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Entre-acto. Despertar en el intervalo

Quietud silenciosa, mi sistema de supervivencia me advirtió, no sabes dónde estás, no sabes de tu estado, no sabes nada y tampoco recuerdas nada, puede haber sido la onda expansiva de un proyectil, sigue quieto, apenas respires, no modifiques tu postura del cuerpo, no hagas nada, ni te muevas, desvía todo el sistema a los oídos, escucha y analiza, piensa que no tienes posibilidad alguna, estás debilitado y has pasado por muerto, por tanto no vas a perder nada, escucha y si no obtienes resultados, utiliza la nariz, analizando detenidamente ese resultado, no hay signos de combustión, por tanto no ha sido una explosión, no tienes prisa de nada, tampoco tienes sed, ni hambre, muchas cosas de tu cuerpo están mal, y el impacto recibido ha sido en tu rostro, en el pómulo derecho.

Los daños aparecieron con diferentes molestias, un dolor de cabeza muy extraño, pero no desconocido para mí. Dos diferentes molestias en el pómulo, en la piel y en hueso, la alarma me hizo pensar en accidente de tráfico ¿Y la gorda?, no podía pensar con claridad. Mi cuerpo me recordó que no estaba tirado en tierra ni asfalto, sábana de hilo, sábanas caras, por tanto tampoco un hospital, mi mente se estaba trabando, ya que todo mi cuerpo empezaba a enviar informes al despierto cerebro, hasta el penetrador envió el suyo, la complejidad de la suma de todo me bloqueó, y todo fue apartado por el murmullo de una conversación cerca, hablaban en voz baja, pero no lo suficiente.

—No parece dañado el cerebro, según el equipo médico, el escáner mostraba indicios leves, un golpe seco, hay que darle tiempo, no hay informes de continuar proceso.

No reconocí esa voz.

—¿Días?

Y esta si me resultó conocida, aunque no supe identificarla.

—No en este caso, horas como mucho, tenga paciencia, sus reflejos parecen funcionar.

—Esto va a complicar todo. ¡Advertí de no interferir por ninguna causa!

—Mi señor, Occorn, está encadenado y muestra su pesar por haber desobedecido. Se enfureció por la burla de REO.

Reconocí con dudas a Lord, tuve ayuda de ese desconocido que hablaba.

—Sí, es extraño su proceder, me sorprende como la ha devuelto, puede que haya descubierto algo. ¿Conseguiste la Buglosa?

—Si mi señor, disponemos de 1,300 gramos, y cada infusión debe de ser de 300 gramos, eso frenará a su corazón.

¡Joder!, mi pulso yo le noto bien, ahora si se ha acelerado un poco, pero la causa es por lo que estoy escuchando.

—¿Resultados de la aguja desnuda?

—Mi señor, corresponde a tu hija, sus métodos son secretos y que no comparte con nadie. Ha hecho más filtros, pero no se sabe nada de ellos. Las ancianas han comentado algo de un ciprés, se trata de un fragmento, y se ignora de que parte del ciprés se ha obtenido, tengo a dos esclavos revisando los cipreses cercanos, y hasta ahora sin resultados.

—¿Te fías de los esclavos? – Contrariedad en su tono.

—Si mi señor, la recompensa es una mujer para cada uno, llevan tiempo reclamando alguna hembra, lo mendigan.

—Espero ese informe con detalle.

—Si mi señor, tengo algunos bulos, Ivien, es de la esclava que habló con él, recordará que amenazó a su dueño si le ocurría algo, Iqcion piensa regalársela, su arpía augura que el mal que presagió ha llegado y te señala como culpable. La esclava fue enviada a buscar una flor Cenula o Enula, no estoy seguro de la palabra, ya que en ese momento arrancaron una moto y me hizo dudar, y otro bulo es su pelo, parece que anoche un mechón fue arrojado a las llamas.

—Eres un estúpido, quiero todo eso en un informe muy detallado, procura que no tenga que preguntarte nada.

—Mi señor, lo tendrá en breve, un último bulo, Hinojo, parece que tiene que ver con el fuego y el combate, lucha, y me hace pensar en su venganza, mi señor.

—¿Quién tiene que buscar el Hinojo?

—No se sabe, mi señor, con los nuevos hay mucho descontrol, algunos de ellos se marchan sin despedirse, piensan que esto es un circo.

