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Estoy convencida de que esto fue consecuencia de la miseria, de las pocas oportunidades que a veces te ofrece la vida, de vivir en una casa muy pequeña, con un solo cuarto que se convierte en cocina, sala y dormitorio a la vez, sí es que esto fuera posible, donde con muchos problemas se puede acomodar solo una cama matrimonial, donde a pesar de no ser ni higiénico ni conveniente, me vi obligada a dormir en compañía de mi hijo, debo comentarles que soy madre soltera y he debido luchar con todas mis fuerzas para sostener a mi hijo, ya que su padre ni siquiera sé dónde se encuentra, siempre miré y aborrecí las condiciones en que la vida me ha obligado a vivir.
Sabía que mi hijo tarde o temprano crecería y con él, sus necesidades, siendo él pequeño realmente no tuve problema, su natural inocencia no me causaba ninguna incomodidad, sin embargo, ahora, a su edad, moreno claro, como de 1.70 o tal vez más. Delgado, pero dueño de unos músculos bien marcados por el ejercicio, producto de mucho tiempo metido en el gimnasio, soy muy joven, lo digo porque muchas madres que conozco y tienen un muchacho de la edad del mío, son bastante mayores que yo, casi han alcanzado los 40, en cambio yo tengo 32 años, la naturaleza no se portó generosa conmigo y lo admito, en realidad no tan guapa, pero no espanto, atractiva sí, soy blanca, cabello castaño medio, bajita, muy delgada, senos y pompas grandes eso sí, causantes de suspiros y deseos de más de uno.
Todo parecía transcurrir de manera normal, cuando menos, mientras que él era muy pequeño, me desvestía frente a él porque era un niño y consideraba que no podía verme con maldad, la verdad creo que eso nunca lo sabré. Conforme fue creciendo, consideré prudente desnudarme después de apagar la luz sin que ocurriera nada extraño, aun ahora busca acomodarse en la cama lejos de mí, en ocasiones cuando hace frio, yo soy quien me he acercado a él buscando su calor, confieso que de pronto me he sentido un poco inquieta.
Quizá mi soledad y falta de intimidad con un hombre me hace sentir inquieta por la presencia de mi hijo en mi lecho, no obstante, estoy muy consciente del lazo que nos une. Sin embargo, lo que les voy a contar es algo que escapó de ese granítico control que creí tener. Después de convivir con nuestra familia, mi hijo y yo regresamos a casa, no es mi costumbre beber, pero estuve tan contenta que mis hermanos me convencieron de tomar algunas copas. No pretendo culpar a nadie, ni hermanos, ni siquiera al alcohol, porque además no estaba borracha, solo recuerdo que la euforia de lo que había bebido revivió en mi a la mujer ardiente que dormía en mis adentros, todavía no sé porque lo hice.
Había demasiada familiaridad con él, quizá mal desinhibida, comencé a desnudarme delante de mi hijo sin apagar la luz. Me sentí complacida y excitada al observar a mi hijo, como me miraba con sus ojos muy abiertos, recostado, pues él se había adelantado, cubierto hasta la cintura con sus pectorales firmes, voluminosos.
Muy cerca de la cama únicamente mantenía puestos mi sostén y mis pantaletas, veía en él cierta reserva de mirame de esa manera, pero a pesar de ello no intentó disimular lo que le complacía aquella situación. Mi sostén no lograba mantener mis globos en su lugar y mis pantaletas transparentaban claramente mi abundante vello púbico, además de que yo tengo el empeine de mi monte de venus muy alto, esto provoca que mi sexo se mire demasiado acentuado, toda su atención en mi entrepierna logro excitarme, así de manera natural, es algo que no pude dominar, sentía la lascivia impresa en su rostro, como el lobo deseando devorar a caperucita, su mirada provocaba que mi temperatura se elevara de forma súbita, y así con la sangre hirviendo en mis venas, decidí seducir a mi bebe.
El deseo provocaba que sus ojos brillaran intensamente, pretextando cansancio, le pedí masajeara mi espalda, era evidente su turbación y como no, si estaba boca abajo con mis grandes y carnosas nalgas incitando sus sentidos, sin protestar, se aprestó a cumplir mi petición, pero adujo que el tirante de mi sostén no le permitía masajear libremente, era evidente que no era masajista, pero puso todo su empeño en complacerme, aún recuerdo como sus manos temblaban al rozar mi piel, las palmas de su manos tibias y lizas se desplazaban por mi espalda.
—hacia al costado por favor, oh sí que rico.
De pronto sentí como sus manos en ambos costados llegaron a alcanzar parte de mis senos, sentí tan delicioso aquello que no me atreví a detenerlo, él sintió la suavidad de mis senos y los apretó suavemente, mi temperatura seguía en aumento, era la verdad, la suavidad y calor de sus manos lograron desatar mis deseos, y sin medir consecuencias volteé boca arriba, solo para que mi bebe tomara mis pezones y los masajeara con la yema de sus dedos.
