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"Una cariñosa y dulce madurita, que "NO" quería, pero... QUERIA"
Como ya narré en mi primer relato, el verano con Elisa fue estupendo y maravilloso, porque además de aprender todo lo que ella me enseño, se me quitaron todos los complejos y como bien me dijo ella en aquel entonces riéndose, más de uno de dos y de tres, desearían tener ese complejo.
Cuando regresamos de vacaciones, mi madre me decía que me encontraba cambiado y yo sonriéndola le decía que sí, que más moreno. Pero tenía razón algo en mi cambio.
Con Elisa me seguía viendo, pero no tanto como nos hubiera gustado a los dos, he de reconocer que era una buena “profesora”, me decía que ya poco se me podía enseñar, pero que sería bueno seguir practicando y se reía.
Se acabó el verano, se inició el curso escolar y la vida volvió a su rutina. En esta rutina estaba que yo iba mucho a casa de unos vecinos de la urbanización y que eran muy amigos de mis padres. El motivo de ir tanto, era que mi abuelo me regalo una colección de sellos y varias cajas llenas de sellos, el vecino (Marcos de 48 años) era también coleccionista y por ello nos dedicábamos a ir clasificando los sellos, que él se creía que no me daba cuenta, pero alguno se quedaba. Y su mujer Esther de 42 años. No tenían hijos.
Ella me cuido muchas veces de pequeño cuando mis padres no estaban. Era muy alegre, simpática y dicharachera. Físicamente de cara no era muy guapa, aunque tenía una mirada enigmática. De cuerpo era de 1.62 más o menos, pechos medianos tirando para pequeños (a mí me gustan grandes) y un culo espectacular, perfecto. Lo que llamaba la atención, era lo que se marcaban sus pezones, nunca había visto a nadie que se le marcaran así.
Yo seguí visitando su casa dos tres veces a la semana y si no iba ya me llamaba Marcos, para vernos. Poco a poco, según pasaban los días me parecía que le estaba tomando algo más que aprecio, hasta que me di cuenta de que lo único que quería, era intentar disfrutar con ella en la cama, en un polvo de esos salvajes, que tanto nos gustan a todos. Empecé a soñar y pajearme imaginándome que estábamos en uno de esos fabulosos polvos. Y cuando estaba con Elisa pensaba en Esther. Después del verano me veía muy lanzado y que todo era posible.
Por trabajo él tenía que ir a dos países europeos durante una semana, así que se llevó a la mujer. Dejándole encargada a mi madre el tema de las plantas.
A los dos días de irse, mi madre me dijo que me pasara por la casa de ellos y que regara las plantas, cogí las llaves y me fui para allí, regué rápidamente las plantas y me lance a cotillear en la habitación de ellos. Abría un cajón y después otro, pero poco había que cotillear. En un armario había un cajón con cerradura, eso me llamo mucho la atención y mi curiosidad. Pero no sabía cómo poder abrirlo, cuando pruebo y veo que no está la llave puesta y ¡!BINGO¡¡, nada más abrirlo veo varios vibradores-consoladores. Algunos de un tamaño considerable y otro muy raro para mí en ese momento. Pensé que todo sería mucho más fácil de lo que pensaba.
Esos días empecé a pensar, tramar en mi mente adolescente y con las hormonas lanzadas, como entrar y follarme a Esther. Lo cual me proporciono grandes, fabulosas y numerosas pajas, que siempre recordaré durante esos días.
Llegaron del viaje y nos contaron todo lo que hicieron… Yo no sé porque la note más cariñosa. Yo creo que siempre le gusté a ella, y que algo quería, pero no nos atrevíamos ninguno de los dos a dar el primer paso, hasta que ocurrió hace poco, lo que tenía que ocurrir.
Era sábado por la mañana estaba solo en mi casa, con ganas de sexo como siempre, cuando oí que el marido de Esther, como hacia todos los sábados bajaba por las escaleras para irse con unos amigos a hacer deporte, que lo que hacían en realidad era irse a un bar a beber cervezas y contarse historietas y fue entonces cuando me propuse atacar a ver qué ocurría.
