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Categoría: Parejas

Esa mujer me sedujo con sus encantos

Carmelo esta frito como siempre decía cuando estaba en un situación de la cual no podía escapar. Ahora estaba doblemente frito, frito como un pescado en un sarten lleno de aceite hirviente. Estaba a punto de cometer una locura, una deliciosa locura, una locura que lo atormentaba en las noches, en las mañanas, en la madrugada, los días de trabajos, los días festivos, una locura que hasta en la iglesia no podía evitar la erección. El tipo estaba de madre, era algo increíble, cuando caminaba por las calles las mujeres lo miraban y él disimuladamente colocaba sus manos para tapar a aquel animal que se levantaba dejando que las damitas exclamaran:

__¡Wao que clase de pinga tiene!
__ ¡Ay Virgen con razón las mujeres le tienen
miedo!¡Está salvaje!

El pobre Carmelo pasaba unas verguenzas terribles, a veces se colocaba bolitas de algodón en sus orejas para no escuchar los comentarios, especialmente los de los guy que se morían y hasta se atrevían chocar con él para tocarle aquella tranca, aquel cuatro por cuatro, aquel cohete de la NASA, aquella lanza afilada, aquella cosa extraterrestre... su problema era peor pues casi todos los días le crecía unos centímetro más.

Ahora se dirigía al médico, tenía que ponerle fin a aquel acontecimiento antes que se volviera loco. Estaba desesperado, su mujer hacía unos meses salió corriendo en pantaletas gritando que la quería asesinar... los vecinos corrienron en su auxilio y cuando vieron a Carmelo parado en la puerta con tres patas quedaron en "shock", aquello no tenía comparación en este planeta.

Así que su fama corrió como pólvora por todo el barrio, hasta los periodistas de varios países fueron hasta su humilde hogar curiosos por las cosas que se contaban de Carmelo y su lanza de ejecución. La última víctima fue la puta Lorenza que por cincuenta pesos le permitió saciar aquellos deseos que lo estaban matando. La pobre todavía está recluída en el hospital, se pasa gritando de noche que una enorme boa la quiere penetrar...

Pero ahora está decidido a todo, hasta sacrifiarse y someterse a una operación de emergencia.
Ahora se encuentra en la puerta del cirujano que había llegado a la ciudad y establecido su oficina. Parecía que aquel médico-cirujano tenía la solución a sus problemas.

Pero cual fue su sorpresa... salió maldiciendo a todos los santos del cielo, era imposible que aquello le sucediera a Carmelo López Fonseca, alias, el bichudo alegre. El cirujano le agarró la tranca y le supicaba que lo dejara acariciarla.

Mientras caminaba de regreso a su casa pensaba en muchas cosas, las imágenes cruzaban por su mente como nubes llevadas por el viento. Todo era una pendeja, no había como estar conforme y después esos seres humanos que viven y gustan de las desgracias ajenas. Si eres flaco es que guarda todo el dinero y no come, si eres gordo eres un comelón que lo gasta todo, si eres alto eres una palma, si eres bajito un enano, si no te enamoras de seguro eres un pato callejero, si tienes varias mujeres un mujeriego, si no bebes no sabes lo que es vivir, si bebes eres un atómico, ebrio, borrachón, si eres fiel a tu marido una pendeja, y si se la pegas eras una prostituta cualquiera, si vas mucho a la iglesia y lees la Biblia un relagioso fanático, un santurrón, si no vas eres un ateo.

Maldita sea los cuernos de Lucifer y las chivita del Tio Sam. Como quiera es malo. Pero Carmelo seguía luchando, él no tenía la culpa de tener entre sus patas aquella torre de Babel, aquella Estatua del Placer...Pero, ¿Para qué tener un instrumento así si no lo podía usar?¡Cuanto envidiaba a su amigo Isidoro, éste lo que tenía era un manicito entre las patas y dos canicas muy pequeñas pero todos los día pasaba a una damita por la piedra y la mitad de las mujeres de la ciudad habían disfrutado de aquel pajarito, total hacer el amor no depende de lo grande del instrumento sino de la habilidad del cirujano de hacer que la doncella llegue al extasis del gusto y gima de placer aunque lo que tenga adentro sea un gusanito recien nacido...

Pensando en estas cosas y en muchas otras llegó a su casa. Escuchó el ruido de la podadora. Miró a través de la ventana... Allí estaba la culpable de su desgracia. Claudina, la mujer del vecino que estaba sola hacía unos meses, pues a su marido lo metieron a la cárcel y no ha vuelto a saber de él desde el último día que lo fue a ver. Era algo increíble, salió llorando de la prisión, su marido le dijo que no pensaba salir de allí, que había encontrado el amor de su vida y que cuando saliera se casaría con Monchín, una loca que había conocido en prisión.

Claudina era un monumento a la historia de la mujer, una Eva, una Pandora, una Cleopatra, una Raquel Welch, una Miss Universo...ay madre de las gallinas culecas, aquel ser lo tenía todo, había que verla en pantaloncitos rojos y en una blusa que dejaba escapar todos sus encantos. Carmelo lo ligaba, todos los días se masturbaba pensando en ella, por eso creía que ella era la culpable de que su amigo creciera tanto, no sabes cuantas veces al día lo hacía. Ella se daba cuenta y se ponía en posiciones de seducción,
a veces la veía meter sus lindas manos entre su blusa y el sostén para sacar las pajas que acariciaban aquellos dos manjadores. Se mordía los labios del gusto. Y cuando ella se doblaba mostrando su pantalla de 27 pulgadas, a Carmelo le subían y le bajaban Era un enfermo, estaba al borde de cometer una locura.

