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Os quiero contar lo que me pasó el otro día pero antes conviene que os ponga en antecedentes. Yo soy Policía Local de una ciudad relativamente importante y, aunque no llevo muchos años de servicio, he visto ya muchas cosas. En relación a lo que nos ocupa, han sido varias las ocasiones en las que alguna mujer se me ha insinuado mientras trabajaba, pero hasta ahora no había cedido a la tentación.
El caso es que el lunes por la tarde, mientras patrullaba sólo ya que a mi compañero le había surgido un imprevisto, me pasaron por emisora un servicio de posible fuga de gas en mi zona, por lo que me desplacé en servicio urgente al domicilio que me habían facilitado. Al llegar me abrió la puerta una mujer algo veterana, debía de tener más de 50 años, pero muy atractiva: pelo pelirrojo, largo y rizado, ojos verdes, piel clara, unos pechos de escándalo, unas curvas de vértigo y una piernas interminables. A eso hay que añadirle que su vestimenta la hacia aún más seductora ya que sólo vestía una basa corta que le tapaba lo justo. Casi de sorpresa me di cuenta de que ella estaba haciendo lo mismo que yo: repasar de arriba a abajo a la persona que tenía delante.
Mi primer pensamiento es que me había equivocado de dirección ya que la mujer no parecía precisamente alarmada, pero cuando ella se percató de mi duda rapidamente reaccionó.
- Buenas tardes agente. Les he llamado porque huelo a gas y no sé de dónde viene. ¿Puede ayudarme? -
Creo importante deciros que la pregunta la realizó poniendo una media sonrisa picarona capaz de derretir el más grande iceberg.
- No se preocupe, si me indica donde está la cocina empezaremos por ahí - le contesté. Aunque mi cabeza y una parte de mi cuerpo que ya imaginaréis preferían empezar por otro lado. Ella comenzó a andar y yo la seguí embelesado por su trasero, casi hipnotizado. Así iba que ni me di cuenta de que habíamos llegado a la cocina hasta que ella se paró y se giró.
Era cierto que olía a gas pero no me pareció lo suficientemente fuerte como para que viniera de ese domicilio, aún así revisé toda la instalación y parecía estar en orden. Ya sin ideas me asomé a la ventana y pude ver en la calle estacionada una furgoneta de Repsol, y al levantarla vista y mirar a la azotea de enfrente pude ver a dos operarios limpiando el depósito de gas. Enigma resuelto.
- No se preocupe, no hay ninguna fuga. Están limpiando el depósito de sus vecinos y por eso huele - le dije.
Ella se acercó y se asomó también por la ventana. No sé si lo hizo por desconfianza, por curiosidad o para provocarme, ya que la ventana era pequeña y para estar los dos asomados teníamos que estar hombro con hombro. Hasta ese momento no había reparado en lo bien que olía. Un punto más a su favor … Algo incómodo por el roce inesperado me fui para atrás pero ella permaneció asomada, de puntillas para no perderse detalle … el mismo detalle que no me perdía yo observándola ya que de esa guisa casi se le veían las nalgas. De repente tuve esa sensación que se padece cuando uno cree que le han pillado y al levantar la mirada vi como efectivamente ella me estaba mirando a la par que sonreía.
- No sabe cuánto me alegro de que no haya sido nada y lamento haberle hecho venir. Si le soy sincera creía que vendrían los bomberos pero veo que usted está suficientemente capacitado para este tipo de trabajos – dijo sonriendo mientras desviaba la mirada a mi entrepierna.
Hasta ese momento no caí en que se me había puesto dura. Llevaba ya unas cuantas semanas sin sexo y en ese instante esa mujer se me antojaba la mujer más sensual y sexy sobre la faz de la tierra.
- ¿Quiere algo? – dijo mientras se lamía la yema de un dedo, sin dejar de lucir su sonrisa picarona. La pregunta me desconcertó al no saber a qué se refería.
-¿Quizá una cerveza? Oh, no, no puede beber, que está de servicio. ¿Hay más cosas que no pueda hacer por estar trabajando? – Prosiguió.
- Un vaso de agua – Acerté de a responder. Cada vez estaba más excitado y sabía que ella era consciente de ello, mi respiración nerviosa y lo abultado de mi paquete me delataban. Ella se fue a la nevera y yo aproveché para pasar el ok.
- Central, servicio de fuga de gas solucionado, falsa … - Fui incapaz de terminar la frase porque noté como aquella mujer se había puesto detrás de mí, con su cuerpo pegado al mío, y mientras con un mano me cogía la cara para girármela con la otra acariciaba mi paquete. Sin saber muy bien como, me di cuenta de que nos estábamos besando apasionadamente, como si nos faltase el aire y la otra parte nos lo pudiera insuflar. De repente ella separó su cara de la mía y yo no entendía qué pasaba.
- ¿No piensas contestar? – me preguntó. Ahora entendía menos … hasta que escuché la emisora llamándome, al haberse cortado mi comunicación antes de hora querían saber que todo estuviera ok.
- Central, todo ok – acerté a decir.
- Está muy bien que lleves todo eso para trabajar, pero ¿no crees que ahora te sobra algo? – me preguntó señalándome el cinturón y apoyándose contra la pared. Me deshice de él y fui a su encuentro. Nos volvimos a fundir en un beso apasionado sin fin. Nuestras bocas se devoraban … nuestras lenguas se buscaban … y nuestros cuerpos se estremecían.
