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SINOPSIS: Una madura mujer en agradecimiento a las atenciones de un joven veinteañero, se convierte en su amante, sin ningún reproche y dándole todo lo mejor de ella para que él se sienta a gusto cuando tenían excitantes sesiones de sexo… Una salida cortó abruptamente la relación, porque ella pasó a mejor vida meses después…
ECSagardez
Conocía a doña Eva y don Silvino, porque vivían a media cuadra de mi casa, era un matrimonio muy alegre, ya que habían hecho buena amistad con los demás vecinos y se convertían en el alma de las fiestas. Siempre eran invitados y no sólo acudían con regalos, sino que desde temprano mandaban cosas para la comida o una caja de Ron Castillo que era la bebida preferida del señor.
Jamás se metieron en problemas y hubo un tiempo que entraron en nostalgia, ya que sus gemelos habían sufrido un accidente en un camión escolar y perdieron la vida. Eso los deprimió mucho, pero con el paso de los meses lograron sobreponerse a dicho trance.
Las noches de intenso calor en el puerto de Veracruz, México, la mayoría de la gente gusta de pasear por el bulevar Manuel Avila Camacho y la zona del malecón, para refrescarse con la brisa…
Luego de hacer mis tareas escolares, decidí salir a divertirme un rato con mis amigos Jorge, Isidro y Reynaldo, con tal de contactar chicas para ir a tomar nieve o una refrescante bebida. Sin embargo, mi retraso me impidió salir con mis cuates y me dirigí solo al malecón…
Caminaba muy despreocupado, cuando de pronto me pareció ver a la señora Eva sentada en una banca frente a un muelle donde atracan los barcos de la Armada… La señora tenía sus manos en el rostro y sollozaba…
Me acerqué a ella para preguntarle si le sucedía algo… Se quitó las manos de la cara y levantó el rostro, se me quedó mirando y no pude menos que apreciar que algo doloroso la atormentaba…
Me dijo con palabras entrecortadas:
- Ven hijo, sientate. En realidad yo estoy bien, el problema es "chivis", así le decía a don Silvino, me acaba de decir el doctor que su enfermedad es incurable y que todo es cuestión de horas… ¿Qué va a ser de mi?
La verdad yo no tenía respuestas para doña Eva, apenas era un joven de 20 años y lo único que me quedó por hacer fue abrazarla y ofrecerle mi regazo para que continuara llorando…
No hice ningún intento por separarme de ella. Mi estancia junto a doña Eva, duró cerca de tres horas. Así que ella decidió ir de nuevo al hospital de la Marina para saber el estado de su esposo, aunque ya todo era puro trámite, porque al pasar al cuarto donde se encontraba don Silvino, tenía muchos aparatos conectados y era imposible que pasara la noche…
Para evitarme un problema con mi abuela Faustina, decidí llamarle por teléfono del hospital y decirle lo que estaba sucediendo y me quedaría con doña Eva para acompañarla, a lo que asintió, sin ningún problema…
Estábamos en la sala de espera del piso donde se encontraba don Silvino, cuando médicos, enfermeras y ayudantes corrían de un lado a otro con más aparatos y se metían al cuarto. Doña Eva no pudo soportar el impulso de acudir al sitio para ver que sucedía…
Pero todo fue inevitable… A las 4:55 horas, don Silvino pasó a mejor vida y doña Eva al saber la noticia se desvaneció. Enseguida fue atendida por los médicos y cuando se recuperó su único consuelo fue seguir llorando…
Le hablé a mi abuelo para comunicarle la fatal noticia y fue él, quien acudió para hacerse cargo del papeleo y los funerales de don Silvino, al fin y al cabo, eran muy amigos, incluso cómplices de algunos deslices amorosos…
II
Doña Eva era una mujer de baja estatura, tenía un cuerpo medio, entre delgada y robusta, pero con unos pronunciados senos y unas caderas hermosas, además me gustaban sus pies porque los tenía chiquitos y se preocupaba por su cuidado, las plantas eran hermosas con un arco muy bonito… Toda una delicia que invitaban a besarlos, además de tener como 43 años de edad al momento de enviudar…
