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EULOGIO, EDUVIGES, JUANITO Y REBECA
Eulogio y Eduviges vivían en un cerro perdido en la montaña. Lejos de la ciudad. Así lo habían decidido hacía mucho tiempo. Conocían el terreno palmo a palmo. Estaban en un paisaje solitario entre montañas que subían y bajaban endemoniadamente.
Por allí había pasado mucha gente y mucha había vuelto. Ellos trataban bien a los que se hospedaban allí. Así que la mayoría de ellos seguían viniendo. En distintos meses. Pero venían.
Estaban mateando a media mañana el Eulogio y la Eduviges. Aún no eran ancianos. Se mantenían en forma. Porque comían sano. Caminaban mucho todos los días. Eduviges tenía firmes las carnes. Tetas grandes, piel blanca, ojos azules profundos. No había tenido hijos. No porque no quisieran, sino que no habían venido. Así decían ellos, cuando se tocaba el tema. Eulogio era vital. Hombros anchos. Cabello renegrido. Fuerte mirada.
Estaban en el mate cuando oyeron el ruido.
__¡Alguien viene!__ dijo ella
__¡Aha!__ carraspeó el
__¡Es un auto!
__¿Se irá a detener?
__¡Que se yo!
__¡Si mujer! ¿Adonde va a ir?__ los dos quedaron escuchando y mirándose cómplices. Sus corazones latían en forma veloz. Hacía tiempo que no estaban con nadie.
__¿Estoy presentable?__ preguntó coqueta Eduviges
__¡Sí mujer, claro, estas muy bella…
El motor del auto se hizo mas presente. Al momento se detuvo. Escucharon que golpeaban las manos. Se levantaron de sus respectivas sillas. Salieron juntos a ver quien era.
Un hombre y una mujer jóvenes estaban parados en la puerta, sonrientes, de buen talante. Vestidos con elegancia. Eduviges sonrió de inmediato. Alegre.
__¡Buenas!__ dijo el joven hombre
__¡Buenas!__ contesto Eulogio
__¡Adelante, pasen, pasen!!__ completó Eduviges. La chica sonrió
__¡Soy Rebeca y el es mi prometido Juanito!!__ entraron y se estrecharon las manos.
__¿Ustedes dirán?__ preguntó Eduviges
__¡Nos hablaron de este lugar!__ comentó en principio Juanito
__¿Y qué les dijeron?__ preguntó Eulogio
__¡Que era maravilloso!__ dijo Rebeca
__¡Ah, bueno, bueno!
__¡Lo que vimos nos encanta!__ dijo la chica
__¡Nos gustaría quedarnos unos días, si es posible!__ dijo el joven
__Bueno aquí se pueden quedar…__ respondió Eulogio firmemente. Eduviges se relamió. Sintió una breve corriente eléctrica.
__¡Pasen, pasen a la casa!__ invito la mujer. Entraron los cuatro. Observaban la casa. Sus ojos les brillaban. Estaban encantados con el lugar. Les guiaron hasta sus cuartos. Cómodos. Amplios. Con grandes ventanales. Baño privado. Los jóvenes se sintieron muy a gusto. Eulogio y Eduviges también. La chica tenía unos ojos profundos y hermosos. Su cabello lacio de color negro era impactante. Sus curvas eran dignas de mirarse.
La cena se servía tipo nueve de la noche. Afuera una leve brisa era un bálsamo para el calor del día. Los cuatro se sentaron alrededor de la mesa. Hablaron poco. Hicieron algunas bromas. A la sobremesa se levantaron y salieron al exterior. Había una especie de jardín. Una pequeña mesa y sillones alrededor, muy cómodos. Se sirvieron un poco de alcohol. Apareció un habano enorme en los labios de Eulogio, luego lo fue pasando de mano en mano y todos empezaron a echar humo.