Me estremecí de pies a cabeza y terminé sucumbiendo y no pensar en otra cosa que saciar mis deseos, sin importarme que fuera mi hijo quien tuviera que saciarlos, su trusa era lo único que portaba en ese instante, decidida dirigir mi mano a su parte delantera y tomé entre mis manos la gruesa y caliente barra, la cual palpitaba dura y desafiante. Cerré mis ojos complacida al palpar la hombría de mi hijo que estaba grande, gorda, y caliente. Esta acción mía le dio seguridad a mi cachorro y fue deslizando lentamente su mano por mi vientre hasta el resorte de mis pantaletas, quizá en espera de que detuviera su audaz incursión, cuando en realidad aquella pausa hizo acrecentar mi ansiedad, dándome cuenta de que su timidez lo detenía.
Con mi mano libre tome su mano, y la puse sobre mi panocha, al instante sentí sus dedos deslizar y se provocó que pegara un pequeño sobresalto. Enseguida ya más decidido, froto mi pubis con suavidad, antes de levantar el elástico de mis pantaletas y meter su mano dentro de ellas. Separe mis piernas y lo deje hurgar con libertad dentro de mi panocha, aquello era tan agradable que empecé a gemir llena de placer, aun sin tener experiencia mi cachorro frotaba con sus dedos mi crecido botón, mi panocha estaba encharcada, hacía mucho tiempo que no sentía aquella hermosa sensación, fue ese preciso instante el que sello el destino de aquel candente momento, porque totalmente decidida me deshice de mis pantaletas y las arroje lejos de mí.
Me acomode bien sobre la cama, abrí mis piernas y le indique a mi hijo se quitara su trusa y se acomodara entre mis piernas, me pareció tan excitante ver como mi gigantón tomaba su lugar como si fuera mi macho. Momentos después tomé su endurecida verga y el apunte en la entrada de mi vagina, sentí como la cabeza de su miembro se deslizaba con firmeza dentro de mi sexo. Me ensarto de un solo empujón, gemí en una mezcla de sorpresa y placer, mi panocha había dejado de ser estimulada por un hombre hacía mucho tiempo, demasiado consideré yo, Ariel me abandono al enterarse de mi embarazo y desde entonces permaneció vacía mi pobre panocha.
La verdad no esperaba tan tremenda estocada, pero estaba loca por tenerla dentro. Estaba perturbada, tan feliz que parecía que nada mas existía a mi derredor, mi fogoso cachorro inició un veloz mete y saca que provoco que mi panocha tronara al penetrar en mi la carne y el aire como gotas hirvientes en espeso líquido, era todo un garañón fuerte en su vigorosa juventud y su enorme falo deslizaba dentro de mi separando mi cuerpo en dos, pasaba el tiempo y sudaba, pero la intensidad de sus ataques aumentaba a cada momento, taladrando con toda su potencia mi anegada intimidad.
Era un ritmo imposible mantener sin que hubiera consecuencias jadeaba y gemía como una poseída, mi cachorro escuchaba con claridad lo complacida que estaba su puta madre, con sus fuertes e incesantes embates, de pronto dejo su aguijón ensartado hasta el fondo de mis entrañas, al instante sentí de manera muy grata la lava ardiente correr en mi interior, indicio irrefutable de que mi cachorro había sembrado dentro de mí su invaluable liquido de vida.
Pensé que la fiesta había terminado, que podía reprocharle si era un semi adulto falto de experiencia, me quede muy quieta, mi bebe poco a poco recuperaba su aliento, seguía dentro de mi tan estirado y duro como momentos antes, de pronto sentí con sorpresa como reanudaba sus embates ahora lo hacía muy despacio como intentando tomar ritmo, enterrándola con tal fuerza, cual quisiera atravesarme de lado a lado, todo esto empezó a darme un delicioso placer, tan placentero que me hizo flotar entre nubes, me relaje y abandone mi cuerpo al grato placer que me provocaba mi hijo, bombeaba tan gratamente mi panocha que no me importaba si después de aquello tuviera que morir.
Vagaba en medio del edén, su acariciante vaivén deslizando su delicioso estoque en mi trémula oquedad provocó una oleada de sensaciones que se apoderaron de mi alma y de mi cuerpo, comencé a gemir con todas mis fuerzas, el primer intenso y delicioso orgasmo de mi vida, sucedía al lado de mi adorado cachorro, ni siquiera su padre lo había logrado, aquello fue el momento más mágico y grato de mi vida, sacudía con toda su fuerza mi intimidad, quería gritar, llorar, no lo puedo explicar, solo aquella que lo ha sentido puede entender lo increíble de esa sensación, sucedió solo unos instantes antes de que mi cachorro vaciará de nuevo su ardiente semen en el fondo de mis entrañas.
