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Categoría: Maduras

Entregada al hijo de mi vecina (2)

CAPÍTULO II



 



 



Finalmente, y sin decir palabra, acabaron liándose como no podía ser de otro modo. El joven veinteañero no era para nada tonto y no le habían pasado por alto las miradas que la hermosa cuarentona le echaba de forma disimulada cada vez que se veían. En casa de Mariví y los dos tan cerca el uno del otro, no le resultó difícil a la experta mujer llevarle a su terreno consiguiendo verse pronto en brazos de Dani el cual la apretaba contra él de forma apasionada entre las risas locas que ella producía. Los hombres son tan fáciles de seducir y evidentemente el muchacho no iba a ser una excepción a la regla dejándose llevar enseguida por los encantos de la veterana que al fin se le entregaba.



¡Mi niño, no sabes las ganas que tenía de esto! –exclamó gozosa mientras permitía que las manos del hombre se apoderasen de sus caderas subiendo luego en busca de sus pechos.



Quedando sentada junto a él y abrazándole con el mayor desenfado, acercó su cara a la del muchacho ofreciéndole los húmedos labios para que los besara. La mano del joven corrió presurosa buscando la parte del muslo que el pantalón no tapaba. Mariví gimió sonoramente dejándose besar por los labios del chico al tiempo que sentía los dedos apretarle la piel con fuerza.



¿Sabes?, quizá no deba decirte esto pero mi esposo no me atiende debidamente y hace ya tiempo que no me da lo que yo quiero. Si quieres tú y yo podemos pasarlo bien de vez en cuando… de forma discreta, por supuesto. Imagina el escandalazo que se montaría si tus padres se enteraran.



Dani nada respondió mucho más interesado en otras cosas que en lo que la mujer le decía. Sin embargo, sí prestó la debida atención a las palabras en relación al poco interés que el marido prestaba a la madurita. La mujer que tenía sentada sobre él le estaba dejando bien a las claras que deseaba entregarse a él y que le diera la caña que su esposo ausente no le daba. Pese a su juventud, sería un loco si dejara pasar el deseado y apetecible bocado que tan amablemente se le ofrecía. El tenerla rodeada por la cintura y con el culo sobre las piernas, hizo que el sexo del muchacho se empingorotara de forma irremediable lo cual fue rápidamente notado por Mariví que, con sonrisa maliciosa, trató de tranquilizar a su excitado acompañante.



Tranquilo nene, tenemos un buen rato para los dos… tómatelo con calma anda.



Perdone señora Mariví, es solo que no esperaba algo así –respondió Dani haciéndose el tonto.



Ya, es natural. Escúchame y no digas nada –dijo poniéndole los dedos sobre los labios para que callara. Tú solo aprovecha y disfruta el momento que la suerte te ha dado. Y no me llames señora que me haces sentir mayor –comentó divertida tratando con ello de calmarle.



Tras estas palabras volvieron a besarse buscándose las bocas con ganas, mordiéndole ella el labio inferior y sacando la lengua que pronto ingresó en la otra boca quedando mezclada con la del joven macho. El deseo mutuo les hizo enloquecer, jadeando y empezando a respirar con dificultad mientras la mano de Dani se movía por encima del muslo.



Ella lanzó un fuerte suspiro viéndose en brazos de aquel yogurín tantas veces deseado. No podía creerlo pero era cierto, allí lo tenía junto a ella y finalmente dispuesto a todo. La mano subía de la rodilla hasta la parte alta del muslo para volver a bajar de forma lenta hasta la pantorrilla como si quisiera reconocer cada centímetro de su piel. Un temblor bien conocido se apoderó de ella, estaba cachonda y necesitaba de un hombre que le diera lo que su cuerpo llevaba días reclamando. Las masturbaciones y su amigo de látex con el que se relajaba cuando estaba sola, no cubrían la necesidad de macho que la veterana hembra sentía. Por fortuna, Dani había resultado fácil de seducir… iba a acabar con él hasta que le diera todo lo que su cuerpo ardiente exigía –pensó antes de lanzarse sobre él besándole de forma desesperada.



Bésame muchacho, bésame… me tienes loca –declaró mientras enredaba los dedos entre los morenos cabellos de Dani.



La barba del chico rozaba su fina piel haciendo que le picara y escociera. Sin embargo, ello no fue óbice para que le buscara aún con más ganas sintiéndose feliz besando los carnosos labios del muchacho. Realmente sabía cómo tratar y besar a una mujer, pese a sus años aún no había dado un paso en falso como suele pasar con otros hombres. Rodeándole los hombros y cerrando los ojos, ella se dejó llevar por la vorágine del momento. Ambos sacaron sus lenguas golpeándolas de forma traviesa pero sin llegar a unirlas por completo. Aquel juego gustó a la mujer, tener la lengua tan cerca de ella pero sin llegar a alcanzarla. Entonces fue cuando Dani juntó la boca a la suya besándola una vez más hasta dejarla sin respiración. Un beso de tornillo les unió aún más, enredando las lenguas y mezclando las salivas en el interior de la boca de la mujer.