—Es muy importante que lo averigües, cada minuto que pasa mi desconcierto aumenta, y cuando despierte el problema se agravará, Tillia está silenciosa, la conozco muy bien, y seguro que causará problemas graves, REO es todo para ella y ya me ha amenazado con marcharse en cuanto se recupere.

—Mi señor. ¿Con él o sin él?

—No lo ha especificado, y eso es lo que me tiene preocupado.

—Mi señor, hay otro bulo que no me atrevo a contárselo.

—¡Cómo!, termino de decirte los fallos en control y me sales con que sabes más y no me has informado, me dan ganas de llevarte a la rueda y romperte huesos ¡habla maldito!

—Mi señor, tu hija ha mezclado su sangre, ya que en estos momentos está menstruando, con su semen, ha mezclado las dos sangres y se ignora para que, consultado a las ancianas, las cuatro callaron como putas, agacharon la cabeza y murmuraron algo a la vez, parecía la llegada de algo que se arrastraba por encima de las hojas secas, caídas de los árboles impulsadas por el viento de otoño.

—¡Maldito seas!, vamos a hablar con Tillia y luego serás azotado hasta que vea la pared donde te azoten.

Se alejaron envueltos en la rabia que desprendía Lord, empecé a comprender el mensaje del penetrador, ella me había utilizado para obtener un ingrediente y mis pensamientos fueron interrumpidos. De nuevo silencio, puse antena, todo silencioso, flotaba en el silencio, mi cuerpo empezaba a responder y…

—Sé que estás despierto, tu respiración ha cambiado, deduzco que me presientes y puede ser un mensaje. Y si no estás despierto, sirve de igual forma.

Y puso sus labios en los míos, y su lengua entró en mi boca, me había descubierto, no tenía la boca seca, ella sonrió separándome un párpado con sus dedos, abrí los ojos por reflejo, sonreía ampliamente.

—Les he dado esquinazo, sé que me buscan ¿Sabes la causa de sus prisas?

—Tus manejos, ese chivato le ha dicho que has mezclado nuestra sangre, pero ignora para qué.

—Si tío, quise despertarte de la mejor forma, una buena felación, además utilicé mi sangre para humedecer tu seco penetrador, y cuando estabas a punto, me detuve, el tampax fue mi contenedor, de el bebí mi sangre, tan solo tuve que apretarle con los labios y que retuve en mi boca, luego terminé el trabajito, tenía dudas si te correrías, pero no me fallaste, me dio la sensación de estar pajeando a un muerto.

A tu penetrador le teñí de rojo vivo, y se mezcló en mi boca, y esa mezcla la guardé en una fina vasija de vidrio, tengo un filtro de amor para que no me abandones.

Tu semen antes ha sido sangre y tu cuerpo la transformó en semen, y mi sangre menstrual es la única que tiene que ver con el amor, y que sepas, que es cuando más me gusta que me follen, me gusta ver el penetrador enrojecido ¿Y cómo te encuentras?

—No imaginaba este despertar. Me un poco duele la cabeza, el pómulo, la piel del pómulo y la contrapartida, han sido tus palabras ¿Debo saber algo antes de que vuelvan?

—Si y nunca se lo digas, te lo debo. La gorda era espía, mi padre pagó a tus amigos para esa fiesta de parejas, todo fue un montaje, ellos se llevaron un buen pellizco, el dinero todo lo puede y la gorda te mintió desde el principio, sin embargo la ignorante no se dio cuenta que te ayudaba y lo peor, es que es la preferida del que te rompió la cara. Y aún me rio de ese medio polvo, no imagino su cara si se lo cuenta.

Casi me mareo de nuevo, lo que hace el poder del dinero. Me miró y su sonrisa se fue borrando lentamente.

—¿No puedes moverte? – Dijo alarmada.

Era cierto, no me había movido, mi cerebro era obediente, la orden seguía activada, al primero que pedí respuesta fue al penetrador, ese empuje final que haces tanto al orinar como al eyacular, y la tranquilidad invadió mi cuerpo, tampoco me había dado cuenta de la temperatura, y un acto reflejo, aparté un poco la sábana que me cubría.

—Si tía, puedo moverme ¿Cuánto tiempo he estado fuera de combate?

