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Endemoniada Lujuria (II)

***** NOTA DEL AUTOR: EL 99% DE ESTOS RELATOS SON FANTASIAS QUE ESTIMULAN LA LÍBIDO DE SU CREADOR. SI USTED NO TIENE COMPLEJOS O SE CONSIDERA UNA PERSONA NORMAL, NO SIGA LEYENDO O PONDRÁ EN PELIGRO SU ESTABILIDAD EMOCIONAL. ESTO NO ES UN MEDICAMENTO MAS NO LO UTILICE SIN PRESCRIPCIÓN FACULTATIVA. SE ACEPTAN INTERCAMBIOS DE FANTASÍAS Y PROPOSICIONES.  *****



Después de la llamada se espabiló algo achispada por el alcohol. Ya entonces había cambiado la música, algo menos aséptico. Iba a dormir conmigo y yo no sabía si después de follarla por el ojete podría seguir mas, pero desde su desvanecimiento en la bañera estaba convencido que mi polla no era tan necesaria; la jodería con la lengua y seguro que podría matar a corridas a mi gorda favorita.



Estaba tan seguro de mí con mi dolor de pelotas y mi mente calenturienta... toda la noche para mí ... amorrado a su culazo.....



Ella miró con ojos de endemoniada lujuria.



- Quiero hacerte feliz, veo el bulto que tienes y como me has hecho sufrir tanto y voy a ser más buena, voy a aliviarte con mi boquita y mis tetazas, enséñame a mamarla bien y córrete en mi boca, no se si podré tragármelo pero tú te mereces todo. Luego si quieres nos acostamos y allí podrás darte el festín de mi culete, allí destrozarás mi ano.



Me abrí la bata, realmente las palabras sobraban cuando mi pene apareció con su roja cabezota a punto de estallar...



Ella se desperezó y con un impulso súbito se puso en pié y me tumbó en el sofá, sus ojos brillaban y casi sentí miedo cuando abriendo la boca la acercó a mi picha empalmada.



- Te voy a comer el rabo hasta que sueltes toda la leche en mi garganta.



Estaba aprendiendo rápido. Antes de chuparla la cogió entre sus tetas acariciándose cada pezón con mi capullo. Unas gotas en la punta anunciaron la próxima subida de la lefa, así que la agarré del pelo y cogiéndola las orejas empecé a follarla hasta el estómago. Todo mi rabo desapareció entre sus carnosos labios. Elba María emitió una pequeña arcada, seguro que producida por mi rabo en su campanilla. Ello me excitó aún mas si cabe.



Chupa deprisa y fuerte, hasta el fondo so mamona. Haz  mucho ruido que ya me llega.



Se la sacó de la boca y con sus manos impidió mis movimientos - Déjame a mí - Comenzó a chupar fuerte, primero el capullo y luego todo el rabo. Surpppp, Surppp



Se la volvió a sacar mientras mis cuerpo se agitaba, me miró con malicia y en esa mirada estaba reflejada el ansia de hacerme sufrir un poco. Le devolví la mirada con ojos de carnero a medio degollar, sin palabras entendió como poner fin a mi tortura.



Esta vez no hubo trampas, en un instante me fui a la estratosfera mientras soltaba en su boca choros de leche retenida, interminables espasmos acompañados de gemidos de bebé. Con los ojos cerrados mi cuerpo astral se elevaba mientras casi perdía el sentido. Bajé a la tierra justo para abrir los ojos y verla con la boca llena de mi leche y los carrillos inflados, con una cara un poco rara entre asco y satisfacción.



Me sentía tan satisfecho que no se me ocurrió otra cosa que abrazarla y besarla en la boca. Compartir con mi lengua el líquido seminal y su saliva, realmente era un sabor acre y un poco especial, en todo caso dejaba el paladar como anestesiado. Ya que era mío no era cuestión de hacer ascos, así que con el morreo supongo que me lo tragué sin poder evitarlo.



Creo que mi acción fue providencial, el sentido femenino en grado sumo del que era portadora mi compañera, agradeció mi esfuerzo por masticar aquél líquido blanquecino. Le pareció tan romántico que sus ojos empezaron a brillar de cariño antes de que empezara a soltarme frases de amor y achuchones de loba en celo. Estaba de nuevo muy cachonda pero como buena fémina abrigaba el sexo puro con ternura.



Fuimos otra vez al cuarto de baño, a lavarnos la boca con un fuerte elixir,  para poder quitarnos ese extraño sabor a lefa.  Abrí la ducha para lavarme los bajos cuando ella me dijo:



- Cariño por favor, déjame hacer pís que ya no lo aguanto más -



Me pedía que la dejara sola, pero yo no estaba dispuesto a soltarla ni para mear.