¡Dios, qué bien besas! ¿Dónde aprendiste a besar así? –exclamó gozosa una vez pudo separarse de él.



Tú también besas bien. Me encantan tus gruesos labios y verte así de ardiente –respondió echándole hacia atrás los pocos pelos caídos sobre su rostro.



Eres un encanto muchacho –no pudo más que decir ante las galantes palabras de su joven amante.



Respirando con fuerza entreabrió la boca deseando un nuevo contacto. Besaba maravillosamente y se sentía a gusto en compañía de aquel joven tan apuesto y atractivo. La oferta de aquella boca entreabierta trajo consigo que Dani la atrajera hacia él quedando fundidos el uno al otro. Las manos de ella lo rodeaban mientras el joven le apoyaba las suyas en la espalda estrujándola entre sus brazos. La lengua del muchacho salió nuevamente tanteando los labios femeninos y haciéndolos abrir para caer esta vez en un beso tan tierno como apasionado, juntando tímidamente las bocas y rozándose apenas los labios.



Las manos de Dani no permanecieron quietas un segundo acariciando el bello cuerpo desde las caderas y los muslos para ir subiendo muy lentamente hasta hacerse dueño de aquel par de grandes senos con los que tantas veces había soñado. Mariví suspiró profundamente y dándole la espalda dejó que le manoseara los pechos por encima de la tela que los ocultaba. Una de las manos volvió a bajar rauda sobre el muslo provocando en ella una sensación de profundo placer.



Sigue así, mi niño… me encanta lo que haces, me estás poniendo muy cachonda…



¿Te gusta así? ¿Sí, te gusta lo que te hago?



¡Sí continúa… tienes unas manos que me vuelven loca! –exclamó dejándose llevar por las caricias del hombre.



La hermosa mujer jadeaba inquieta por el roce de aquellas manos, recorriéndola sin descanso hasta provocarle temblores de deseo. El corazón le palpitaba desbocado bajo la ropa. Era cierto, la cachondez que sentía, acompañada por las malas artes del muchacho, la estaban haciendo perder el control sobre su cuerpo. Girando la cabeza hacia él los labios se unieron mientras la mano masculina se metía bajo el elástico del pantalón. Continuando su avance, la mano encontró la prenda interior femenina pasándole los dedos por encima. Ella se acomodó aún más quedando despatarrada sobre el chico notando la caricia tomar velocidad. Dani sintió la humedad de la hembra a través de la fina tela que cubría su sexo. Estaba empapada y mirándola, pudo verla apretarse los labios para no gritar el placer que la embargaba.



Así Dani, así… es maravilloso… acaríciame entera mi vida.



Él siguió acariciándole la raja por encima para luego hacerlo directamente una vez introdujo la mano. El simple roce de aquellos dedos sobre su mojado coño hizo que Mariví se estremeciera empezando a mordisquear los jóvenes labios con los suyos. Los dedos del muchacho empezaron a escarbar una vez abiertos los abultados labios. Primero fue un dedo y luego otro más entrando y saliendo del hambriento coño, follándola entre los grititos que ella daba.



Estás cachonda, eso me gusta –murmuró en voz baja al mismo tiempo que continuaba jugando con el sexo de la mujer.



Incorporándose levemente y entregada como estaba, lo acercó a ella para pedirle en voz baja que siguiera. Estaba cachondísima y bien segura de alcanzar su primer orgasmo si el muchacho proseguía de aquel modo. De todos modos no deseaba otra cosa; quería entregarse a él y sentirse suya por completo.



Dani siguió metiéndole y sacándole los dedos de la vagina y ella no hacía más que revolverse inquieta cada vez que la penetraba. De ahí y moviéndose vivarachos, los dedos salieron apoderándose del clítoris que pronto respondió endureciéndose bajo las caricias que le procuraban. Mariví se sobresaltó y trató de cerrar las piernas, cosa que él no permitió teniéndola bien cogida como la tenía. El calor de su cuerpo subió hasta el infinito, la sangre le corría por las venas notándose arder por culpa de aquel muchacho que la había calentado y de qué manera. Supo que no aguantaba más y emitió un largo gemido que indicaba que estaba acabando por primera vez. Tensando los miembros alcanzó el clímax arqueándose y contorsionándose como una perra.



¡Me co… me corro nene… dios, es fantástico muchacho! –exclamó gritando mientras se retorcía buscándole la boca para que la besara.



Dani le atrapó la boca besándola de forma frenética, dejándola sin respiración mientras disfrutaba el orgasmo de la madurita. Un orgasmo fuerte y salvaje que la dejó cansada y feliz entre sus brazos. El joven pensó que era aún mejor de lo que había imaginado, una hembra voluptuosa y sensual de las que saben bien lo que quieren.



¡Uff, qué bueno ha sido! ¡Ha sido realmente estupendo! –dijo mientras recuperaba poco a poco el dominio de su cuerpo…


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
  • Media: 6.5
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