__Así que tienen un negocio__ exclamó Eduviges
__Si de ropas femeninas__ contestó Rebeca
__¿Y anda bien?__ cuestionó Eulogio
__Depende, a veces se vende bien y a veces no entra nadie…__ comentó Juanito. Eduviges miraba a los jóvenes con un brillo especial y lujurioso en sus ojos claros.
__¿Y ustedes hace mucho están juntos?__ pregunto la chica
__¿Nosotros?__ se rió Eduviges
__Hace no sé, treinta…
__Casi treinta años
__¡Guau es mucho tiempo!__ exclamo el muchacho
__¿Como se hace?__ preguntó Rebeca
__Hay varias formas…__ dijo en suspenso la mujer madura
__Necesito alguna__ dijo risueña la chica
__¡Oh querida ya te diré, ten calma!
__¡Ahora estoy mas intrigada que antes!!__ comentó risueña Rebeca. Eduviges la miro con ojos libidinosos y levantó un poco su vestido como al pasar para mostrar una piernas bien formadas y deseables. Juanito no dejo pasar el detalle y miró como al descuido. Todo fue en unos segundos.
Al día siguiente se juntaron para desayunar. Un desayuno completo que preparo la madura mujer, que olía fresca, a perfumes. Juanito se dejó penetrar por ese olor. Era carne dulce para el. A pesar de haber tenido sexo con Rebeca se sentía imbuido hacia la mujer madura, que bamboleaba frente a el sus pechos.
Eulogio observaba la reacción del joven. Veía los ojos del deseo prenderse. Encendido el también, observaba a la bella Rebeca. Sus curvas jóvenes. Marcadas. Pronunciadas.
Luego de desayunar los muchachos fueron a caminar por entre las montañas. Siguiendo una ruta que Eulogio les había enseñado. Verían paisajes majestuosos. Inolvidables. Habían llevado agua fresca y sombreros para protegerse del sol caliente de aquellos días.
Llegaron a un monte que era el lugar de descanso señalado por Eulogio para emprender el retorno. Bebieron de sus aguas, estuvieron un rato sentados y emprendieron el regreso.
Llegaron al caserón. El almuerzo los esperaba. Delicioso. Liviano. Fresco. Pero muy sabroso.
__¡Eduviges eres una gran cocinera!!__ exclamó Juanito
__¡Esa es una parte de ella!__ respondió atento Eulogio
__¡Bueno, no quiero ser un irrespetuoso, pero veo que es una mujer muy bella!
__¡Epa!¡No pierdes el tiempo amorcito!__ dijo risueña Rebeca
__¡Veo que no eres ciego!__ comentó Eulogio
__¡La verdad que eres una mujer hermosa Eduviges!__ comentó Rebeca
__¡Me van a hacer poner colorada!¡Ya basta!¡Tu eres una bella joven y además eres eso, joven!!__ exclama Eduviges.
La hora de la siesta llegó y las parejas se retiraron a descansar. En realidad se fueron primero Eulogio y Eduviges. Luego se fue Rebeca. Juanito quedó dando vueltas por allí, no tenía mucho sueño por eso daba vueltas.
La puerta entreabierta de la habitación de los dueños de casa. Juanito se detiene en el pasillo. Mira y escucha.
__¿Y que te parece?
__¿Con qué?__ pregunta la madura mujer quitándose la remera y aparecen las tetas pulposas y jugosas de la bella mujer. Juanito las ve y enseguida se le cae la baba de caliente. Eduviges lo ve de reojo. Se las acaricia como al pasar. Sigue hablando con Eulogio
__¡Ella es bonita!__ comenta el hombre
__¡Muy bonita!¡Se ve que su cuerpo es hermoso!
__¿Te gusta eh?
__¡Claro como no!__ dice ella y se quita el pantalón quedando con una diminuta tanga. Se marcan sus glúteos casi perfectos. La verga de Juanito se levanta o al menos intenta, golpeando con el pantalón corto que lo molesta. No puede dejar de mirar.
