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Había pasado algún tiempo desde la primera lección de manejo de mi sobrina Mariana, y las relación entre ella y yo, seguían siendo incestuosamente cordiales, pero algo volvió a separarnos por algún tiempo, volvió con su novio, cosa que yo le reproche y ella en tono conciliador me dijo; es que lo que hacemos está muy rico, pero no está correcto, le hice caso a Saúl, para no pensar en ti.
Tuve que aceptarlo por su bien, en realidad yo la amaba mucho, así que ya habíamos disfrutado bastante de nuestra relación filial, era hora de que experimentara.
Y así sucedió, ella y su novio tuvieron sexo, yo lo supe porque le había prestado mi cámara de video a ella, y sin querer descubrí la grabación que ambos hicieron de una sesión de sexo, o tal vez ella quería que yo lo viera, no lo sé.
Y bueno ahí estaban ellos en un cuarto de hotel, pusieron la cámara a grabar desde el momento en que llegaron, no queriendo perder detalles, y se dispusieron a coger.
Yo sentí inmensos celos de saber que ella le daría su cosita tan rica y que tantas veces fue mía, a otro pendejo, pero bueno ya era inevitable, además era mi sobrinita.
Se abrazaron con ansias, y se besaron intensamente, se podían escuchar los chasquidos de los besos furiosos, ambos se tenían ganas, y así lo demostraban.
El tipo empezó a quitarle una a una las prendas de su uniforme, hasta que ella se quedó solo en ropa interior, sus bellas piernas duras y tersas al descubierto, su culito paradito y duro iba a ser poseído por un gañan, sus meloncitos tan tiernos y duros iban a ser chupados, y sobre todo su coñito iba a ser perforado por su macho.
Emociones encontradas fueron pasando por mi mente y mi corazón, sentía que la habida perdido para siempre, pero pese a eso la escena excitaba mi parte voyerista y cornudo, y me estaba empezando a calentar, el saber que ese cuerpo que era mío, iba a ser poseído por otro macho que no era yo.
El tipo no tenía mucha experiencia, pero si tenía un buen paquete, su verga mediría algunos 18 Cm, gruesa y cabezona, muy dura y poco curvada, los huevos muy grandes y llenos de semen supongo.
Él le beso las tetas de forma brusca y ella se resistía un poco, y escuche que decía – ¡con cuidado Saúl, me lastimas!, pero aquel no le daba importancia y seguía chupando y masajeando como pelotas las tetas de mariana, mientras que la verga le crecía más y más.
Luego la puso a chupársela, la enorme verga parada, y la boquita de Mariana tan pequeña y suave, lamia con su lengua la cabeza roja y dura de su macho, hasta el la tomo del pelo, y la empujo contra su mástil, y la verga desapareció en la boca de mi sobrina.
Ella manoteaba, intentando que no se la metiera tan profundo, porque le causaba arcadas, pero su novio la mantenía fija, moviendo su cabeza al vaivén de su verga.
Por fin se la saco de la boca, ella babeaba intensamente, y la riata quedo llena de saliva, ella ya no quería más de esto y se lo externo.
Su novio la puso luego de perrito, mientras que le decía palabras sucias a Mariana, mostrándole su enorme palo, cosa que le asustaba a Mariana, el tamaño tal vez le haría daño, ella lo midió con sus manos, y le dijo –está muy grande, no me va a caber.
-Claro que si amor, le dijo el, hasta los huevos te caben ahí.
Y le apunto su enorme polla al agujerito de la vagina rosadita y depilada de Mariana, que ya también escurría mequitos de su interior, yo hubiera querido lamer su conchita y comer sus mequitos. Mi verga ya estaba a reventar, pero la función seguía.
De un golpe se la introdujo toda, tenía poca delicadeza el tipo, Mariana dio un grito y se aferró a las almohadas de la cama, sintiendo como le destrozaban su delicada puchita con aquella masa de carne dura y chorreante de mecos.
La verga hizo su labor, no importaba el grosor la vagina se dilato para albergar en toda su extensión el cipote de Saúl, y la empezó a poseer con embestidas tremendas, y Mariana gemía y gritaba de placer, al sentir como se hundía el mástil entre sus carnes delicadas y tiernas.
Él le decía groserías, tales como eres una puta, o estás bien buena zorra, comete mi verga entera, y cosas así, yo ya me estaba masturbando viendo tremendo video.
Mariana parecía otra ya, con el rostro encendido, gemía deliciosamente como hacia conmigo, y pedía más, frenética y descontrolada, se ensartaba sola, la verga de Saúl desaprecia dentro de su cueva candente, y cogían y cogían como perros.
Aprendió rápido a ser una puta, y ahí estaba cabalgando al tipo, subiendo y bajando, moviendo su culo al ritmo de la cabalgata con la verga ensartada en su vaginita, sus nalguitas apretadas por las manazas del tipo, los huevos pegando en su culo, mientras la cogía tremendamente rudo.