Dormimos profundamente después de aquella deliciosa sesión, mi cachorro permaneció dentro de mí no sé por cuanto tiempo, no sentí a qué hora se bajó de mí, pero al despertar pensé que se trataba de un hermoso y prohibido sueño, más al verme despojada de mis pantaletas, levante las sabanas y descubrí que mi hijo estaba tan desnudo como yo, su tremenda verga descansaba inerte cerca de su estómago, tuve la esperanza de que no hubiese ocurrido lo que ocurrió, pero al sentir mi panocha pegajosa tuve que aceptar la terrible realidad, de pronto me sentí sucia y corrí desesperada a darme un baño, como si al lavarme la panocha desapareciera mi horrendo proceder.
Lloré, porque sentí que había arrastrado a mi hijo a cometer el peor de los pecados, durante varios días mi hijo y yo casi no nos dirigimos la palabra, era una situación muy embarazosa para ambos, éramos muy unidos y cariñosos y ahora apenas nos dirigíamos la palabra, fue una pesada semana que tuvimos que soportar juntos en la cama, quizá con la tentación apostada en nuestras mentes y cuerpos.
Llego el fin de semana por si fuera poca la tortura teníamos que convivir juntos dos días enteros, quizá por esa razón mi hijo Alonso rompió el silencio el sábado por la noche, al apagar la luz rompió en llanto.
—perdóname mama te lo suplico.
Lo abrase con toda la ternura que sentía por él.
—no tengo nada que perdonarte no es culpa tuya.
—de veras mama.
En ese momento le eche la culpa a todo lo que se me vino a la boca.
—la culpa es del vino y mi soledad que nos pusieron una trampa mi amor, no tienes por qué sentirte culpable —esto lo tranquilizo y después de un largo silencio le pregunte:
—¿crees que soy bonita hijo? aun no logro explicarme porque lo hice.
Sonrió nervioso y después contesto:
—eres bonita y muy atractiva.
—lo dices porque soy tu madre.
—no, no es por eso, desde ese día, cada vez que puedo veo tus tetas y tu trasero, porque me gustan mucho, de veras no estás enojada.
—-no mi amor, ya te dije que no cómo podría enojarme contigo —quizá erróneamente mantenía la cabeza de mi Alonso recargada sobre mis senos y lo acariciaba con ternura.
—mama.
—¿Que pasa mi cielo?
—¿me dejas tocar tus tetas? … solo un poco.
Mentiría si dijera que no me sorprendió su petición, pero lo que más me sorprendida me dejo, fue el hecho de que el timbre de su voz al pedirlo me excito en forma súbita. Podría decir que me detuve a pensarlo un poco mas no fue así.
—si mi cielo, pero promete que solo será un poco.
Las sorpresas no pararon, pues torpemente imagine que las tocaría por encima de mi camisón, pero no, desabotono el camisón y metió su mano atrapando uno de mis senos, lo acaricio con suavidad y lo apretó levemente y después pregunto:
—Te lastime.
—no mi amor aaaah me gus… ta mucho.
—sabes mami no puedo olvidar todo aquello, ha sido el momento más hermoso de mi vida.
No pude contestarle nada, solo lo estreché contra mí, sus traviesos dedos habían logrado que mis pezones se pusieran duros y su charla había logrado situarme en las sensaciones que había vivido días atrás, aun en contra de mi voluntad mi temperatura iba en aumento. ¿Qué pasa? Me preguntaba yo y a la vez me cuestionaba como detener algo que no deseas detener, ese algo prohibido que te hace inmensamente feliz, y que no quieres ni puedes rechazar.
De pronto sentí como mi atrevido cachorro atrapo uno de mis pezones con su boca, que sensación más deliciosa no tuve la suficiente fuerza para rechazar su caricia, mi estado febril se disparó de manera instantánea a su máximo de excitación, perdí por completo la cordura y desabroche totalmente mi camisón, y deje totalmente descubiertos mis senos, al ver esto, mi pequeño se puso a mamar mis senos alternando en cada uno de ambos. Ya no era posible pensar que tan solo lo dejaría mamar a su antojo al menos mi antojo era incontenible mi mano busco anhelante el lugar donde estaba la deliciosa verga de mi cachorro, estaba dura caliente y vigorosa.
Alonso bajo su trusa, y yo corrí con mi mano una y otra vez a lo largo de su tentadora longitud, después de chupar y mordisquear mis tetas, y darles un verdadero agasajo con la suave textura de su lengua, mi cachorro bajo su mano hasta ubicar mi panocha, me acaricio por encima de las pantaletas, estas se humedecieron hasta quedar empapadas, separe mis piernas invitándolo a burlar el resguardo de mi sexo, y finalmente metiera sus dedos en mi húmeda intimidad, aquella libertad le permitió masajear a su antojo el inflamado clítoris, esta sensación me estaba enloqueciendo y decidida me quite las pantaletas, mi cachorro hiso lo mismo, y enseguida se colocó en medio de mis piernas las abrí tanto como pude. Lo apunto y me lo fue enterrando despacio, firme, delicioso, hasta que me provoco un largo gemido.