Vas a dejarme verte mear, ya sé que ahora vas a estar segura de que soy un cerdo, pero si realmente me quieres no me ocultes nada de tu cuerpo, estoy loquito por ti y aunque te parezca un enfermo nada me agradaría más que ver tu chocho con un río de aguita saliendo de él.



- Realmente  eres un guarro, pero tú también  me tienes tan loca perdida que no voy a negarte nada. Así que acércate a mirar mi meada de vaca gorda,  so cochinillo escatológico.... -



Y abriéndose los labios del chumino y después de unos instantes de tensión, empezó a mear sobre el retrete. Como un río caudaloso, a golpes de chocho, primero una gran riada y luego pequeñas lluvias torrenciales .



Puedo asegurar que después de su gran meada podría haberla servido de papel higiénico limpiando con mi lengua su vagina hasta dejarla reluciente. Lógicamente me contuve, no quería abusar de mi gran noche. Ella se limpió las gotitas con gran arte y me sorprendió con esta frase:



- Y ahora te toca a ti, déjame cogerte la colita mientras meas, siempre me ha llamado la atención eso de poder hacer pis de pié y enchufar con esa mala puntería que tenéis, si supieras lo que fastidia limpiar la taza ... -



Y cogiendo mi pollita en reposo del guerrero, la puso en posición de disparo. Realmente entre la corrida y el sentir una mano que no era la mía me costó mear pero una vez que  empezó a salir ella jugó con mi chorro siempre orientándolo hacia el meadero, cuando acabé ella me dio unos golpecitos lógicamente sin ningún arte, que para eso los hombres somos expertos, luego intentó secarme el capullo con papel higiénico el cuál quedó pegado al prepucio,



Tuve que explicarle que los hombres no hacemos esas cosas tan raras, así que después de darla un besazo agradecido abrí la ducha y nos volvimos a lavar nuestras partes. De nuevo  estuve tentado de volver a los juegos orales, me contuve a sabiendas de que tenía toda la noche por delante y debía cuidar mi cirio.



Nos lavamos y vestimos, yo con una bata y ella con su traje rojo,  Teníamos hambre y memos mal que por una vez había sido previsor y tenía en la despensa lo suficiente para calmar nuestro apetito.



Mientras preparábamos una cena fría para animales de sangre caliente, platicábamos en la cocina, yo me encontraba muy relajado mirando como ella aliñaba una ensalada de pasta. Descorché una botella de cava mientras preparaba la mesa para cenar con velitas e incienso, con una música suave de jazz. Me sentía flotando una vez aliviado mi cuerpo, brindamos en la cocina, primero con cava y mas tarde con nuestra saliva agarrando nuestros culos. Ella me pidió que la dejara ir al cuarto de baño para perfumarse y sentirse a gusto. Esta vez no pude negarme.



Mientras llevaba los platos a la mesa sentí el ruido de la cisterna del water, seguro que la muy guarrona se había tirado algún pedete . Con ese cuerpazo seguro que debían ser grandes pedos igual que el chorrazo de pis que vi salir de su coño. Tal vez fuera un degenerado o tal vez nunca superé la fase anal, pero me excitaban hasta sus pedos y pensé que cuanto más ruidosos mejor.



Oí sonar el calentador y supuse que ahora en su soledad se estaba lavando en el bidé el conejo y el ojete, recordé llevar una crema de manos muy suave que tenía y ponerla en el cajón de mi mesilla de noche, la iba a necesitar traspasar por primera vez los anillos apretados de su culo de virgen rolliza.



Cuando entró en el salón, un hálito de feminidad, un perfume a mujerona dulce y empalagoso llenó la estancia. No se puede decir que me gustara tan fuerte pero estaba claro que se había aseado para mí y que el paso del salón a la cama se haría aún antes de recoger la cena.



Mientras comíamos con verdadera ansia hablábamos como otras veces, realmente me asustaba la posibilidad muy real de haber encontrado mi compañera de desdichas. Nos entendíamos y consolábamos recíprocamente. Parecía que nos habíamos despojado de nuestros sexos  y como dos ángeles perdidos apretáramos nuestras manos en señal de amistad.



A los postres se le iluminaron los ojos con brillo de endemoniada gula. Era su punto flaco, las tortitas con nata y mermelada... yo la iba a dar mi nata en su culo, en su boca, en sus tetas y en su coñete. Empezamos a hablar de sexo y ella me dijo que si también íbamos a hacer el amor por la vía tradicional, que si me quería sentir dentro de sí. Yo la dije que por supuesto que sí pero que mi  colita ya no era lo de antes y que con su culete me dormiría feliz.



No debes desconfiar de mí, quiero follarte hoy y mañana y pasado. Me puse serio y la pedí que si quería ser mi compañera, que no encontraría otra como ella.



Me miró con ojos asustados y se levantó llorando para abrazarme y estrujarme entre sus tetas mientras me pedía que no la abandonara, que me quería mucho y que me iba a hacer muy feliz.



