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FELICITACION DE UN EXTRAÑO

FELICITACION DE UN EXTRAÑO

Mi nombre es Alejandra, soy alta, delgada, morena de pelo largo y liso y ojos verdes. Mis curvas siempre han llamado la atención de los hombres y ha despertado la envidia de la mayoría de las mujeres.
Una noche fui con mis dos amigas a una discoteca muy famosa en la ciudad para celebrar mi 23 cumpleaños. Estuvimos tomando algunas copas y nos animamos a bailar en el centro de la pista. En un momento, se nos acercaron montones de hombres y mis amigas no tardaron en liarse con alguno de ellos.
Yo seguía bailando sola sin hacer caso a los demás, hasta que uno de esos chicos me llamó la atención. Era alto, moreno y fuerte, pero lo mas llamativo era la intensidad de su mirada. Parecía que trataba de dominarme con sus ojos. Nuestras miradas se cruzaron en varias ocasiones, hasta que le sonreí invitándole, sin palabras, a bailar conmigo.
En un instante, lo tenía pegado a mi espalda, con sus grandes manos en mi cintura, pegando su prominente paquete a mis firmes nalgas. Me comenzó a besar el lóbulo de mi oreja y el cuello, pasando su lengua con deseo.
Una de sus manos subió a mis pechos acariciándolos con fuerza por encima de la ropa. La otra mano estaba bajo mi falda buscando mi húmedo sexo. Nunca había hecho este tipo de cosas en público, pero él me controlaba, era como si adivinara mis pensamientos, sentía que le pertenecía, estaba dispuesta a obedecerle en todo, a él, un completo desconocido.
Aquel extraño me dijo al oído que le acompañara a su coche, no dije nada, simplemente busqué a mis amigas con la mirada pero no las vi, así que me fui detrás de él como la chica obediente y sumisa en la que me había convertido.
Cuando puso su coche deportivo en marcha, se me puso el corazón a mil, iba con un tipo del que no sabía ni su nombre al lugar donde él me quisiera llevar. Tenía miedo, pero estaba muy excitada, notaba mi tanga empapado y solo quería que me poseyera de una vez.
De repente, mientras conducía, se sacó su enorme miembro medio erecto y me pidió que se lo chupara. No se porqué, pero me incliné y me lo metí en la boca como si estuviera hambrienta. Comencé a lamérselo lentamente, tal como le gustaba a mi ex novio que se lo hiciera, pero él me agarró del pelo e hizo que me lo tragara completamente, tanto que casi me ahoga. Me tiraba del pelo con fuerza, para que se lo mamara rápidamente y hasta el fondo. Así hasta que su pene se endureció completamente, llegando a tener un tamaño que asustaba.
En ese momento, me separó de él y aparcó en un descampado, alejado de la ciudad. Salió del coche y tendió su chaqueta en el frío suelo. Luego fue hasta la puerta del copiloto, la abrió y agarrándome del brazo con fuerza me obligó a salir.
Yo me lancé a su boca, quería besarle y abrazarle, pero me empujó chocándome contra el vehículo. Sorprendida, en vez de asustarme o enfadarme, me excité mucho más. Sabía que estaba a su merced y quería satisfacer todos sus deseos.
Me pidió que me desnudara completamente y me pusiera encima de su chaqueta a cuatro patas. Mis grandes pechos y mi vello negro bien recortado, aumentaron mas su deseo de follarme allí mismo, así que no se lo pensó mas, se puso detrás y me metió todo su tronco por mi húmedo y jugoso hueco.
Gemía cada vez que me penetraba con más y más fuerza, mientras agarraba mis pechos con sus manos. Me la clavaba hasta el fondo de mis entrañas, mi clítoris iba a estallar de la excitación y los jugos de mi vagina chorreaban por mis piernas. En ese instante, exploté en un delicioso orgasmo.
Él se separó enseguida, riendo y dándome la vuelta con sus manos. Le miré a sus ojos, esa mirada me seguía dominando, me pedía más. Se arrodilló encima de mis pechos, sin aplastarme, pero quedando su pene a unos milímetros de mi boca. Luego agarró de nuevo mi cabeza y yo, abriendo la boca, comencé a chupárselo como nunca lo había hecho.
Él mientras jadeaba de placer, me sacaba su grueso palo de mi boca y lo metía entre mis pechos, masajeándose con ellos. Así estuvo un rato hasta que se levantó y se fue a su coche.
Intrigada, no sabía que estaba haciendo aquel desconocido al que había entregado todo mi ser y que ahora me dejaba muy caliente y mojada ahí tirada.
A los pocos minutos, apareció con su pene todavía firme y con un tubo de crema en la mano. Me ordenó que me volviera a poner a cuatro patas pegando la cabeza en el suelo.
Me imaginé que quería penetrarme por detrás, por eso me levanté para vestirme e irme de allí, porque nunca había practicado el sexo anal y me daba miedo.
Entonces él, me agarró por los hombros y mirándome me dijo: “lo podemos hacer por las buenas o por las malas, tu decides”. No me quedaba alternativa, sus ojos me quemaban el alma, al igual que mi sexo palpitaba y ardía de deseo. Bajé la cabeza e hice lo que me pidió.
Se puso detrás y vi como se embadurnaba su pedazo de pene con la crema, luego uno de sus dedos también recubierto de crema, lo introdujo dentro de mi pequeño agujerito. Di un respingo al notar la frialdad de la crema. Luego metió otro dedo y después otro, para dilatarme.
De pronto, los sacó y puso la punta de su polla en la entrada de mi culito. De un empujón la metió entera y grité de dolor. Me quise levantar, pero él me agarró por la cintura y empezó a embestirme primero lentamente, luego con más violencia.
Se movía rápidamente, metiendo y sacando hasta el fondo. Gemía de dolor y de placer, cada grito retumbaba en el silencio de la noche. Mis jadeos se hicieron cada vez más intensos hasta que tuve otro orgasmo rompedor. Nunca había sentido una cosa igual.
Él sacó su pene jadeando y se puso frente a mi. Tiró de mi pelo para que me pusiera de rodillas y de un impulso me metió su polla en mi boca.
Su sabor era asqueroso, una mezcla de mis fluidos y mi saliva, pero lo chupé con lujuria hasta que él eyaculó en un orgasmo descomunal, tragándome todo ese torrente de semen que parecía no acabar nunca.
Luego se sentó a mi lado asfixiado por el esfuerzo y la excitación y pude contemplar su cuerpo musculoso y sudoroso, que tanto placer y dolor me había provocado.
Ya casi estaba amaneciendo, así que nos vestimos sin mediar palabra y nos metimos en el coche. Me llevó hasta mi casa (dónde vivía con mis amigas) y cuando paramos le pregunté su nombre y le dije que me gustaría volver a verle. Solo me respondió que prefería seguir siendo ese desconocido y que no me preocupara por volver a verle porque él ya sabía donde encontrarme.
Yo bajé del coche toda sucia y dolorida pero completamente satisfecha y feliz por haber celebrado mi cumpleaños de esa manera tan especial.
Datos del Relato
  • Autor: Dyana
  • Código: 19734
  • Fecha: 22-03-2008
  • Categoría: De Fiesta
  • Media: 5.63
  • Votos: 48
  • Envios: 0
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