~~Si, después de una larga semana de trabajo, por fin había llegado el fin de semana. El verano era divino, la brisa se encargaba de dar un placer inusitado a todos los que gozaban de ella. El cielo azul y despejado. Qué más podría esperarse de la vida? Yo disfrutaba cual colegial de aquellas maravillas que nos daba la naturaleza y era feliz al sentir en mi ser toda aquella bondad que se reflejaba a mi alrededor.
Como ya he contado en ocasiones anteriores, a mis 45 años, aún conservo un cuerpo producto del ejercicio diario, delgado pero fibroso. 1.80 de estatura, delgado, ojos vivos y soñadores, en fin, no soy precisamente el mejor modelo del mundo, pero tampoco el peor.
Absorto estaba admirando la naturaleza a mi alrededor cuando de pronto sonó mi celular. Era Abraham, uno de mis mejores amigos quien me invitaba a pasar con el y otro grupo de amigos un largo fin de semana en la playa. Ante tal invitación no supe si resistirme o aceptar y obviamente opté por lo segundo. Qué podría haber de malo en pasar un rato divertido en la playa con amigos y un par de tragos?
Después de la conversación, acepté acompañarlos y me decidí a preparar mi equipaje para el fin de semana que iniciaría un viernes y terminaría un domingo por la tarde. Entre mis cosas puse sábanas, toallas, mi ropa interior y mis pantalones cortos y camisetas sin manga para disfrutar al máximo de la naturaleza, cosa que me encanta.
Y llegó el momento. Mi amigo Abraham, pasó por mi como a las 5 de la tarde de aquel viernes y junto a el viajaban en su auto, Rodrigo, hermoso ejemplar de unos 23 años, alto, delgado y de piel bronceada, que hacía contraste con sus hermosos ojos celestes y su cabello rubio platinado. Anel, un hermoso ejemplar propio de nuestro suelo istmeño, de piel trigueña, ojos café y unos 25 años, diría yo.
Entre bromas y risas nos fuimos juntos a la finca a la orilla del mar. Al llegar a nuestro destino, serían aproximadamente las 7:00 p.m. Desempacamos, arreglamos nuestras respectivas camas y nos dispusimos a beber como locos y a preparar una barbacoa para saborear lo que habíamos llevado. Este servidor de ustedes, decidió preparar la carne y las papas que habrían de pasar por la parrilla y mientras estaba ensimismado en sus labores, escuchó a sus espaldas la voz de Anel que le decía: Tranquilo amigo, que la noche es larga. Debo admitir que en ocasiones soy bruto para entender, pero era divino ver su cuerpo sin camisa y sólo con un micro pantalón corto que difícilmente le cubría el sexo maravilloso que la vida le había dado.
Mientras yo sazonaba las carnes, Anel a mis espaldas me hablaba quedamente al oído y cada vez sentía su cuerpo más próximo al mío, mientras me decía que tenía manos de dioses para sazonar de esa manera tan olorosa la carne que pasaría por la barbacoa. A cada palabra suya, podía sentir su cuerpo más cercano al mío, despertando pasiones que creía estaban muertas. Fue en uno de esos momentos, cuando intente girar hacia atrás que le miré frente a frente y fue imposible pensar en algo más. Me clavó un beso en la boca y nuestras lenguas enfurecidas se entrelazaron la una contra la otra, haciendo que nuestras vergas despertaran ante tanta pasión reprimida. Fue un beso largo, lleno de pasión y locura, mientras mis manos recorrían su torso desnudo y se perdían en el límite que su pantaloncillo ponía frente a mi. No supe en que momento ambos quedamos totalmente desnudos y lentamente Anel se acercó a mi, empezando a darme besos y caricias en mi falo que estaba endurecido a su máxima expresión. Después de meterlo todo en su boca y de hacerme gemir de placer, lentamente humedeció uno de sus dedos y mientras cambiaba la posición de su boca, de mi herramienta mi culito ansioso de caricias, logró deslizar su dedo en mi orto. Oh! Era una sensación maravillosa la que empezaba a sentir. Luego, ya no era un dedo, sino dos y hasta tres, los que dilataban mi orto ansioso de sentir una verga como la que ya se dibujaba en su micro pantalón. Y sin pensar que había otras personas en la casa, me dejé bajar mis pantaloncillos y mi boxer, mientras Anel me daba la mamada más deliciosa que jamás mi culo hubiese soñado. Posteriormente, me colocó su descomunal herramienta en la punta de mi orto dilatado y lentamente empezó a meterla. El dolor al principio era soportable, sin embargo, lentamente se transformó en placer hasta que pude sentir sus bolas ardientes rozando contra mi culito hambriento.
Tan absortos estábamos en lo nuestro, que no nos percatamos que Abraham y Rodrigo se encontraban en la puerta de la cocina, viendo como nos revolcábamos como dos perras en celo y ambos, ante tal calentura, tenían sus vergas afuera, acariciándolas lentamente, para disfrutar al máximo el espectáculo que estábamos brindando. De momento, Anel se percató de la situación, pero ya era tarde. Yo tenía su herramienta de unos 20 cms. dentro de mi y a esas alturas de la película, nada ni nadie impediría que siguiese gozando de esa descomunal arma. Nuestros amigos, se acercaron lentamente y mientras Rodrigo colocaba su verga grande y jugosa en mi boca, para que le diese una mamada de dioses, Abraham lentamente empezó a mamar el culo de Anel, quien ya me tenía poseído. Era una escena de película. Yo con mi boca y mi culito totalmente ocupados. Abraham mamando el culo de Anel y todo funcionaba como en cámara lenta.
Era tal el placer que me producía tal situación que estuve a punto de correrme. Sin embargo, la noche era virgen y aún empezaba. Abraham, luego de mamar el culo de Anel y de meterle uno, dos y hasta tres de sus dedos, le empezó a meter su calurosa verga, mientras Anel cabalgaba sobre mi y yo a mi vez, mamaba la hermosa pinga de Rodrigo.
Que sensación, todo eran gemidos y aullidos cual lobos en medio de una noche de luna llena. Ante tanta sensualidad, Anel no aguantó más y me llenó el orto con sus jugos blancos y cremosos, al tiempo que Abraham llenaba el de el. Rodrigo, por su parte, se vino en mi boca, inundándola con su leche, que luego, después de darme un beso, saboreó junto a mi. Por mi parte, me vine sin tocarme y fue una sensación deliciosa.
Ahí estábamos, cuatro amigos, heterosexuales hasta entonces, llenos de locura y de sexo. Nunca sabré si fue el licor lo que nos desinhibió de tal manera, o eran impulsos que todos llevábamos dentro. Lo que sí es cierto, es que esa noche dormí con Abraham, mientras Anel y Rodrigo, lo hacían en otra cama. Pero miento, al decir que dormíamos. Nadie durmió esa noche. Fue una noche larga, llena de sexo y placer. Disfrutamos al máximo de nuestros cuerpos y al amanecer, finalmente, logramos descansar.
Al despertar, nadie dijo nada. Aparentemente, nadie recordaba nada. Efectos del alcohol? Quizá, pero lo que si es cierto es que la sensación de vacío en mi culo, me acompañó por el resto del tiempo que compartimos juntos en la playa.
Espero que hayan disfrutado de este relato, cien por ciento real y háganme llegar sus comentarios