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CAPÍTULO III
Dejando que la abrazara y la mimara, las manos siguieron rodeándola y recorriendo sus rotundas formas en una delicada caricia que la hizo gemir como una jovencita. Deshaciéndose de aquel abrazo volvió a sacar la lengua para provocarle una vez más. Era mala y así lo entendió el joven al unir su lengua con la de ella para finalmente acabar envueltos en un beso con lengua que les hizo avalar el peligroso juego que ambos habían iniciado minutos antes.
No, por favor cariño espera un poco… no te lo quites aún, no tengas prisa. Ponte en pie y déjame que te mire –exclamó acomodada frente a él, gozando cada centímetro del cuerpo del muchacho.
Humedeciéndose los labios con la lengua, fue reconociendo cada rincón de la varonil figura pasando la mirada desde el rostro de bellas facciones y ya con algo de barba, para luego ir bajando por el cuello y el torso camino del vientre liso y aún libre de los efectos de la cerveza. Sentada ante él, durante largo rato estuvo gozando del cuerpo del chico todavía cubierto por el polo y los tejanos bajo los que se adivinaba el más que interesante paquete. Tal como había observado otras veces, estaba muy bien dotado, de eso no cabía la menor duda.
¡Juventud, divino tesoro! –pensó para sí misma mientras no podía evitar dejar caer las manos sobre los muslos del joven al que pronto se iba a entregar por completo. Mariví, ya bien excitada y creyendo perder el sentido, pensó que era el momento de ir más allá en aquello que habían empezado.
Adelantando una de sus manos la puso sobre el bulto sopesándolo entre los dedos. Como no podía ser menos se encontraba ya duro y dispuesto a lo que pronto vendría. Dejando a un lado el objeto de su deseo, llevó las manos por debajo del polo acariciándole con los dedos la fina piel.
¡Eres hermoso! –declaró mientras subía y bajaba las manos por aquel cuerpo hecho para el placer y el delirio.
Al fin Dani se deshizo de la prenda sacándosela por la cabeza y quedando con su torso velludo ante ella. En su locura, la mujer se apoderó de los pezones apretándolos y pellizcándolos entre sus dedos como si aquella fuera la mejor de las caricias. El muchacho gimió levemente con aquel roce sobre tan sensible zona de su cuerpo. Elevándose hacia él empezó a besar y lamer el pecho masculino jugando con los pezones un buen rato para poco a poco ir bajando hacia la barriga al tiempo que con la mano le iba acariciando por encima del pantalón. El miembro se mostraba duro y excitado entre sus dedos.
Las manos de la veterana se dirigieron hacia el cinturón para soltar la hebilla y el botón. Enseguida fue el turno para la bragueta la cual bajó de forma lenta y sin dejar de mirarle a los ojos. El deseo quedó reflejado en el rostro de los amantes, ambos sabían bien lo que querían. Ante ella se mostró el bóxer negro que apenas podía contener la escandalosa y juvenil tienda de campaña. Apoyada en los muslos velludos de aquel joven, pasó la cara por el bulto para chupar el algodón dejándolo bañado con su saliva. A Mariví le gustaba ese juego, le gustaba hacer sufrir a sus amantes mientras ansiaban el cercano contacto.
A ver muchachito… déjame ver lo que guardas ahí… ¿no quieres darme el premio gordo? –preguntó relamiéndose como una perra.
Sin decir nada más y tirando la prenda hacia abajo, apareció el miembro masculino saltando como un resorte para quedar frente a ella que lo observó golosa y de forma detenida como si del mejor regalo se tratara. Llevaba largo tiempo deseando ese momento y quería disfrutarlo al máximo.
Buena polla, sí señor… menudo trozo de carne gastas nene –aseguró sin desviar un solo segundo la mirada del deseado músculo.
Era un pene de grandes dimensiones pese a no alcanzar aún su máximo esplendor, cosa que ella se encargaría de conseguir con sus caricias. Largo y grueso, las venas se marcaban por todo el tronco demostrando las ganas del muchacho. Echando la piel que lo cubría hacia atrás, vio aparecer frente a ella el grueso y brillante glande. Devorándolo con la mirada, lo observó cabecear nervioso en busca de la ansiada caricia, en busca de unas manos o una boca que lo hicieran calmar.
¿Así te gusta? Dime cariño, ¿te gusta como lo hago?
¡Me encanta, sí… cómemela Mariví, có… memela toda! –respondió con voz temblorosa.
Tranquilo mi amor, poco a poco… no quiero que te corras enseguida –dijo mientras le sonreía de forma lujuriosa.
Pasándole la lengua por encima, golpeó el cabeceante glande entre los débiles gemidos que el joven emitía.
¡Chúpamela vamos… no aguanto más, ne… na! –volvió a pedir a la madura mujer.
¿Nena? Aquello agradó sobremanera a la excitada fémina, el ver que la trataba como a una igual sin tener en cuenta los muchos años de diferencia que entre ambos existían. Mariví comprendió que era hora de acabar con el sufrimiento del muchacho y cerrando los ojos abrió la boca todo lo posible para acoger en ella aquel grueso mango. De primeras tragó media polla empezando a mamar a buen ritmo. Con el agradable frotar producido a lo largo del pene, podía sentir el palpitar de la vena del joven macho. Tras un largo minuto de estársela comiendo y chupando, la polla quedó durísima y con aquel aspecto amenazante que a cualquier mujer tanto gusta.
Sacándola de la boca, disfrutó del tamaño horrible de aquel pene cuya rosada cabeza apuntaba hacia el techo, desafiando por completo la ley de la gravedad. La presencia orgullosa de aquel bello músculo la hizo imaginar el mucho placer que le daría el tenerla dentro.
