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Cada vez que escribo, me doy cuenta más de las innumerables ocasiones en las que a propósito o inocentemente, esto ni yo me lo creo, mi madre se insinuaba frente a mí, y yo por mi inexperiencia, juventud o por ser simplemente un tonto, no supe aprovechar.
Por ejemplo, cuando mi hermana menor a mí con 5 años, estaba a punto de terminar sus estudios secundarios, y su curso había organizado un baile posterior a la graduación, luego del cual un transporte las pasaría llevando para un viaje a la playa, para celebrar la culminación de sus estudio, era de entenderlo ya que muchas de sus compañeras ya no se volverían a ver en mucho tiempo o tal vez tomarían rumbos que las separarían definitivamente.
Sofía como toda madre, orgullosa de que su hija termine esta etapa, se arreglaba para asistir juntos los tres al baile de graduación, primero se realizaría el acto de incorporación de las bachilleres en el coliseo del colegio, y luego iríamos al local donde se desarrollaría el baile.
Sofía había pasado junto a mi hermana toda la mañana en el salón de belleza, arreglándose para la ocasión. Se harían un tratamiento completo, pues la ocasión lo ameritaba y además, se lo merecían. Así que llegaron un poco tarde a la casa y a solo 2 horas del evento, y tomando en cuenta que todavía no se cambiaban de ropa, 2 horas para ellas era muy poco tiempo.
Mi hermana debía ir con su uniforme de colegio, y la noche anterior no había alistado la maleta para el viaje a la playa. Por otro lado Sofía no se decidía todavía, que ropa lucir en esta ocasión.
Así que mi hermana encerrada en su cuarto y ya lista, se dedicaba a hacer su maleta, mientras Sofía, seguía indecisa, yo me encontraba listo dese hace rato, pues los hombres no nos demoramos nada en decidir que ponernos, ya estaba puesto mi mejor traje. Pasaba por el cuarto de Sofía y como ella no tenía puerta, pude verla ir a coger algo en su armario, la puerta del armario la cubría casi toda y yo podía apreciar solo un poco de sus pantorrillas y sus zapatos de taco negros que llevaba puesta. Pude inmediatamente detectar que llevaba puesta medias nylon, y eso me llamó la atención.
—Mamá ya estás lista?, le pregunté
—No!!! Y no sé qué ponerme, me dijo
—Apúrate, porque solo falta una hora y nos vamos a atrasar, le comenté
—Si, lo sé!! Dile a tu hermana, que me venga a ayudar, me pidió
—Esa encerrada haciendo su maleta, le respondí
—Yaaa... me dijo, y luego de una pausa continuo, ayúdame tú entonces, ven
—Claro, en que te ayu... estaba a punto de preguntar
Y me quedé cortado al acercarme a su armario y comprobar que no estaba vestida completamente, estaba prácticamente en ropa interior, llevaba un sujetador blanco con coquetos encajes por sobre sus senos, usaba una especie de micro vestido de seda, el cual cubría la parte baja de sus senos y llevaba unas tiritas muy delgadas por los hombros, por arriba llegaba a la parte baja de sus senos, se entallaba en su cintura y bajaba hasta cubrir apenas su interior, el cual no pude definir su color, pero llevaba puesto un calzón de esos que tapan medio cachete, sensual sin ser tanga, lo supe porque se formaba por sobre ese micro vestido, que encima tenía unas pequeñas aberturas a los costados en V, justo a la altura de sus muslos. Esta prenda tenía encajes en la parte final del vestido, era de un color carne muy claro, luego me enteré que se trataba de una “faja para vestido”, usaba medias nylon color piel, las cuales ya había deducido antes, sus zapatos eran formales negros, lo cual hacía que su cola se levantara un poco más de lo normal y le diera un toco morbosamente sensual, si bien es cierto las mueres de mi familia, por lo general tienen anchas caderas y su cola no es perfectamente redonda, Sofía parecía la excepción a la regla y además esos zapatos de taco le ayudan mucho. Llevaba puesta una cadenita de oro al cuello, un reloj en una mano y una pulsera en la otra, que hacían juego con sus aretes. El cabello peinado a media cola suelta, y alisado completamente, de un color negro azabache.
