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Categoría: Incestos

Estefanía y sus tíos

Estefanía, una joven rubia de 19 años, alta, de ojos azules y con un cuerpo de escándalo, a las ocho de la mañana, iba haciendo footing por su urbanización con un chándal rojo con rayas blancas, apretado al cuerpo, acompañada de su tía Matilda, una mujer morena de 38 años, de ojos negros, cuerpo estilizado y que vestía un chándal verde. La tía, cuando iba a su lado no paraba de mirar el movimiento de las tetas de Estefanía subiendo y bajando, y cuando iba detrás de ella le miraba para el culo, un culo grande y respingón. Matilda se excitaba mirando para los encantos de la sobrina, y por mirar para donde no debía metió un pie en un hueco y torció un tobillo.



Estefanía llamó por el móvil a una ambulancia. Matilda fue llevada al hospital y Estefanía volvió al chalé.



Serafín, el tío de Estefanía, un cuarentón, canoso y atractivo, que estaba en bata de casa, al ver entrar en la cocina a su sobrina, le preguntó:



-¿Y tu tía?



-En el hospital. Se torció un tobillo. Me voy a dar una ducha que estoy sudada.



-Así, con el coñito sudado enamorarías al mismísimo diablo.



-Sí que te importa tu mujer, sí.



-En este momento eres tú el centro de mi universo.



-Esto me empieza a oler mal, y no soy yo.



Serafín le cogió las manos y besó dulcemente las muñecas de Estefanía.



-¿Qué haces?



La besó alrededor de los ojos, en la punta de la nariz, en las mejillas, en la comisura de los labios, en el cuello, en el borde de la mandíbula, en los lóbulos de las orejas, se los mordisqueó. La besó en los labios.



-Déjame ya, hombre, déjame ya que me estás poniendo mala y acabaré haciendo lo que no debo.



Serafín le metió la mano dentro del chándal. El coño de Estefanía estaba mojado de sudor y de jugo.



-Debe estar delicioso ese coñito. Saladito por el sudor...



Estefanía hizo que se callase metiendo la punta de la lengua en la boca de su tío. Se encontraron las lenguas. Se besaron con pasión. Luego, Estefanía le dijo a su tío:



-Me gustaría hacerlo en vuestra habitación.



-¿Y eso a qué se debe?



-Morbo. Más de una vez sentí gemir y jadear a la tía mientras se corría. Ahora quiero ser yo quien se corra contigo en esa cama.



-¿Qué hacías al sentir sus gemidos y sus jadeos?



-¿Tú que crees?



-¿Una paja?



-A veces dos o tres.



Cogidos de la mano fueron para la habitación de Serafín y de Matilda. En la habitación, Estefanía se quitó los calcetines, las zapatillas de deporte y la parte superior del chándal. Serafín, se quitó la bata y quedó en pelotas, Tenía una buena verga, y la tenía tiesa.



Por detrás, cogiéndole las tetas a Estefanía, con su verga metida entre sus piernas abiertas, y rozando los labios del coño mojado, Serafín la besó en la parte posterior del cuello, y en los lados, volvió a besar y morder los lóbulos de las orejas. Se volvieron a besar con lengua. Serafín echó a Estefanía boca abajo en la cama. Jugó con su verga en la entrada del coño, que se abría y se cerraba invitándola a entrar... Besó su nuca, luego bajó besando y lamiendo su espalda hasta llegar al culo. Le quitó el pantalón del chándal. Abrió las nalgas con las dos manos y lamió muy despacito el perineo y su ojete durante varios minutos, Estefanía comenzó a gemir. Un rato más tarde lamió los labios del coño, el clítoris el perineo y el ano. Cuando los gemidos de Estefanía le dijeron que se iba a correr, le dio la vuelta. Se besaron. Después, dos dedos de Serafín acariciaron los pezones. A los dedos siguió la lengua y la boca, chupando y mamando pezones y areolas. Llegó al ombligo, lo besó y lo acarició con movimientos circulares de la punta de la lengua. Luego bajó besando y lamiendo el interior de sus muslos hasta llegar a los pies. Acarició el tendón de Aquiles el hueco del tobillo y acarició, besó y lamió las plantas de los pies, besó, lamió y chupó los dedos. Volvió a subir besando y lamiendo el interior de los muslos. Al lamer el coño, Estefanía, sintiendo que se iba a correr, le dijo:



-¡Para, tío, para, que si no paras me corro!



Estefanía le cogió la polla a Serafín, y despacito, como él le hiciera todo, lamió y chupó sus cojones. Lamió desde el perineo hasta el meato, lamiendo bien el prepucio y la corona y le chupó el glande. Meneando la verga siempre muy lentamente.



Ahora el que se corría era Serafín. Le preguntó a su sobrina:



-¿Tomas precauciones?



-Sí, la píldora.



Serafín subió encima de Estefanía. Besándola, se la metió hasta el fondo. Después, apretando su pelvis contra el clítoris movió su culo alrededor. Estefanía sintió como su tío, con su verga enterrada en el coño, se corría dentro. Se comenzó a correr ella. Su coño apretó la verga de Serafín. Sus manos apretaron el culo contra ella y su boca le chupaba la lengua mientras la sacudía un terremoto de placer. Tuvo un orgasmo largo y muy intenso.



Al acabar, le dijo Serafín.



-Me has hecho sentir joven de nuevo.



