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Era de noche. Era de noche y los dos estaban ahí, sentados en un sofá y viendo la televisión con el inagotable e interminable sonido de la noche. Estaban sentados en el sofá abrazándose el uno al otro, acariciándose suavemente con deliciosa tranquilidad. Él se acurrucó en su regazo y ella comenzó a acariciarle el pelo con la punta de sus uñas.
Poco a poco, él comenzó a buscar el borde de la camiseta de su novia. Cuando la encontró, deslizó dentro su mano y comenzó a acariciarle la suave piel de su vientre. Lentamente, y describiendo pequeños círculos con las yemas de sus dedos, fue subiendo hasta llegar al sujetador de la chica. Mientras tanto, ella había comenzado a acariciarle delicadamente la espalda con las uñas.
Él comenzó a acariciar sus pechos, haciendo pequeños círculos con sus dedos al principio, pero con toda la mano al cabo de un rato. Poco a poco, y con toda la delicadeza de la que era capaz, él introdujo la mano dentro de una de las copas del sostén de su novia, acariciándole directamente el pecho y el pezón de la chica.
Ambos estaban ya medio recostados en el sofá. El chico estaba aún ligeramente encima de ella. Los dos se besaban ahora apasionadamente, mientras él acariciaba los pechos de su novia y ella le acariciaba la espalda a la vez que lo atraía hacia ella.
Finalmente, él se puso completamente encima de ella. Siguieron besándose y acariciándose. Él deslizó una mano entre los muslos de la chica, acariciándolos de arriba abajo y rozando suavemente su entrepierna. Ella, a su vez, seguía acariciando la espalda del chico con una mano, a la vez que, con la otra, comenzaba a acariciar el bulto que comenzaba a formar el pene de su novio.
Lentamente, él comenzó a desabrochar el pantalón de la chica, bajándolo lentamente cuando lo hubo desabrochado completamente. Por su parte, la chica desabrochó los pantalones de su novio, bajándoselos lo justo para que pudieran verse sus calzoncillos. Él se tumbó de nuevo encima de ella, frotando sus sexos todavía separados por su ropa interior. El chico deslizó de nuevo una mano entre los muslos de ella y comenzó a acariciarle los labios y el clítoris por encima de las braguitas. Ella comenzó a respirar cada vez con más fuerza, a la vez que agarraba con pasión la camiseta de su novio.
Dulcemente, él comenzó a buscar la goma de sus braguitas y, cuando la encontró, metió dentro la mano y comenzó a acariciar los ya húmedos labios y el clítoris de su chica con suaves movimientos de vaivén. Al principio lo hacía lentamente, pero medida que la excitación iba invadiéndolos, comenzó a acariciarlos cada vez más rápidamente, metiendo incluso un poco de sus dedos dentro de la vagina de la chica. Siguieron así un buen rato hasta que él ya no pudo más y, tras bajarle las braguitas a su novia, comenzó a penetrarla con los dedos mientras le besaba y chupaba los pechos y le succionaba los pezones.
En cualquier otra ocasión, se habrían detenido en ese preciso instante, pero ambos sabían que esa no era "cualquier otra ocasión". Los dos sentían en su interior que aquella vez era especial. Entonces, él le propuso que le dejara chuparle la vulva, a lo que ella aceptó con un suave movimiento de cabeza.
Entonces, él se deslizó hasta que su cabeza quedó entre las piernas de la chica. Una vez ahí, comenzó a acariciar su clítoris con la punta de sus dedos durante un instante, tras el cual se agachó y comenzó a lamer y a besar los labios y el clítoris de su novia. Fue una sensación tan repentina como excitante, lo que provocó que ella soltara un gemido más fuerte de lo normal y que arqueara su espalda. Él continuó chupando, lamiendo y besando cada vez con más ritmo, acariciando con la punta de su lengua todos y cada uno de los rincones de su vulva y de su clítoris. Ella jadeaba con insistencia y se estremecía con cada lametazo de su novio. Ella respiraba cada vez con más insistencia y agarraba, casi inconscientemente, los pelos de la cabeza del chico.
Estuvieron así durante un buen rato, aprovechándolo al máximo. Eso era lo más lejos que había llegado nunca antes, y querían que durara todo lo posible. Sin embargo, al cabo de un rato, él cesó de lamer y de chupar y se reincorporó. Jadeando, volvieron a unirse en un apasionado abrazo, besándose y acariciándose por todo el cuerpo. Pararon unos segundos y se quedaron mirándose el uno al otro. Aquella mirada expresaba muchísimo más que cien mil palabras. Se amaban con una locura enfermiza. Él acercó su boca al oído de ella y le susurró:
- ¿Quieres que hagamos el amor?