Como Marcos en aquel entonces era un coleccionista de cintas de video VHS, de todo tipo de películas. La mayoría pirateadas.
Fui a su casa y llamé a la puerta con la excusa de devolverle unas películas suyas y que me dejara alguna nueva para poder verla en mi casa. Abrió la puerta y allí apareció ella, recién duchada, en albornoz y con una toalla en la cabeza, a mí me pareció encantadora y a mis hormonas más, con ese olor a recién duchada.
Le pregunté por las pelis de vídeo y me hizo pasar para que eligiera la que más me gustara. Las películas las tiene guardadas en un habitación llena de estanterías, pero me dijo que las nuevas Marcos las tenía escondidas en un armarito, pues hasta que él no las ve no las deja en las estanterías para que nadie de su familia se las lleve antes de tiempo, pero me dijo por ser tu ven… fuimos a donde estaba un pequeño armario situado a la altura del suelo, por lo que se agachó para abrir el armario, en ese momento se agacho y se a cuatro patas, me agache un poquito y pude ver que debajo no llevaba nada, sabiendo que debajo no llevaba nada y por creer lo no debía creer me decidí a atacar.
Cuando se levantó para darme dos cintas, no me lo pensé la abrace y la bese, ella se zafo, me dijo si me había vuelto loco, que me creía, que vaya disgusto… que ya se pensaría si se lo contaba a su marido a mis padres… Sin poder articular palabra, me di la vuelta y me marché. Me iban temblando las piernas con todo lo grande que yo era.
Desde ese momento yo lo único que hacía era pensar que decir cuando se enteraran.
Pasaron los días y nadie decía nada, todo el mundo actuaba como siempre. Bueno todo el mundo menos yo. Hasta que un día comiendo mi madre me dice, que Marcos ha preguntado si pasaba algo que ya no iba con los sellos. Lo primero que se me ocurrió que ese mes llevaba dos asignaturas arrastrando y estando con los exámenes encima. Mi padre dijo siempre te quejas y luego sacas unas notas fabulosas.
De momento pasé el primer asalto, pero se acabaron los exámenes y aprobé todo como predijo mi padre. Pero me seguí haciendo el loco. Unos días después me encontré a Marcos y Esther por la calle, dándome Marcos la bronca por no ir a su casa, yo no hacía más que ponerle excusas y el seguía insistiendo, ella me miraba fijamente y yo trataba de apartar la mirada.
Ya estaba cerca mi cumpleaños y un día suena el teléfono lo coge mi madre oyendo que al ratito dice, no te preocupes que ahora mismo va. Carlos tienes que ir a casa de Esther que Marcos no está y necesita una ayuda. Yo me pongo nervioso y le digo a mi madre que ahora no puedo. Mi madre me dice que no sea tonto, que seguro que es para sonsacarme que regalo quiero para mi cumple, que a ella ya la ha tanteado, pero como le dijo que no sabía…
Así que no me quedo más remedio que ir. El camino se me hizo agónico. Llame a la puerta y se abrió rápidamente, Esther me hizo una indicación para que entrara y una vez en el salón y antes de que so pudiera decir nada, me dijo siéntate ahí.
Como veras no le dije a nadie lo que paso, es algo que quedara siempre entre nosotros, tome esa decisión porque no quería que se enrareciera el ambiente y la relación entre tus padres y nosotros. Así que haz como yo olvídalo, nunca paso. Lo que no puedes hacer es estar evitándonos, porque todo el mundo ya se está mosqueando, tus padres que abra pasado con nosotros y Marcos que les pasara a tus padres con nosotros.