Al acercarme al armario, me daba la espalda y me quedé viendo esas grandes caderas suyas, por debajo de esa perfecta y diminuta cintura. Ella al buscar ropa entre los vestidos colgados en el armario, hacía que su cuerpo se mueva de un lado a otro, y al tener las piernas una tanto abiertas, veía coló esas nalgas danzaban a un ritmo hipnotizador.
Ante esa visión, no pude evitar que mi miembro se pusiera al 100% de revoluciones, e inmediatamente se formara una carpa en mi pantalón, creo me quedé con la boca abierta y hasta babeando ante semejante monumento.
— Hey, ven a ayudarme!! No te quedes como bobo ahí parado, me dijo, regresándome a ver virando apenas su rostro hacia mi
— Si si si, claro, lo que digas, le contesté tratando de volver en mi, a la vez que metía mis manos en los bolsillos delanteros del pantalón para acomodar el “paquete” que quería cobrar vida en mi entrepierna, y prácticamente se había atorado en mis interiores y empezaba a dolerme
— Mira, que te parece, este vestido, me dijo, poniéndoselo por el frente como si lo llevará puesto. Un vestido negro entallado con un escote muy pronunciado
— Per perfecto le dije, sin dejar de observarla toda, y con una cara obviamente enrojecida de la excitación que provocaba ella en mi
— Y este otro? indicándome uno de color gris un poco más formal
Y así me fue indicando algunos vestidos, unos muy provocativos, otros muy formales, me encanto uno de color rojo, con el cual la imaginé, puesta y seduciéndome.
— No eres de bastante ayuda, me dijo, aparte de que te veo sudar de nerviosismo, y encima “eso”, apuntando hacia mi miembro, el cual seguía jugándome una mala pasada, formando otra vez una carpa en mis pantalones
— Es que tú me pones así, como iba a imaginarme verte asi, y encima estás tan...
— Tan que? Me preguntó
— Tan bien, tan sexy, tan buena, le dije
— Tan sexy y buena?, me dijo, poniendo una mano en su cintura a manera de retarme, y con la otra todavía comiendo un vestido en el armario. Me dices que te parezco una mujer sexy y buena??
— Pues sí, discúlpame pero sí, le dije poniéndome colorado como nunca antes
— Pues... no sé qué decir, discúlpame tú, por ponerte en estos apuros, me contestó, poniéndose colorada como un tomate y girando a tomar otro vestido de los que tenía en su armario
— Ese que tienes en la mano, ese te queda precioso!! Le dije, como para cortar el ambiente tenso que se estaba formando
— A ver... este sí, si me gusta
Y se lo puso, ahí frente a mí, total ya que me faltaba ver.
En verdad ese vestido le quedaba hermoso, parecía una reina, una mamacita, estaba tan perfecta.
Salimos muy cerca de la hora del evento, y si no fuera por qué el taxi nos llevó rápido, ni nos dejaban entrar.
El acto en el colegio duró unas 2 horas y luego de los festejos, abrazos y fotos, fuimos al local donde se celebraría la cena y baile, previos al viaje a la playa de las recién graduadas.
Durante todo el evento yo estuve sentado junto a Sofía, quien estaba por demás radiante, sin embargo el centro de atención eran las graduadas. Por suerte no hubo muchos familiares en la fiesta y cada cual hacía grupitos familiares, así que no tuve que ver bailar a Sofía con nadie que no fuera yo mismo.
Ya llegada la hora de la salida a la playa, se despidieron entre abrazos y consejos, y mi hermana se iría por una semana.
Con Sofía regresamos a la casa y a pesar que nos quedamos conversando un rato en la sala, no pasó de ahí. Durante la semana salimos varias veces a comer y cuando volvió mi hermana la rutina siguió igual.