—Casi dos horas.

—Tendré que enfrentarme a ese tipo, y necesito que me proporciones algunas cosas. Tres botellines de cerveza vacíos, el vidrio de color verde, marrón y blanco, tres metros de cuerda fina, un par de guantes metálicos, como los que utilizan los carniceros y polvos de talco. También celofán azul oscuro. Velas de color rojo, papel y rotuladores.

—¿Para que necesitas todo eso?

—Es secreto, y saber dónde está mi coche, necesito más cosas que están en él, nada más.

Conectó el móvil, habló y luego fue acercándose a la mesa que había junto a la ventana. Y en ese momento entraron resoplando.

—¿Jugando a darme esquinazo? – Increpó a su hija.

Le miró sin responder, les dio la espalda. Los dos me miraron perplejos.

—¿Cómo te encuentras? – Preguntó Lord.

—Dolorido, la cabeza mal, pero resistiré. Necesito tiempo, y cerraremos el círculo.

—¿Vas a volver a las andadas?

Preguntó Lord entrecerrando los ojos.

—He dicho terminar este asunto, te libero de la deuda que te has inventado, ninguna de las dos existen, no puedes obligarme a coger lo que me ofreces.

—¿Desprecias a Tillia? – Mirada inquisitiva.

—Es una persona libre, no me puedes dar algo que no es de tu propiedad.

—Forma parte de esto, si es de mi propiedad.

—No, de ninguna forma no y me gustaría comer algo.

Mirada furiosa y sin responder salieron de la habitación, se había cabreado conmigo. Tillia había esperado a que se marcharan y de nuevo se sentó a los pies de la cama, no me miró.

—No puedes dejarlo así, acéptalo, sigue su juego y luego escapas, yo no voy a ser un rémora para ti, se mucho de tu vida, en los informes no aparece ninguna mujer a tu lado, nos utilizas y ese dato parece no importarle a mi padre.

Empezaba a cabrearme.

—Debes saber algo, se trata de los sentimientos, del amor para más detalle. Yo me enamoré con 16 años, su edad la ignoro aunque no creo que fuera mayor que yo, era amiga de la novia de un amigo, actualmente apresado por una secta, eso hizo que me apartara de él y nuestra amistad se rompió, por tanto nada de ella.

Ella hizo que llenara páginas en aquellas noches infernales, me traicionó con un amigo de la banda, y todos mis esquemas me llevaron a un estado de desasosiego imposible de superar.

Y esa zona de mi alma quedó resquebrajada, sus finas aristas se clavaron profundamente, y mi alma sangró durante muchos años, hasta que se heló.

Nunca más me enamoré, tonteaba, y tan solo funcionó un derivado, pasión tan solo, me gusta le gusto, tan solo eso, suficiente, pero carente de todo, repito ese lugar estaba abandonado en la oscuridad de mi mente, donde nadie puede acceder y yo mismo me he negado el acceso, por eso el frío permanece.

Su gesto era serio, y era demasiado para mí en estos momentos, ya que había aprendido a mantenerla en el olvido.

—Me doy cuenta que poco sabemos de ti, solo lo externo, pero nada de tu interior, y me entristece lo que me has contado, una mujer te ha roto, complicado de recomponer.

—Otra forma fue la atracción, sirve de mezcla con el sexo, pero si me doy cuenta que es carente de sentimiento, es decir, que la puedo apartar sin sentir nada, y conocer a otra de la misma forma.

—Me dejas en una posición inquietante.

—Puedes escapar de aquí, yo puedo ser el transporte, nada más, luego tu sigue tu camino, no quiero dañarte, tú no tienes culpa de nada.

—Yo si quiero estar a tu lado, soy tu hembra, no te exijo amor.

—Estamos dando vueltas sobre lo mismo, tu padre no decide mi vida, me canso de repetir que no quiero nada y sin embargo él me ha metido en esta complicación, debo de defender mi vida por su irresponsabilidad.

—Hay más, Ivien, aquella chiquilla que salvaste ¿La recuerdas?, la que fue a preguntarte que música para el ballet de esclavas ¿Recuerdas a “Black Label Society - Bleed for me”?, Iccion es con quien te enfrentaste frente a su sitial y fue el tercero en aquel intento de ataque. Tienes a Iccion en la izquierda, Dabbles en el centro y Occorn en la derecha, así está el tablero.

