Una mujer, amiga y adorable amante virtual me comento que engañaba a su marido, que no-tenia temor a ser descubierta porque era precisamente esa sensación de peligro que la excitaba. Tampoco salía o se acostaba con cualquiera, solo en contadas ocasiones y siempre cuando salía con sus amigas a tomar unas copas y distraerse de las cuestiones triviales de todos los días.
Siendo compañeras y amigas casadas tenían cierta libertad de movimientos, además de compartir reuniones en familia.
Mi amiga Sonya tiene 30 y me comento que el ultimo sábado su mejor amiga Natalia se había aparecido por la casa diciéndole que había tenido una fuerte discusión con su marido y pidiéndole si podía quedarse con ella unos días- Por supuesto que esa noche se instalo en la habitación de huéspedes. Pasaron largas horas conversando y diciéndose que los hombres son unos hijos de puta y que merecen ser cornudos toda la vida.
Por la mañana, Natalia baja a desayunar y me trae unos cuentos eróticos que había leído en Internet. Me comenta que la habían calentado mucho y por eso los había impreso. En un primer momento los comencé a leer, y para mi sorpresa sentí igualmente las sensaciones típicas de una gran calentura mientras los leía, de tal manera que tuve que ir al baño, pues tenia mojada totalmente la entrepierna y los flujos comenzaban a correr por mis piernas. Fue mi primera masturbación de aquella mañana.
Al volver, me senté en una silla de la cocina y vi que Natalia me sonreía mientras me preguntaba
¿Te gustaron Sonya? ¿Te pusieron caliente? Decime la verdad, a mí me volvieron loca, anoche no pude dormir. Hasta pensar en acostarme contigo. Quiero sentir en mi piel lo que relata ese hijo de puta de Mateo Colon que me calienta tanto, en cualquier momento quiero tener una experiencia como esas.
Claro que me calentaron, no soy de piedra, hasta el punto que tuve que ir recién a masturbarme, pero nunca se me había pasado por la cabeza hacerlo con una mujer y menos contigo.
Para ser sincera en la noche cruzaron por mi mente mil fantasías que me llenaron de goce a tal punto que como mi marido estaba en otra ciudad, me tuve que masturbar para aplacar mi sed, los orgasmos me venían uno tras otro, pensando en lo que me había dicho Natalia, hasta podía imaginármela desnuda, recorriendo todo mi cuerpo con sus manos, tocándome, chupándome, metiendo su lengua en cada rincón.
Transcurría el día siguiente y notaba en Natalia ciertas insinuaciones que me hacían pensar. Algo nos pasaba que no nos atrevíamos a decirlo, nos mirábamos y nos reíamos, mi vista se desviaba en busca de los hermosos senos redondos que tiene, me encantaba verla cuando venía con remera y se marcaban los pezones, sus nalgas marcaban su pequeña tanga y en ocasiones abría en demasía sus piernas dejándome ver el triangulito de ellas. Todo esto me excitaba y me ponía a mil, creo que ambas pensábamos lo mismo.
Por la tarde, estaba en el vestidor preparándome para salir juntas a tomar unas copas y no podía abrochar mi pendiente al cuello, le pedí a Natalia si me podía ayudar. Levanté el pelo de mi cuello para facilitar la tarea, luego de prender el broche, sentí sus labios posarse en mi piel, en ese momento mi cuerpo quedó como electrificado, me quedé sin palabras, echando mi cabeza hacia atrás, como diciendo soy tuya.
Giré, quedando frente a ella, la situación en ese lugar era en demasiado peligrosa pero estábamos como en una burbuja aisladas de este mundo.
La tomé por la cintura, ella abrazó mi cuello, por primera vez podía sentir cómo sus tetas se acariciaban con las mías, los pechos ya estaban duros y mis pezones erguidos. Acercamos nuestras bocas y nos dimos un beso como si fuera aquel de mi primera vez en mi vida, cuando nuestras lenguas estaban por juntarse sentimos el ruido de la puerta y tuvimos que actuar como si nada pasara. Mi marido acababa de llegar.
Nos empezamos a reír y a contar pavadas, para disimular su entrada.
Salimos y decidimos ir a tomar un café, estábamos sentadas una al lado de la otra contándonos cosas de lo bien que la íbamos a pasar juntas, pues lo nuestro estaba declarado, ambas sentíamos lo mismo, queríamos experimentar esa nueva sensación, esos nuevos placeres, de tanto contarnos cosas, cómo, cuándo y dónde, ambas reconocíamos que teníamos nuestra conchita toda mojada y los senos hinchados.
Con mi mano sobre la mesa, Natalia acercaba una de sus tetas y yo disimuladamente intentaba pellizcarle un pezón sobre su remera, mientras ella apoyaba su mano en mi pierna acariciándome y apretando mi muslo. Ambas estábamos para una guerra de sexo, nuestros cuerpos con deseos de gozar, más y más, nos habíamos confesado las ganas que teníamos y no lo podíamos ocultar más.
Como era miércoles coordinamos un viaje solo de fin de semana con la excusa de que así, como mi marido se iba de pesca, nosotras nos tomaríamos unos días de soltería.
