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Como si fuera un pastel de 3 leches.
Silvia dormía en la parte trasera de la camioneta, yo manejaba atento al camino, sumido en mis pensamientos, me preocupaba la situación de la cuarentena sanitaria, 14 días sin ir a la oficina, nadie en ese momento sabía la verdadera magnitud de la pandemia que se avecinaba, se veía hermosa con ese vestido negro con estampados blancos, ligeramente largo, por debajo de sus rodillas, nada especial así lo había decidido ella misma.
Solo tenía tiempo suficiente para llevarla a casa de Roberto, y regresar a la ciudad para llegar antes de la media noche, pues por la mañana debería salir de viaje de trabajo, dejaría a Silvia el fin de semana en casa de Roberto; eran las 3 de la tarde cuando llegamos a nuestro destino, Roberto nos recibió con efusividad, nos invito a pasar a la sala y mientras servía un par de copas dijo a Silvia…
Silvia, quiero que subas a la recamara y te bañes, después… ponte las prendas que hay sobre la cama y las zapatillas, cuando estés lista baja para que despidas a tu esposo.
La curiosidad me hizo darme tiempo para esperar, mientras charlábamos de cosas comunes y bebíamos nuestras copas, los minutos pasaron rápidamente y cuando Silvia asomó en las escaleras, sentí que una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo. Unas zapatillas rojas con tacón alto de aguja, un babi doll rojo demasiado cortito, y una hermosa tanga roja de hilo tan pequeña que apenas lograba cubrir los vellos púbicos de mi esposa.
Descendió lentamente, mirándonos a ambos, quizá esperando ver nuestra reacción, Roberto se puso de pié y fue a esperarla al inicio de las escaleras, le extendió la mano y caminaron juntos hacia la sala, se sentaron juntos en el sofá mientras yo estaba en el sillón individual, ¿cómo evitar la excitación? No pude evitar apretar con fuerza mi verga.
¡Pues deseo que tengas un buen viaje! Yo mismo llevaré de regreso a Silvia a Puebla el lunes por la mañana, ¡es una pena no puedas quedarte!
__ Si… ¡también me entristece no poder quedarme! Pero el trabajo es primero, de cualquier forma, ya habrá otra oportunidad, ¡disfruten mucho el fin de semana!
Silvia se puso de pie y me acompaño a la salida, caminaba sin pudor alguno, sin preocuparle que alguien pudiera mirarla en esa situación tan morbosa, me dio un beso y se aparto, en un minuto recorrí con la mirada su cuerpo semidesnudo, deseaba llevar con migo grabada esa imagen de mi esposa tan sugestiva.
El regreso a casa fue muy complicado, no dejaba de pensar en Silvia, me preguntaba si ya estaban cogiendo o si solo deseaba tenerla vestida de esa forma como preámbulo al acto sexual, en ese momento… nada de lo que yo imaginaba se aproximaba a lo que una semana más tarde Silvia me contaría.
El lunes por la tarde llamé a Silvia, para preguntar si ya había llegado a casa, la respuesta fue desconcertante.
__ ¡Hola Silvia! ¿Ya estás en casa?
No… ¡aún estoy en casa de Roberto! El desea hablar contigo, para darte una explicación.
Sentí un poco de coraje y de celos al saber que no se había cumplido lo pactado, pero después de escuchar a Roberto comprendí la situación.
¡Hola! ¿Sabes? Quiero disculparme por no llevar a Silvia a Puebla, pero de verdad, quiero que le permitas pasar el resto de la semana conmigo, hay algunas cosas que deseo hacer, enseñarle cosas nuevas, puedo llevarla de regreso, justo el sábado cuando tú ya estés en casa… ¿Qué opinas?
__ ¡Bueno…no es lo que esperaba! Pero… no hay problema, solo quiero que el sábado llegue a casa antes de anochecer.
Los siguientes días los pasé verdaderamente estresado, imaginando lo que pasaría durante toda esa semana, me preguntaba si Roberto aún sería capaz de darle sexo diario a una mujer joven como mi esposa.