Como no tenía familiares en Veracruz, por ser de Puerto Angel, Oaxaca, yo me convertí en su acompañante. Ella no tenía problemas económicos por estar recibiendo la pensión de la Marina, ya que don Silvino era capitán de navío de la Armada y al momento de su muerte estaba retirado, luego de 35 años de servicio… Debo indicar que era un hombre mucho mayor para doña Eva, pero eso no importó para ser felices… Aunque después supe…
III
La confianza entre doña Eva y yo se fue acrecentando con el contacto diario. Todos los días, cuando regresaba de la escuela pasaba a ver si no se le ofrecía algo y hubo ocasiones en que me quedaba a comer con ella, lo cual le agradaba porque no se sentía sola…
Un dia que regresaba de la escuela y pasaba por su casa, toqué a la puerta de entrada, pero estaba cerrada… Por lo que me dispuse a entrar por la parte de atrás, la cocina, cuando escuché su voz que me decía que entrara que inmediatamente saldría del baño…
Ingresé a la casa y la obsesión por verle sus pies como se mojaban cuando se bañaba me hizo acercarme al baño, pero para mi sorpresa la puerta sólo estaba emparejada… Así que la empujé y ésta cedió a mi impulso, metí la cabeza y pude ver en todo su esplendor el cuerpo de doña Eva, quien tenía la zona púbica llena de vellos que le llegaban hasta el ombligo… También dirigí mi mirada hacia mi objetivo sus pies y el ver como caía el agua y ella los movía como si bailara, hizo que la verga se me erectara…
Por un momento me descuidé y no atinaba a hacer algo, porque me quedé estupefacto… En ese momento desperté de mi letargo, cuando doña Eva, con una voz que me pareció sensual, me dijo:
- Chico, pásame la toalla…
En ningún momento dio muestras de enojo y me pidió que la secara completamente… Por lo que tomé una toalla con motivos de bosque, color verde y la envolví, para secarle la cabeza, los senos, el cuerpo, las axilas, la entrepierna y las piernas…
Todo sucedió en segundos… La envolví del cuerpo y le coloqué sus sandalias de plástico para acompañarla hasta su recámara. Ella se sentó en un taburete frente a su cama y muy coqueta alzó sus pies para que se los secara… Me dijo que le pusiera loción refrescante en el cuerpo y crema en sus pies…
Fue una delicia estar tocando los pies de doña Eva… Inocentemente le pregunté si podía besarlos y ella aceptó sin ningún problema… Le lamí las plantas, metí mi lengua entre sus dedos, chupé cada uno de sus diez dedos, pasaba y repasaba mi lengua sobre su arco y de vez en cuando mordisqueaba sus talones que eran suaves sin ninguna señal de callosidad. Se veía que les tenía especial cuidado…
Estaba bien entretenido en lamer y besar los pies de doña Eva, cuando dirigí mi lengua hacia la parte baja de sus dedos y fue un momento incitante, ella estiró y abrió sus falanges, al tiempo de que su mano derecha voló hacia su peluda panocha y comenzó a masturbarse…
Yo seguí con mi labor en los pies de la madura mujer, quien seguía embelesada y estiraba los dedos como si quisiera que se alargaran como un miembro… Pero dicha reacción intensificó la introducción de uno de los dedos de su mano derecha en su vagina, mientras con la izquierda se jalaba los pezones o se masajeaba el llamado punto "G"…
Así estuvimos por largo rato, ya que ella me pidió que siguiera besándole los pies y yo, un amante de esa zona femenina, no me pude negar… Hasta que sus piernas se estiraron más de lo debido y sobrevino un orgasmo que la hizo dar unos fuertes gemidos de intenso placer…
Su mano derecha estaba súper húmeda… Se metió el dedo medio en la boca y lo chupó con un tremendo gusto… Esa escena propició que enseguida me desnudara y me pusiera a su disposición…
IV
Doña Eva no desperdició la oportunidad… Me tomó de la verga como si la saludara y así cogiéndola nos fuimos hacia su cama, por lo que yo tuve que ir brincando como chapulín, porque mi excitación era enorme y sentía que en cualquier momento podía lanzar mis descargas de sémen en su mano…
Me acosté en su gran cama y ella se sentó en mi… Así con su propia mano poco a poco se fue metiendo mi gruesa verga y aunque hizo gestos de dolor, por el tiempo de no haber tenido un miembro en su vagina, poco a poco se adaptó y se fue sentando más y más, hasta que mis huevos quedaron a escasos centímetros de sus nalgotas…