Yo suspire profundamente y sentí que la sangre hervía, necesitaba sacarme la leche y que terminara el video ya, un extraño calor se había apoderado de mí, y la deseaba ahora más que nunca a ella, más puta, cogida por otro, y la función seguía.
Duraron cogiéndose casi una hora, donde experimentaron toda clase de posiciones, brotando leche por todos lados, en la puchita, en la boca, en las tetas, en todos lados, ella enloqueció de placer y se desvaneció en la cama. El también y su verga decreció solo un poco.
Yo también me había corrido intensamente mirando el video, prácticamente eyaculamos los tres al unísono, largos y prolongados chorros de leche habían salido de mi pene. A la salud de mi sobrinita querida.
Luego él se levantó y apago la cámara, supongo que había terminado la función de cine porno, y ahora el reto estaba ahí planteado, había que superar eso.
Al otro día le hable por teléfono invitándola a comer, y ella accedió, y pase por ella a la universidad, y todo muy bien muy ameno, contándome ella como había sido su día, y cosas triviales, yo detuve el auto, y la bese, así sin más ni más.
Ella se sorprendió pero también me correspondió pero ahora con su lengua dentro d mi boca, buscando la mía. ¡Vaya, vaya! había aprendido algo nuevo.
-¡Estuve viendo el video!, le dije de pronto.
Ella como niña pillada abrió los ojos inmensamente, y no supo que decir, o al menos lo fingía.
-¿dónde lo viste tío?, ¡no debiste verlo, son cosas privadas mías! sonrojada y avergonzada intentaba justificarse.
-Él es mi novio, no tienes derecho a invadir mi privacidad, lo nuestro fue lindo, pero ya se acabó, me estaba apartando de su vida, y yo no podía hacer nada más, esa fue la despedida por ahora.
Ella se bajó llorando del auto y se fue, yo me quede pensando en que había sido un tonto, no debí ponerla en esa situación tan comprometedora y tenía razón, era su vida privada.
Y así paso un año, hasta que su noviecito le puso los cuernos con otra y la dejo, ahora estaba deprimida y triste, yo no había intentado nada, debía ser ella quien se acercara a mí, yo sabría esperar.
Paso algún tiempo y un día me llamo, -¿puedes enseñarme a manejar, tío?
-Claro que si es más ahora te enseñare algo más rico y divertido que eso, te enseñare a montar a caballo.
-woow, lo que siempre quise hacer, gracias amor, eres tan bueno conmigo, ¿cuándo será eso?
-Este fin de semana, nos iremos solo tú y yo al rancho, y ahí te enseñare todo lo que quieras, ¿sale y vale?. –Vale, pasas por mí.
Se llegó el fin y pase por ella como habíamos acordado, me dio un besito tierno de tío, porque mi familia estaba viendo, y nos fuimos rumbo al rancho.
Nos instalamos cada quien en su habitación, y ella desempaco su ropa y la colgó en el perchero, y después de un rato, ella bajo a la pequeña sala, y nos dispusimos a charlar un poco, de todo y de nada, ninguno menciono nada de lo anterior. Todo normal.
Yo le dije siéntate aquí junto a mí, y ella se sentó en mis piernas, y me abrazo, luego se soltó a llorar, desconsoladamente, y yo la apache.
-no pasa nada, haber cuéntame que te sucede.
-¡corte con Saúl mi novio, me cambio por otra, por una zorra y puta¡¡
-olvídalo amor, nunca me gusto ese chico, y sobre todo como te trato en el video, yo te ayudare, ya lo veras.
-ella solo sonreía tristemente, mientras me besaba en los labios, yo volvía a sentir su ternura y su suavidad, lo que me enamoraba de ella.
Por la noche preparé una cena especial para ella, mientras Ana se bañaba y se vestía para la gala, había velas románticas, vino, manteles largos y toda la cosa, creo que la pasaríamos bien.
Al filo de las 9 de la noche bajo ella con un vestido amplio, con un escote pronunciado, muy sensual y bella, que yo exclame con asombro, -¡woow que belleza! –Gracias.
Cenamos, bebimos vino, bailamos muy pegaditos, uno junto al otro y la pasión pronto se desataría, la noche estaba cálida y soplaba una brisa leve, perfecta para el amor.
Ella con sus brazos en mi cuello bailaba suavemente, yo con mis manos sobre su talle, la llevaba al ritmo de la música, el alcohol empezaba a hacer su efecto erótico.
-¿quieres montar, amor?
-¿de noche? Pregunto ella, un poco intrigada.
-Si de noche hay luna llena y hace un poco de calor.
-Bueno vamos me dijo y así abrazados fuimos a las caballerizas, donde escogimos un briso caballo curto de milla, y le dije a Ana, ¿te ayudo a subir?
-me dan miedo los caballos tío, ayúdame y súbete conmigo. –claro de eso se trata.