Y así fue, como emprendimos el viaje al placer. Natalia que había vuelto a su casa me pasó a buscar con su auto, y al subir nos dimos un beso en la mejilla y nos echamos a reír; tomamos la autopista con rumbo a Orlando donde pensábamos visitar como dos criaturas. Me encantaba mirarle a Natalia sus muslos que al manejar su falda los dejaba más al descubierto. No pude resistir la tentación de llevar mi mano a su entrepierna, mientras corría su tanga hasta llegar a su vagina que estaba completamente mojada. Comencé acariciarle el clítoris y su excitación aumento hasta que me pidió que no siguiera, pues así no podía conducir. Ya llegaría la hora de estar a solas desnudas en una cama.
Casi tres horas manejando por la autopista, haciendo paradas para tomar algo e ir al baño donde aprovechábamos para acariciarnos y quedar cada vez mas calientes. Por fin llegamos y subimos a la habitación del hotel, cerramos la puerta y sin más palabras, nos abrazamos. Nuestras bocas se buscaron con desesperación para unir nuestros labios y su lengua comenzó un entrar y salir, recibiéndola y mezclándose una con la otra, nuestras manos se aferraban en nuestras nalgas, estando cada vez más unidas, nuestros pechos se fundían el uno al otro, era hermoso, tanto placer.
Cuando su lengua llegó a mi cuello, una bella sensación se apoderó de mi cuerpo, estaba entregada a lo más maravilloso, sus manos me quitaban el vestido y yo trataba de quitar su falda, mi vestido cayó al suelo y así podía sentir más el roce de su cuerpo caliente, me seguía besando, me quitó el sostén para dejar mis pechos desnudos, sentí su mano apretarlos y su lengua chupar mis pezones, que estaban duros del goce que me estaba dando. Quería ver los de ella y chupárselos, era tal la desesperación que tenía por ponérmelos en la boca que fue ella la que se desnudó completamente, al verla así, la empujé sobre la cama, me quité mi ultima prenda y empecé a besarla.
Natalia se revolcaba de placer, mi boca chupaba sus hermosos pezones, con unas enormes aureolas moradas, me pedía que la comiera toda, seguí bajando por su ombligo hasta llegar a lo que más queríamos, sentir el placer de chuparle su concha, podía sentir los olores, pasé mi mano sobre el pubis, y empecé a separar sus piernas para contemplarla, ver sus labios vaginales, gorditos y carnosos, donde se apoyaría mi boca.
Con mis dedos separaba suavemente los labios, metía mi dedo sintiendo sus jugos, la miré a sus ojos y metía el dedo en mi boca para saborear sus fluidos. ¡Sonya por favor chúpame! … No aguanto más, quiero sentir tus labios, tus dientes, tu aliento.
Lentamente empecé a devorar su concha de abajo hacia arriba, ponía mi lengua dura y la penetraba lo más que podía. Ella tomaba mi cabeza para que no la sacara, y yo buscaba su clítoris, ese botoncito preciado, le separé las ninfas y lo descapullé para poder chuparlo y mamarlo mejor, su cuerpo se arqueaba más y más, el orgasmo era inevitable, y como un torrente, como un río tempestuoso sus flujos llenaban mi boca repetidamente mientras pequeños gemidos de placer escapaban de sus labios hasta quedar exhausta.
Ahora me toca a mí Sonya, te voy a retribuir todo, te amo…
¡Sí Natalia! Soy toda tuya, vas a ver lo divino que es comerse una concha.
¡Por favor Sonya! Abrí las piernas, que te la quiero ver bien, quiero ver tu concha como siempre lo he soñado.
Empezó a pasar su mano sobre mis labios, un sudor estremeció mi cuerpo, esas manos suaves y hábiles sabían dónde tocar, dónde sentir mejor, mi clítoris estaba por estallar.
¡Sonya! Hermoso clítoris, nunca había visto uno tan grandecito, qué divino, ya estás bien mojadita ¡Cómo te la voy a chupar! Ese clítoris te lo voy a morder todo, mi amorrrrr… y qué durito ummmm.
Sus dedos entraban y salían en mi lubricada vagina, mientras su lengua se hacía paso en mis ninfas para sobar en círculos mi clítoris, me apretaba las tetas y mi cabeza se restregaba en la almohada de un lado a otro, del placer que sentía, mientras mis manos se aferraban alas sabanas con desesperación. Con un salvaje deseo de estar para siempre con ella.
Seguí Nati. ¡No me dejes nunca! ¡Seguí chupando mi amor!
Me encanta tu concha, la deseo y no quiero dejarla... mmmm no puedo hablar, perdóname... ya estoy caliente otra vez.
¡Seguí chupando! seguí chupando, así mi amor, así...
Sí querida, ahora viene lo mejor, me voy a devorar este botoncito, todo para mí.
Si mi dulce, cómelo todo. Así... toda para ti... mmmm
Tuve 8 orgasmos seguidos, nunca había tenido tanto orgasmo ni tan largos. Fue maravilloso.
Gracias Nati, ven y dame un beso, después seguimos; tenemos todo el día para cogernos.
Me parece bien Sonya querida, pero no perdamos tiempo, vamos a bañarnos juntas, después un 69, una buena chupadita en la colita, y una hermosa tijera ¿qué te parece?
Nati, de sólo pensarlo ya estoy caliente otra vez. La verdad que por ser la primera vez lo hicimos muy bien.
Por supuesto mi querida Sonya, tenemos muchos años por delante…y pensar que hay millones de mujeres que no saben del placer de amar a otra mujer...
Mateo colon lunes, 18 de agosto de 2003
Me gusta mucho leerte, realmente me agrada la forma en que relatas ciertas historias, y esta me parece genial, es perpecta y muy exitante, sigue así, que tus lectoras, estamos ávidas de pasión escrita ;)