—aaaah.
—¿te lastime?
—no… mi cielo cómo crees.
—entonces ¿te gusta así?
Tan solo moví la cabeza para indicar mi consentimiento, ante esto Alonso inicio un delicioso vaivén que comenzó producir en mi un enorme placer, al sentir entrar y salir su delicioso tolete dentro de mi húmedo canal, aquello era tan enloquecedor que pedí más y más levantando con fuerza mis caderas, con ello procurando que sus estocadas más profundas, muy pronto encontramos el ritmo adecuado y mi cachorro me penetraba enterrándome su estaca con todo su vigor, aquello era tan violento y tierno al vez que me hiso sollozar y gemir como una maniática.
Finalmente, su afán se vio coronado, cuando ahíta de placer me vine tan fuertemente que casi me desmayo, los músculos de mi vagina fueron víctima de fuertes pulsaciones que provocaron que apretara con todas mis fuerzas fuerza el largo y gordo visitante, fue tan delicioso sentir como ordeñé su hinchada verga, hasta exprimir la última gota de semen, volví a sentir de nueva cuenta el calor de su sabia escurrir en mis entrañas.
Tengo que reconocer, muy a mi pesar, que fue otra noche deliciosa, tal parecía que Alonso y yo fuéramos un pareja de recién casados, en tan solo dos sesiones de copulación total, sin embargo, después de la euforia viene el arrepentimiento, a pesar de ese extraño sentimiento de culpa por lo prohibido de nuestra relación, sentía en mi ánimo algo diferente, algo que mi cuerpo agradecía y expresaba a pesar de mis remordimientos, no era yo la única, Alonso irradiaba alegría, alegría que le daba el poder disfrutar de mi ardiente panocha… tanto como a mí me hacía feliz su deliciosa verga, esa era la verdad, solo que de alguna manera mi conciencia trataba de encaminarme por la vía correcta.
Durante el desayuno platique con mi hijo explicándole lo serio de la situación, le deje muy claro que, coger entre madre e hijo era incorrecto, y que no lo volveríamos hacer.
—por ello mismo te pido que respetes mi decisión y no lo vuelvas a intentar.
Después de aquella charla observe que mi cachorro se puso triste, seguramente pensaba en lo infernal de aquella situación compartir la misma cama, deseándonos ardientemente y no poder tocarnos, no obstante, yo misma no podía asegurar que aquella situación no se repetiría, pero algo debía hacer sin duda, el dormir juntos era un grave problema, pensé acostarlo en el piso, pero no tuve corazón para hacerlo, ya era suficiente pena para mi pobre hijo.
Recordé cuantas noches enojada con su padre la convivencia en la cama se volvía insoportable, pues ahora se repetía la historia, porque la tentación para él y para mi estaba a una distancia que en realidad no era distancia, tanto él como yo dormíamos muy poco, a veces sentía que mi muchacho se acercaba demasiado a mí y lo reconvenía para que se retirase, eso me provocaba tentación porque habría de negarlo, tal vez lo hacía inconsciente, pero yo no estaba tan segura.
Tanto el como yo dábamos vueltas y vueltas constantes en la cama, acompañados de suspiros y de nuestros deseos ardientes reprimidos. No sé quién sufría más, él o yo, ante esa situación me acostaba muy pegada al extremo contrario de él dando la espalda, cierta noche me di vuelta de frente a él, mi cachorro estaba de espaldas a mí, tal vez dormía, tal vez no, pero sentí que la cordura me traicionaba, y casi me acerco a él para acariciarlo, mi pretexto era que podía abrazar a mi hijo, pero sentía temor, mi entrepierna me traicionaba, y la hoguera en medio de mis piernas comenzaba arder, desistí de mi tentación y me di vuelta intentando dormir.
Me vencía el sueño, mis ojos casi desfallecían cuando percibí que Alonso se movía a mis espaldas, y es que solté un ronquido que alcance percibir cuando me vencía el sueño, esto mismo no permitió que perdiera el sentido y pude darme cuenta como mi cachorro comenzó a deslizar su cuerpo hasta tocar el mío, fue muy discreta su acción pues fue su trasero el que choco con el mío, suspiro y se dio vuelta muy despacio, pero no lo suficiente para no darme cuenta, el siguiente movimiento me despertó por completo y vaya si no lo iba hacer, de pronto sentí su barra caliente apuntando en mis nalgas, pensé detenerlo pero me compadecí de su tormento decidí dejarlo auto satisfacerse haciéndome la dormida, desafortunadamente la presencia de aquel duro garrote en mis nalgas, comenzó humedecer mi panocha.