La tome por la cintura y la subí, ella abrió sus piernas y se sentó, sus muslos quedaron al desnudo, y yo de un salto subí tras de ella, y la tome por la cintura, dimos rinda al corcel.
Al suave caminar del animal por la pradera me permitió disfrutar de su presencia juvenil, su cabello al vuelo del aire, y su fragancia de mujer en mi olfato, su cuerpo tibio y sugerente, pegado al mío, sus caderas pegadas a mi paquete, que empezó a responder a la feromonas de la hembra en celo.
Había luna llena, y el reflejo de la luz daba tintes de plata a los árboles y a la hierba, y ahí en una escena de cine lúdico, ella y yo cabalgando por la pradera, unidos por el deseo carnal y la sensación de lo prohibido, que ansiaba saciar sus instintos.
Le bese suavemente el cuello y ella respondió con un murmullo de placer, sin duda le excitaba que la besara en ciertos lugares erógenos, mis manos en su breve cintura subieron a sus pechos duros como melones, buscando sus pezones, y ella volvió a responder con suavidad, estremeciéndose. Yo intentaría que olvidara al bruto de su novio.
Mis manos magreaban aquellas tetas firmes y deseosas de caricias suaves y seductoras, y murmure en su oído, -te extrañe tanto pequeña, y ella asintió con la cabeza, sin duda disfrutaba el momento como yo.
Luego deslice mis manos a sus piernas, el vestido se había subido hasta la cintura, dejando al descubierto su puchita candente, y yo dirigí mis manos hacia ahí, buscando su clítoris, para darle el placer que merecía esa cosita tan rica, y la encontré ya excitada y crecida, y mis dedos recorrieron la longitud de su rajita, y al llegar metí suavemente mis dedos.
Ella gemía levemente, lo disfrutaba mucho, y con los ojos cerrados hecho su cuerpo hacia atrás, abandonándose a mis brazos, y yo la sostuve, y me ofreció el néctar de sus labios jugosos y suaves.
El beso fue de antología, yo bebí su aliento candente, y disfrute sus labios como si fuera ambrosia caída del cielo.
Le ayude a despojarse de su ropa, subí su vestido que era de una pieza y lo saque por encima de su cabeza, y quedo en ropa interior, luego yo me despoje como pude de mi ropa quedando sin nada, en pelotas, y ella también se quitó el resto, los dos desnudos completamente cabalgando por la pradera.
La luna iluminaba su cuerpo escultural, dándole aspecto irreal, sus tetas redondas y firmes se mecían al vaivén del trote, y su cuerpo reflejaba la luz de la luna que la vestía de plata pura.
Mi virilidad respondió en el acto, poniéndose durísima y ella lo noto, y volviendo su rostro me dijo; –¡Hazme tuya tío precioso, cógeme!
Sin duda el momento era propicio, el alcohol, la desilusión de su novio, el caballo, la pradera solitaria, una noche de lujuria y pasión se desataba.
-Yo le acaricie y le bese hasta su sombra, diría Arjona, y mis manos no dejaron ningún lugar sin tocar, sin palpar, mis dientes mordían suavemente sus pezones, y su piel tersa y firme, aquello me enloquecía y a ella también.
La levante un poco solamente para dejarla caer en el tronco que ya la esperaba chorreando líquidos lubricantes, ella también estaba goteando sus jugos vaginales, la cosa se había calentado mucho.
La ensarte lentamente, y sus preciosos labios vaginales se apartaron para darle cabida a mi tranca, y se fue abriendo paso hasta llegar al tope, ella grito un poco, pero pedía más con palabras entrecortadas, -¡cógeme tío, cógeme toda!
Le pique las costillas al caballo, y emprendimos un leve galope, ella ensartada en mi verga, al ritmo del trote, subía y bajaba, entrando y saliendo el pene de su puchita preciosa.
La lección de montar estaba a pleno, la sensación de tenerla cerca poseída por mí, me acompañara con un recuerdo hermoso.
Ella se corría estrepitosamente, sin pudor, sin tapujos, con la plena libertad que la conciencia de saberse amada, y sus jugos escurrían por mis huevos y mis piernas.
Luego se sentó de frente a mí, alzando sus caderas para que volviera a entra mi cipote erecto, y se sentó y le entro hasta el fondo, con gemido de placer ella lo disfrutaba.
No sé cuántas veces se corrió, pero después de un rato pidió paz, y me pidió suavemente;-córrete ahora tu tío, pero échamelos dentro quiero sentir tu leche dentro de mí.
Mi verga exploto dentro de ella, y chorros de leche contenida durante tanto tiempo se derramo en su vagina, y quedamos así abrazados de frente, con su cuerpo pegado al mío, nuestros sexos entrelazados, nuestras almas unidas para siempre.
Esa noche en la casa del rancho volvimos a disfrutar del sexo, hasta que salió el sol, fuimos felices al menos por un día y una noche, pero volveríamos las lecciones, ella aún tiene mucho que aprender, y yo de enseñarle.
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