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La relación con mi pareja no atravesaba su mejor momento, pero aquella noche cambió para mejor. No pongo nombres ni especifico lugares para que el lector pueda utilizar su imaginación y rememorar situaciones parecidas con aquellas personas que les han acompañado en sus noches más calientes
A mi pareja y a mí nos pusieron en el compromiso de tener que ir a un evento organizado por unos amigos. Lo que nos supuso tener que cuadrar fechas en el trabajo, reservar una habitación de hotel, comprar ropa nueva y trasladarnos a más de 200 kilómetros de nuestro hogar.
La tensión entre ambos era palpable, no atravesábamos nuestro mejor momento y por cualquier situación se protestaba. Y las relaciones sexuales también se habían enfriado.
Cuando llegamos al hotel, que fue más tarde de lo previsto, tuvimos problemas a la hora de que nos dieran la habitación lo que hizo que la cosa se tensara un poco y cuando conseguimos subir y comenzamos a vestirnos recibí una llamada de teléfono que hizo que estuviera hablando unos 45 minutos. Mi pareja se enfadó otro tanto y como en el hotel coincidimos con otros invitados ella aprovechó para marcharse a la celebración sin mí.
Cuando llegué me puse a buscarla ya que las mesas tenían los puestos asignados. Encima nos habían separado. La localicé y le dije dónde estaría yo sentado y aunque su cara no era de buenos amigos creo que le hubiese gustado estar sentada conmigo que con la pareja que le colocaron junto ella. La comida fue discurriendo normal, muy tranquila, y más en la mesa que me tocó, gente joven que no soltó el móvil en ningún momento, y lo mejor que estaban chateando entre ellos. Un par de ellos no comió nada, los camareros se llevaban los platos sin que los hubiesen tocado. Por suerte para mí en cuanto uno dijo de irse la mitad de la mesa se levantó y se marcharon y aunque a solas preferí comer así que con ese grupo de autómatas. Mi pareja vino hasta mi mesa y se sentó junto a mí. Me preguntó que si me había gustado la comida y yo le pregunté que qué tal la compañía que le había tocado y me dijo que insoportables, querían tener razón en todo y no paraban de discutir con todos y por todo. Yo le conté mi peripecia con el personal con el que había compartido mesa y mantel cuando se nos acercó el anfitrión con su esposa para ver cómo nos había ido, que por qué habíamos llegado tarde y para disculparse por tener que separarnos, que no les quedó más remedio y que tratarían de compensarnos con un trozo de tarta más grande.
Así entre bromas mantuvimos una conversación de unos 15 minutos y ya algo más relajados fuimos en busca de unos amigos donde estuvimos de tertulia y tomando café. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban y aunque en un primer momento nos evitábamos volvíamos a buscarnos. Aunque estábamos separados nos unimos a través de nuestros ojos y creo que incluso llegamos a aislarnos del resto de la fiesta.
La velada continuó hasta tarde y es que el sitio acompañaba a que así fuera, unos jardines preciosos y unos salones amplios y bien iluminados donde la comida y la bebida no faltaba, incluso zona de juegos para las familias que fueron con niños pequeños. La fiesta incluía un espectáculo de una orquesta y de DJ para amenizar la noche, pero los cuerpos no duran eternamente y después del día de tensión y conducir durante más de dos horas más el tiempo que llevábamos en la fiesta mi pareja vino a buscarme para pedirme que cuando quisiera podríamos irnos a descansar, le dije que enseguida así que fuimos a despedirnos juntos de las amistades (algo que nos llevó casi otra hora) y nos dirigimos al hotel. Mi pareja se reclinó en el asiento del coche y me cogió la mano. Yo instintivamente me la llevé a los labios y le besé el dorso de su mano. Llegamos al hotel y lo primero que volaron fueron los zapatos, medias y calcetines, las chaquetas y mientras yo me quitaba la corbata y desabrochaba la camisa ella sentada en la cama se desprendió de joyas y comenzó a masajear su cuello.
Me acerqué a ella y le dije si estaba cansada y si le dolía el cuello, me contestó afirmativamente, retiré sus manos y comencé a masajear su cuello y hombros. Se giró, nos miramos y nos besamos. Le pedí que se pusiera de rodillas en el centro de la cama y comencé a masajear su pelo, su cabeza lentamente, le dije que íbamos a hacer una serie de ejercicios de cuello, primero hacia la derecha y cuando lo tuvo inclinado comencé a besarlo y a morderlo y le arranqué las primeras risas, cuando llegué a su hombro volví a subir su cuello con la lengua y cuando llegué a su oreja le susurré que ahora giraríamos a la izquierda y repetí la operación. Ella suspiraba, entonces le incliné la cabeza hacia adelante mientras con una mano le sujetaba el cabello, dejando a mi disposición su nuca que fue devorada por mis labios a base de besos, como sintió un escalofrío encogió su cuello e inclinó su cabeza hacia atrás lo que aproveché para besarle en la cara y en su boca. Luego comencé a acariciar su espalda y brazos, pero como no se había desnudado le dije que quería tocar su piel y le quité la blusa de seda blanca que llevaba. Ella seguía de rodillas delante mía y ahora tocó el turno de sus hombros para ser acariciados y besados hasta que llegué a las tirantas de su sostén de encaje que deslicé hacía abajo en ambos hombros. La incliné hacia adelante besando su columna vertebral hasta que llegué al broche del sujetador y se lo quité. La volví a incorporar y pegué su espalda a mi pecho mientras mis manos recorrían sus brazos en busca de sus manos.