Mi adorado Alonso confiado en lo pesado de mi sueño empujaba muy despacio su garrote sobre mis nalgas, sentí el momento en que me tomo de la cintura para apoyarse y hacer más fuerte su presión, sin embargo, aquello no llego hasta ahí, porque de pronto la mano que tenía en la cintura comenzó a deslizarse lentamente hasta posarse en mi panocha, debí detenerlo en ese instante, pero mi excitación me vencía y a mi vagina la consumía el fuego que ardía en su interior y me impedía detenerlo. Sentí como tamborileaba sus dedos en mi pubis y con ello incrementar mi excitación, no tenía caso hacerme tonta y me moví colocándome boca arriba.
Mi cachorro se quedó quieto pensando que dormía y temía despertarme. Su mano permaneció pegada a mi panocha, sin embargo, respire fingiendo seguir dormida. Animado por esto y sin poder reprimir más sus deseos mi cachorro deslizó sus dedos acariciando mi pubis, ya no podía mas mis caderas comenzaron a agitarse sin que pudiera evitarlo, suspiré y separé mis piernas, mi panocha ahora estaba a su disposición e hiciera con ella lo que quisiera, que yo… no se lo iba a impedir. Retrocedió su mano hasta el elástico de mis pantaletas sentí escalofrió en mi vientre en el momento en que mi cachorro metió su mano entre mi prenda, trate de quedarme quieta pensando cómo iba a soportar semejante tortura sin responder a sus deliciosas caricias, la respuesta sería inmediata porque mi cachorro deslizó su dedo a lo largo de mi fisura y con ello me arranco un quejido que no pude contener. Visiblemente nervioso pregunto:
—¿no duermes mami? —suspirando le conteste:
—no mi rey.
Por toda respuesta mi cachorro se abalanzó sobre mi boca, y sin que su dedo abandonara mi panocha, me beso y agitó su dedo hasta hacerme escurrir, juro que estuve a punto de venirme mis ojos vieron estrellitas y mi boca gritaba con fuerza mi delirio.
Mi cachorro se incorporó y me despojo de mis pantaletas, mi sorpresa no tuvo límite cuando sentí su boquita pegada a mi vagina, era la primera vez que mi sexo tenia contacto con una lengua y me estaba enloqueciendo.
Lo tome por la nuca y lo obligue a permanecer pegado entre mis piernas, sentí que todo el cuerpo me temblaba, mi cachorro dejo de besar mi ardiente rincón, enseguida me beso y pude saborear el sabor a mí que tenía entre sus labios, se recostó y me indico que le diera la espalda, por un momento hasta se me frunció el culo pensando que me metería su gigante por las nalgas, alguna vez su padre me lo metió y me hizo cagar fue una experiencia desagradable, sin embargo no fue así, se instaló y penetro en mi vagina detrás de mí, que inmensa dicha me hiso sentir pues mientras penetraba en mi panocha su exquisita verga sus dedos acariciaban mi botón, con tan grata sensación que sin resistir un instante más me vine aullando como una perra, no sé qué tan fuerte, pero igual los vecinos pudieron oír mis gritos, mi cachorro se había vuelto todo un semental y continuaba bombeando mi panocha sin consideración, hasta que rendido por la sensación que le producía con mi sexo descargo su lechita dentro de mi vientre y se durmió con su garrote estacionado dentro de mí.
Que puedo decir ya que tenga valor, me estaba acostumbrando a las caricias de mi hijo tenía que poner un freno pero ¿cómo si la tentación los vencía a los dos sin remedio? Salí a trabajar sin avisarle a mi cachorro por la tarde más serena hablaría con él. Llegué a casa ya muy noche Alonso la esperaba recostado en la cama.
—me tienes ansioso esperando mama, tengo unas ganas enormes de meterte la verga.
—no hijo, eso ya no será y es definitivo no podemos seguir cogiendo eso está mal ya te lo dije, te imaginas si se entera la gente.
--pero no tiene por qué enterarse la gente será un secreto entre tú y yo.
—no y no insistas porque no te voy dar más explicaciones esto no vuelve a suceder.
Así transcurrieron varios días en los que me puse firme en mi decisión y hasta lo amenace con no volver a dormir juntos, sin embargo la fiesta, siempre la fiesta acompañada del alcohol, fue la noche del sábado en la fiesta de quince años de mi sobrina, tenía más de seis meses desde la última vez que había cogido con mi hijo, seguía firme negándome a coger con mi cachorro, pero me estaba costando mucho trabajo, nunca falta el detalle que modifica los aconteceres, pero esto me movió el tapete y no pude soportar.
Sucede que mi cachorro comenzó a bailar con todas las chiquillas que asistieron a la fiesta, pensé que dado el tiempo que había transcurrido todo estaba bajo control, me equivoqué, pues al ver a mi hijo bailar con esas chicas no pueden imaginar los celos que sentí, tan intensos que rompieron mi corazón. Mi turbación era tanta que constantemente miraba el frente de su pantalón pensando que alguna de ellas lograra excitarlo, trate de evadir el hecho y cambie varias veces de lugar, tome algunas copas de más y estaba algo mareada, trataba de olvidar aquel hecho que tanto me fastidiaba.
