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- Me acaba de llamar Paola. Dice que llega a tu casa en 30 minutos.
- ¿De veras crees que vendrá?
- Creo que sí. La oí decidida a hacerlo.
Aquella fue la conversación con Diana, previo a conocer a su amiga Paola, en lo que vendría a hacer una más de mis aventuras recientes. Si algún día leyeron mi relato: "Un calzón más para mi colección", pues Diana es la protagonista de esa aventura y quien aún trabaja para la compañía donde yo era el vicepresidente. Resulta que es ahí mismo donde conoce a su amiga y trabajan en el departamento de contabilidad y por esos pasillos hay fotografías ampliadas de algunos de los ejecutivos recientes y otros que ya no estamos. Y es como yo aparezco en la vida de Paola, por medio de esa foto:
- ¡Es un hombre guapo! Quizá de los pocos que me harían traicionar a mi marido.
- ¿Crees que serias capaz de comértelo? – le pregunta Diana.
- ¿Tú no serías capaz de olvidar a tu marido por unas horas para comerte semejante ejemplar?
- Yo si… ¡Ya lo hice! Ya me lo comí.
- ¡No mientas! ¿Tú te has comido a ese papasito?
Es como Diana me cuenta que le ha contado lo nuestro, e incluso le cuenta que conoce a otras chicas que tienen eso en común con ellas: el haber follado conmigo. Todo esto se conlleva después de ese encuentro en una faena sexual con Diana, que me dejó asombrado, pues por primera vez hemos follado en la misma cama donde ella folla con su marido, pues este se encuentra atendiendo una situación de emergencia de su madre y ha tenido que volar por esos días a Colombia. Obviamente con Diana son faenas espectaculares, pues a ella le gusta todo lo que a mí me gusta y puede ser sutil o delicado, a como puede ser agresivo y tosco. Ella es multi orgásmica y después de esa faena de dos horas follando duro en todas las posiciones imaginables, Diana me cuenta:
- Sabes, mi amiga Paola estaba en la otra habitación escuchando cuando me culeabas.
- ¿Cómo?
- Si. Ella no me creía que traicionaba a mi esposo contigo… y más creo que no creía que me follaba a tremendo muñecón.
- ¿Por qué lo has hecho?
- Morbo… quería que ella supiera que este guapo me causa ricos orgasmos.
- ¿Y qué te ha dicho?
- Que desde que se casó, no se había cacheteado la cuquita.
Para abreviar el relato, aquel día Paola llegaba a mi casa, pues quería cumplir esa fantasía de ser penetrada por alguien que no fuera su marido. Por Diana sabía que era una de esas chicas frustradas por sus compañeros de vida, quien por esos años de juventud no tienen muchas veces control mental. La queja que me llegaba por medio de Diana, era que su marido pocas veces le hacía llegar al orgasmo y esto solo ocurría cuando él estaba tomado y ella no soportaba el olor a licor de su marido.
Lo único que conocía de Paola, era que tenía 24 años, piel clara y cabello negro; delgada, de bonito rostro y sensual figura. Esta era la apreciación de Diana y me hizo saber de las inseguridades de Paola al narrarme una plática anterior:
- ¿Y si no le gusto?
- Paola, eres una linda chica… ¿Cómo crees que alguien no te quiera coger ese redondito culo que tienes? Sé que le gustaras a Tony, de eso tenlo por seguro.
- Pero tú describes su cosa, como si de un monstruo se tratara… ¡Me da miedo que quiera cogerme el culo!
- No tengas miedo, Tony es hombre de experiencia y tiene mucho tacto. ¿Has hecho sexo anal antes, verdad?
- Si, para complacer a mí marido.
- Está bien, esta vez Tony te complacerá a ti… te lo aseguro.
Entre algunas de sus quejas eran las típicas de una mujer joven. Quería sentir la constancia de una verga salir y entrar de su sexo y que con esa constancia que imaginaba, explotar con un orgasmo cuya sensación desaparecía, cuando su marido llegaba al de él antes que ella. Diana le asegura a Paola, que se prepare para una buena faena y le pide con una connotación morbosa lo siguiente: Me hablas cuando hayas terminado con tu cita de tremenda follada.
Cuando llegó, pensé que pronto saldría de nuevo por la puerta, pues ella misma se preguntaba qué, que estaba haciendo ahí. Le pregunté de cómo estaba y me dio una respuesta aligerada, donde su nerviosismo y temor era notorio: ¡Nerviosa! – me dijo.
Después de un whisky la invité a pasar a mi habitación y ya estaba bastante relajada. (Ya una hora había pasado). Ella subió las escaleras delante de mí y pude apreciar esas bonitas piernas que tiene, pues vestía una falda por arriba de sus rodillas, sin ser aun minifalda. Se miraba bonita y hasta juvenil, pues la falda era de un color de tono café y su blusa de un rosa antiguo. Le sentaba bien, se miraba bien y su rostro tenía ese fulgor de la niña inocente, de la que por primera vez va a follar.