La señora se levantaba y se sentaba como si estuviera jineteando un jamelgo… Tenía estilo para mover sus caderas y su cintura en el momento en que sentía toda la verga adentro de su vagina… Era imparable, jamás disminuyó la velocidad de sus movimientos, su vaivén era rítimico y me dijo que yo no hiciera nada, sería ella la que haría todo el trabajo…
Bien que lo logró, porque a punto de venirme y al sentir como levantaba mi zona pélvica, ella se dejó caer desfallecida para tener otro orgasmo que se confundió con mi descarga de sémen… Era claro que doña Eva sabía bien manejar los tiempos del acto sexual, porque a los dos nos supo a gloria esa venida…
V
Como los dos estábamos bien acalorados, volvimos al baño y nos dimos una refrescante ducha… Para pasar al comedor, donde se convirtió en mi virtual pareja, ya que me atendía de todo a todo. Lo único que jamás hizo fue lavarme la ropa, pero si comía y cenaba en su casa… Pero no sólo eso, también cogía y cogía…
Recuerdo que en una ocasión pedí permiso a mis abuelos para ir a una excursión con unos compañeros de escuela. Pero para mi mala suerte o quizá fue intencional, no alcancé el autobús escolar y me tuve que regresar…
Pero por mi cabeza pasó enseguida que se sentiría coger de noche con doña Eva, así que dirigí mis pasos hacia su domicilio y me introduje a su casa. Eran las 8 de la noche y ella se encontraba viendo la televisión, cuando le comenté mis planes puso una cara de contento que Dios la tenga en su gloria…
Parecía una chica traviesa con juguete nuevo… Se levantó de su sillón y se puso a brincar y bailar de gusto… Verle la expresión de su rostro, era algo incitante…
Como a las diez de la noche, me preparó la cena y ambos pasamos al comedor, tomamos refresco y una humeante taza de café… Mientras ella se llevaba los platos, vasos y tazas a la cocina para lavarlos… Yo me dirigí al baño a lavarme los dientes y hacer gárgaras con enjuague sabor a menta…
VI
Al terminar sus labores en la cocina y dejar reluciente de limpio el lugar, se dirigió al baño a darse una ducha. Mientras yo la esperaba viendo la televisión en su recámara…
Apareció en la puerta del dormitorio envuelta en una toalla y nadamás cruzó el umbral, la dejó caer para que la viera en toda su desnudez. Pero mis ojos se clavaron en su gran monte de Venus… Esa cosa tan peluda que sólo observarla por unos instantes me provocaba una fuerte erección…
Doña Eva sonreía con malicia y gran lascivia. Tenía el control de la situación, porque sabía como empalmarme de inmediato y lo que más me gustaba… Su vagina llena de vellos púbicos y sus hermosos pies…
Así desnuda y sin secarse el agua de la ducha se acostó a mi lado y de inmediato me bajó el calzoncillo, para ver en que situación se encontraba mi verga… Sólo hizo un gesto de relamirse las comisuras de los labios, como si estuviera perpetrando algo especial para mi…
Se agachó y se introdujo mi pene en su boca… Tenía una especial forma de mamar… No se apresuraba, ni desesperaba, lo hacía todo con una calma que a mi me fascinaba y me tenía no a cien, sino a mil por hora… Su boca se convertía en otra vagina, porque cerraba sus labios de tal forma que envolvía mi miembro y despacio movía la cabeza hacia atrás y hacia delante…
Jamás hizo un intento de asco, al contrario, parecía que su boca era otra oquedad y así seguía con movimientos lentos y parsimoniosos, hasta que ya no podía más y le descargaba todo mi esperma que rebotaba en su paladar, sus anginas y se deslizaban por su esófago. Nunca aparentó que los escupiría, al contrario se los tragaba todos…
Sólo me decía, al término de la eyaculación:
- Que rica está tu leche… El sólo tragármelos me va a dar tu juventud…
Y luego de decir eso, se aventaba una carcajada que retumbaba en las paredes de su recámara…
VII
La noche siguió su curso y enseguida me volví para hacer lo mismo, propinarle una mamada de lujo. Al cabo teníamos toda la noche y el dia siguiente para estar cogiendo…
Mi boca buscó la suya y nos besamos tiernamente, pero poco a poco el ósculo se convirtió en salvaje, cuando nos introducimos nuestras lenguas y ella me propinó una mordida que sentí que me la arrancaba…