Yo la di las gracias por no decir nada, pero la dije que no podía evitar el sentirme incomodo estando ella. Y que no podía evitarlo. Ella que hasta entonces estaba de pie, se sentó, dejando ver sus maravillosas piernas y parte de los muslos. Apoyando sus codos en sus rodillas y la barbilla sobre sus manos, preguntándome si ella había hecho algo que yo interpretara mal, yo me encogí de hombros mirándola a ella y pensando en el cajón que vi todo lo que vi.
Me dijo con lo hombretón que eres y más para mi edad, tenía que tener a todas las chiquillas detrás, yo le dije que las chiquillas no me hacían gracia y menos la de mi edad, ella me pregunto si nuca hice nada con ninguna chica, mintiéndola le dije que no, que era virgen total. Además, para picarla le dije, tu además dices de olvidar todo seguir como si nada hubiera pasado y te has sentado en otro sillón como si tuviera la peste.
Ella automáticamente se levantó y se sentó junto a mi diciéndome que no había sido intencionado, cosa que no me creí. Estaba dudando si lanzarme otra vez o no cuando sonó el teléfono. Ella fue a cogerlo y se quedó de espaldas a mí y por lo que hablaba debía de ser Marcos, quedo confirmado cuando ella dijo es que ha pasado Carlos y estaba hablando con él, me paso el teléfono y él me dijo mañana pásate que he comprado un nuevo catálogo… Apareció Esther con muchos papeles y le pase el teléfono, ella le dijo que los tenía allí y empezó a buscar entre los papeles con una mano.
Mientras me hablaba de espaldas, empecé a acariciar sus piernas por debajo del vestido y a subir mis manos hacia los muslos, (se notaba una piel muy suave), se giró violentamente para pararme, diciéndome con la mirada, pero sin articular palabra que a ver que hacía, que, si estaba loco, pero la suavidad de mis caricias en sus piernas y mi decisión, hicieron que poco a poco y sin poder evitarlo se estremeciera y empezara a temblar dejándome hacer.
Yo estaba totalmente ido, estaba viendo que ella me dejaba seguir poco a poco, era lo que siempre había querido hacer y no podía más del calentón que esa situación me estaba produciendo.
Ella seguía hablando y poco a poco subí más mis manos y le levanté la parte posterior del vestido, quedando delante de mí su culo tapado por unas braguitas blancas. Empecé a tocar la parte interior de sus muslos, cerca de su coñito, ella al principio, pero muy al principio, apretó bien las piernas para no dejarme llegar, pero luego abría cada vez más sus piernas, estaba excitadísima, así que pasé a tocarle su coñito por encima de las bragas, estaba más que mojada.
Estaba tan ensimismado que ni me entere cuando se despidió. Oí el golpe al colgar el teléfono. Ella se apartó diciendo en voz alta… ES QUE NOS HEMOS VUELTO LOCOS... Yo la dije si te estaba gustando sigamos y ella rápidamente me dijo que mentira que no le gustaba, entonces enseñándola mis dedos la dije ¿Y esto…?, estaban mojados de sus jugos.
Ella no sé si nerviosa o excitada, tal vez ambas, me dijo… mira te hago una paja te vas y ya está, ¿De acuerdo, hay trato? Yo dije que si con la cabeza y me senté en el sillón. Ella se acercó se sentó a mi lado y me dijo ya te podías desabrochar tú el pantalón. Así lo hice y ella estiro su manita y para facilitarlo más me baje pantalones y boxers. Ella de pronto se quedó mirando y me dijo que cuanto me media, la dije que ni idea, ella se puso a hacer la paja y no le abarcaba bien la mano, se la notaba cada vez más excitada y menos a disgusto.
Mientras me la hacía yo estiraba una de mis manos para tocarla el culo en un principio por encima de la falda, pero según pasaba el tiempo ya la tocaba el culo por debajo, ella no protestaba, hasta que con mucho cuidado aparte la braguita y la metí un dedo, ella casi sin voz me dijo que eso no era lo acordado. Nada más terminar de decir eso, metí otro de mis dedos y empecé a follarla con ellos, ya no se pudo aguantar más, agacho la cabeza y empezó a lamer y a chupar.