-Es que estás hecho un chaval, tío.



Serafín se levantó de la cama.



-Bueno, me tengo que ir a trabajar, cariño.



-Y yo a la universidad, que el título de derecho no lo dan gratis.



Dos días más tarde, por la noche, Matilda, que estaba en proceso de recuperación, descansaba en su cama. Serafín iba en viaje de negocios a Londres y Estefanía estaba estudiando en su habitación. Oyó a su tía llamar.



-¡¿Puedes venir un momento, cielo?!



Estefanía, que estaba en bata de casa, fue a la habitación de su tía.



-¿Necesitas algo?



-¿Si te pregunto cosas íntimas me responderías?



Estefanía, sonriendo, le respondió:



-Claro que sí, pregunta lo que quieras.



Estefanía se sentó en el borde de la cama.



-¿Has hecho el amor con alguna mujer?



-Sí.



-¿Qué se siente?



-Los besos y las caricias son más dulces, pero el resultado es el mismo, te acabas corriendo.



-¿Y un trío? ¿Has hecho un trío?



-Sí, con dos mujeres, con dos hombres y con un hombre y una mujer.



-¿Te han penetrado anal y vaginalmente?



-Sí, y el orgasmo fue espectacular. Fue como si estuviera volando.



-¡Que suerte tienes! Yo sólo lo he hecho con tu tío.



-¿Y nunca te dio por el culo?



-No.



-Pues no sabes lo que te pierdes. ¿Quieres que te presente a unos amigos mío?



-¡No! Sólo siento curiosidad.



-También te podrías penetrar el culo con un consolador y follarte el coño con dos o tres dedos. ¿Quieres que te preste mi consolador?



-No, ya te dije que sólo era curiosidad.



-Pues me has puesto tan cachonda que hoy cae una paja como un mundo, o dos, o tres, ¿Cuántas vas a hacer tú?



Matilda mintió como una bellaca.



-Yo no hago esas cosas, cariño. Hasta mañana.



-Apuesto lo que sea a que esta noche nos vamos a comer las tetas, el coño y el culo.



-¡¿Vas a pensar en mí cuándo te masturbes?!



-Y tú en mí.



Estefanía se quitó la bata y su tía vio sus tetas perfectas, grandes y redondas, con sus rosadas areolas, sus grandes pezones y su coño de barbie sin un solo pelo. Luego se dio la vuelta y le enseñó su tremendo y sensual trasero. Después, se dio la vuelta, y con la bata en la mano, le dijo:



-Hasta mañana y felices pajas.



Al marchar Estefanía de la habitación. Matilda apagó la luz, quitó el camisón, cerró los ojos. Acarició las tetas. Las llevó a la boca y lamió los pezones, pezones que en su imaginación eran de Estefanía, como el coño mojado que poco después encontró la mano que se coló dentro de sus bragas.



Se estaba masturbando y sintió que alguien se metía en la cama. Era su sobrina. La besó con lengua. La destapó. Apartó su mano del coño y la masturbó con dos dedos, dedos que parecían de seda. Aún no pasaran dos minutos, y dijo Matilda:



-Me voy a correr, cielo.



Estefanía quitó los dedos. Le quitó las bragas. Se metió entre sus piernas y le folló el coño con la lengua hasta que Matilda hizo un arco con su cuerpo, y gritó:



-¡¡¡Me coooorro!!!



Estefanía sintió como su boca se llenaba de jugo cada vez que el coño de Matilda le apretaba y le soltaba la lengua.



Se hartó de beber de aquella escandalosa corrida.



Cuando Matilda acabó de correrse. Estefanía le comió las tetas, le comió la boca, y después le dio la vuelta. Le abrió las nalgas con las manos, le lamió el perineo, y el ojete se lo folló con la lengua... Cuando estaba otra vez excitada, le fue metiendo el consolador en el culo, al tiempo que le besaba y le lamía la espalda.



-¡Ooooooh que gustazo!



Al rato, Estefanía, le quitó el consolador del culo, y se lo metió en el coño. Después se echó boca arriba, y le dijo:



-Ponte a cuatro patas, fóllate y cómeme el coño que ahora viene la sorpresa.



Matilda comía su primer coño y se follaba el suyo con el consolador cuando sintió que alguien más subía a la cama, le ponía una polla en la entrada del ojete y después se la iba clavando. El after shave lo delató, era su marido el que la estaba enculando.



Para Matilda, como si fuese un diablo, estaba a punto de correrse de nuevo antes de encularla y ahora la excitación que sentía era doble, poco más tarde, Matilda, exclamaba:



-¡Voy a volar!



Un chorro de jugo salió del coño de la sobrina y fue a parar a la boca de la tía, al tiempo que le decía la sobrina:



-¡¡Hooostias que corridón!!



Matilda sintió como una pequeña catarata de jugo salía del coño de su sobrina y resbalaba por su lengua. Con Estefanía corriéndose en su boca, el consolador en su coño, y su marido corriéndose dentro de su culo, exclamó:



-¡¡¡Me mueeeero!!



Y por diez minutos estuvo como muerta, ya que fue tanto el placer que sintió que perdió el conocimiento. Al despertar vio a Estefanía cabalgando a su esposo, y les dijo:



-La noche promete ser salvaje.



Y lo fue.



Veremos si esta vez a alguien se le da por comentar.


Datos del Relato
  • Categoría: Incestos
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