Ahora pienso, si yo hubiera sido más atrevido, y le hubiera comentado sobre lo que nos sucedió mientras se vestía, a lo mejor hubiera podido llevar nuestra relación a un punto diferente. Claro el hubiera no existe, pero nadie me quita el derecho de soñar.
Su vestido le quedaba hermoso, era un vestido verde perlado, en una sola pieza, entallado en las caderas, lo cual las resaltaba mucho más, era de una tela que aquí le llamamos tul, es como una especie de bordado, y lleva otra tela por debajo más delicada, por lo general del mismo color, la falda le llegaba hasta unos 10 cm de la rodilla, y en la parte de abajo la tela interior va un poco más corta que la de tul, dándole esa sensación de encaje al final. El corte de la falda era ceñido al cuerpo, y en contraste con el color piel de sus medias nylon, se le veía muy pero muy bien. La parte superior era a manera de un top, el cual cubría sus deliciosos senos y toda esta parte estaba cubierta por ese tul, que cubría sus hombros a modo de blusa sin mangas apretada al cuerpo y caía también hasta la cintura donde al formarse en su pequeña cintura, le daba el toque sensual al vestido. El conjunto lo llevaba con una cartera de mano negra en juego con lo demás.
Su cabello suelto y con unas ondulaciones al partirse por la mitad de su cabeza a los lados, unos aretes colgantes le quedaban preciosos. Sus labios pintados de un color rosa muy bajito, deliciosos, sus ojos sombreados sutilmente y delineadas sus pestañas, que de por sí ya eran largas, esas cejas perfectas y muy poca base en el resto del rostro, la hacían ver, por decirlo de una manera sutil, la hacían ver muy deliciosa a la vista, además yo sabía cómo estaba por debajo.
Su caminar sensual y provocativo, hacían que en cada uno de sus pasos sus sensuales caderas bamboleaban atrayendo mi mirada hacia ellas, aunque he de reconocer que no había una parte que no atrajera mi atención.
Todo esto lo coronaba con unos ojos café miel, preciosos y con un no sé qué muy especial que las mujeres al sentirse deseadas o devoradas con la mirada tienen. Todo esto coronado por una sonrisa sutilmente sensual y hermosa.
El verla bajar por las gradas de la casa era fantástico, y verla caminar hacia mí por la sala me hacía calentar de nuevo, pues además yo sabía cómo estaba por debajo de ese vestido, esas imágenes venían como flashes a cada instante. Se detuvo a unos pasos míos, yo estaba sentado en uno de los sillones de la sala, y allí de pie, puso una de sus piernas cruzadas por delante de la otra, su brazo izquierdo junto a su cuerpo con la cartera negra de mano, mientras la mano derecha la llevaba a su rostro, donde su dedo índice se acercaba a sus labios y haciendo intención de mordérselo, y lanzándome una mirada muy sensual, me preguntó
— Y como me veo?
— Yo me quedé mudo, no salió una sola palabra de mi boca
— Tan mal estoy? Me preguntó, poniendo cara como de nena que no consigue lo que busca
— No!!! Grité, estás hermosa, bella, una diosa y si me permites una “mamacita”
— Ja ja ja, pero que dices, bastaba con que me digas que estoy bonita, me dijo, coloreando sus cachetes, y dándose aire con su mano
— Pero es que no hay una palabra que te haga justicia, estás perfecta, le dije
Y no pudimos decirnos nada más, ya que en ese instante bajó mi hermana, y como ya estábamos justos de tiempo salimos corriendo a coger un taxi.
En lugar de sentarme adelante con el chofer y dejarlas a las dos en el asiento trasero, nos sentamos los 3 atrás, aduciendo que por el apuro nos habíamos subido así, pero en realidad yo lo hice a propósito para sentarme junto a Sofía y ver hasta dónde su vestido se subía al sentarse ella y me dejaba ver algo más que sus rodillas.
