Esclavo sexual 1 (aceptando ser esclavo)
En ese entonces, yo recién cumplía los 18 y ya había satisfecho a varios machos, siempre en el rol pasivo o sumiso. He publicado otros relatos que me encantaría que leyeras para que comprendieras mejor, como había llegado hasta el día a continuación voy a relatar. Este “aventura”, la desarrollaré en varias entregas para no hacer un episodio tan largo que pueda resultar tedioso. En fin, espero que lo disfrutes.
Esa semana terminaríamos las clases del curso técnico que estaba tomando. El Negro me había comentado que su tío el Mandingo llegaría en esos días y por mi cabeza pasaban todo tipo de pensamientos, me preguntaba qué me haría el Mandingo a su regreso, cómo me iría en el otro encuentro al que me había comprometido con Asdrúbal y también, dónde y cómo aprovechar una oportunidad para tener sexo nuevamente con El Negro, quien me había hecho gozar como nunca el fin de semana junto con su primo.
El miércoles terminaron oficialmente las clases. Sin embargo, no tenía noticia alguna del Mandingo. Asdrúbal tampoco me había llamado. Deseaba era tener relaciones con el Negro, quien con nuestros encuentros continuos había ganado bastante experiencia.
Para el viernes en la mañana, El Negro y yo, aún no habíamos logrado encontrar la oportunidad y el lugar para tener sexo, en su casa o la mía siempre había gente y con el Mandingo de viaje tampoco podíamos ir a su pequeña oficina en el gimnasio que regentaba.
El viernes en la mañana, el Negro me llamo para proponerme ir a conocer su pueblo, un lugar a poco más de 200 kilómetros de la ciudad. El estaba muy orgulloso de su pueblo y siempre comentaba cosas del lugar e invitaba a conocerlo. Ahora habiendo terminado las clases era un momento oportuno para ir.
La idea me entusiasmo muchísimo, sin pensarlo le dije que si, mandé al diablo la cita con Asdrúbal que no terminaba de concretarse. Ese fin de semana fue muy intenso, disfruté mucho en aquel pueblo, no pasó por mi cabeza lo que ocurriría a mí regreso. Asdrúbal “ofendido” me haría pagar muy caro mi atrevimiento.
En otra oportunidad, contaré como me fue aquel fin de semana en el pueblo del negro, pero por lo pronto, me enfocaré en el encuentro con Asdrúbal.
Cuando llegué a casa el domingo en la noche, me comentaron que un Sr. llamado Asdrúbal me había llamado el viernes. De esto hace tiempo, no había entonces móviles (celulares). Y que el mismo “señor” había vuelto a llamar y dejado un número telefónico. Me puse algo nervioso. Preferí no llamarle.
El lunes en la tarde me llamó nuevamente. Le expliqué que como él no había llamado pues yo había decidido irme. El me recordó que habíamos quedado para ese viernes. Entonces le ofrecí disculpas y él se mostró tolerante, como si no le diera mayor importancia. Eso me entusiasmo, me quito el temor a sus represalias por haber faltado al compromiso.
Le dije que saldríamos en la semana cuando él quisiera, que podíamos quedarnos hasta tarde si gustaba, pues había terminado las clases. Sólo le pedí, que estuviéramos a solas, que no invitara a otro como había sucedido antes. En un tono casi de reclamo, le dije, que no me había gustado que me entregara así a otro tipo, del que no supe su nombre ni si quiera pude ver su rostro. (si quieres saber lo que sucedió, puedes leer mi serie titulada “A merced de un sádico) Finalmente, quedamos en vernos el martes en la noche.
Ese martes, temprano, a eso de las 7 nos encontramos en el lugar acordado. Asdrúbal me invitó un par de cervezas, me sorprendió un poco, pues el no socializaba mucho conmigo, sólo iba directo al sexo y nada más.
Me preguntó que había hecho el fin de semana, le conté de mi visita al pueblo del Negro y el pareció interesarse en el tema. Me insistió en que detallará algunos de los acontecimientos. Así lo hice y ambos nos pusimos a mil.
En el automóvil, camino a su apartamento, aquel que tenía sólo para follar (descrito en mi relato anterior “a Merced de un sádico”) comencé a sobar su verga por encima del pantalón, incluso, baje la cremallera y acaricie su pinga que estaba a reventar. En verdad estaba ansioso porque me cogiera. No sé por cual razón, cuando yo tenía mucho sexo, tan pronto se está listo para continuar, se desea tener más.
Subimos a su apartamento, antes de entrar me dijo que tenía una sorpresa, que había hecho unos cambios en el apartamento, que cerrará los ojos. Así lo hice. El abrió la puerta y tan pronto entramos la cerró tras nosotros.
Allí mismo en un cortísimo corredor en la entrada, me apoyó contra la pared, quedé con las manos en alto en la pared y con el culo parado, quedando él a mis espaldas. Me abrazó fuerte, sentí el bulto de su entrepierna en mis nalgas.
Abrí los ojos por curiosidad, pero no pude ver nada, el lugar estaba absolutamente a oscuras. Luego me colocó un par de esposas en las muñecas, con las manos atrás. Le gustaba usar esposas de verdad, no de fantasía, imposible liberarse. Ya las había usado antes conmigo, por lo cual no me sorprendió.
Estando así, desabrochó y bajó mis pantalones y calzones hasta los tobillos, dejando mi culo desnudo en pompa hacía el. Mi culo, piernas y todo, estaban rasurados al ras, como vi que al Negro y su primo eso les había gustado, entonces me rasuré para aquella noche con Asdrúbal. Cuando tocó mis nalgas de piel suave pero firme, un sh, escapó de su boca, me dijo, te rasuraste, si que eres una buena puta.
Al tiempo que restregaba su verga contra mis nalgas, acariciaba mi pene. Ambos, parecía que estábamos a punto de reventar. Susurraba obscenidades a mi oído.
Ensalivo su dedo medio y lo introdujo en mi ano. Me preguntó, quien quieres ser esta noche, un esclavo sexual o la víctima de una violación. Cualquiera de los dos papeles que escogiera, algo era seguro, sería sometido a sus caprichos y vejámenes.
Pregunté ¿cómo sería una cosa o la otra? El respondió, bueno, si eres esclavo, tienes que obedecer a todo lo que te pida, ser mi sirviente y si haces algo malo, pues te castigo para disciplinarte y que aprendas a hacerlo bien. Lo otro, pues serás violado sin piedad, sometido a la fuerza. Sumamente excitado como estaba y ante la alternativa de ser violado, accedí a ser su esclavo.
El me dijo, te quedo todo claro? Respondí, si. El siguió, dime entonces que vamos a hacer? Respondí, seré tu esclavo, debo ser obediente y servirte. El replicó y si no obedeces, qué pasa? Bueno, me castigas. Entonces, el dijo, en voz alta, no oigo. Repetí más fuerte, seré tu esclavo sexual, te obedeceré en todo y si no lo hago me castigas. El dijo, eso es, vamos a ver cómo te comportas.
Luego, encendió la luz, lo cual me encandilo en un primer momento, al abrir los ojos pude ver al fondo la sorpresa que había preparado. De inmediato, experimenté una sensación de temor y arrepentimiento por haber ido hasta allá.
Hasta aquí lo dejo por ahora. Dime si te gustó para seguir contando. Gracias por leerme.
JP
me quede con ganas del resto