__¿Y el chico?__ cuestiona ahora Eulogio
__¡El es buen mozo, por supuesto, a toda mujer le gustaría un macho como ese!
__¡Eres tan putita!¡Me gusta tanto!__ el hombre pasa por la abertura que ve Juanito. Bambolea una serpiente entre las piernas. Pero es un rayo, algo veloz. La mujer se da vueltas hacia donde sabe que esta Juanito, totalmente empalmado, y se agacha mostrando apenas la rajita de su vagina sin vellos. El muchacho se relame al ver aquello. Esta a punto de estallar de calentura.
La mujer toma una crema y sentándose en la cama empieza a pasarla por su bella y brillante piel sedosa.
Ahora si, en esta maniobra abre las piernas y muestra su cueva totalmente sin pelos. Rosada. Jugosa. Eduviges hace una seña imperceptible al hombre que esta en la misma habitación. Sonríe. Luego se escucha la voz del hombre diciendo que estaba en el baño.
Ahora la mujer madura se aprieta las tetas. Las soba, las mima y les pasa la crema. A Juanito se le hace agua la boca.
Se muestra un poco más y es cuando la mujer le hace señas. Le dice que entre , que se acerque. Juanito no lo puede creer. Entra.
__¡Quieres probar las tetas de mami!!__ le suspira la mujer sensual.
__¡Sí mujer, claro!!
__¡Bueno, puedes besarlas, anda!__ Juanito de rodillas se pone a mamar aquellas poderosas tetas. La saliva empieza a bañar los senos grandiosos de aquella portentosa mujer. Ella comienza a gemir y el chico mama como si fuera un bebé hambriento. La lengua va y viene por aquellos pechos sabrosos.
Eduviges se sostiene las mamas en las manos y se las ofrece a Juanito que mordisquea un poco y luego vuelve a besar estruendosamente aquellos senos.
__¡Oh estaba hambriento mi chiquillo!¡Mamá te da de comer, Ohh, sigue así!!__ la verga de Juanito parece que va a estallar contra la tela, pugna por salir, el con sus manos se baja la prenda y se acaricia. La quita totalmente, la mujer lo observa y se eriza aún más. Ella le quita la remera y queda desnudo por completo. Eduviges mira la belleza del joven cuerpo. Se relame. Ella está muy caliente. Las manos del joven buscan el triangulo. Ella se pone en pie. Quedan los dos frente a frente. La verga del muchacho la apunta. Con una mano ella la acaricia, muy suave.
Juanito gime. Su miembro inflamado se pone aún mas duro. Ella masajea y le acaricia el cabello y los hombros. El se recuesta sobre ella, busca los labios de la mujer. Ella se hace rogar, lo esquiva sonriendo.
Unos momentos después hunde su lengua en la boca deseosa del chico alzado y ardiente. Sigue acariciando la verga del muchacho no la deja. El le toca las nalgas, las recorre, es un éxtasis enorme, sentir la cola de aquella mujer tan sexy. Las pellizca suave, mete los dedos en el canal. Es tan firme. Ella deja que el haga.
De pronto siente como otra mano, Juanito, como que otro ser humano se acerca.
__¡Shhhh, tranquilo, no pasa nada, gocemos libremente!!__ es Eulogio que apoya la tremenda tranca en las nalgas del chico y le besa los hombros. La mujer guía la mano de Juanito y este apresa la poronga del otro hombre, el hombre que esta detrás de el.
La siente enorme. Gruesa. Pero igual la acaricia y la recorre, mientras la mujer hunde una y otra vez su lengua en la boca del joven haciéndolo trinar de placer.
__¡Es grande!!__ comenta el una vez que puede hablar
__¡Si es muy grande!¡Siéntela!__ Eulogio ahora acaricia el pecho del muchacho y besa el cuello una y otra vez. En tanto sucede eso, la mujer, baja lentamente y se prende al fierro erecto del joven. Lo besa, lo acaricia y lo chupa, succionando sin respiro, gozando de cada chupada. La baña, la bebe. La olfatea, la respira.
