Quedamos como después de una batalla, cansadísimos, sudados, aplastados yo encima sobre la cama batiendo con mi pecho y barriga los jugos derramados por mi. Los tuyos en las sábanas mojando todo se disolvieron entre trapos mojados y toallas puestas para contener todo lo que te salió.
Reaccionamos un momento sólo para decir los dos al mismo tiempo. ¡gracias mi amor!, eres…¡lo máximo!.
Te dije,: Ya es tarde, nos bañamos un rato en el jacussi y nos vamos, ¿estás de acuerdo?
Protestaste airadamente: ¡nada de vamos!, Ya me cogiste tú a mi, me cabalgaste a tu antojo y gusto. Todo fue muy rico pero….quedamos en que yo también te iba a coger a ti ¿recuerdas?.
Mi pene había perdido la erección, todo yo era un muñeco reclamando descanso. Aún así me atreví a preguntarte. ¿aguantas?. Contestaste: Yo sí; por cogerte hoy aguantaría hasta el límite de mi supervivencia.
Te dije: Está bien, vamos al Jacussi, nos bañamos, descansamos un rato y después….Ya veremos.
Nada de ya veremos. Recogiste del piso la verga de goma que no parecía para nada cansada. La ataste a tu cintura, la cerraste muy justa en tus preciosas nalgas y nuevamente algo anormal: en el jacussi tu cuerpo asomaba una preciosa cabeza de verga, con orgullo la templabas como hembra dominatriz, la acariciabas como hacemos los señores mientras yo dormitaba con mi pene más allá del fondo. La imagen sin embargo, la fantasía de sentirme penetrado por aquel trozo de verga que podía pasar por ser tuya, estimulaba mi mente a seguir en la contienda. En breve sería tu turno de repetir todo el ritual, desde el calentamiento, desde el masaje, desde la horadación “ilegal” de mi culo hasta llevarme al orgasmo “femenino”, doble o triple como ustedes las mujeres cuando les mueven el punto G. O qué: ¿Los varones no tenemos derecho?.
Yo ya estaba fantaseando e imaginando que cuando me preguntaras, escogería el aroma de Jazmines.
De pie en el jacussi entreabrí las piernas para permitirte besar mis nalgas y sus adornos. Sentada en escuadra con tu cara buscando mi trasero, merodeabas a lengua viva en las cercanías de mi orificio anal. El estímulo físico es delicioso pero impacta más el estímulo psicológico. Yo no soy gay, lo sé porque jamás he tenido la fantasía ni el deseo de hacer eso con un hombre. No conozco ningún varón que me mueva como se dice la hormona ni mucho menos el sentimiento en cambio, cada día fantaseo con mujeres, vivo con una mujer que me encanta y algunas veces he podido tener sexo con alguien más: ¡siempre mujeres!. Tus manos jugaban con el pene que ya empezaba a erectarse y sentí un dedito “lavar” profundo mi culo. Entra y sale, entra y sale sin lastimar. Sigue por favor….vamos bien. El estímulo levantó mi verga a todo lo que da y no pudiste evitar darle algunas chupadas sin interrumpir el dedeo. Salimos del jacussi, rápido fuimos a la cama. Recostado boca abajo me tiré lo más relajado que pude; cerré los ojos y concentré mi atención en mis estímulos táctiles y auditivos, Ah y también olfativos. Pasaste una toalla por todo mi cuerpo para secarme y me preguntaste: Jazmines o coco. Yo ya había decidido jazmines y te lo dije. El aceite es tibio, el olor estimulante y la tersura de tus manos es un bálsamo que favorece el relax y eleva la pasión. Sin prisa me diste un delicioso masaje que me arrancó más de un suspiro y de pronto ordenaste: ¡¡empínate!!. Apoyado en mis rodillas y brazos expuse las nalgas y entreabrí las piernas para hacer visible el orificio anal. Comentaste con estusiasmo: agasajo que me voy a dar con tu culo. Primero abriste lugar con el vibrador rojo. Lubricadito; delgado como una pluma fuente entró muy bien vibrando produjo sensaciones de espalda chinita. Tú ya estabas en posición de entrar. Arrodillada con el arma al frente la colocaste en la entrada del orificio y apretaste la pelvis lentamente para no lastimar. Bombeaste levemente unas tres veces y el pene de goma encontró su lugar todo adentro de mi. Otro tanto de tecnología vibrante estaba adentro de tu vagina, así que pudiste gozar las vibraciones, las embestidas y se iniciaron los movimientos fuertes y también las palabras: ¡así!, ¡muévete culo!, ¡déjame cogerte cabrón; cabrón! Y golpeabas mis nalgas como si estuvieses arreando un burro.
La sensación de ser estimulado en la próstata, dicen los sexólogos, sólo es comparable a la que tiene la mujer cuando le estimulan el punto G. Yo supe lo que es eso y lo puedo corroborar; es un delirio diferente; es la única forma como el varón puede tener como las mujeres orgasmos múltiples y muy intensos. Cuando la mujer hace eso, aparte del estímulo vaginal que también la lleva al orgasmo, tiene un estímulo psicológico que hace diferente todo lo que haya vivido antes en el erotismo convencional.
FIN DE LA HISTORIA.