La fiesta llego a su fin y con ello el regreso a casa, nos ofrecieron quedarnos en casa de mi hermana, quizá hubiera sido lo mejor, pero yo me negué, permanecía molesta con él, al regresar a casa no le dirigí la palabra, interiormente reconocía estar enojada y celosa, además de que las copas habían hecho su parte y me sentía algo tomada.
—¿qué pasa mama te noto enojada?
—¿Cómo quieras que me sienta si por andar bailando con esas chiquillas te olvidaste de mí?
Mi cachorro se dio cuenta de mi estado etílico y estaba seguro de que aquello daría destino pasional a su noche.
—¿estás celosa no lo puedo creer?
Mi cachorro me abrazo con todas sus fuerzas, tan cerca que el bulto duro al frente de su pantalón, chocaba con fuerza contra mi pubis, estaba muy excitado y más que dispuesto a cogerme.
—tu eres el amor de mi vida y lo sabes, te has negado, pero eres la hembra destinada para mí. No te resistas más.
Sentí como su tranca endurecida crecía a cada instante, y parecía romper su ropa y la mía, demasiada tentación, sentí en mi pecho más fuertes los latidos de mi corazón, mis tetas se endurecieron y mi vagina estaba ya humedecida, intente resistirme un poco y le alegue que no estaba celosa.
Sin embargo, él insistió.
—te importo más de lo que quieres aceptar.
Me tenía tan fuertemente abrazada que no pude resistir la tentación de sentir su dureza entre mis piernas, fue un empujoncito delicioso que termino con todas mis protestas.
—eres un tramposo, pero te adoro.
Enseguida mi cachorro bajo el cierre de mi vestido y me empujo con suavidad a nuestra cama, esa cama que se convertido en la trampa que nos había llevado a pecar de esa manera tan ardiente como irresistible, me sentó en el borde de la cama y me ayudo a quitarme las pantaletas, enseguida el sostén, era una experiencia diferente, me exhibía delante de mi hijo totalmente desnuda, estaba desquiciada, mis piernas temblaban al sentir la mirada lujuriosa de mi cachorro, tenía su mirada fija en mi entre pierna cubierta de pelos. Entonces le dije:
—recuéstate de espalda mi amor.
Fui liberando botón por botón de la camisa, y fui besando febrilmente cada parte de su piel que iba descubriendo, le ayudé a quitarse el pantalón con todo y trusa, dicen los que los dicen saber, que una mujer no se excita al mirar una verga dura y desafiante, mienten. Al ver su virilidad en ese estado me pareció tan excitante verlo tan grande y gordo, que mi vagina tembló de deseo, lo agarre con ambas manos haciendo una especie de pirámide como midiendo su longitud, fueron dos puños del tronco y la cabeza quedó fuera del puño.
Jugué con el pedazote de carne un par de minutos, antes de empezar a mamarlo con gran deseo, lo introduje dentro de mi boca hasta donde me fue posible, justo donde su cabezota choco con mis anginas masajee la punta con mi garganta y después al sacarlo de mi boca, lo atrape con mis labios, lo succione hasta que me dolieron las quijadas enseguida comencé a recorrerlo con la punta de la lengua en toda su extensión y besé con ternura sus enormes huevos, mi cachorro no dejaba de suspirar y gemir, eso me excitaba tanto que sentí que la panocha me escurría.
—para mami o terminare llenando tu boquita con mi leche.
No obstante, algunas gotas transparentes escaparon de su verga y las trague con mucho placer, sin perder tiempo me instale a horcajadas y me ensarte en su verga de un solo golpe de inmediato empecé a deslizarme sobre su rica tranca hasta devorarla por completo sintiendo como aquel gigante saturaba con su presencia cada rincón de mi vagina, aquella posición era fabulosa me hacía gozar lo indescriptible, solo que no aguante mucho así, llegue al orgasmo entre gemidos y suspiros entrecortados. Casi de manera simultánea pude sentir los chisguetes que violentos salían disparados de la boca de su verga inundando con ellos mi cueva.
Apenas amanecía cuando desperté. Mi pequeño no estaba a mi lado, me sentí sola, iba a buscarlo cando entro a la recamara, aun desnudo, le extendí los brazos y de un brinco estaba sobre mí. Me dio un beso en la boca, por un momento me sorprendió, pero de inmediato correspondí, abriendo un poco los labios, su lengua entro en mi boca jugando con la mía, separe las piernas. Al tiempo que atrapé su aguijón con la mano, lo guie a la entrada de mí vagina, e iniciamos el mete y saca, gran parte con los movimientos de sus caderas, seguido por los movimientos de mi pelvis. Al principio lento. Y en seguida aumentando la rapidez de los empujones martillando con fuerza mi indefensa panocha, entre apasionados besos y un salvaje masaje a mis mamas de nuevo perdí la cabeza, como demente empecé a repetir una y otra vez así:
—más, más cachorro destrózale las verijas a tu puta madre.