Le mostré las habitaciones hasta llegar a mi cuarto. Sabía que el momento estaba cerca y esta vez decidí hacer algo diferente. Le pedí que se quitara su blusa y así lo hizo y quedó con su sostén cubriendo sus bonitas tetas de una medida de copa B. Le pedí que se lo quitara y ante mi quedan esos pequeños pechos con una areola oscura y unos pezones erectos de buen tamaño. Posteriormente le pido que se remueva la falda, mientras yo me siento a la orilla de mi cama. Queda con una tanga color fucsia y descubro un pubis tierno, sin un vello en la piel. Ella se da media vuelta cuando se lo pido y aprecio su bonito trasero que hace desaparecer entre sus nalgas el hilo de su tanga. Ella con cierto nerviosismo me pregunta:
- ¿Le gusto?
- ¡Como no me has de gustar! ¡Eres bellísima! –ella se sonríe y pregunta.
- ¿Usted no se va a desnudar?
- ¿Qué quieres que me quite primero?
Ella me guía al igual como yo lo hice y este día visto como prenda íntima un calzoncillo estilo bikini, pues muchas mujeres me han dicho que se mira mi paquete espectacular. Ella me mira de arriba abajo y yo hago lo mismo. Paola está entre las delgadas, con pechos pequeños pero culo espectacular. No muy grande pero redondito y con esa piel tersa de la juventud. Le descubro mi verga y aquella se extiende y queda elevada apuntándola a ella. Le pedí que se viniera a la cama y ella así lo hizo.
Ella continua parada, mientras yo me doy gusto mamando esos pequeños pechos. Bajo a su ombligo y lamo su pubis. Paola solo me toma de la cabeza y escucho sus suspiros. En esa posición le remuevo su tanga y es obvio que esta excitada, pues un hilo de liga se desprende y se hace largo mientras se las bajo. La acuesto en la cama y me dedico a besar y lamer su rica conchita y Paola solo gime, y veo que ella quiere ver cómo me como su cuca. No sé cuánto tiempo pasé lamiéndola, pero cuando presentí que estaba a punto de venirse, hice una pausa y me coloqué en posición de misionero. No la penetré, solo me mantuve sosteniendo mi glande, para que este masajeara su pronunciado e inflamado clítoris y así me pasé por varios minutos. Creo que sufría y quería gritarme que la penetrara, pero yo jugué con su ansiedad y mi verga seguía masajeando su clítoris y amenazaba con penetrarla y mi glande apenas se hundía entre esos mojados y calientes labios de su vulva.
Hacía todo esto, mientras mamaba sus pechos o lamia su cuello y Paola solo gemía de placer. Llegó el punto que ella meneaba sus caderas con esa ansiedad de ella misma clavarse mi verga y le jugué con su ansiedad hasta que explotó con un orgasmo al vacío, el cual se lo mojé y llené cuando le dejé ir mi verga hasta el fondo de su ser. Paola gimió de dolor, pero luego se hizo evidente el placer. Jadeaba, gemía. Su piel estaba eriza y su vagina palpitaba enviándome esa electricidad por medio de esas mojadas paredes. Paola decía algo que no le entendía, pues sus palabras a la vez eran sofocadas por la excitación y emoción: ¡Tony, eres malo, eres muy malo!
Cuando le pregunté el porque me decía que yo era malo me explicó que estaba al borde de tocar el cielo y quería que le penetrara y ella se venía y sentía los espasmos y quería sentir ansiosamente mi verga adentro de ella. Luego me habló que por primera vez tenía orgasmos múltiples, pues cuando la penetré y comencé a taladrar su rica cuca, se vino en tres ocasiones más. Lo que parecía que cada orgasmo era más potente que el otro. Yo lo sentí así también, pues sus espasmos eras más fuertes y su vagina me apretaba la verga aún más. Paola al calmar su excitación me da una rica mamada y le dejo su boca llena de mi esperma y que distorsiona su lindo rostro, pues mi corrida le ha salpicado los ojos. Ella vuelve a decirme algo que muchas chicas me han dicho: - Su corrida sabe a jugo de naranja.
En ese momento llegamos a tomar más confianza, le noté que había superado su nerviosismo o quizá ese sentimiento de culpa por serle infiel a su marido por primera vez. Pasamos al baño y nos duchamos y donde Paola me llena de halagos y yo intento hacer lo mismo, pero se concentra en mi falo haciendo la siguiente plática:
- ¡Wow! Diana no exageraba, usted tiene el miembro más grande que he visto. Pensé que me haría daño, y aunque me dolió un poco, usted lo hizo con un cálculo preciso cuando mi excitación se elevaba.
- ¿Te fuiste rico?