—¿Puedes decir que me traigan algo de comer?, me abrumas, debo de terminar con esto.

—Ese esclavo estará en ello.

—¿Y mi coche?

Me miró largamente y luego bajó la cabeza. Se daba cuenta de esperaba una respuesta y me temí lo peor.

—Ha sido saqueado – Dijo bajando mucho el tono.

—¿Le han destrozado?

—No, solo el contenido. El maletero está vacío así como la guantera.

Presionaba Lord, me daba cuenta de su falsa apariencia, abría y cerraba la mano, empecé a darme cuenta que esos tres no era el enemigo, el enemigo era el, de el partía todo el daño que estaba sufriendo y él me mostraba señuelos.

—Te pido un favor, es la única salida que me ha dejado. Dile a tu padre de lo forma que estimes oportuno, que me devuelvan todo, eso no me impide marcharme, pero no me voy a dejar robar por esos mendrugos, este sería un buen nombre para vuestra comunidad de góticos.

Su mirada cambió, un relámpago iluminó sus ojos, y vi furia reflejada.

—No nos insultes, nada te da derecho hacerlo.

—Si le tengo, he tenido que soportar vuestras malas costumbres, y puedo exigir. Debí de continuar y no detenerme como obliga el código de circulación, prestar ayuda a los heridos en un accidente, sin saber que me iba joder la vida, por tanto si puedo llamaros lo que quiera.

—No estés tan seguro – Respondió con desdén.

Alguien se acercaba, tintineo de cristal, y un carro entró por la puerta, empujado por una tía buena. Nos saludó con una amplia sonrisa y dejó el carro junto a la mesa que había en la ventana, y sin mediar palabra, se alejó moviendo los dedos a forma de saludo.

Devoré casi todo deprisa, estaba tan inquieto que en mi mente se fue formando la tormenta, tenía que echar mano de la destrucción, y necesitaba la caja de herramientas del coche.

Tillia se llevó el carro, me ignoró, aproveché para vestirme del todo, aunque flotaba un poco pero no iba a ser motivo de no terminar con esto, mis armas ya estaban pensadas, miré la batería en qué nivel estaba, el móvil era vital, si me quedaba sin batería estaba perdido. Tuve que esperar, no sabía dónde me encontraba ni donde estaba el coche.

Me entrega una bolsa, dentro cuatro botellas de cerveza, tres colores del vidrio, es lo que más me interesaba, llenas y frías, la miré un poco sorprendido.

—Es por si tuvieras sed – Sonrisa.

—Entenderás que esto es privado, no pienso beber ya que después de toda esta mierda escaparé.

—Las mujeres en general, somos.., como decirlo, curiosas y tu encargo ha ido rellenando esa laguna de misterio que te envuelve, además crece desde el primer día…, que te vi con esa vieja y… ¿Qué tal folla?

—Tengo los recuerdos bastante alterados, y por la reacción de mi amigo, su hermano y su mujer, deduzco que debió de ser algo importante, tengo un vago recuerdo concéntrico, es decir, la abrazo y está levantada del diván o cama, tan solo sus talones tocan ese lugar, yo me apoyo con las rodillas y codos, ella queda entre mi cuerpo y el diván, su cabeza cuelga de sus hombros y mis brazos a lo largo de su espalda sujetan sus nalgas, y yo la penetro lentamente.

Y algunas veces me adentro muy despacio, lenta pausa, además procuro que se dé cuenta de que intentó entrar más, pausa, pero ella se mueve, emite un quejido o algo parecido, sus manos intentan separarse pero no tienen la fuerza suficiente, y gime arañando levemente mi pecho, ese gemido es de placer, se reconocerlos, otras veces se abrazan con fuerza restregando su cuerpo con el mío.

Algunas me piden algo sorprendente en esos instantes, gimiendo en mi oído, algunas al borde del llanto, me piden que no me mueva cuando quiera terminar, ellas quieren moverse y procurarme el orgasmo.

Algunas me dicen de pedir hora, que quieren repetir el polvo, y siempre lo dicen una sonrisa atontada, y todas sin excepción dijeron que la postura era genial, se sentían sometidas y dominadas por una bestia que doblaba sus cuerpos para penetrarlas más profundamente. Una muy graciosa dejo que iba hacer un club, solo admitiría a las bien folladas.