Manejaba de regreso a casa, sábado por la mañana, si todo salía bien, llegaría a casa a eso de las 6 de la tarde, no había trafico, consecuencia del inicio de la cuarentena, incluso, no encontré algún lugar donde detenerme a comer, parecía un mundo diferente, irreal…
Todo parecía diferente, al llegar a la ciudad, pocas personas se atrevían a salir de sus casas, la calle donde vivimos, siempre llena de adolescentes jugando ahora estaban desiertas, todo era silencio en casa, Silvia no estaba, y justo cuando pensaba llamarle, mi teléfono timbro…
__ ¡Hola!
¡Hola! Ya estamos en la ciudad, en una hora estoy en casa chao…
No tuve tiempo de protestar, visiblemente molesto fui a bañarme y después me deje caer sobre del sofá, estaba agotado después de manejar todo el día, el cansancio me venció y me quede profundamente dormido, solo desperté cuando escuche que abrían la puerta, era Silvia, miré mi reloj, ya eran las 12 de la noche, la miré interrogante y con el rostro molesto, pero ella se encargó de hacerme cambiar de actitud.
Llevaba puesta una chamarra negra tipo cazadora, ligeramente larga, sin dejar de mirarme, bajó el cierre y se despojó de la prenda, tragué saliva al ver que estaba completamente desnuda, no había ropa bajo la chamarra, solo llevaba las zapatillas rojas y nada más… se aproximó y rodeó mi cuello con sus pequeñas manos, me dio un beso en la boca, pude aspirar el olor a sexo que de ella emanaba, su cuerpo estaba caliente y sus vellos púbicos embadurnados de semen aun fresco.
¡Hace unos cuantos minutos…volvió a cogerme en una calle solitaria! ¡Estoy muy excitada! ¡Fueron los días más placenteros que he pasado! ¿Quieres que me bañe?
__ No. ¡Así como estás quiero verte! ¡Siéntate a mi lado y cuéntame que sucedió durante estos días!
Con toda naturalidad se acomodó a mi lado, separando las piernas para dejar completamente expuesto el chocho mojado, no pude evitar llevar mi mano a su sexo y acariciar sus labios vaginales hinchados.
El día sábado después de que te fuiste… no sucedió nada, solo… bebimos, bailamos y charlamos de cosas, solo deseaba mirarme, aunque a decir verdad, yo deseaba que me cogiera y me atreví a suplicarle…
¡Por favor Roberto! ¡Quiero que me cojas…estoy muy excitada!
Esta noche no… solo deseo mirarte, tenerte así como estas, admirar tu cuerpo joven y fresco; mañana, recibirás tu recompensa. ¡Se paciente pequeña!
Pasaba de la media noche cuando me llevó a la recamara, me beso apasionadamente y me dejo sola para descansar, yo… estaba muy caliente, mientras bailábamos… él acariciaba mis nalgas, mis tetas y ocasionalmente tocaba mi chocho mojado, pero lo que más me puso caliente esa noche… fue todo lo que me dijo mientras bailábamos, cosas que… aún me tienen excitada.
¿Sabes? si tú fueras mi esposa, haría exactamente lo que hace tu esposo, te compartiría con mis amigos, pero haría algo más; eres muy joven así que te pediría estudiar algo, lo que sea, durante el día, serias como una joven que solo estudia, pero en las tardes noches… serias mi mujer, mi juguete sexual. Y si en algún momento te gustara algún chico de tu edad, te daría oportunidad de flirtear, incluso, dejaría que cogieras con alguno que fuera de tu agrado, traería a mis amigos aquí a la casa para que te cogieran mientras yo los miro.
Te convertiría en una buena esposa, amante y una excelente “puta” vivirás solo para complacer a los hombres, claro está, siempre y cuando tú lo desees, nada sería por fuerza.
En ese momento. Cuando me llamó…”puta” sentí algo extraño, en otro momento me abría molestado, pero en ese momento, fue algo inexplicable, sentí que me gustaba ser llamada de esa forma, volví a suplicarle me cogiera, pero no accedió, cuando fui a la cama, no lograba conciliar el sueño, estaba muy caliente, yo misma acaricié mis tetas apretándolas con fuerza y pasé mis dedos por mi chocho, pero lejos de calmar mis deseos, mi calentura aumento considerablemente.
