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Todo empezó cuando mis padres y yo fuimos invitados por los padres de un amigo mio a cenar con ellos en su casa. Ellos son una pareja casada, con un solo hijo y que rondan los cuarenta años cuando yo, por aquel entonces tenía dieciocho años.
Al llegar a su casa, Silvia, así es como se llama la madre, nos abrió la puerta. Nos saludamos y le di dos besos. Silvia tiene treinta y siete años, es de pelo rubio acastañado, piel muy bronceada con algunas debiles arrugas que empiezan a surcar su frente, alta y delgada con un buen cuerpo: piernas largas, pechos prominentes y culito respingón.
Mi madre charlaba con Silvia mientras le ayudaba a preparar la cena y mientras tanto los dos hombres charlaban en el cuarto de estar. Me pidieron que pusiera la mesa en la terraza a lo que accedí sin demasiada alegría ya que estaba jugando a la videoconsola con mi amigo Alvaro. La terraza era amplia, la noche calida y el ambiente relajador y silencioso, por lo que tras acabar de colocar platos, vasos y cubiertos me senté en una comoda tumbona de cara a la fachada de edificio. A los pocos minutos, la luz del cuarto donde dormían Silvia y su marido se encendió, y a traves de la translucida cortina pude distinguir la silueta de Silvia que entraba en el cuarto, cerraba la puerta y se quitaba la chaquetilla con la que había estado cocinando. En ese momento mis sentidos se pusieron alerta, Silvia se estaba arreglando para le cena delante mio y sin saberlo. Me levanté de la tumbona y me acerqué a la ventana desde un lateral para evitar ser visto, y miré por una arruga de la cortina que me dejaba una perfecta posición para ver aquella escena desde primera fila. Silvia se quitó la camiseta que llevaba y quedó con el sosten al aire, luego se lo desabrochó quedando con el torso desnudo, pero mientras lo hacía me dio la espalda para ponerse de cara al vestidor y procedió a quitarse los pantalones elasticos junto con las bragas, que dejó sobre la cama. Sacó del vestidor un traje negro liso, se lo puso sin ropa interior, apagó la luz y salió del cuarto. El ver el culo desnudo de Silvia me había provocado una gran excitación y a la vez un nuevo deseo lujurioso hacia Silvia.
Salí de la terraza y tras asegurar que Silvia, su marido y mis padres estaban bien metidos en la conversación, me dirigí al cuarto de Silvia. Entré y dejé la puerta cerrada que era como la había encontrado, me dirigí al montón de ropa sobre la cama y busqué entre las prendas las bragas de mi dama.
Las encontré. Todavía estaban calientes. Eran unas pequeñas braguitas blancas de las que solo cubren media nalga. En el interior descubrí un par de pelitos negros rizados, acerqué esa zona a mi cara y disfruté del debil olor, del calor y de la sensación que me producía tan intima prenda. Luego cogí el sostén de entre el montón de ropa y lo observé detenidamente intentando recordar la escena de hace unos minutos en que Silvia lo llevaba puesto. Luego busqué entre los cajones el que contenía su ropa interior y lo encontré en el vestidor. Estuve un rato revolviendo entre las braguitas y las tangas de diversos colores hasta que mi sorpresa llegó al encontrar al fondo del cajón un pequeño vibrador blanco a pilas o más comunmente denominado Dildo. Silvia era más guarrilla de lo que yo pensaba: usaba vibradores, iba sin ropa interior,… Cada cosa que descubría incrementaba mi excitación más y más. Cogí el vibrador y noté que estaba pegajoso, lo chupé percibiendo un sabor salado que imaginé de donde venía. Fue entonces cuando sentí que mi pene estaba apunto de descargar irremediablemente; salí del cuarto rapidamente y me dirigí al baño donde descargué cuantiosas cantidades de semen. Lo más rápido que pude me limpié y me arreglé y salí del baño para dejar el cuarto de Silvia como lo encontré, pero al salir me crucé con Silvia que salía en ese momento de su cuarto. Me miró con una mirada totalmente diferente a como lo había hecho siempre, me había descubierto, pero en su cara no había enfado, más bien sorpresa.
Hasta la cena estuve mirando la televisión junto con Alvaro.
Cuando nos sentamos a cenar me puse frente a Silvia. Ella no parecía guardarme rencor, sino que me miraba sonriendome. A mitad de la cena recordé que Silvia no se había puesto ropa interior asi que disimuladamente dejé caer el cuchillo y según me agachaba para recogerlo vi como Silvia cruzaba las piernas una sobre otra. Al incorporarme de nuevo Silvia me dirigió una amplisima sonrisa que me alegró mucho. Minutos después se me volvio a deslizar el cuchillo de la mano y volví a agacharme pero esta vez Silvia despegó lentamente las piernas dejandome ver su monte de venus recubierto de una fina capa de pelitos bien recortados formando un triangulo. Volví de nuevo a la mesa y al salir Silvia me dedicó otra sonrisa acompañada esta vez de un guiño.