¡Joder, qué cosa tan larga… y qué dura! Me encanta muchacho.
Es toda tuya. Cariño, métetela en la boca y continúa chupándomela… eso me vuelve loco –reclamó tomándola del cabello para acercarla a él.
Envolviéndola con los labios volvió a metérsela sin hacer uso de las manos, empezando a chupar como una desesperada jugando con la lengua y rodeando el grueso tronco mientras Dani gemía y gemía disfrutando la experiencia de la hembra. Enfebrecida por la pasión, se quitó la camiseta para hacer lo mismo con el sujetador dejando las tetas a la vista del muchacho. Luego bajó la mano a la entrepierna para acariciarse mientras seguía devorando el apetecido sexo al tiempo que se ayudaba de la otra mano masturbándole arriba y abajo. Con la lengua saboreó el enorme rabo del chico, recorriéndolo de la base al glande hasta dejárselo húmedo de sus babas. Tomando la polla entre los dedos lamió y acarició la bolsa donde guardaba los cargados testículos. Mirándole a la cara lo vio temblar, jadeando con los ojos medio cerrados y gozando el placer que le daba. La mujer continuó su tarea y con los dedos clavados en las nalgas del muchacho, fue tragando poco a poco el grueso animal hasta llevarlo a la garganta.
¡Joder, qué bien chupas! Qué bueno… sigue, sigue…-exclamó él apretándola con fuerza entre las piernas sin dejarla respirar.
Estaba a punto, no aguantaría mucho más y ella lo sabía. Tenía el pene durísimo y a punto de reventar. Cogiéndolo del culo lo animó a que continuara más rápido, chupando y aguantando las bruscas acometidas que el joven le propinaba llenándole la boca por completo.
¡Córrete… vamos, dámelo todo nene! –casi gritó al aprovechar el breve momento de respiro que él le daba.
Cogiendo el largo instrumento entre los dedos empezó a masturbarle moviendo la mano de arriba abajo sin dejar de mirar el hinchado glande. La cara del muchacho era todo un poema disfrutando el furioso tratamiento que la mujer le propinaba. El orgasmo se presentaba como algo totalmente inevitable. A punto de perder el equilibrio si no fuera porque su experta compañera lo tenía bien sujeto, emitió un sonido bronco antes de eyacular sobre Mariví llenándola con su copiosa corrida. Tuvo que cerrar con prontitud los ojos en el momento en que cuatro o cinco latigazos saltaban como un resorte sobre ella cubriéndole su bello rostro, la boca, las tetas e incluso dos de ellos fueron a dar sobre el cabello. Mientras el joven animal se recuperaba entre jadeos y ruidos que hablaban bien a las claras de su placer, parte del semen resbaló por su mejilla yendo a unirse al de su boca para acabar cayendo irremisiblemente sobre sus pechos.
Así me gusta nene, estabas bien cargado… tremenda corrida te has pegado –exclamó sonriéndole aviesamente mientras se limpiaba con las manos el semen caído sobre la cara.
¡Joder, qué bueno ha sido! ¡No imaginaba que fuera a ser así! –aseguró él temblando aún por el orgasmo obtenido.
¿Y cómo imaginabas que sería?
No lo sé realmente, pero lo que sí sé es que superó todo lo que había soñado.
Me alegro que te haya gustado, cariño –respondió Mariví incorporándose ayudada por su joven amante.
Enfrentados el uno al otro se besaron con suavidad para gozar el momento que vivían. Mientras él la besaba, la veterana acarició los brazos del chico pasándole las uñas por encima de forma lenta y nerviosa. Ambos seguían nerviosos y excitados, necesitaban mucho más y los dos se lo decían con sus besos continuos y ahora ya apasionados. Mariví llevó la mano sobre el pene flácido y aún con restos de semen del anterior combate. Por su parte, el muchacho la llenaba de besos mezclando ambos las lenguas para enseguida bajar al cuello lamiéndolo en su totalidad hasta acabar recayendo en el par de buenas razones que la mujer le ofrecía.
Aquellos pechos eran grandes manteniendo todavía su pujanza pese a los años. El ritmo desbocado de la respiración de la mujer los hacía ver hermosos y sedientos de caricias. Tan hermosos y sedientos que el joven no pudo evitar el lanzarse sobre ellos, chupándolos y lamiéndolos como un desesperado.
Sí mi niño, sí… eres insaciable, me gusta –rió ella mientras la llenaba de besos pasando de un pecho al otro entre los grititos divertidos que la madura daba.
Mariví lo apretaba contra ella con los dedos hundidos en el pelo del muchacho, animándole a seguir y dejándose llevar por aquella boca que tan loca la ponía. Gimió sonoramente cuando Dani se apoderó de uno de los pezones tomándolo con fiereza entre sus labios. Pasando la lengua lo lamió hasta endurecerlo para tomar seguidamente el otro logrando el mismo resultado. Haciéndole levantar la cabeza los dos se miraron reflejándose el deseo en sus ojos. La mujer estaba cachonda y excitada, su mano lo indicaba con claridad masturbando lentamente el pene masculino en espera de una nueva respuesta por parte del chico. Sin embargo, y pese a la juventud del muchacho, el músculo del amor parecía cansado y remiso aún a las caricias femeninas. Dani le succionó los pezones con gula, envolviéndolos con los labios y haciéndola gritar al notar como le mordía uno de ellos.
Por favor... por fa… vor –su voz se hizo un susurro atrayéndolo hacia ella para volver a besarlo de forma apasionada pudiendo así sentir el cálido aliento del chico…
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