Alentado por mí, mi cachorro se colocó entre mis piernas, me tomo por los tobillos situándolos sobre sus hombros, en esa postura me cogió tan delicioso lento profundo aumentando poco a poco la rapidez de sus embestidas, minutos después soltó mis tobillos para tomarme de las caderas jalándome fuertemente hacia él, mis nalgas quedaron sobre sus piernas, apoyando los pies en la cama, para continuar con los duros embates, aquellas tremendas estocadas terminaron arrancándome una serie de quejido y gemidos como si me estuviera volviendo loca.
Mi clímax fue tan intenso, que se contrajeron todos los músculos de mi cuerpo. Sobre todo, los de la vagina estos se sujetaban con fuerza a su invasor, pretendiendo no dejarlo escapar jamás, pero mi cachorro aún no terminaba, continuó bombeando por un minuto más, hasta sentir de nueva cuenta el delicioso calorcito de su semen escurrir dentro de las paredes de mi panocha.
Fue una noche intensa, de felicidad tan grande que dadas las energías de mi hijo precia no tener fin. Me dispuse a darme un baño mientras intentaba encontrar solución a esta relación prohibida que mantenía con mi hijo, convencida de que de nada me servía resistirme y que además nunca había sido tan feliz en los brazos de un hombre hasta que estuve en los de mi Alonso. Decidí convertirme en la mujer de ese muchacho hermoso, que un día saliera de mi panocha y ahora no quiere salir de ella para mi mayor beneplácito, lo amo y el me ama entendí que no tengo fuerza ni voluntad para resistirme a mi hijo me desea tanto como yo, que así sea.
Yo también lo amo y estaré siempre a su lado cogiendo felizmente. Todo aquello me hacía sentir mucha dicha seguramente se debía a la increíble noche pasada, pero mientras aseaba mi cuerpo sobé mi vientre, y un presentimiento paso por mi mente y me hizo estremecer.
Días después comprobé mi sospecha, me aplique una prueba de embarazo, y el resultado revelo que mi sospecha era correcta, estoy esperando un hijo de mi cachorro.
Sorprendida… no, cogimos sin protección, el resultado era imaginable, abortar no, pero es preciso abandonar este lugar por el bien de los dos y de nuestro hijo.
Dar clases es mi pasión, y vivir cosas nuevas más. Siempre me he llevado bien con mis colegas, pero con este fue de lo mejor.
Hace algunos años daba clases en diferentes empresas, y bueno en más de una tuve algo que ver con alguno de mis alumnos, que otro día les contare. Hoy es el turno de contarles cuando tuve sexo formidable con un colega.
Mac no era de mi equipo de trabajo, era por decirlo así, la competencia, pero yo me llevaba bien con él. Siempre que nos encontrábamos en los pasillos o escaleras, nos saludamos cordialmente, intercambiábamos algunas frases y nos íbamos a dar clases.
Un día me pregunto si me interesaba trabajar para el en otra empresa, le dije que sí, nos pusimos de acuerdo y esa tarde quedamos en tomar un café y platicar al respecto.
Y bueno en realidad no fue a un café, fuimos a un restaurante y tomamos algo diferente, no recuerdo que tome yo, a él le encantaba la cerveza, platicamos de todo menos de trabajo, no quise ponerme pesada y reclamar esto y bueno cuando el menciono que había sido un magnifico pretexto para salir conmigo, lo tome como un halago, yo me sentía ligeramente relajada con la bebida, pero bien consiente de lo que sucedía. Se hizo tarde, pidió la cuenta y nos salimos, me llevo a mi casa, se estaciono en la esquina y me empezó a decir que yo le gustaba muchísimo y que desde el primer día que me vio, se le antojaron mis labios, debo decir que son bonitos, me encanta sonreír e inconscientemente los muevo de una manera peculiar cuando estoy algo nerviosa, los “paro” me han dicho.
Este gesto, según Mac, lo calentaba, y bueno me dijo que tenía unas ganas enormes de besarme pero que le daba temor que yo me enfureciera.
Sonreí, confieso que él me atraía, no era precisamente el tipo de hombre que me enloqueciera de verlo, pero es guapo y quizás su apariencia medio cínica era la que más me atraía, así que sonreí, y le dije que los besos no se pedían, se robaban y bueno que había que correr el riesgo de la reacción.
Me miro y acto seguido me empezó a besar. Besaba riquísimo. Nos besamos algunos minutos y fue suficiente para calentarnos, bueno yo creo que ya íbamos medio a tono. Al separarnos me dijo que si, así como besaba hacia el amor, debía ser fabuloso hacerlo conmigo.
