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Categoría: Infidelidad

Entre las olas del mar

El mar encierra grandes historias que jamás podrán contarse; historias conmovedoras de mujeres, niños, ancianos, marineros, turistas y de aventureros que una vez se lanzaron en busca de la Tierra donde" fluje leche y miel", la "Canaán Prometida", la tierra de la esperanza, de los sueños...

Dejaron atrás madre y padre, a hijos, hijas, sus raíces, dejaron en la lejanía la tierra que les vio nacer, dejaron en medio de las olas asesinas sus vidas.

Es la historia de un pueblo que lucha por alcanzar un sueño, tener una mejor forma de vida, pero aquéllos, los poderosos, los que gobiernan, los llamados paladines de la justicia, de la democracia les niegan el derecho a la vida digna, los convierten en delicuentes, los persiguen, los echan a las cárceles pero no hacen nada por ayudarlos a lograr "El sueño americano"


DEDICATORIA

A Dayanara:

Con mi más profundo agradecimiento dedico este cuento a una joven dominicana que simboliza a los miles de dominicanos (as) y los miles de indocumentados de todos los rincones del planeta que una vez pusieron sus vidas en juego y lucharon por alcanzar sus sueños.

Ella tiene una historia fascinante y me la ha contado, ella me ha hecho comprender el sacrificio, la lucha, el significado de vivir, ella ha cambiado mi vida, porque su historia me conmovió.

A ti Dayanara, por ser tan especial, porque eres luchadora, buena amiga, buena madre, excelente hija....

Gracias por contarme esta historia que quiero que todos conozcan y que la misma sirva como un homenaje a todos aquellos que entregaron sus vidas en busca de un sueño imposible.


ENTRE LAS OLAS DEL MAR

Allí estaba, frente a mí, con sus ojos color café, enigmáticos, ojos pícaros y hermosos. Al fondo la música, la bachata encendida, llena de ritmo, algunos clientes alrededor disfrutaban de sus tragos. Era un lugar tranquilo, lugar para calmar las penas, para llorar en silencio, para escapar de la falsedad y de los valores, de la vida santurrona...

Allí estaba mirándome, sonrió... la miré, miré su negra cabaellera, allí estaba ella, dominante, conocedora de su trabajo. Sus ojos brillaban, hablaban, embrujaban. Sentí que a partir de ese momento mi vida cambiaría.

Llegué con el corazón hecho pedazos, destruido, sumido en una maldita depresión que me estaba acabando poco a poco. Era una soledad tan profunda que sentía que me golpeaban las neuronas; hacía poco, unos minutos antes que lloraba como un niño asustado, no sabía qué hacer, estaba al punto de la locura, del suicidio... al dialo la sociedad, sus normas y sus valores...

Ella me cambió porque aquella noche Dios la puso en mi camino para que no cometiera una locura. No creo en los ángeles pero creo que ella en aquel momento lo fue para mí.

Entonces comprendí que detrás de aquella mirada había una tristeza profunda. Entonces pude penetrar en su mente a través de sus ojos y descubrí, que allá en lo más profundo de su ser, surgía la imagen de su pequeña niña, la niña de sus sueños, la hija amada que había dejado en su tierra y sentí un gran dolor en mi corazón porque me hizo recordar a mi pequeño hijo muerto.

Y ella me contó su historia y me hechizó...

La noche cayó repentina sobre la arena de la playa dominicana.De allá de un lugar que no puedo precisar salió la pequeña yola. Hombres y mujeres cansados de la miseria, de una vida injusta, hombres y mujeres soñadores que no iban a continuar cruzados de brazos lamentándose...

Y ella soñaba mientras con melancolía pensaba en lo más preciado que tenía, su hijita de cuatro años, su madre, su padre y sus hermanos... su hogar y su tierra amada. El mar se tragaba lentamente la embarcación. La oscuridad era más intensa, el ruido del viento, el vaíven de las olas, los tiburones hambrientos, el inmenso cielo que parecía que los iba a devorar. Aquella sensación tan extraña, aquella angustia, aquella soledad...

Cada segundo parecía un siglo, el hambre comenzaba su tarea,la sed, el mal olor,el agua empezaba a llenar la pequeña yola, había que sacarla continuamente para que no se hundiera. El sol quemaba las horas del día,la agonía era mayor, el temor a ser descubiertos, el hambre de nuevo... Ella firme, segura de sí misma sentía sobre su espalda el vómito del resto de la tripulación, escuchaba los quejidos de los hombres que lloraban como pequeños asustados, el olor a excremento... Ella soñaba, soñaba con una tierra de "leche y miel". ¡Dios no podía ser tan malo! tenía que acordarse de ellos como se acordó de Israel en Egipto.

El sol consumuió un nuevo día. La angustia aumentaba, el miedo hizo presa de algunos de los pasajeros... la tierra no aparecía por ningún lugar. Era un viaje a la deriva, era una terrible aventura entre las olas del mar. Pero ella pensaba en su hija, le daba fuerzas, estaba segura que esta vez no la volverían a tomar prisionera y a deportarla a su país. Esta vez, no...¡Por Dios que esta vez no me cogerán!

La noche se comía los minutos, las horas. Su corazón palpitaba más rápido; tenía la sensación que pronto vería tierra. Una luz de esperanza pasó por su mente, la idea de comenzar una nueva vida,lucharía en tierra extraña, en tierra boricua, lucharía con todas las fuerzas de su corazón, estaba dispuesta a morir por aquel sueño que había forjado.

Y llegó la hora de la verdad, "tierra borinqueña a la vista". Habían llegado a las costa de Puerto rico sanos y salvos... pero en ese momento comenzaba su agonía, la terrible tragedia, escapar de los cazadores inhumanos, los busca indocumentados, los federales, escapar de las autoridades de inmigración y lograr llegar a un lugar seguro...
___¡Altos!, ¡No se mueva nadie!- se escuchó el grito de un oficial-

Muchos quedaron congelados pero ella no estaba dispuesta a fallar esta vez. Ni el hambre, ni el dolor, ni el sufrimiento doblegó el espíritu de la joven. Victoriosa, erguida, con noventa libras de peso y con el alma hechida de felicidad pudo escapar.

Corrió, corrió, no miró atrás como la mujer de Lot, sino que corrió. El bosque se la tragó. Cinco días vagó, semidesnuda, hambrienta, solitaria, temerosa...

Hoy no tiene que esconderse, no tiene que temer a los cazadores...

Ahora está frente a mí. En el mismo rincón en que la conocí, está preciosa... Ella no sabe que me salvó la vida porque me dio la oportunidad de conocerla y me dio la oportunidad de reflexionar...La miro profundamente, sonríe, muevo la cabeza...

Srta. me puede servir otro trago...

Fin
Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 5.59
  • Votos: 29
  • Envios: 1
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 17-05-2003 00:00:00

Lo leo como una singular protesta a los países ricos. Claro, el formato del texto es extraño, al menos en primera leída, pero logra su objetivo. Saludos...

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