Al estar sentados tan juntos, pude percibir el aroma de su perfume, dulce, delicioso, que me tenía cautivado. Mientras yo trataba de disimular la tremenda erección que llevaba en mis pantalones.
Al llegar, me bajé del taxi y brindé mi mano a Sofía para ayudarla a salir, aunque ella hizo lo posible por no mostrar mucho de sus piernas al salir, yo me deleité mucho con lo que veía.
— Wow!!! Que galante, me dijo Sofía
Yo sin decir una sola palabra, millones de ideas y fantasías me cruzaban por la mente.
Durante el acto en el colegio, estábamos sentados juntos, y a pesar de que yo trataba de no hacerlo, no podía evitar verla de reojo, mirar sus piernas cruzadas, verle a la cara y estar embobado de lo linda que estaba.
— Hey! Ya para de mirarme tanto, me dijo, me vas a ojear, me decía entre unas risitas nerviosas
— Es que estás espectacular, te veo y no puedo dejar de mirarte, le dije
— Pues no me veas tanto, y trata de controlar a tu “amiguito”
— Es que si no fueras mi madre… Me quedé a medias en la frase
— Si no fuera tu madre, que? Me preguntó desafiante
— Pues, si no fueras mi madre, yo…. Y no pude continuar porque en ese momento todos se pusieron de pie a aplaudir
Lo cual aproveché para nuevamente con mis manos en los bolsillos acomodar la carpa que tenía en mis pantalones, y que a pesar de mis acciones para tratar de acomodarlo y ocultarlo, era muy evidente como estaba. Por último me quité el saco del terno y me lo puse doblado sobre las piernas para ocultar tremendo paquete. No volvimos a retomar la conversa, pero estas esporádicas conversas, me tenían como loco.
Se acabó el acto, vinieron las fotos, las felicitaciones, y ya era hora de dirigirnos al lugar de la cena y el baile, mi hermana nos dijo que se iba en el auto de una amiga con sus papás, cosa que a mí me encantó, pues ahora podía ir a solas con Sofía.
Le abrí la puerta para que subiera atrás y yo también me senté a su lado, ella cruzo sus piernas y ponía sus manos sobre las rodillas, el taxista preguntó
—A donde les llevó a los señores?
Ahora en mi mente le decía, al motel más cercano, que me muero por estar con este monumento de mujer... Pero tras preguntarme de nuevo, volví a la realidad
—A donde les llevó?
Y le di la dirección del lugar donde se desarrollaría el evento, un poco hacia las afueras de la ciudad.
— Estás hermosa, le dije a Sofía, mirándola a sus ojos
— Gracias cariño, me contestó, mientras con su mano acarició mi rostro, te quiero, me dijo
— Y yo a ti.... le dije casi suspirando y deliéndome en sus manos
Y llegamos al lugar indicado, igual la ayudé a bajar.
— Me voy a acostumbrar a esto, me dijo ruborizada
— Yo encantado por ti, le contesté
Entramos en el local, y me percaté que cada familia había tomado una mesa, y se hacían una serie de grupitos individuales por todo el salón. Lo cual me venía muy bien, nadie me molestaría y quiera apartarme de Sofía.
Escogimos una mesa, y nos sentamos, luego nos acompañó mi hermana, quien durante toda la noche, se iba y volvía, a cada rato.
Sofía sentada cruzando sus piernas, me daba un espectáculo que lo único que lograba era que me excitara más. Yo creo que lo hacía a propósito.
Comimos los platillos que nos brindaron, empezó el brindis y luego el baile, la saqué a bailar en alguna ocasiones, nunca en ninguna otra reunión lo había hecho, disfrutamos toda la noche, yo intentaba tratarla como mi madre, pero no podía, era una mujer hermosa a la que le estaba echando los perros. Yo no tomaba nada, pero Sofía si se servía uno que otro cóctel que por ahí pasaban brindando los meseros.