Esa tarde Claudina se acercó a la cerca del hogar del Carmelo para solicitarle ayuda, la gasolina se le había terminado y su auto estaba defectuoso. Carmelo, como perro zalamero se acercó, temblaba como una gelatina al ver a aquella mujer presionando la cerca de alambre contra su cuerpo y dejando aquella escena ante sus ojos. Se acercó, ella lo miró de arriba abajo,
y sus labios se humedecieron, los movió rítmicamente, pronunciado cada palabras con pasión, con erotismo. Carmelo no resistió,
sintió que algo muy duro y largo se levantaba desafiante... tuvo miedo que la vecina lo notara,
entonces dio la espalda y buscó un envase que contenía un poco de gasolina.

La mujer extendió su mano con delicadesa, Carmelo todavía temblaba, su lanza estaba que echaba fuego, caliente como el faro de Alejandría, como la llama que se robó Prometeo,
pero resistió la tentación. Ella tomó la gasolina y se movió con aquel repicar de campanas,
ay Madre de los Espíritus Realengos, de esta me pierdo yo y voy a parar las mismas paila del infierno.

Cayó un pedazo de cielo negro y se tragó la luz del día. Carmelo estaba inquieto, de vez en cuando miraba por la ventana. Allí estaba ella, sentada como siempre en el balcón leyendo un libro, la observaba con unos binoculares que se había comprado para espiarla. Veías sus troncos de piernas,sus dos pelotas de senos levantadas, sus piernas cruzadas,estaba exquisita, sabrosa, deliciosa, apetitosa, estaba como el médico me la recetó.

Carmelo brincaba del gusto, se subía al sofá, corría su cuarto, brincaba en la cama, daba con su cabeza en la pared y se azotaba su pene con la mano... toma para que te averguence de estar siempre de pie... ría como un loco, volvía a la sala, pero ella ya no estaba...

Entonces fue que escuchó que alguien tocaba a su puerta. Corrió al cuarto y se puso una bata ya que estaba en pantaloncillos.

Cuando abrió la puerta era Claudina. Casi se desmaya, no podía expresarse, un nudo se le formó en la garganta...

___Perdone que lo moleste don Carmelito__
Ay aquel diminutivo lo puso contento, Carmelito te agarro ese culito murmuró en el silencio de la noche. allí estaba aquel bombón, sólo tenía que agarrarla por las manos y llevarla a su cama, tirarla y amarla hasta morir del gusto.

Pero no tenía el valor para hacerlo, además jamás había abusado de una mujer, menos lo haría con su vecina a la que respetaba, aunque siempre tenía los deseos de hacerla suya,de clavarla hasta el ocho de vasto...

Claudina volvió a decirle: " Perdón don Carmelo
puede ir un momentito a mi casa, tengo problemas con la bombilla de mi cuarto"

_¡Ay mamá!, fue el grito que se escuchó en el interior del cerebro de Carmelo... ahora si se pusieron los huevos a peseta, ahora sí que las cosas se ponía de color de hormigas bravas...

Sin pensarlo dos veces, Carmelo acompañó a su vecina, se olvidó que sólo tenía puesto una bata de dormir. Parecía un corderito que iba en siilencio al matadero, al suplicio... Mientras Claudina caminaba como serpiente coqueta, Carmelo colocaba su mano sobre aquel monumental animal que se levantaba como toro que embiste...
Apenas podía moverse con agilidad.

Una vez en el cuarto Carmelo comenzó a buscar solución al problema. Mira el receptáculo mientras lo iluminaba con una vela. Pero todo parecía normal, le dio al interruptor y no había novedad. Pidió una silla y se subió. Apretó la bombilla y he aquí que la luz fue hecha.

Cuando miró a su vecina, ésta sonreía. Estaba deliciosa, vestía de una fina bata, sus senos eran tormentosos. Carmelo no le quitó la vista de encima, la deseaba, ella lo miraba, lo deseaba, se acercó, Carmelo bajó de la silla, ella se aproximó un poco... Carmelo temblaba, quería gritar de gusto, pero permaneció inmóvil.
Ella se acercó más, sus ojos eran brillante, sus labios parecían pedir que la amaran, ya estaba muy cerca del cuerpo inmóvil de Carmelo...

Entonces extendió su mano y tocó a la bestia que se levantaba con furor entre las piernas, llevándose la bata hacia los cielos... ella suspiró, Carmelo quedó petrificado... Ella se acostó sobre la cama... dejó caer su bata... ahí estaba la manzana prohibida, ahí estaba la causa de su locura, ahí estaba aquel monumento femenino,ahí estaba el manjar de los dioses del Olimpo, ahí estaba Claudina, lista como la caña en febrero para ser cortada, ahí estaba abriendo sus piernas lentamente, pasando sus dedos sobre sus labios y haciéndole señal a Carmelo para que la poseyera toda...

El tiempo se detuvo miserablemente. Carmelo estaba como una estatua de hielo. Y entre sus piernas dormía congelado el montruos de las mujeres... nada de nada... dormido como el oso polar... y Carmelo quedó destrozado una vez más pues su adorable caballero de batallas dormía como un angelito el sueño de los inocentes.

Fin
Datos del Relato
  • Categoría: Parejas
  • Media: 5.46
  • Votos: 46
  • Envios: 5
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
hostilio  mejia
invitado-hostilio mejia 18-10-2004 00:00:00

TIENES FUTURO COMO ESCRITOR, TE FELICITO, ES LO MEJOR QUE HE LEIDO AQUI, QUE LASTIMA, ESE TIPO DE LITERATURA DEBERIA ESTAR EN LAS MEJORES LIBRERIAS.

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