Roza con su lengua las bolas del chico. Lame dedicada. Luego apresa en la misma maniobra el garrote que tan bien conoce de su hombre y le da unos besos sonoros en la cabeza del reptil nervioso. Los gemidos abundan y se hacen estridentes. Eulogio hurga con los dedos el agujerito del muchacho que resopla tan caliente que casi pierde la razón. La boca de Eduviges vuelve a meter el sable del chico. Este se retuerce en vaivén de placer y lujuria.
__¡Oh chico eres tan caliente!!__ comenta Eduviges
__¿Quieres comerte mi serpiente?__ pregunta libidinoso Eulogio.
__¡Si quiero, quiero!!__ responde el alzado muchacho. Gira y se pone de rodillas esta vez alcanzando el objeto de su deseo. La poronga del macho portentoso de Eulogio.
Lo traga. Se ahoga. Pero vuelve a comerlo, el hombre se sacude y gruñe brutalmente en eso están cuando por el pasillo viene Rebeca olvidada del mundo. Escucha los gemidos y el tumulto. Mira a través de la puerta y abre la boca de sorpresa, al ver a su pareja, con la semejante verga de Eulogio en la boca.
__¿Qué está pasando aquí?
__¡Pasa belleza y únete a nosotros!!
__¡Por supuesto como no me llamaron!__ al instante Rebeca esta desnuda y muestra sus espectaculares caderas, su cola impoluta y sin marcas, su juventud arrolladora y empieza a compartir la herramienta que su pareja tiene para si solo. Ella, la joven mujer se acerca a las bolas grandes del macho y las empieza a lamer. El hombre grita. La madura mujer ahora se arrodilla, y empieza a lamer y chupar por detrás la vagina depilada de Rebeca. Hunde su lengua allí, la chica chorrea enseguida. Gime.
De paso Eduviges mete su lengua inquisidora por el anillo de la chica. La saliva va abriendo camino. Ella se entretiene ahí unos minutos. Ahora ataca la cola del joven. Mete su lengua dentro del anillo del muchacho. Los gemidos aturden. Ya la habitación es un ahogamiento y hay lloriqueos de una garganta y de otra. Ahora la mujer madura pone dos dedos en cada ojete que tiene. Los jóvenes a dúo se retuercen y chupan con pasión la poronga del macho que se sacude con esas bocas que están comiéndolo salvajes.
Eduviges va y viene con sus dedos dentro de los culos abiertos. Gritan calientes, cuando dejan un momento las bolas y la tranca de Eulogio, se besan Rebeca y Juanito. están ardientes. Lanzan llamas con sus cuerpos.
Eulogio saca de las bocas su tremenda serpiente y se sienta en la cama. En el borde. Las manos lo recorren. Rebeca deja un momento la vara y se pone de frente con Eduviges, las mujeres se encuentran con sus bocas. Se chupan las lenguas, las enroscan.
Presionan con sus manos femeninas las tetas de cada una. Mientras Juanito se encarga de besar y humedecer un poco más la tremenda verga de Eulogio.
__¡Bueno muchacho, porque no me das tu culito!¡Vas a gozar!__ diciendo así Juanito, se tira en la cama. Eulogio le da unos cachetazos al las nalgas rebosantes y fibrosas del joven. Las abre. Las muerde. Juanito grita. Con la lengua llega al anillo caliente y que lanza fuego. Escupe en la entrada que se hace mas y mas ancha. Mete un dedo y luego dos, el muchacho se queja al rojo vivo. Eulogio vuelve a hundir la lengua en la entrada ajustada del chico que rebuzna y se sacude al sentir aquellas caricias. El macho se sube y choca la entrada abierta con la cabezota de su chota. Apoya y empuja suave. Juanito se queja y levanta la cola. Empuja un poco mas, el hombre saborea aquella colita apretada y joven. La cabeza va entrando. Ajustada pero entra. El chico grita, un poco, pero pide que siga, la vara va entrando. Se va metiendo a la vez Juanito saca su culo para ayudar a la clavada.