Al acabar la cena, Silvia propuso a mis padres que me quedara a dormir con Alvaro y mis padres dijeron que no les importaba, yo rapidamente dije que si.
En otras circunstancias no me habría quedado debido a que Alvaro es un colgao que solo juega con su videoconsola y con el cual no me llevo especialmente bien, pero la ocasión era inmejorable.
Al acabar la cena nuestros padres se tomaron unas copas, luego otra más, y otra, dandole un ambiente muy festivo a la casa sin llegar a la borrachera. Mientras tanto Alvaro y yo jugabamos a la video consola para variar.
Al final mis padres se fueron andando a casa y el marido de Silvia se quedó durmiendo en el sofá del salón, que era donde iba a dormir yo. Además Alvaro me hechó de su cuarto poco después diciendo que se iba a dormir. Al ver que mi sofá-cama estaba ocupado me dirigí al cuarto de Silvia para preguntarle que donde podía dormir yo. Ella estaba tumbada en la cama, vestida con el traje negro y con los ojos cerrados. Yo me acerqué a ella sin hacer ruido para que no se despertara y con sumo cuidado envolví con mi mano uno de sus pechos y lo apreté. A los pocos segundos Silvia abrió los ojos de golpe y me dijo:
-Te pillé!!!
-No verás esque no tengo donde dormir y te quería despertar para que me lo dijeras y como no te despertabas… pues
-Pero si estaba despierta
-No pero… esque no tengo donde dormir…
-Pues duerme en la cama del que te ha quitado la tuya.
-Bueno vale…
-Pero con una condición. Que te hagas una paja delante mio.
Yo me quedé paralizado. Tras unos momentos pensé que era lo justo ya que ella me había enseñado su vagina durante la cena; y me saqué el pene. Este estaba flacido y aunque lo acariciaba no parecía que fuese a cambiar su estado.
-Ay, pobrecito… tiene vergüenza –dijo Silvia.
Ella tomó mi mano izquierda y la colocó encima de sus senos
-Prueba a ver si ahora vas mejor.
A lo que mi pene respondió rapidamente irguiendose. Yo empecé a masturbarme fuertemente y mientras Silvia metía su mano debajo del vestido se acariciaba los labios y me pasaba los dedos húmedos por la boca. En un par de minutos me corrí sobre ella manchando su vestido.
-Parece que has superado la prueba…
En el extasis del momento y tras haber recuperado algo de aliento me abalancé sobre Silvia tumbandola en la cama y yo sobre ella. Mi pene que ya volvía a izarse rozaba con el vestido y se le clavaba a ella en el vientre. Sus pechos estaban estrujados entre mis manos y nuestras caras estaban a escasos centímetros. La besé en la boca siendo respondido por ella con su lengua en un intenso beso que duró largos segundos.
-Silvia –le dije -Quiero comerte el coño; necesito comertelo.
-Pues empieza cuando quieras.
Sin pensarmelo dos veces me di la vuelta, todavía sobre ella, y me coloqué en posición de un 69. Le subí el vestido lo suficiente para dejar su entrepierna al aire, separé sus piernas y las acaricié con las manos mientras soplaba a los labios vaginales, brillantes por los flujos que emanaban. Fui acercando las manos hacia su bulba, lanzaba lametones que recorrian todo su bello púbico, y otra vez el sabor salado llenaba mi boca. Con las yemas de los dedos frotaba su raja longitudinalmente y me chupaba de vez en cuando los dedos. Luego pasé a lamer con fuerza toda su vagina poniendo especial interés en su clítoris duro como un garbanzo. Para entonces Silvia estaba gimiendo con fuerza y retorciendose espasmodicamente. Poco después una avalancha de calor y líquidos se abalanzó hacia mi boca. Su orgasmo fue muy largo. Durante ese orgasmo ella agarró mi pene y lo apretaba y pajeaba con gran énfasis hasta hacer que me corriese sobre sus pechos.
Al acabar me dejé caer sobre la cama para descansar, y mientras, Silvia se limpió con el vestido todo el semen y sus propios liquidos que le goteaban por las piernas.
Nos metimos los dos desnudos en la cama y nos quedamos cara a cara riendonos maliciosamente. Yo hundí mi cara en sus blandos senos y le estuve chupando y mordiendo los pezones hasta que me quedé dormido en su regazo.
Continuará…
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