Pero sólo fue una percepción, porque ahí estaba mi lengua adolorida pero completa… Le lamí los senos, le chupé los pezones que respondieron al contacto de mis labios y seguí, seguí, seguí, hasta su ombligo…
En ese lugar le pasé la lengua por algunos minutos y escuché como ella gemía de placer… No pude resistir y levemente me abrí paso entre esa mata de pelos que sobresalían desde su ombligo…
La suavidad de sus vellos me embriagaban y me convertían ante ella en un esclavo, ya no pude más y me fui directo a su entrepierna, para buscarle el agujero vaginal que ya presentaba signos de humedad…
Me abrí paso entre los vellos púbicos y asalté con mi lengua la oquedad, se la introduje por el meato urinario, ella sintió algo tremendo porque reaccionó con un fuerte suspiro y un gemido placentero… Mi lengua siguió su rumbo y encontró el clítoris en toda su potencia…
Se lo cogí con los labios, mientras mi lengua pasaba por la punta del botoncito del placer… Así estuvo lamiendo y relamiendo la puntita, hasta que ya no pudo más doña Eva, quien tuvo un tremendo orgasmo que inundó mi cara y sus pelos de fluidos con un ligero sabor salado… ¡Que gustazo probar esos líquidos!
VIII
En su desesperación, doña Eva me pidió que ya me la cogiera, que deseaba tener mi verga en la vagina y que mis pelos se encontraran con los suyos, aunque nos los jaláramos… Y se reía de la ocurrencia…
Para ese entonces mi verga estaba erecta de nuevo y pidiendo batalla… Así que le abrí las piernas y poco a poco le fui introduciendo mis 18 centímetros, hasta que mis huevos toparon con sus nalgotas…
Ella, como siempre comenzó a moverse frenéticamente, mientras yo me encargaba de besarle y relamerle los pies que me quedaban al nivel del rostro y me pasaba las plantas en la cara para olerlos y morderle suavemente los talones…
Cuando le metía mi lengua entre sus dedos, doña Eva respondía con leves gemidos. Estaba disfrutando doble, la verga en su vagina y mi lengua en su punto débil, debajo de los dedos de sus pies…
Jamás le soltaba los pies y ella estaba consciente de la forma en que me gustaba cogerla. Pero sus movimientos eran muy frenéticos, no tenía descanso y entraba, salía, giraba y se revolvía, lo cual me transportaba a los más grandes confines de la tierra… Era un disfrute arrollador…
Varios minutos pasaron entre el mete y saca, moverse y removerse, girar y recontragirar las caderas, más lamidas de pies, chupar dedos, morderle los talones y lamerle debajo de los dedos de sus pies…
Cuando de pronto una explosión en nuestros cuerpos nos anunciaba a ambos que estábamos a punto de una fenomenal venida… Donde mis líquidos seminales se confundían con los fluidos de su orgasmo y proporcionaban a la habitación un intenso olor a almizcle…
Debo decir que en mi vida sexual, los polvos con doña Eva fueron sensacionales. Jamás hubo un reclamo, un signo de celo. Ella tenía la seguridad de que yo no la traicionaría y mucho menos le fuera infiel…
IX
La relación con doña Eva, después de algunos años, se cortó súbitamente, porque ella tuvo que viajar a Puerto Angel, Oaxaca a cuidar de una hermana mayor que ela y que estaba gravemente enferma.
Sin embargo, antes de partir, hubo un encuentro sexual, donde el fin de semana casi no tuvimos momento de reposo, cogimos en su recámara, en el baño, en el comedor, en la sala, en el salón de coser y hasta en la azotea de su casa, porque la ayudé a lavar el tanque del techo…
Fue un fin de semana inolvidable. Porque el lunes partiría a su lugar de origen a cuidar a su hermana y no había tiempo para prever que regresaría…
Pasaron los meses y por una sobrina que se comunicó a mi casa, sólo supimos que doña Eva había pasado a mejor vida, y deseaba que mi abuelo se hiciera cargo de vender su casa y mandarle el dinero. Lo que se hizo sin ningún problema…
La noticia me puso triste y cabizbajo por algunos días, incluso lloré en silencio mi prematura viudez, porque debo decir que a doña Eva siempre le tuve un especial cariño…
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