Ella solo gemía y me decía que era un demonio, que menuda polla, que eso era lo que ella necesitaba, estaba como loca. Se estremecía tanto que yo creía que con cualquiera de mis caricias se estaba corriendo y cada vez se mojaba más y más, llevaba mucho tiempo sin tener sexo en condiciones, eso me dijo.
Estaba claro que su marido es un tipo simpático y como más tarde descubrí, como yo pensaba a esa mujer no le era suficiente.
No aguanté más y la quite el vestido de manera violenta, así que se quedó solamente con sus braguitas blancas y sus ricas tetas desnudas que no eran muy grandes, pero lo que me dejo asombrado fue el tamaño de sus pezones negros en punta. Me puse detrás suyo con mi polla en su culo, frotándolo con un poseso, mientras le besaba, mordisqueaba y lamia, en la espalda, en el cuello, por todo su cuerpo, a la vez que acariciaba sus tetas y sus enormes pezones. Ella ya no decía nada, solo disfrutaba y gemía salvajemente.
Después de pasar un rato en esta posición, le quité sus bragas mientras la seguía acariciando, para pasar a comerme ese coño depilado, que estaba más que mojado, alternaba con su culito la comida y con mis dedos dentro, ella solo jadeaba y mordía un cojín como si la diera vergüenza que la oyera. De pronto se quedó como paralizada y acto seguido se retorcía corriéndose desesperadamente en mi boca. Cambie de posición para hacer un 69 y ella una vez colocada me dijo… ERES UN CABRONAZO. Al preguntarla me dijo que yo de virgen no tenía nada sintiéndome y agarrando mi polla y metiéndosela en la boca. Disfrutando del 69 durante un buen rato donde ella se corrió muy rápidamente, creía que me iba a correr y la hice que se parara. Ella me dijo que me callara y siguió mamándola como una experta, hasta que me empecé a correr sin poder evitarlo, tragándoselo todo sin dejar nada, diciéndome después que era un portento, que con menos desayunaba ella. Nos abrazamos un rato y ella me decía que era un golfo, que donde había aprendido tanto…
Pero ya era hora de empezar a meterla en su coño inundado y preparar su culito. Le agarre para cambiar de posición y ella se dio cuenta de lo que quería y se puso encima de mí y mi polla entró en su coñito como un cuchillo en la mantequilla. Se movía perfectamente, al principio un poco lenta, mientras yo le tocaba y acariciaba todo su cuerpo, sus pezones, su culo, su cara.
Cuando vi, que estaba muy excitada, me incorporé un poco y me metí un pezón en mi boca, lamiéndolo, mordisqueándolo y empecé a meterle un dedo, mojado con sus abundantes jugos en su culo. No sabía si protestaría, pero me di cuenta de que la encantaba, parecía que iba a explotar de la calentura que tenía. Cada vez la follaba con más fuerza y su culo también. Se corrió por tercera vez y se desplomó encima de mi cuerpo completamente exhausta, no entendía nada de lo que decía, hablaba, gemía y suspiraba a la vez.
Se quedó un rato quieta y me dijo que a este paso la iba a matar con tanta corrida, que no estaba acostumbrada. Le dije que de eso nada que lo que más me atraía de ella era ese soberbio culo, que todos miraban cuando iba por la calle, ella se rio. La pregunte si Marcos la había follado por ahí y me dijo que ni Marcos ni nadie, pero que eso no quería decir que diera virgen.
Me agache y la coloque a cuatro patas, comiéndola desde atrás sobre todo su culito, ella se movía, ronroneaba, sabía lo que iba a venir, cuando estaba bien ensalivado, me coloque detrás y puse la punta de mi polla en la entrada de su anito, lo intente y ella dijo uufffff, un momento, se levantó y volvió enseguida untándome como un aceite en mi polla y me dijo que le pusiera en su culo. Así lo hice.