- Rico no es la palabra adecuada: creo que súper delicioso, sería mejor decir.
- ¿Has hecho sexo anal?
- Sí, pero debo confesarle que no es lo mío. Paola me habla del orgasmo anal, como que se tratara del eslabón perdido. Créame que la envidio, pues yo no concibo ni imaginarlo.
No tuve que convencerla para que minutos después mi verga se hundiera entre esas preciosas nalgas redonditas. La tomé en la posición de conchita, de lado por sobre la cama, obviamente yo detrás de ella y con su preciosa pierna alargada por sobre mi rodilla doblada. La penetré sin ningún movimiento y solo me limité en masajear sus pequeños pechos, donde le encantaba a que le apretara sus alargados pezones y gemía cada vez que lo hacía. Con mi verga en su culo, solo me limité al principio en hacerle llegar esa palpitación para que sintiera esa presión de mi glande dentro de ella.
Paola fue la que comenzó con ese vaivén de sus caderas y finalmente mi verga sale y se mete con un ritmo armonioso de su rico culo. Llega el momento que totalmente se va sobre mí y yo le sacudo el falo y sigo con el masaje a su pezón. Creo que siente esa sensación que se va a correr y ella me pide que no pare de taladrar con esa constancia su lindo culo, mientras mis dos manos aprietan sus pezones. Llega el momento que su jadeo es constante, gime y su movimiento de caderas toma más revoluciones. Yo hago lo mío y la taladro sin misericordia y ella continúa jadeando y diciendo: No pare Tony, así, deme así, ahí, así, que rico; no se detenga, me va hacer acabar.
Yo no paro y solo escucho ese chasquido que produce mi verga entrando y saliendo de ese rico culo. Siento como Paola con su esfínter me aprieta la verga como si de un tic nervioso se tratara. Aquello se extendió al igual que sus jadeos prolongados y Paola explota, se contorsiona y sus nalgas chocan en mi pubis y me dice emocionada: ¡Me hiciste acabar por el culo!
Al igual, aquellos fueron orgasmos múltiples. Parecía que Paola sufría de un ataque epiléptico y al recuperar la compostura y mientras miraba como le salía mi corrida de su rico culo, pues después de tanto escuchar gemir a Paola hizo que yo también explotara, ella me hacía la siguiente plática:
- Ahora entiendo a Diana el porqué esta enculada de usted. ¡Usted me hizo acabar divino! Nunca me había hecho acabar así, que hasta sentí que me moría. ¡Que rico y lindo sería morir así! Sabe Tony, me admira su resistencia y ese embate constante que acaba, hasta mucho después que uno ha acabado. Creo que eso es lo divino de usted, que sigue pompeado con el mismo ímpetu, aun mucho después que uno ha acabado. ¡Qué rico!
Estuvimos cogiendo toda esa mañana y yo le dejé ir cuatro polvos. Paola descubrió que es multi orgásmica y al igual que Diana la primera vez, se fue de mi casa sin calzón. Ella conocía esa historia, pues aparentemente son amigas confidentes y se unen ambas a esa lista extensa de mujeres que quieren dejar las frustraciones sexuales a un lado y se permiten aventurar con ese riesgo a ser descubiertas. Aquella vez Diana le jugó una broma a su amiga Paola.
Muchas de las mujeres que me cojo y que han venido a mi cama, saben que han sido filmadas por mi sistema de cámaras. Video que luego repaso, especialmente si se trata de una chica nueva como Paola. Me gusta ver esas expresiones faciales cuando se vienen, cuando experimentan esos espasmos brutales, que realmente son excitantes de ver. Me gusta eso, y por eso he invertido varios miles de dólares en un buen sistema y que la mayoría de veces no se dan cuenta que ahí está. Le hice una copia a Diana de la culeada que le di a su amiga y ella lo convierte en una broma cruel.
- Sabes, Tony dice que veas este DVD. Si no quieres que tu marido vea uno igual, quiere que estés ahí cogiendo con él cada quinto del mes y donde sus amigos te cogerán por igual.
- ¡No puede ser! No me esperaba eso de Tony. Se mira un hombre serio y muy formal para llegar a hacer algo como esto.
- Ni modo, estas en sus manos.
- Coger con él es una cosa, pero coger con todos sus amigos como que no va.
Paola me llama asustada y sorprendida en verse como está cogiendo conmigo en ese video. Le digo que se trata de una broma de Diana, que yo no hago eso. Y ella con una voz de alivio me dice lo siguiente:
- ¡Me encanto pasarla contigo! Sabes, es frustrante sentir que uno está a punto de tocar el cielo, pero que tu pareja no empuja lo suficiente para alzarte al paraíso. Creo que al igual que Diana, siento que me hare adictiva a tu rica verga.
- Cuando quieras Paola.
- ¿Puedes mañana por la mañana?
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