Por fin logre dormir un par de horas, por la mañana, fui a bañarme y me puse mi vestido, pero cuando Roberto me vio me reprendió.
Vuelve a desnudarte y a ponerte las ropas que te compre, así pasaras los siguientes días mientras estés en mi casa. Un poco contrariada fui de regreso a la recamara, me quité el vestido y me puse el babi doll y la tanga roja, volví a su lado y rió satisfecho.
¡Así está mejor!
Tomamos un desayuno ligero en la mesa del jardín, yo… me sentía incomoda estando casi desnuda, pero no me atreví a protestar.
¿Sabes Silvia? Esta tarde, vendrán unos amigos, quiero que los atiendas bien, al final de la noche, si alguno de ellos desea coger contigo… ¡adelante complácelos!
¡Entonces podre ponerme mi vestido! ¿Verdad?
No.
Las horas pasaron lentamente, estaba muriendo de nervios, casi obscurecía cuando el timbre de la puerta se escucho, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando Roberto me dijo.
¡Son ellos, sal a recibirlos y se amable!
Caminaba lentamente, las piernas parecían quererse doblar sin fuerzas, al abrir la puerta ahí estaban, 3 hombres altos, dos de similar edad a Roberto y otro, más joven, no debía pasar de los 40 años, me saludaron amistosamente, camine delante de ellos, imaginé que miraban mis nalgas bajo la delgada tela del babi doll.
Los cuatro se acomodaron en torno a una mesa de madera de forma redonda, comenzaron a jugar a las cartas, mientras yo… les servía copas y les encendía cigarros, ni siquiera se molestaban en mirarme, yo estaba sentada en un banco alto de madera, ahí esperaba cuando alguien pedía algo y me apresuraba a atenderlos.
Por fin el juego terminó, Roberto puso música y comenzamos a bailar, cada uno tomaba su turno, el más atrevido era el joven, quien no perdía oportunidad de acariciar mis nalgas y apretar mis tetas, yo había bebido algunas copas, ya me sentía un poco mareada, no sé… quien fue el que me despojó del babi doll, solo estaba desnuda, llevando la tanga como única prenda sobre mi cuerpo, pero no tardo en ser apartada de mi cuerpo, seguí bailando, siendo acariciada, siendo llevada al clímax de la excitación…
De repente… estaba recostada en el piso, abierta de piernas, con un hombre mamando mi chocho, haciéndome jadear y gemir como una puta de verdad, en cada una de mis manos… tenía una verga y mi boca… disfrutaba de la verga de Roberto, todo mi cuerpo temblaba por la excitación, los cuatro cambiaban de lugar y disfrutaban de mi chocho y de mi boca.
Fue el más joven quien me cogió primero, me hizo sentarme sobre él y cabalgarlo, yo me movía como enajenada, su verga era larga pero delgada, aun así… la estaba disfrutando, mi cuerpo estaba empapado por el sudor, no podía dejar de temblar, no dejé de moverme hasta que sentí su leche correr por mis entrañas, no me importaba que los otros hombres estuvieran mirando a escasos centímetros.