Me puse en píe y mientras nos morreabamos la conduje al dormitorio.



La tumbé en la cama y después de desabrochar nerviosamente su blusa me empapé la vista con sus globos a punto de estallar bajo sus super wonderbra. Esta vez la luz de la mesilla de noche estaba encendida, si hacía falta utilizaría una linterna para hartarme los ojos de su gordura primaveral. 



Ella empezaba a dar muestras de cachondez mientras la descubría su pezón derecho y me lanzaba a chuparlo como si de un botijo en el desierto se tratara.



- Ahhhh, ahhh, que gustito me das - dijo ella cuando yo ya iba bebiendo del otro pezón hasta dejarlo empalmado. Metí un dedo entre sus bragas y lo saqué mojado y viscoso. La miré con ojos de lobo y lentamente me lo metí en la boca, ella suspiró y dijo:



 - “Follame Ahora!!! Por favor!!!.   Quiero me la metas hasta sentir tus huevitos , ¡quiero que me llenes toda!, intentaré no correrme y cuando te avise sácala de mi conejito y destrózame el culete-. Casi le arranqué las bragas con la picha de nuevo toda empalmada. La levanté en vilo presa de una súbita fuerza provocada por la lujuria, la puse en posición de perrillo y comencé a darla instrucciones :



Cariño, no te asustes- dije con voz de alma en pena - Voy a llenar tu chocho con mi polla, pero en esta posición será fácil cambiar de agujero, primero te lo voy a ensalivar, te voy a comer tu  ojete sabroso y luego te la meteré hasta el útero, la vas a notar en tus entrañas. Iré despacio para no correrme, y mientras te follo con esta cremita te untaré el ojete para no hacerte ningún daño. Procura relajar tus esfínteres y así aunque te duela un poco al principio, luego notarás gustito.



- “¡Siiii!, soy tu vaca gorda para darte mi carne y mi alma. ¡Siiii!-



Dos cosas más- dije con voz un poco más fuerte : Mientras te follo vas a pajearte el clítoris,  pero no te corras hasta que yo esté en tu culo, y vas a decirme todas las guarradas que se te ocurran, como si fueras una puta del puerto.



- Mi marinero, será como tu dices, y ahora fóllame el chumino cabrón que me esperan más clientes- así era, interpretaba el papel con convicción gracias a su cachondez suprema.



Levante su pelo y comencé a acariciarle la nuca, le lamí suavemente desde el cuello hasta que llegue al hueso de la risa, y entonces empecé a pegarle pequeños mordisqueos en aquel tieso culito. Le entré con la lengua por su canalillo del pompis hasta llegar a su ano, ella abrió las piernas, y me encontré con aquel precioso ojete y coño, me separé para observar el panorama y de nuevo me lancé como un poseso  a su pandero, y separando sus nalgas apreté mi cara contra su culo, la barbilla se me mojó con sus caldos chochiles, estaba tan mojada que parecía que se había meado.



Le chupe suavemente el agujero del culo comprobando que ella se retorcía placenteramente y poco apoco fui bajando hacia el chocho  lamiendo sus enormes labios mayores, luego pase la lengua por sus piernas hasta llegar a la parte trasera de las rodillas.



Le pregunté si le daba gusto que le lamiera el ojete.



- “¡Siiii!. ¡Eso es!. Oh, ,Me da tanto gustito que me reblandezcas el ano,  tú, tú....”¡Sigue, sigue! ¡Me encanta!.- yo  sabía lo que ella quería decir incluso sin que lo pudiese vocalizar, la confesé que el ojete es una gran fuente de placer y que cuando se acostumbrara iba a gozar como loca sintiendo un buen polvo por su culazo.



Después de hartarme de su ojete y picar su ano con mi lengua, se la encasqueté como por sorpresa en su vagina hasta el fondo como ella me pidió. Empecé con un mete-saca furioso pero enseguida me calmé para no correrme como un pardillo en su mojada y acogedora gruta rosada, era tan estrecha para lo gorda que estaba, se contraía presa de una agitación frenética.



-“¡Sigue, sigue! ¡Me encanta!. ¡Me haces, uhhh, sentir tan llena!” - Era obvio que le estaba llegando el orgasmo, y la jodía no me avisaba de la inevitable inmolación de su ojete, así que levanté a Elba María un par de centímetros y doblé ligeramente sus rodillas, al soltarla se elevó todo lo que pudo introduciéndome totalmente dentro de ella. Quedé quieto y la pedí que se pajeara el chichi.



- “¡Ohhh Dios, sííííí! , no aguanto más. -su  respiración  se volvió entrecortada.