Esto hizo que fuera entrando más en confianza, y se mostraba más alegre y bailaba a todo dar en cada ocasión. Verla mover esas caderas y si todo su cuerpo era excitante. Tenerla tan cerca y mirarla a los ojos y preguntarle cualquier bobería solo por escucharla y ver mover esos labios, me tenía ebrio de lujuria.
Al final llegó la hora de que las graduadas se fueran de viaje, y así lo hicieron, se despidieron y prácticamente nos quedamos los familiares de las graduadas, en voz casi unánime todos gritaron que nos quedáramos un tiempito más bailando.
Los cócteles seguían pasando y Sofía no dejaba de cogerlos, le dije que se calmara un poco, pues ella no estaba acostumbrada y podría hacerle mal.
En eso pasó un fotógrafo contratado para el evento, y nos dice
— Una foto de una de las parejas más alegres de la fiesta?
Nosotros los quedamos como mirándonos sorprendidos y le dijimos que bueno, así que nos apegamos un poco allí sentados junto a la mesa.
— Pero acérquense un poco, o mejor tu abraza a tu novia, me dijo
Los dos nos reímos del comentario pero igual pasé mi brazo por sobre sus hombros y nos tomó la foto.
— Otra foto, nos dijo, pero está vez puede ser bailando?
— Claro dijimos
— Pero que les pasa? No tengan vergüenza, apéguense un poco
— Ok, le contestamos y nos tomamos otra foto
— Bueno, la última, nos dijo, ahí de pie y abrazados por favor
Y nos pusimos juntos y la tomé de su cintura y la apegué hacia mí, mi mano temblaba al igual que su cuerpo al sentirse abrazada por mí, y así dijimos “listo”, pero jamás podríamos haber esperado escuchar lo que diría luego
— Vamos, no son novios? Un besito estaría bien. No quieren una foto que recuerde lo mucho que se aman?
Nos quedamos viendo a los ojos, como preguntándonos que hacer, así solo con la mirada. Y una sonrisa pícara cómplice entre los dos, y como que dijimos “porque no?”, tal vez por efecto del alcohol o del ambiente, o tal vez porque los dos también lo queríamos.
Y nos dimos un pico, es decir tocamos nuestros labios.
— Vamos, eso no es un beso!!! Dijo el fotógrafo
Y esta vez nos dimos un beso cómplice, y más apasionado, de hecho el fotógrafo hace tiempo nos había tomado la foto y esperaba a que termináramos.
— Perfecto!!! Eso es un beso!!!
Los dos colorados solo los quedamos viendo el uno al otro, sin decir palabra. Luego el fotógrafo nos indicó donde retirar las fotos. Y tomado de la mano de Sofía, nos dirigimos a la mesa, no decíamos una sola palabra.
— Que calor hace aquí, dijo por fin Sofía
— Es verdad, y de hecho ya casi no hay personas aquí, casi todos se han marchado
— Creo deberíamos irnos a casa, propuso Sofía.
— Claro, le dije
Y salimos a la calle, sin comentar nada del beso, al salir me percaté que hacía mucho frío, así que le puse mi chaqueta a Sofía para que no se resfriara.
Llamamos un taxi, y fuimos a casa, ahora le tomé de la mano descaradamente y no la solté todo el trayecto.
Entramos en la casa y Sofía se quedó de pie como decidiendo si irse a su cuarto o quedarse en la sala.
— Bueno, me he quedado con un poco de sed, le dije
— Es verdad, yo también, me contestó
— Hay algo de tomar en casa?, pregunté
— Creo hay un vino en la cocina, o una cerveza en la refrei, me dijo
Yo fui por el vino y traje dos copas, al volver a la sala, Sofía ya se había sentado en el sillón grande y puesto cuidadosamente mi saco en el apoya brazo del sillón. Estaba cruzada sus piernas y puesta sus manos en su rodilla esperando yo llegara de la cocina, se había arreglado su cabello y la sentía un poco inquieta.