El joven se apresuró a levantarme, me puso en cuatro patas y volvió a penetrarme, sentía su verga llegar a lo más profundo de mi vagina, arremetía con fuerza y en pocos minutos volvió a inundarme con un chorro de semen, caí tendida sin fuerzas sobre el piso…
No me había recuperado cuando otro de los amigos de Roberto me tomó en brazos y me llevó al sofá, ahí se sentó y me hizo sentarme sobre él… no le importaba que tuviera puestas las zapatillas, traté de quitármelas, pero no me lo permitió, me hizo poner los tacones sobre sus piernas, su verga entró lentamente por mi mojado chocho, sentí como mis paredes vaginales se ensanchaban pues su verga era demasiado gorda, sentí un poco de dolor, comenzó a meter y sacar lentamente, yo seguía temblando de pies a cabeza…
Sus manos apretaban con fuerza mis tetas, me dolían, pero también me gustaba, poco a poco fue aumentando las envestidas, sentí que perdía las fuerzas, él me tenía tomada con fuerza de mi cintura y me subía y bajaba, sentí como se ponía tenso, y en minutos… su semen salió inundándome las entrañas, parecía lava hirviendo, sentía que me quemaba…
Solo me dejé caer a su lado sobre del sofá. Ya no tenía fuerzas, pero miré al tercer hombre ponerse de pie y caminar hacía mi lado, mis labios estaban resecos, sentí temor al ver su verga, demasiado larga y también muy gorda. Me puso boca abajo, metió la verga y la empujo con fuerza, bombeo un par de ocasiones y la sacó…
Estaba cubierta del semen de los dos hombres que ya me habían cogido, aun así… me hizo mamar, saboree la mezcla de semen y mis propios jugos vaginales, minutos después, volvió a ponerme boca abajo, abrió mis piernas y sentí morir cuando su verga quedó en la entrada de mi ano…
Ahogue un grito de dolor, la verga se abrió paso sentí mi esfínter dilatarse, traté de zafarme, pero no lo logre, se quedó quieto por unos minutos, después… ¡comenzó a bombear! Paso el dolor y llegó el placer, sentía las gotas de su sudor caer en mi espalda, bufaba como un toro, por fin… sentí su semen correr ano adentro.
No tenía nada de fuerzas, escuche cuando los hombres se despedían de Roberto, quien los acompaño a la entrada, al volver, me tomó en sus brazos y me llevó a la recamara…
¡Te has portado muy bien princesa! Esto… es solo el principio, los siguientes días… recibirás toda la leche que desees.
Ya no tenia fuerzas para seguir cogiendo. Pero aún faltaba Roberto, quien a propósito tomo el último turno, recostada sobre la cama, separó mis piernas, con suavidad me quitó las zapatillas, miré avergonzada como se disponía a mamar mi chocho, sin importarle que aún estuviera fresca la leche de sus amigos…
¡No…por favor…deja que me bañe!
Sin hacerme caso, se acomodó y comenzó a mamar, relamía con suavidad mis labios vaginales, haciendo que me estremeciera de pies a cabeza, ponía la punta de su lengua en mi adolorido clítoris y lo relamía, rápidamente mi excitación se disparó, no le importaba el semen de sus amigos y a mí… dejó de importarme.
Me llevó al máximo estado de excitación, su forma de cogerme era completamente diferente, el parecía disfrutar de cada caricia, cuando comprendió que me tenía al punto… me pidió ponerme de pie. Me tomé de su cuello y el pasó sus manos por mis piernas para levantarme con facilidad…
Su verga entro sin dificultad… me subía y bajaba lentamente, haciendo el placer más enloquecedor.
¿Te ha gustado la sorpresa de hoy?
¡Si… fue… muy placentero! Y a ti… ¿te gusto cómo me comporté?
Por supuesto pequeña, pero solo ha sido el principio, esta misma semana voy a poner a prueba tu disponibilidad… ¡como ya te dije…quiero que te conviertas en una buena puta! ¿Quieres hacerlo para mí? ¿Serás una buena puta?
¡Si…lo seré… seré una puta de verdad para complacerte! ¡Te quiero y no quiero perderte…haré todo lo que me pidas!
Ablando de cosas morbosas, que tenía planeado para mi… llegamos juntos al final, como si fuéramos un reloj sincronizado explotamos al mismo tiempo, se sentó en la cama llevándome aun ensartada, podía sentir mi chocho palpitar, lo mismo que su deliciosa verga, permanecimos en silencio, abrazados, poco a poco volvió la calma, en ese momento me sentí como un pastel de 3 leches.
Al siguiente día…
__ ¡Espera Silvia, ya no sigas, estoy muy excitado con lo que me has contado, quiero cogerte y mañana seguirás contándome!
De verdad había terminado muy excitado, ya no la dejé continuar, ya habría tiempo de escuchar lo que sucedió en los días siguientes, en ese momento, me desnude y la penetre, aún estaba mojada con el semen de Roberto, no me importo el asunto, fue una noche deliciosa coger con ella mojada y oliendo a sexo.
En los días siguientes les contaré lo sucedido los otros días en casa de Roberto, no deja de ser morboso hasta donde la hizo llegar.
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