Le susurré al oído que necesitaba su ayuda para que me guiara hasta sus pechos y ella llevó mis manos hasta allí invitándome a que los acariciara y los apretase entre mis dedos comprobando como se endurecían mientras pellizcaba sus pezones y a la vez mordía su cuello. Luego le desabroché el pantalón negro y recorrí sus piernas y repetí la operación, le quité el pantalón y las braguitas a la vez para luego volverla a colocar en la posición inicial delante de mí. Ella suspiraba y gemía muy bajito, ella no es de dar fuertes alaridos, mientras, recorría sus piernas y cuando sus muslos fueron acariciados por mis manos mi pareja abría las piernas. A mi disposición se encontraba su sexo rasurado, pero no quise ser impaciente y lo evitaba pasando mis manos junto a él, pero sin detenerme subía por su estómago y volvía a sus pechos y a sus hombros. Volví a recorrer sus brazos en busca de sus manos y le susurré al oído:
-Vamos a jugar a un juego, debes elegir un dedo de mi mano, eligió mi dedo índice, ahora lo vas a introducir en tu boca y lo vas a lamer. Ella obediente, comenzó a pasear su lengua por el dedo, yo lo introduje en su boca y comencé a meterlo y sacarlo. Cuando llevaba un rato pasé mi dedo con su saliva por sus pezones formando círculos y cuando se secaba repetía la operación. La tercera vez que lo hice le dije que lo chupara como si fuese una polla y su lengua comenzó a juguetear con el dedo y a introducirlo en su boca, yo lo metía y sacaba a la vez que ella movía su cabeza adelante y atrás. Volví a susurrarle al oído que volvía a necesitar de su ayuda que debía llevar mi mano a su sexo y así hizo, mi mano recorrió su vientre y se detuvo en su clítoris donde comenzó movimientos circulares mientras ella jadeaba con su cabeza apoyada en mi hombro. Volví a subir mi dedo para que volviera a chuparlo y le dije que ahora debía introducírselo, agarró mi dedo y lo introdujo mientras con su otra mano empezó a desabrochar mi pantalón y buscar mi miembro que se hallaba en su máximo apogeo. Pero yo no había terminado mi trabajo con ella. La icé lo suficiente para que mi cabeza entrase bajo ella y así deleitarme lamiendo su sexo. Ella gimió y apoyó sus manos en el cabecero de la cama y yo le introduje dos dedos en su sexo mientras mi lengua jugueteaba con su clítoris. Ella comenzó a mover sus caderas, entonces yo recorrí su cuerpo con mi mano de forma ascendente parando en sus pechos y buscando su mano. Cuando la tuve la dirigí a su sexo pidiendo que abriera sus labios. Ella lo hizo y como seguía con sus movimientos decidí dejar mi lengua quieta y saqué mis dedos de su interior pasándolos esta vez a su ano. Ella seguía moviéndose y cambiando de postura hasta que su vagina tropezó con mi lengua y sus movimientos consistían en introducírsela y no paró hasta que lo consiguió y con ello su primer orgasmo. Pero la noche no había terminado. Cuando ella se recuperó se giró y yo seguía en la misma postura, tumbado boca arriba, comenzó a besarme en la frente, en mis ojos, mis labios y siguió bajando por mi cuerpo hasta q llegó a mi miembro, pero este seguía encerrado en mis boxes ya que yo no me había desnudado. Yo me incorporé me quité la ropa y me subí a la cama de pie. Ella permanecía de rodillas, me agaché para besarla y erguí mi cuerpo, ella vio el estado de mi polla y la cogió entre sus manos y comenzó a pajearme, entonces le dije chúpamela, como si fuese un dedo. Y lo hizo, los mismos movimientos de lengua y cabeza que le hizo a mi dedo índice los comenzó a realizar en mi polla tiesa. El placer era enorme y unos escalofríos recorrían mi cuerpo. Cuando estuve a punto de correrme la detuve y volví a rodearla para colocarme detrás de ella.
Cogí su pelo y eché su cabeza hacia atrás para morder su cuello mientras mi polla se paseaba por la raja de su culo, yendo hacia abajo buscando su vagina y ella se movía hasta que quedamos acoplados. Nos movíamos los dos rítmicamente mientras mis manos recorrían su cuerpo incansablemente. El momento se hizo interminable, los relojes se pararon, todo se detuvo en aquella habitación. Sus gemidos y su respiración se aceleraban entonces la tumbé boca abajo y le abrí las piernas, ella elevó ligeramente sus caderas para facilitar mi penetración. A cada envite de mi cuerpo su clítoris rozaba las sábanas proporcionándole más placer y yo intentaba realizar mis movimientos cada vez más rápido hasta que ella agarrándose a las sábanas y hundiendo su cabeza en la almohada para ahogar sus gemidos se corrió, Con su mojadura en su sexo el placer en mi polla se incrementó un mil por mil proporcionándome un placer extra que hizo que me corriera dentro de ella. Caí derrumbado sobre ella con la respiración alterada y la besé en sus hombros subí por su cuello, besé su cara y nos encontramos en nuestros labios. Yo rodé hasta situarme junto a ella y ella se giró hasta quedar frente a mí. Los dos tumbados en la cama. Comenzamos a besarnos de nuevo y ella pasó su pierna sobre mi cadera y a pegarse a mí. Su mano bajó buscando mi miembro que se había desinflado un poco, pero con su mano experta consiguió hacerlo revivir de nuevo. Mientras yo con mi mano iba discurriendo por detrás de su cuerpo hasta que llegué a su sexo que comencé a penetrar con mis dedos comprobando que todavía quedaban restos de mi corrida. Ella ahogaba sus gemidos con mis besos y se introdujo mi polla en su vagina mientras nos movíamos. Las primeras luces del amanecer nos acompañaron en nuestra corrida ya que lo hicimos a la vez. Ella acopló su cabeza a mi pecho. Y abrazados y desnudos nos dormimos a la vez.
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