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Soy Pedro de 42 años, casado y con dos hijos. Esto que les voy a narrar es algo que me pasó y me sigue pasando, al principio como comprenderán me chocó mucho y me tuvo muy confundido pero hoy aprendí a convivir con este deseo que va más allá de mí.
Hace unos diez años aproximadamente en una noche en que hacíamos el amor con mi mujer, no sé por qué razón en los instantes previos a descargar mi semen y cuando ella se estaba corriendo me introdujo un dedo en mi ano, debo decir que aparte de la sorpresa me dolió un poco pero al rato me fue gustándome y al momento de eyacular fue muy rico el placer que sentí y la forma como mi culito se contraía y apretaba el dedo de mi mujer.
Al día siguiente mi esposa me tomaba el pelo diciéndome que era un marica que me gustaba que me metieran el dedo y yo le aclaré que para ser marica tenía que gustar de los hombres, pero que sí que la verdad me había gustado mucho la experiencia, que me había hecho sentir cosas extrañas pero agradables y la conversación termino allí.
Unos días después cuando yo ya me encontraba en la cama un poco adormecido y por quedarme dormido mi esposa que llegaba de la casa de una amiga se desnudó y metió en la cama, estaba un poco ebria y comenzó a acariciarme, yo me encontraba dándole la espalda y ella empezó a acariciarme la espalda retirándome la camiseta, me besaba tiernamente la espalda luego bajó su mano hacia mis nalgas, tocándolas suavemente hasta poner la yema de su dedo en mi agujerito, esto me causó una tremenda erección y mi piel se puso de gallina
Tenía inmensos deseos de decirle que me metiera el dedo en mi caliente ano, pero tenía un poco de temor a lo que ella pudiera pensar, pero fue ella la que mordiéndome la oreja me decía si quería que me lo metiera, sin demora le dije que sí pero que lo lubricara con su saliva y lo hiciera muy despacito sin hacerme doler, ella mojó la puerta de mi ano con abundante saliva y poco a poco me fue introduciendo su dedo, yo sentía un placer nuevo pero muy bueno y comencé a menear mis nalgas al ritmo de su penetración, ella me decía al oído que gozara, que disfrutara y que le gustaba mucho sentir mi culito cómo le apretaba el dedo.
Estábamos en esa deliciosa tarea de meter y sacar el dedo de mi ano, cuando le dije que quería más y que por qué no experimentábamos con algo más grande, ella se quedó callada un momento y me dijo que me clavaría dos de sus dedos lo cual hizo y por lo lubricado de mi culo no me dolió mucho pero yo quería algo más, le pedí que trajera una salchicha de la congeladora y me la metiera toda en mi ardiente culo.
Ella accedió, al volver con la salchicha me encontró en cuatro patas con mis nalgas a su entera disposición, cogió un poco de crema y me la puso en mi huequito y en la salchicha que era muy semejante a un pene, me la comenzó a meter lentamente hasta un poco más de la mitad y me la metía y sacaba, con una de sus manos me acariciaba suavemente los testículos y el pene que lo tenía muy duro.
Luego trató de introducir lo que quedaba de la salchicha en su vagina poniéndose abierta de piernas encima de mí, la sensación que esto me produjo fue fantástica hasta que logró metérsela y comenzó a bombear contra mí, era delicioso, sentía su pelvis chocar con mis nalgas y me imaginaba que mi mujer tenía un pene y me lo estaba clavando en el culo.
Estuvimos en esa pose y moviéndonos frenéticamente hasta que ella logra el orgasmo y con la mano logró que yo también me corriera fue fantástico en ese momento la salchicha se partió por las fuertes contracciones de mi ano, fue maravilloso lo que sentí esa noche y desde entonces mi vida cambia en el sentido que no me contentaba con hacerle el amor a mi esposa, siempre le pedía que me metiera el dedo al momento de correrme y que de vez en cuando me metiera algo por el recto, hasta llegar a comprar un pene de látex con el pretexto de hacérselo a ella pero la verdad que lo compré para que me lo metiera a mí.
Un buen día decidí comprar esta prótesis, que viene acompañada de una especie de calzón y correas para asegurarse al cuerpo de tal manera que queda como un pene normal, llegué a casa con una botella de vino y le propuse a mi esposa tomar unas copas para poder mostrarle el juguete y la forma de usarlo, y nos pusimos a beber como ver una película porno en la que justamente se veía a dos chicas haciendo el amor entre ellas con una prótesis muy similar a la nuestra.