- “Follame Ahora!!! Por favor!!! Venga métemela por culo de una puta  vez, ¿es lo que quieres, no?, clava tu polla en mi culo, marinero y fóllamelo hasta sacarla por la boca”



Se la saqué y empecé a embadurnarla el ojete con la cremita y con mi dedo comencé a follarle el culo, ella pegó un respingo diciéndome que estaba un poco fría, que prefería mi sabia lengua. ! Qué jodía! , y yo también preferiría que me chupara el ojete y pronto se lo iba a demostrar, pero para la primera lección era suficiente, esto sólo era el principio de una interminable y  endemoniada lujuria.



Su ano empezó a agrandarse, y pronto ya cabina dos dedos, ella me obedecía pajeándose lentamente sin perder su cachondez.



Entonces reemplacé el índice con la cabeza de mi polla, que poco a poco, introduje con algún esfuerzo  en el recto de Elba María, quien gruñía, un poco al principio, y después mixto con sollozas, hasta que mi tubo venoso era metido hasta su raíz.



Comencé a moverme, poco a poco, deslizando mi polla dentro del ano que se contraía un poco a ratos dándome un placer de la hostia. Ella gemía y en un momento me dijo:



- Hazlo suave, mi amor que me duele un poquito.



No quiero hacerte daño Elba María.



- No me lo haces. mi vida. ¡Uhhh me siento.... tan bien! . Tu pito en mi culo y yo acariciando el conejo como una colegiala. Quiero me la metas hasta los cojones, ¡quiero que me llenes todo el culo con tu leche caliente.



Su culo era simplemente tan apretada que apenas podía retener por más tiempo mi semen alborotado. Le pedí que se corriera rápido para poder hacerlo yo en su interior. Ella entendió el mensaje y empezó a pajearse con furia mientras movía el pandero y todo su cuerpo era un flan a punto de derrumbarse.



- ¡Ohhh Dios, sííííí!, córrete que me muero... ahhhh. Empecé a embestir de nuevo su culo. Su respiración se  volvió entrecortada,  ella le sintió el nuevo calor del acero fundido en su estómago , y lloraba porque dolía, pero era un dolor con placer.



- Sigue, sigue, rómpeme el culo cerdo, que me corroo - dijo entre la risa y el llantos derrumbándose y yo con ella.



Mis brazos  se dejaron caer al correrme,  soltando el bulto de mi  lefa en el interior de su recto.



Ella se acorraló en su parte del lecho, sintiendo el semen húmedo derramarse  desde su recto a las sabanas, manchándolas.



Después que se hubiera recuperado un poco, Elba María me besó y dejándose rodar como una bola se acurrucó a mi lado achuchándome entre sus tetas.



- Ya te has salido con la tuya, me has hecho perder mi otra virginidad. Me arde el culete, me lo has dilatado y enrojecido, ya nunca tendré problemas de estreñimiento so cochino. Ahora ya puedes ir por ahí contándole a tus amigotes como te pusiste morao con el culo de esta gorda.



Estaba tan habladora y yo tan cansado que con los ojos cerrados me acunaba entre sus tetas sin poder contestarla.



Me levantó, mejor dicho, tiró de mí mientras decía. - Ahora te voy a lavar el rabito cochino que se ha metido en el agujero de la caca-. Me llevó al cuarto de baño, ella estaba como una rosa, y en bidé me enjabonó la colita empequeñecida y me la lavó primorosamente, después me la besó con ternura. Casi me sacó a rastras del cuarto de baño mientras decía:



- Y ahora no te hagas el remolón, que hacer mis necesidades y lavarme el culete-. Me agarré a ella y después de besarla la susurré al oído:



Ahora seguro que te vas a tirar algún pedete, si quieres puedes hacerlo delante mío, si me hechas del water escucharé tras la puerta, por si tengo que ayudarte con tu culito dolorido.



Ella me pegó un cachete mientras me llamaba guarro y cochino, me echo de allí y cerrando la puerta me prohibió que escuchara, me llevó a la cama y me acostó como a un niño pequeño, no la desobedecí.



Cuando llegó al rato yo estaba ya relajado. Me volvió a llamar guarro mientras le preguntaba por su ojetillo. - Me has abierto en canal y me ha dolido hacer caca, eres un sinvergüenza, en un tiempo vas ha hacerme el amor como dios manda- decía mientras nos abrazábamos desnudos los dos. Ella empezaba a dominar la situación. Le pedí un beso de buenas noches y cuando me achuchó más me salí de su abrazo para estamparla un besazo en su ombligo y recorrer con la lengua su pubis. - No sigas que no puedo más- bueno un besito en tu ojete de buenas noches y nos dormimos, vale.



La besé su ano y luego su boca. Seguro que con el picazón estaba cachonda, pero yo estaba tan cansado que no seguí... me dormí contemplando sus ojos en los que habitaba el fuego de su endemoniada lujuria.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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