Le di una copa y se la llenaba diciéndole
— Brindemos por una hermosa noche, dije
— Brindemos, por una linda velada, respondió
— También quiero brindar por una compañía perfecta, añadí
— Muchas gracias!! Igualmente, respondió
— Pero no quiero dejar para el último; quiero brindar por un beso que me llevó al cielo, dije finalmente
— Brindemos!! dijo sin titubear y alzando su copa
Bebimos el contenido de la copa mientras no dejábamos de mirarnos. Y al terminar le dije
— Me gusto el beso, mucho
— La verdad, a mí también me encantó, se que está mal, pero es así, respondió
— Quiero repetirlo, le propuse
— No debemos, respondió
— Tú también quieres, lo sé, le dije
— Pero está mal, dijo
— Algo tan bonito no puede estar mal, le dije
— No sé qué decir, respondió
— No digas nada, le dije mientras me acerqué a ella dispuesto a besarla
No hubo resistencia alguna, primero topamos nuestros labios, luego fuimos abriendo nuestras bocas y besándonos cada vez de forma más apasionada, nuestras lenguas empezaron a entrar en juego y pronto lucharían por entrar en nuestra respectivas bocas contrarias, sentirla así fue tan excitante que sentíamos un calor inmenso emanar de nuestros cuerpos.
Subí mis manos y la tomé de su rostro para que no se me escapara y sobre todo para que ese beso no terminará, quería poner mis manos en sus piernas y acariciarla, pero no quería terminar el momento.
Sofía puso sus manos en mi pecho, y empezó a acariciarme, yo bajé mis manos a sus pechos, y me dejó, los acaricié suavemente y apretaba un poco, Sofía bajó sus manos a mis piernas y las colocó en mis muslos.
Yo deslicé mis manos a su cintura y acariciaba su vientre, luego ella acariciaba mis piernas y sutilmente llevó sus manos a mi miembro y lo acarició por encima del pantalón
Esto era mejor de lo que jamás habría pensado pasaría con ella, ahora los dos entrabamos en un terreno del cual sería muy difícil salir, ya de aquí en adelante todo estaba escrito, los dos sabíamos en que terminaría todo.
Ante ese movimiento tan lanzado de ella, yo me decidí a seguirle acariciando sus piernas y bajar hasta su rodilla y luego subir mi mano por dentro de su vestido, la sentí temblar, y continuamos así, por un momento.
La acomodé junto a mí, seguía besándola y acariciando, metía mi mano más descaradamente por debajo de su vestido, ella abría sus piernas a lo que su vestido le daba. Había bajado sus piernas y yo prácticamente estaba sobre ella en el sillón, y ella se había como recostado hacia un lado.
Mi mano llegó a su entrepierna, la sentí muy caliente y húmeda, hurgaba por ahí y la sentía gemir, mientras devoraba su cuello a besos y mordidas.
A dos manos prácticamente y de un solo tirón me arrancó los botones de la camisa y empezó a besarme el pecho, mientras yo seguía besándola por todos lados, la sentía que no podía controlarse mientras se retorcía en el sillón.
— Desnúdame!!! Me gritó, arráncame este vestido!!! Siento que me quemo!!!
— Estas segura? Le decía, mientras la seguía besando, y me refería a arrancarle el vestido y no a continuar con lo que habíamos empezado
— Siiiii!!!! Pero yaaaa!!! Me gritaba
Entonces, la solté, se puso de pie y me puse a sus espaldas, intenté bajar el cierre del vestido, pero este no colaboraba, me arrodillé a sus pies, me puse entre sus piernas semi abiertas y tomé el vestido por la parte de su falda con mis manos, por un momento me detuve.
— Hazlo!!!! Me gritó
Y empecé a abrirlo a la fuerza, y sentir esas costuras romperse ante mis movimientos, e ir descubriendo su cuerpo, me iba excitando más, y continúe hasta lograr prácticamente arrancar el vestido de su cuerpo, partiéndolo en dos partes, las cuales fueron saliendo por sus costados y así dejarme verla en interiores, bueno estaba puesta su faja de vestido y esta era de un material más duro, así que tuve que sacárselo por debajo, poco a poco, entre gemidos y retorcijones suyos. Ahora si pude ver que su interior también era color blanco, en juego con su sujetador.
