Mi nombre es Esculapio. Sé que muchos se ríen de él, pero para mi es un nombre importante.
Hoy comienzo a trabajar para una empresa de seguridad como vigilante nocturno. Lo esencial es uniforme. Lo supe apenas me lo probé. Marca perfectamente mi cuerpo, mis piernas, resalta cada curva de carne trabajada. Tengo 20 años, una vida sana, el pelo corto. Al salir a trabajar pude apreciar las miradas de unas y otros. Los uniformes despiertan fantasías tanto en hombres como en mujeres. Me divierte seducir por igual. Soy virgen.
Le conté a varios amigos que voy a cuidar una fábrica. A nadie le expliqué lo que se produce en ACME INC.: todo tipo de artículos para sex shops.
El encargado del último turno me esperaba con instrucciones. Me dejó las llaves, teléfonos para llamar por alguna urgencia. Y se fue.
Me habían dado un escritorio en la recepción. Cada tanto tenía que dar una vuelta. Decidí dejar la pistola sobre el escritorio. Me daba seguridad en la calle frente a los otros. Pero aquí, solo, ¿para qué tener ese peso toda la noche? Todas las noches por venir.
Di varias vueltitas de rigor. Varias veces creí escuchar algún ruido raro, pero no encontré nada. Iba a volver a la lectura de la revista que me había traído, cuando sentí que me tapaban la cara y me aferraban los brazos. Traté de manotear el revólver......en vano.
Me arrastraron alejándome de mi puesto y me dieron vuelta. Cinco encapuchados, dos de ellos armados, que me apuntaban.
-Quedate tranquilito y no te va a pasar nada. Vamos a la oficina.
Entramos a la administración.
-Dame las llaves de la caja.
-No me dejaron nada-respondí- Salvo las llaves del portón.
-Boludo- dijo el que había hablado y me empujó.
Rompieron varios cajones y armarios. Encontraron la caja chica.
-Che, pero esto es una miseria. Con todo el mundo cogiendo, deben juntar carros de guita vendiendo forros.
Evaluaban la idea de llevarse algunas computadoras, cuando uno de ellos, pellizcándome una de las nalgas, dijo: Hey, pero que culito hermoso que tiene este pendejo.
Los otros cuatro se dieron vuelta para mirarme.
-A ver, a ver. Desnudate nene.
Me quedé atónito. Yo pensé que iba a zafar de cualquier agresión, porque los tipos no parecían violentos, iban a lo suyo. Pero esto me aterró.
-Dale, no te hagás rogar, ponete en bolas que te queremos ver la cola.- me dijo uno, apuntándome con el revolver.
¿Qué podía hacer?¿Tirármela de héroe?
Comencé a desvestirme. No sabía si hacerlo rápido o despacio, para o exasperarlos. Lo hice con torpeza, enredándome en cada prenda. Camisa, zapatos, medias, pantalón, hasta que sólo faltaba el slip.
-Dale, pibe, los calzoncillos también. Y date vuelta así te vemos.
Me desnudé del todo, las manos tendieron a cubrir los genitales, y me volví. Aullaron, hicieron chiflidos admirativos y comenzaron a cuchichear entre ellos.
-Bueno, ahora te vamos a dejar atadito, para que no salgás corriendo a pedir ayuda. Tirate boca abajo en ese sofá. Cacho, andá a buscar las sogas.
El sofá señalado era chico, así que por un lado sobraban parte de mis piernas, el pecho quedaba sobre uno de los apoyabrazos, la cabeza al aire. Me hicieron estirar los brazos. Cada una de mis extremidades, quedó atada a una de las patas del sofá. Me sentí terriblemente vulnerable. Venían preparados. Además de las sogas, tenían una cinta adhesiva, con la que me taparon la boca.
-Bueno, listo el pollo.
-Así que ahora la fiestita. Acá hay de todo. Me voy a fijar.
Los escuchaba reía a carcajadas, mientras uno de ellos me vigilaba.....por las dudas, porque así no podía ir a ninguna parte.
