciendo las peores de las cochinadas, no acabo hasta mañana ni envío mi relato. ¡Esto es la mierda! Pero no tiene remedio.



Sin embargo, me animo. Y es que Felipe tiene algo especial, sabe enamorar, besa como nadie, llega más adentro de la garganta y parece que llega a las entrañas, acaricia los huevos, la polla y parece que te la masajean loa propios ángeles, y folla... ¡ay, cómo folla!, porque la tiene enorme, larga, gorda y, cuando se le pone dura, parece un palo de escoba y cómo entra. ¡Ay, como entra!, y el placer, ni qué próstata ni que chinos putos, su polla produce el milagro de sentirse fuera de la tierra, no sé en que mundo. Pero el placer que produce te deja preparado para todo, para la vida, para la felicidad, para vivir la eternidad en la tierra. Y cuando esto no se acaba... porque no se acaba... porque siempre está ahí... y mientras exista el mundo, lo nuestro siempre está ahí.



Felipe conmigo salva mi vida, porque mis escritos se convierten en otra cosa con alma, vida, sexo y amor.


Datos del Relato
  • Categoría: Gays
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