Esto nos calentó mucho y poco a poco fuimos quedándonos desnudos, entre caricias y copas yo le fui mostrando el juguetito y ella me tomaba el pelo diciéndome que no iba a soportar la mitad de ese pene en mi trasero ya que era uno de 18-20 cm más o menos y un poco grueso, para mí era un pene muy parecido a uno de verdad. Yo estaba emocionado y me temblaba todo el cuerpo.
Cuando ella estaba completamente desnuda, comencé a colocarle la prótesis que tenía una especie de pene chiquito y curvado el que tenía que ir dentro de la vagina para que al momento de penetrarme ella también sintiera placer, le puse las correas bien aseguradas y comencé a chuparle el pene por un buen rato este cuadro calentó mucho a mi mujer la que me alentaba con palabras calentonas.
Luego me coloqué en cuatro patas y mi mujer agachada me lamía el culo y puntearme con su lengua justo en mi huequito y me acariciaba las nalgas y mi pene, lo que sentía era maravilloso, cuando ya mi ano se encontraba bien lubricado me metió lentamente uno de sus dedos hasta el fondo moviendo la yema de este dentro de mí y produciéndome mucho placer, al rato yo estaba gimiendo de gusto como un loco, pero nada de esto se puede comparar con lo que vino después.
Cogió un pote de crema y extrajo en sus dedos un poco de ella untándose en el pene y otro poco en mi agujero que esperaba ansioso de ser penetrado por lo más similar que había encontrado a una pinga de verdad, con las caricias y las palabras sucias de mi esposa tenía la piel de gallina y me estremecí todo cuando sentí la cabeza de ese pene que tanto había deseado y hoy lo tendría todo dentro de mí.
Le pedí que por favor fuera dulce y lo hiciera con suavidad, y así fue, sentí como poco a poco se metía dentro de mi culo hasta llegar a un punto en que no podía ni respirar y me quedé como estático sin poder articular palabra, ella me decía que ya casi me lo había metido todo y yo le rogaba que lo sacara que no aguantaba más, pero lejos de oírme de un solo golpe me la clavó hasta el límite y se quedó inmóvil, me decía ves así duele y tú me la metes aún más fuerte, pero ahora tu culito se acostumbrará y se dilatará para disfrutar de este pene hermoso.
Así fue porque unos momentos más tarde, yo mismo le pedía que se moviera, que me lo clavara todo, que me destrozara el culo y sentía una sensación riquísima, indescriptible, continuó bombeando cada vez con más fuerza porque ella también estaba llegando a tener un orgasmo, yo no pude soportar más en esa posición y caí boca abajo a la cama, me penetraba con tanta profundidad y con tanta rapidez que llegué a un clímax total, mi pene que se encontraba semi erecto no sé cómo pero eyaculó abundante esperma, fue una experiencia maravillosa, lo mismo para mi mujer que gritaba cabalgándome como una loca hasta que se detuvo.
Me sacó lentamente el falo de mi dolorido ano, del cual salía una ligera línea de sangre, no lo podía creer me habían roto el culo y lo había hecho mi propia mujer, nuestras relaciones continuaron muy bien por unos años más, el asunto es que mi mujer me hacía gozar mucho pero últimamente no lo hace salvo que yo le pida y con el consolador menos, y yo lo necesito tanto, llegué a hacer algunas travesuras en la calle como meterme a cines porno y masturbar con mi mano a algún chico que se encontraba caliente, pero hasta el momento no me decido a que un hombre me penetre y me haga disfrutar en vivo todo las fantasías que yo tengo, también últimamente fui un par de veces a masajistas mujeres que te introducen el dedo y prótesis semejantes a un pene, y cosas así siempre me quedo a las puertas de tener una verdadera experiencia con un pene de verdad.
En otros envíos les narraré como fui avanzando en esto y cómo fueron despertándose en mí los deseos de disfrutar con algo duro dentro de mi caliente culito, y debo aclarar que no me gustan los hombres en sí, cómo explicarlo yo veo o estoy junto a un hombre y no me pasa nada, me comporto totalmente normal en cambio si veo una mujer guapa la desvisto con la mirada, lo que pasa es que tengo momento en que deseo tener sexo, que me acaricien las nalgas y penetren, deseos de chupar un pene hasta que se venga en mi boca.
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