Le conteste:
—¿Y por qué no lo compruebas?
—¿Ahora? ¿Podemos ir? —Me pregunto feliz y asombrado al mismo tiempo.
—Sí —conteste simplemente.
No lo dije dos veces, arranco, llegamos a un motel. Y bueno desde el carro ya me iba metiendo mano bajo la falda, cosa que me encanta, y por supuesto me calienta.
Al estar en la habitación se abalanzo hacia mí y empezamos a besarnos como enajenados, tiene una forma muy peculiar de besar, en momentos me mordisqueaba y chupaba los labios y metía su lengua en mi boca haciéndome sentirla en todas partes de mi boca, chupaba mi lengua, y me puso a mil.
Nos tiramos sobre la cama, y sus manos empezaron a desnudarme, acariciando todo lo que podían, por supuesto su meta eran mis tetas y mi vagina, cuando tomo mis tetas en sus manos, mis pezones ya estaban duros y paraditos, las tomo las restregó con sus manos y empezó a mamarlas súper, su barba me daba una sensación rica en la piel. Sus manos bajaron buscando mi vagina y empezó a meterme los dedos. Yo estaba calientísima y podía sentir en mi piel su verga dura bajo el pantalón, así que no espere más, él estaba sobre su espalda así que solo me incorpore un poco y busque su verga me ayudo a sacarla, pues es grande y gorda, y empecé a mamarla, me encanto su verga, me encanto sentirla en mi boca, poniéndose cada vez más dura, más parada, el disfrutaba mis mamadas y me empezó a decir cosas sucias en inglés, pues de eso dábamos clases. ¡Nunca lo había hecho en ingles!
Después de una buena mamada, se volteó y empezó a lamer todo mi cuerpo, desde mi boca, cuello, tetas estómago, inglés, piernas, y regreso a mi entrepierna, para darme la chupada más rica de mi vida hasta ese entonces.
Sentía como me lamia, su lengua recorría deliciosamente mis labios vaginales, revolviendo su saliva con mis líquidos, metía y sacaba su lengua, estuve a punto de venirme, pero no quería hacerlo todavía, la calentura que sentía, me empujaba a dilatar más el momento, seria magnifico. Así que, con el movimiento de mi cadera y manos, fue mediando la intención de su mamada, cuando sentí que ya no podía más, me levante lo hice acostarse nuevamente sobre su espalda, le di una mamadita más a esa verga tan rica y me monte en él, acomode su verga en la entrada de mi vagina, y él se encargó de dejarla llegar hasta lo más profundo de mi de una sola estocada, Me encanta eso.
Me fascina sentir que me abren de un jalón. Grité de gusto, y le pedí más, la encajo todavía más, gritando que estaba yo de lo más rico, que no se había equivocado, y empezamos a coger frenéticamente, el sudor se empezó a formar en mi cuello, nuca y entre mis tetas, de momentos se levantaba un poco hacia a mí y chupaba mis pezones, así como pasaba su lengua en mis tetas, desde abajo y entre ellas, saboreando mi sudor, nos besábamos, jugando con las lenguas, para aplazar más la venida. Hasta que ya no pudimos y reventamos de placer, me vine de manera formidable sintiendo sus arremetidas y su venida abundante en mí.
Descansamos un rato, y el empezó a lamerme otra vez el cuerpo, lo hacía tan delicioso que desee que me cogiera nuevamente en pocos minutos, su verga ya estaba de nuevo dura cuando dejo de mamar mis tetas para metérmela ahora el encima de mí, puso mis piernas en su pecho, mis tobillos descansaban en sus hombros de manera que su lengua podía lamer la piel de mis piernas mientras me cogía, empezó a hacerlo suave y lentamente, yo estaba desesperada por sentirlo más y más. Le grite que me cogiera duro, y no lo hizo, siguió haciéndolo lentamente, dejándome sentir cada centímetro de verga resbalando dentro de mí, levantaba yo mi cadera para forzarlo a más, hasta que de pronto en un movimiento rapidísimo brusco me la dejo venir hasta dentro más adentro que la vez anterior, sentí un dolor mezclado con placer, y le dije que siguiera haciéndolo así, mi placer desbordaba, creo que me oyeron gritar en todo el motel, mas, dámelo todo, mas, duro, le gritaba yo, y él me decía, quieres más? así? más fuerte? Sabía que te iba a gustar mi verga y coger conmigo.
Me hizo venir dos veces más así en la segunda venida, se salió de mí y me chupo las tetas, yo no sabía si gritaba de placer o de dolor, pero no le pedí que se detuviera, al contrario tome su cabeza con mis manos y lo apretaba contra mis tetas, mientras el metía sus dedos en mi vagina para mojarlos y hacerme venir nuevamente, cosa que logro, finalmente volvió a cogerme un rato más, y termino en mis tetas.
Después de esa vez, nos jugamos dos o tres aventuritas más. Que otro día les contare.
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