Sin dejar de besarla abrí su bata y palpé sus tetas. Eran enormes, algo caídas por el paso del tiempo pero aún suaves y tersas y con unos pezones grandes y duros en el centro. No llevaba sujetador y como pude comprobar al bajar una de mis manos, tampoco bragas. Su coño me esperaba mojado, buena señal. Empecé a jugar con él. Lo acaricié y lo preparé. Le metí un dedo y ella gimió … o al menos lo intentó porque su gemido murió en mi boca. Le metí un segundo dedo y abrió los ojos como platos. Me miró con más deseo aún y me pidió que no parase. Seguí besándola, lamiéndola, comiéndola … mientras mis dedos hacían lo que en breve haría mi polla: entrar y salir sin parar de su coño ya húmedo.
Comencé a bajar, a lamerle el cuelo … la clavícula … me entretuve en sus tetas … grandes, juguetonas, dulces … jugué con sus pezones, duros como piedras y sensibles a juzgar por sus gemidos … llegué a su ombligo y lo lamí como si de un caramelo se tratase … seguí bajando y seguí acercándome a su coñito … ya lo podía oler … ella me cogió la cabeza y me empujo contra él … Estaba empapado e hinchado … me esperaba. Comencé a lamérselo … mi lengua jugaba con su clítoris mientras que con el mete saca de un dedo le seguía arrancado gritos de placer.
- Ahora me toca a mí – le escuché decir con dificultad. Me cogió de la cabeza y me tiró hacía arriba. Al llegar arriba cogió mi polo y me lo sacó. Nos volvimos a besar mientras ella me abría el pantalón. Se agachó para bajármelo y a la vez me bajó los bóxers. Yo seguía de pie y ella ahora estaba arrodillada con la cara delante de mi polla. He de decir que aunque de tamaño debo de estar en la media, su grosor es importante.
- Uhmm, vamos a ver si me cabe, creo que nunca había visto una tan gorda. – dijo justo antes de comenzar a lamerla. Nunca había disfrutado igual de una mamada. Al menos en este caso la experiencia sí que era un grado. Hizo con ella lo que quiso. Tan pronto la lamía como se la metía en la boca o jugaba con mis huevos. No creo que la hubieses tenido tan dura en la vida. En esas estábamos cuando noté como una de sus manos pasaba por debajo de mi polla y uno de sus dedos comenzaba a jugar con mi culo. Me sobresalté pero ella me cogió con la otra mano fuerte de la polla para que no me alejara y me dijo que me relajara. Siguió comiéndomela como hasta ese momento pero comenzó a jugar con mi culo. Se pasó un dedo por su coño mojado y se lo debió de meter a juzgar por su gemido … luego ese mismo dedo lo dirigió a mi culo y empezó a jugar con mi agujero … primero lo pasaba cerca … luego lo apretaba con la yema … y cuando me quise dar cuenta ya lo tenía dentro. No me lo podía creer … pero eso me excitaba aún más. La cogí de la cabeza para acompañar sus movimientos y tuve que empezar a pensar en otras cosas para no correrme allí mismo … Ella se dio cuenta de que no aguantaría mucho más por lo que se levantó y me empujó para que me sentara en la silla que tenía detrás.
- Me ha costado metérmela en la boca. ¿Crees que le costará follarme? – dijo mientras se sentaba encima de mí.
- Con lo empapada que esta, creo que no – respondí mientras tiraba de ella para abajo y levantaba mis caderas para metérsela de golpe. Entró con alguna dificultad pero entró toda.
- Pero que cabrón que es usted. Mire que si ahora me enfado y no me muevo. – me dijo con su sonrisa picarona. No se lo creía ni ella.
- No hay problema – le respondí. Le puse las manos en el culo y así como estábamos me levanté llevándola en peso. Salí al comedor y vi una cama de matrimonio al otro lado de una puerta abierta. Avancé hasta allí y nos echamos sobre la cama. Ahí comencé a follarla con fuerza, ella tumbada y yo encima … se notaba que a ella le gusta así, sin miramientos.
-Siga, fólleme, no pare – me gritaba
Cada vez me costaba más no correrme. De sólo ver a la mujer que me estaba follando o de pensar la mamada que me había hecho mi polla palpitaba. Si quería aguantar un poco más necesitaba un cambio de postura por lo que dejé de follarla e hice que se girase para ponerse a cuatro patas. Del ímpetu de querer seguir follándola casi se la meto por el culo.
- Por ahí no, hoy no – me dijo mientras levantaba su culo para que atinase con mi polla.
Yo seguí con lo mío y se la metí otra vez de golpe en el coño. Seguí dándole fuerte mientras le cogía del pelo o me inclinaba sobre ella para jugar con sus tetas y decirle guarradas al oído. De repente ella comenzó a gemir más fuerte, su cuerpo se contorsionó y soltó un largo suspiro. La señal había llegado. Aceleré todo lo que pude el ritmo y ella lo notó. Volvió a gemir, ahora con más fuerza.
- Que dura se te le ha puesto ahora cabrón – oí como me dijo justo antes de que me corriera en su coño, ahora más empapado aún.
Caímos los dos en la cama. Extasiado de placer y sorprendido de lo ocurrido atiné a oír como mi compañero me llamaba por la emisora. Así , desnudo, volví a la cocina. Él había acabado con lo suyo y estaba pendiente de que lo recogiera. Volví al dormitorio pero ella ya no estaba. Escuché el ruido de la ducha y fui al baño, pero la puerta estaba cerrada y ella no me respondió. No pude hacer más que vestirme e irme.
- ¿Qué tal la tarde? – me preguntó mi compañero al subir al coche.
- Si yo te contara … - le respondí sin dejar de pensar en lo que me había dicho: por ahí no, hoy no.
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