Ahora sí estaba en ropa interior y solo puesta sus medias nylon, las cuales pronto quedarían en el suelo de la sala. Su sujetador e interior no opusieron resistencia ante mis arremetidas y por fin pude tenerla completamente desnudaba a mi merced.
Ahí estaba su cuerpo desnudo, sus grandes senos algo flácidos por la edad, su cintura pequeña con algunos gorditos propios de ella, esa cadera grande y hermosa que pronto sería mía, el monte de pelos que cubrían su vagina, largos y mojados por sus jugos de excitación y esas piernas hermosas, sensuales y tersas, las cuales presentaban ya los estragos de los años, con un poco de celulitis y varices. Pero ahí estaba su cuerpo, perfecto para mí, a mi disposición, solo para mí, mientras me miraba con esos ojos de lujuria, que me decían “devórame”.
Mis zapatos volaron por algún lado de la sala, y me saqueé como pude mis pantalones, las medias y el interior pronto acompañaron el resto de ropa que estaba tirada por el suelo. Mi miembro en todo su esplendor apuntaba a Sofía, que al verme desnudo, me comía con la mirada y se relamía viendo mi miembro que por ella deliraba de pasión, goteando ya el líquido pre seminal.
Los dos de pie en la sala, completamente desnudos, en eso Sofía de un brinco se abalanzó sobre mí, y allí en la sala, sobre la alfombra, yo boca arriba y ella sobre mi, me comía a besos, mientras restregaba su húmeda vagina en mi miembro, sin permitirme penetrarla.
Yo amasaba sus senos y la besaba igual, sentía sus eróticos movimientos sobre mí, a la vez que nos decíamos cuánto nos deseábamos y amábamos.
Se recostó en el suelo abriendo sus piernas, me dijo que la besara, yo sin esperar más, me puse a sus pies, cerca de la entrada prohibida, para empezar a devorarla como nunca lo había hecho con nadie.
Ella me tenía del cabello, mientras yo exploraba esos labios rosados y mojados de su vagina, encontré su redondo y ansioso clítoris, el cual empecé a besarlo y masturbarlo con mi lengua. Mientras ella se retorcía de placer y sentía que estaba a punto de estallar, y así lo hizo en mi boca.
Empecé a subir besando su cuerpo pasando por su vientre y recorriendo esos montes prohibidos, luego de amasarlos y besarlos furiosamente llegar a su boca, intenté montarme en ella para penetrarla, pero no me dejó, me hizo dar vuelta y recostarme de espaldas.
Enseguida se subió sobre mí, y como en casi todo nuestro encuentro sexual, seguía llevando las riendas, pus tenía mucha más experiencia que yo. Arrodillada sobre mí, con sus piernas a mis costados, se acariciaba su entrepierna con mi miembro, mientras sus manos colocadas en mi pecho me acariciaban, yo la tenía de su cintura, pero ella llevaba el ritmo.
Entre gemidos apuntaba hacia mi miembro y a pesar que este estaba a su máximo, no lograba atinar entrar en aquella caverna prohibida, con una de sus manos cogió mi miembro y lo dirigió hacia su vagina, poco a poco fue introduciéndoselo, yo me retorcía de placer y ella gemía como una loca. Era una sensación indescriptible, eran tan caliente, que sentía que me derretía el miembro, a la vez tan apretada y deliciosa que me descontrolaba.
Poco a poco, logró introducírselo todo, y por un momento se sentó de un solo golpe y se mantuvo ahí, mientras se retorcía para atrás y se acariciaba su cabello y se sobaba sus pechos. Yo la tenía de sus caderas y pasaba mis manos a su trasero, en momentos acariciaba desde su vientre hasta sus pechos y cara, y volvía a repetirlo, sentir ese cuerpo tan hermoso y sudado de placer en mis manos, hacía que me olvide hace rato que era mi madre, ahora era una mujer, mi mujer.