—Insisto, aunque me estás calentando los cascos, me estoy mojando las bragas pensando esos detalles que describes, mi humedecida vagina te está esperando.

—Dejará de ser un misterio y yo pierdo esa estrategia y por supuesto la táctica en esa corta batalla. Y tú has preguntado. Además preciso de un saco resistente, una maza o martillo, y polvos de talco. Y por otro lado, y esa madera que se utiliza en las brochetas y pinchos, es fino alargado y puntiagudo, Y por último una hoja de celofán azul oscuro, es vital.

—Supongo que mañana tendrás todo, aunque podías venir ya que no lo puedo encargárselo a nadie. Y pensándolo bien, a cambio de todo eso, deberás pagarme.

—Di el precio, por supuesto que pagaré todos los materiales.

—Un largo polvo, invéntate uno diferente, mínimo como ese que me ha puesto a cien.

—Piensa en esa recreación, no se el guion que tienen preparado.

No me escuchaba.

—Ese largo polvo será después, cuando termine todo, me da igual el resultado, sé que mi padre no se da cuenta de que puede terminar mal, y todo por esa manía de la recreación, y me contó el muy cretino, que le hubiera gustado haber estado consciente de su salvamento, sentir esa sensación de peligro de muerte y le jode que tú lo minimices, la quitas hierro al tema mientras que los otros dos hicieron lo contra.

—Vamos a la calle, a ver cómo te sientes, mientras voy hablar con mi padre, el saqueo de tu coche no le va a gustar nada, habrá hostias.

La tarde se marchaba deprisa, y el frescor me sentó muy bien, no vi ningún coche, a saber dónde estaba aparcado. Me alejé hasta la arboleda, lejos vi uno de los bordes del pantano de San Juan. La vi venir andando deprisa.

—Se ha enfurecido de una forma que desconocía, ha llamado a todos los jefes de clan, como dije habrá hostias. Vamos a Pelayos, encontraremos todo eso en el almacén, es un mercado donde se compra y se vende de todo. Espera junto al camino, voy a por el coche.

Salimos de la zona cerrada, en la puerta dos bestias llenas de tatuajes, moteros. Agacharon la testuz, reconocían al coche, yo les ignoré como ellos a mí. El movimiento de las piernas de Tillia llamó mi atención, llevaba una corta y fina faldita, se había cambiado, y su faldita de fino tejido se iba subiendo, si me sentaba bien, llegaba a ver las bragas, bueno no, no llevaba bragas.

—Estoy dispuesta y he pensado que cuando volvamos, tomemos algo en el coche, conozco varios sitios donde nadie nos molestará. Suponte que soy una esclava que prepara al guerrero, ya sabes, como si fuera la última posibilidad de follar.

No dije nada, tampoco llevaba sujetador, tan solo una camiseta, desde luego no escuchaba, dejé de pensar en ello, dejé al destino que siguiera su curso. El almacén tenía aparcamiento en superficie, pero cubierto al aire libre, como era natural escogió una esquina alejado de la entrada, ya maquinaba, detuvo el coche, paró el motor y yo me quité el cinturón y cuando iba a abrir la puerta, sujetó mi brazo.

—Vas a empezar a pagar la factura, quiero que me muerdas el clítoris, no llevo bragas porque tu conversación me produjo su erección y era molesto que se rozara con las bragas.

Pasamos al asiento trasero, se sentó apoyando la espalda en la puerta, una pierna doblada junto al respaldo y la otra apoyada entre los dos asientos, mostrándome su vulva.

Su clítoris era grande y el pequeño glande asomaba, tenía un ribete enrojecido que me recordó a los percebes y obedecí, estaba muy endurecido. Y le rocé con la lengua, ella respingó, jadeo levemente empujando, su vulva olía a hierbas.

—Te dije morder – Ordenó – Es un ensayo, placer con dolor, me preparo para la separación, y para eso debes de ir haciéndome daño, el psíquico ya lo tienes en marcha, falta el físico.

Sujete el clítoris con los dientes y con la lengua empujé el glande contra los dientes, ella arqueó levemente su cuerpo.

—Un poco más y me dolerá ¡Muerde con fuerza!

Datos del Relato
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