Rebeca esta hundida entre las piernas de Eduviges. Mete su lengua hasta lo mas profundo. La madura mujer grita. Se retuerce, mientras la joven hace maravillas con la lengua. Los orgasmos van y vienen retumban, ahora se prenden en un sesenta y nueve en donde las lenguas y los dedos se pierden en todas las cavidades. Hurgando, penetrando.
Juanito grita atravesado por la serpiente. Clavado hasta lo mas profundo. Eulogio muerde el cuello y las orejas del joven que suda y goza con la pitón clavada en sus entrañas. Se sacude y larga su leche en las sábanas.
__¡Ohh miren como goza este machito cuando tiene una vara en su culito!!__ las mujeres observan y Rebeca dejando a Eduviges, se coloca detrás de Eulogio, abre sus cachas y con su lengua empieza a chupar el culo del hombre que está sodomizando a su pareja.
Llega a las bolas, las engulle de a una y escucha los bufidos del macho que somete a su hombre. Chupa y lame, llena de saliva el sabroso ojete del macho. Hunde un dedo y luego dos. Eduviges arrima las teas al joven Juanito que es taladrado sin descanso por el garrote de Eulogio. Chupa las tetas de la mujer. Mete los dedos en la cuevita mojada y abierta de la madura mujer. Acaricia el botón. Ella le pone en la boca la vagina. Juanito allí mete la lengua, mientras lo agarran fuertemente de las caderas y los chorros de Eulogio comienzan a llenar su culo dilatado. Lo llenan de leche. Se abre su anillo y Rebeca mete tres dedos en el y Eulogio grita mientras su serpiente larga el veneno dentro del muchacho que goza.
Eulogio ha sacado la tripa de la caverna. Rebeca lo mete en su boca y o deja que caiga. Una vez que está rígido se monta en el. Cabalga al macho, con furia, con salvajismo, trastornada.
__¡Eres una fiera muchacha!
__¡Quiero tu verga papi, dámela, cógeme así, así, ahhh!!__ en tanto Eduviges lame y chupa la pija de Juanito que se reanima y se endurece otra vez. La mujer madura la traga hasta el fondo. Juanito suspira y jadea caliente. Se pone rocosa otra vez. La mujer se sienta en ella. Entra en la cueva y la bella madura empieza a cabalgar, siente que la golpean las bolas del joven y se sacude estridentemente.
__¡Quieres la cuevita de mami!¡Ohh sí, dame tu lechita!!__ dice Eduviges mientras salta sobre el machete del muchacho. Las mujeres han quedado frente a frente y Rebeca se mete una teta en la boca. Pasa la lengua y mordisquea dulcemente el pezón de la madura que gime totalmente caliente.
Las vergas de los hombres las penetran y tienen orgasmos sin detenerse.
Cabalgan cada una a un macho. Insaciables. Descontroladas. La descomunal vergota de Eulogio llena por completo la vagina chorreante de Rebeca.
__¡Te vas a venir papi, dame tu leche!!
__¡Oh pequeña eres increíble!!
__¡Insaciable!__ dice Juanito
__¡Oh pequeña sigue chupando mis pezones!
__¡Si mami me encantan tus pechos!!__ dice Rebeca en tanto siente el escupitajo que le penetra por dentro de su cueva ardiente. Eduviges también se siente llena de jugos y se ríe histérica y caliente. Deja venir al joven y muerde sus labios fuertemente casi hasta hacerlos sangrar.
Luego se quedan quietos. Todos desnudos. Buscan recuperarse de lo que han vivido. Les esperan unos días movidos. Tal vez no salgan de la casa o tal vez anden desnudos por las montañas y los montes.-
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