Y ahora empezó un mete y saca, que apoyada en mi pecho fue haciéndolo cada vez más rápido hasta que con un grito conjunto temblamos los dos, entre alaridos de placer, gemidos y expulsión de líquidos por parte de los dos, terminamos.
Me sentí bañado por sus jugos y ella llena de mi semen. Cayó rendida a mi lado, nos quedamos por un momento echados en la alfombra, cerca de nuestras ropas tendidas por todo lado, y de ese vestido hecho trizas que traía puesta hace poco más de una hora atrás.
Nos abrazamos, y nos quedamos así por un momento, nos quedamos dormidos, no sé por cuanto tiempo, hasta que el frío me hizo despertar, y al verla desnuda y abrazada completamente a mí, nuestras piernas entre cruzadas, mi miembro empezó a ponerse nuevamente en todo su esplendor.
El calor que emanaba mi miembro y las caricias que le daba, hicieron que Sofía se despertara. Tenía miedo que ahora se arrepintiera de lo que acabábamos de hacer.
— Hola amor, le dije, mientras buscaba sus labios para besarla
— Hola mi vida, me contestaba, mientras que con los ojos semi cerrados, me correspondía el beso que le brindaba
— Gracias, le dije
— Por qué mi vida? Me preguntó
— Por hacerme el hombre más feliz del mundo, te amo tanto, le dije
— Gracias a ti, por hacerme la mujer más amada y feliz del mundo, me contestó, aunque sabes que esto que acabamos de hacer o está bien, es algo que había pasado por mi mente muchas veces, confesó
— No me digas que no lo repetiremos nunca más, le dije
— No, a menos que… me dijo
— A menos que??? Pregunté desesperado
— A menos que tú quieras hacerlo de nuevo, me dijo con una sonrisa pícara y seductora a la vez
— Obvio que quiero, le dije, besándola nuevamente y abalanzándome nuevamente sobre ella
Nuestros besos ahora eran más apasionados, y sin remordimientos, nos acariciábamos todo el cuerpo, y nuevamente en la sala la estaba haciendo mía.
Sus gemidos inundaban todos los rincones dela casa, y mis arremetidas, ahora con más confianza, entraban y salían de ella como su amo y señor de ahora en adelante.
Pronto entre gemidos y gritos de placer, la haría mía nuevamente, la llenaría de mi líquido seminal, la comería a besos y acariciaría toda. Ella haría lo mismo conmigo, pues terminaría varias veces más, muchas más que antes, según me confesaría más tarde.
Esa madrugada, nuestra relación madre e hijo terminó para siempre, y tras un acuerdo cómplice y mutuo, empezaríamos una relación de amantes como nunca lo habríamos imaginado. A cada momento y en los lugares menos pensados de la casa, terminábamos haciendo el amor, no solo teniendo relaciones sexuales, sino amándonos.
Ahora mientras estábamos solos en la casa éramos marido y mujer, en la calle seguíamos siendo madre e hijo ante los ojos de los demás. Pero pronto se acabaría el viaje de mi hermana y no sabíamos cómo afrontarla.
Mi hermana regresó y nos controlábamos para no tener relaciones mientras ella estaba, pero por suerte, ella decidió salir a la ciudad a trabajar, lo cual a nosotros nos pareció perfecto, y así pudimos dar rienda suelta a nuestra lujuria desenfrenada, y pasamos a dormir juntos todas las noches en su cuarto, nuestro cuarto.
Así lo hacíamos a excepción de las veces que venía mi hermana a visitarnos, y a ella la escuché decirle a mi madre varias ocasiones, que la encontraba más radiante y alegre, y que nuestra relación había mejorado muchísimo, ante lo cual nosotros solo nos reíamos, pues nadie sabía nuestro secreto.
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