Ella me dijo ahora adelante, se la metí poco a poco hasta dentro, (es la postura que más me gusta) mientras yo me follaba ese soñado culito, ella movía su culo de manera circular, ella se giró un poco y me dijo no sabes follar más fuerte. Amarrándola las caderas y follandola salvajemente contra más fuerte lo hacia ella gritaba y pedía más y más. Ella mientras me la follaba se hacía una paja, corriéndonos los dos a la vez, quedándonos exhaustos.
Nos recompusimos ella me dijo que me fuera ya que tenía que recoger todo ese desaguisado, ventilar la casa y ducharse. Así que me vestí, me acompaño a la puerta y antes de salir cuando la iba a decir una cosa, me puso un dedo en los labios y me dijo, que no dijera nada.
Pocos días después me la encontré por la calle, se la noto sorprendida de encontrarme, pero aguantando el tipo ella me dijo, Carlos lo que paso no tenía que haber pasado, la culpa no la tuviste tú, la tuve yo por dejar que pasara, yo soy la adulta y la que tenía que evitar que eso ocurriera. Así que tenía que prometerla que nunca hablaría de lo sucedido y que jamás intentaría hacer nada más con ella.
Yo la dije que sí, pero con una condición. Ella me pregunto cuál con cara de duda, de expectación, tal vez susto. Diciéndole yo… Mira Esther no te preocupes es solo una pregunta, pero cuando me contestes no quiero que me trates como a un tonto… Entonces ella me dijo con cara de alivio que si era solo una pregunta, que me contestaría con total sinceridad.
El día que estuvimos juntos hubo una cosa que dijiste y que me quedo en la cabeza y lleva desde entonces rondándome. Fue cuando me dijiste… “que era un demonio, que menuda polla, que eso era lo que ella necesitaba y llevaba mucho tiempo sin tener sexo en condiciones”.
Ella se quedó mirándome, le brillaban los ojos de manera diferente, se veía que no sabía que decir. Estaba ahí frente a mí, en mitad de la calle con las manos cargadas con unas bolsas, en ese momento me di cuenta y cómo íbamos de camino a nuestras casas, le cogí las bolsas como otras muchas veces diciéndola, mientras vamos caminando, te dará tiempo a contestarme.
Cuando llegamos a su portal, abrió la puerta del portal y yo con total normalidad las iba a subir a su casa, cuando me dijo que no hacía falta que las dejara allí, que ya las subía ella, se las acerque hasta el ascensor y las metí dentro, la dije que no me había contestado y ella me decía que no sabía que contestar que ya lo haría. Mientras me decía esto ya me había metido en el ascensor y llego un vecino que se metió también en el ascensor.
Subimos todos y ella como avisándome me dijo que Marcos se iba a alegrar de verme. Me quede un poco chafado, pero que le íbamos a hacer, salimos antes que el otro vecino del ascensor abriendo Esther la puerta de su casa, nada más entrar dijo en voz alta a Marcos que tenemos visita, se oyó a Marcos preguntar que quien y le dijo que Carlos.
Salió a saludarme todo manchado, que estaba haciendo de manitas en el baño, me dijo que esperara que enseguida salía, le dije que no se preocupara, que dejaba las bolsas y que me iba. Él me dijo que pasara pronto a verlos y a ella le dijo que un día tendría que pagarme que me tenía como a un esclavo y se fue hacia el baño riendo.
Pero no pude aguantarme, en la cocina la agarre por detrás pegándola mi paquete a su culo y lamiéndola el cuello y la oreja. Ella se dejó, pero de pronto se giró, me dio un morreo bestial y a continuación me dijo que me fuera. La volví a besar y la cogí una mano y loa lleve a mi entre pierna, ella se resistía, pero cuando noto como crecía, la solté la mano y seguía sola.
Soltó de pronto me empujó hacia la puerta y me dijo… a las cuatro y media.
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