- Vale…- susurró ella.
Tras esto, él se puso de pie y terminó de quitarse los pantalones y los calzoncillos, a la vez que aprovechó para coger un condón. Se puso de rodillas en el sofá entre las piernas de su novia y comenzó a ponerse el condón. Cuando terminó de ponérselo, se tumbó de nuevo sobre ella y comenzaron nuevamente a besarse y a acariciarse. No obstante, en esta ocasión pararon enseguida y, moviéndose para encontrar la entrada a la vagina de su novia, el se fue acoplando a ella hasta que, finalmente, la encontró.
Al principio solo entró la cabeza de su pene, pero poco a poco fue empujando hasta penetrarla por completo. Ambos se quedaron así durante un rato. Querían sentirse unidos, querían saborear aquella experiencia que tan nueva era para ambos, disfrutar de aquellas sensaciones que inundaban todos sus sentidos. Poco a poco, él comenzó a moverse, lo que hizo que los jadeos de uno se confundieran con los del otro. Los dos se besaron apasionadamente, mientras ella le arañaba apasionadamente, pero sin llegar a herirle, la espalda y él le acariciaba los pechos. Sin embargo, la posición tan forzada en la que estaban hizo que él eyaculara enseguida. Cuando lo hizo, se quedaron fundidos en fuerte y apasionado abrazo.
Tras esto, los dos se sentaron en el sofá para recuperar un poco el aliento, a pesar de lo cual siguieron abrazados. No se molestaron ni tan siquiera en ponerse la ropa.
Pero su primera experiencia les había sabido a poco a ambos, y enseguida volvieron a acariciarse juguetonamente. Esta vez, ella comenzó a besar, chupar y lamer el bulbo de la oreja de su novio, lo cual hizo que tuviera una segunda erección al poco rato. Mientras le chupaba, ella le acariciaba dulcemente el pene y los testículos, lo que hacía que él tuviera una erección cada vez mayor.
Al poco, ella se agachó y, sin decirle nada, comenzó a chuparle lentamente el pene. Le chupaba y le lamía todo el pene a la vez que le acariciaba los testículos. Fue una sensación tan cálida, placentera e inesperada, que a él le pareció haber llegado al cielo. Ella continuó así durante un rato, chupando, lamiendo y jugueteando con su lengua, hasta que él notó que estaba a punto de eyacular por segunda vez y la detuvo. Aquella era la primera vez su novia le hacía algo parecido y no quería estropear el momento eyaculando en su boca.
Tras esto, ambos se besaron durante un buen rato y él le dijo:
- Vamos a la cama ¿vale?
- Vale.- contestó ella con una sonrisa.
Esto le sirvió a él para relajarse un poco. Justo lo necesario. Cogió otro condón y fue a la habitación tras su novia. Se tumbaron mirándose el uno al otro y comenzaron a besarse de nuevo. Se despojaron de la poca ropa que aun les quedaba y, suavemente, él se puso de nuevo encima de ella. Se fundieron en un apasionado abrazo, rozando sus genitales pero sin llegar a la penetración. Estuvieron así un poco más hasta que él ya no pudo aguantar más y, tras parar lo justo par ponerse de nuevo el condón, el la penetró por segunda vez, pero en esta ocasión con más fuerza y pasión que la anterior. Los dos estaban cada vez más y más excitados y respiraban con más fuerza a cada segundo que pasaba.
Se detuvieron un momento, pero tan solo lo necesario para cambiar las posiciones y quedarse él debajo y ella encima. Comenzaron a moverse los dos, él de arriba abajo y ella de adelante a atrás. Ella se echó sobre él, apoyando las manos en la almohada y dejando sus pechos a la altura de la cara de su novio, lo cual aprovechó él para besar, lamer y succionar sus pechos y sus pezones. Él jugaba con su lengua alrededor de la aureola de un pezón, mientras que el otro lo pellizcaba suavemente con los dedos. Él succionaba y pellizcaba sus pezones a la vez que metía y sacaba su pene del interior de su vagina. De vez en cuando, ella se acercaba a él y le lamía apasionadamente el lóbulo de la oreja.
Estuvieron así durante un buen rato, hasta que ambos comenzaron a sentir los espasmos típicos del orgasmo. Su respiración se fue haciendo más y más acelerada y sus jadeos fueron cada vez más entrecortados hasta que ya no pudieron más y ambos llegaron al orgasmo abrazándose fuertemente, como si quisieran fundirse el uno con el otro. Tras esto, ambos se quedaron como estaban durante un ratito más, hasta que, agotados, se separaron y se abandonaron al sueño y se pusieron a dormir bien abrazaditos…
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