Volvieron todos.
-Che, a este lo vamos a tener que tratar con delicadeza. Ese culo es virgen.
-Esperá, me voy a fijar.
Sentí que me abrían violentamente las nalgas.
-Si, me parece que si. Intacto. Pasá bastante gel.
Me comenzaron a untar con crema fría y agradable todo el ano. Sabían lo que hacían. El primer dedo que metieron me tomó por sorpresa y lancé un gemido, ahogado por la venda.
-Tranquilo, tranquilo. Vas a ver que te va a gustar. Ponete flojito, te lo recomiendo, porque culear, te vamos a culear.
Siguieron trabajando con el gel. Después fueron dos dedos y hasta tres. Hasta que quien me estaba enmantecando se acomodó encima mío y sentí lo que indudablemente era su verga, penetrándome.
Al oído me dijo:-El secreto es hacer como una fuercita para cagar. Eso, y ponerte flojito, y a disfrutar.
Estuvo un rato en lo suyo, los otros se habían apartado un poco y cada tanto miraban, acotaban algo. Cuando se levanto, aproveché para reacomodarme. Es que me había sorprendido una erección.
Tras el primero, la misma rutina con el segundo, que la tenía más grande y acabó enseguida. Tras el, otro con una pija breve, pero muy ancha, que estuvo largo rato dale y dale. Se habían puesto forro, parece que competían con cual usaba el más excéntrico. Este me hizo acabar.
Vino el cuarto, que dio un embate de toro furioso y comenzó a hamacarse.
Vi que se acercaba el quinto.
-Che, no aguanto más. Con todo esto que veo.......
El que estaba adentro mío, le contestó:-Tengo para rato, ya sabés lo que tardo en acabar.
-No importa, tengo ganas de hacerme una paja mientras me chupan el culo.
-¿No te estarás haciendo medio puto, vos? Bah, disfruta de la vida, negro. Destápale la boca, y dale.
Y en efecto me sacaron la cinta adhesiva, se bajó los pantalones y me puso el culo en la cara.
-Dale, chupá.
Pegué uno tímidos lengüetazos, pero la cosa no funcionaba.
-Che, que fracazo.
-¿Qué pasa?, preguntó uno de los otros.
-Este pendejo no sabe chupar el culo.
-Ay, siempre vicioso vos. Esperá que te ayudo.
El que habló se acerco, separó las nalgas de su compañero e indicó:-Concentrate bien en el ojete.
Con el lógico temor me apliqué a la tarea. El culo estaba limpio, en realidad empezó a tomar olor por efecto de mi saliva. Acabamos los tres juntos.
Pensé que satisfechos, se irían.
Pero querían más.
-Chicos, vamos a dejar el pollito listo en la fuente.
Me desataron, limpiaron de un manotazo el mostrador de la administración, me subieron boca abajo. Me hicieron agarrar los pies con las manos, así que piernas y brazos formaron un arco. Me ataron así.
-Che, miren lo que encontré- No podía ver de que se trataba porque estaba de espaldas a la puerta.
Me pasaron más gel.....y empezaron a probar consoladores. El primero un juguetito. Pero cada uno que ponían era mayor que el anterior, hasta el último, que me pareció gigantesco.
-Chau querido, fue un gusto. El uniforme lo llevamos de recuerdo.
Desnudo, atado, maltrecho, con ganas de cagar, el culo roto, quedé un tiempo que me pareció interminable, hasta que llegaron los primeros trabajadores, al otro día.
El capataz que me encontró me desató, yo me saqué con cuidado el consolador. Mientras el llamaba a la policía, los empleados se asomaban y miraban. Ponían cara de circunstancias, pero después los escuchaba soltar carcajadas.
El capataz me miró y dijo:-Por eso se nos van los guardias. Ya sos el quinto que nos cogen.
eSCULAPIO, NO CREO QUE MUCHOS SE RIAN DE TU NOMBRE: YO CREO QUE TODOS SE RIEN DE TU NOMBRE