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Otra de las ocasiones que recuerdo no haber aprovechado, es aquellas cuando teníamos alguna oportunidad de compartir algún juego o algo por el estilo, algo que yo en ese momento veía como algo sin importancia, pero que, ahora analizando, me parece que eran provocaciones sutiles.
En mi país en época de carnavales, se solía jugar bastante con agua, con la idea de mojarse unos a otros, muchas veces en equipos, o en otras tantas uno contra uno. A Sofía siempre le encantó este juego, y aunque al inicio se hacía la que no quería, terminaba jugando y mojándonos a todos, especialmente a mí, ya que, a decir de ella, no era justo que yo moje y que nadie pueda mojarme.
En una ocasión, se encontraba colgando ropa lavada en el patio trasero de la casa, y yo salí a buscar algo por ahí, me percaté que, en mi descuido, ella intencionalmente me lanzó agua con un pequeño traste, pero no logró su objetivo. Yo que tampoco esperaba mucho para empezar a jugar también, me acerqué a ella para quitarle el traste y mojarla también. A lo que ella gritaba que no le moje, como si de una adolescente se tratara.
No pasó de un forcejeo sin más, para terminar, mojándole, entre juegos y risas. Pero debido a que le mojé la ropa, pude ver como sus pezones se ponían duros por el frío, y entre forcejeo nuestros cuerpos se rozaban y una que otra caricia atrevida pasó en más de una ocasión. En realidad, todo quedaba ahí, pero esos toqueteos sutiles que nos dábamos me hacen preguntarme si el juego hubiera ido más allá, me pregunto ¿en qué hubiéramos terminado? Nuevamente dejo volar mi imaginación…
Estaba concentrado en armar un dispositivo para mojar a las personas en época de carnavales, así que se me había ocurrido hacerme una especie de jeringa gigante. Para lo que necesitaba algunos materiales que estaban en el patio trasero. Me dirigí hacia allá en busca de dichos materiales, y pude observar que también se encontraba ahí mi madre, haciendo sus labores, en este caso se encontraba colgando ropa lavada.
No di mayor importancia a lo que Sofía hacía, ya que estaba pensando cómo construir aquel artefacto. Cuando me vio entrar en el patio, me preguntó:
—¿En qué andas?
—Nada, haciendo un aparato para mojar a la gente, le dije
—Aaa, me contestó
Y no dijo nada más, mayor razón para concentrarme en lo mío, grave error.
Al poco con el rabillo del ojo, veo como Sofía se inclinaba hacia donde estaba yo, y me lanzó un poco de agua con un pequeño traste que tenía a la mano, yo por instinto, me agaché y el agua pasó por sobre mí, sin mojarme.
Sofía conociendo lo vengativo que era yo en ese juego, me gritaba, que no le moje, y yo me puse en pie dispuesto a tomar venganza. Mientras me acercaba a ella, Sofía gritaba y daba unos chillidos de desesperación, claro todo dentro del juego.
Al acercarme a ella, pude apreciar cómo estaba vestida. Llevaba un pantalón de mezclilla, apretado al cuerpo, formando su figura, esa pequeña cintura y sus amplias caderas, era su color azul, un tanto descolorido y llevaba unas pinzas al nivel de la cintura, ya que de fábrica el corte del pantalón no le quedaba y ella mismo le hacía este trabajo para que le quedará como ella quería. Llevaba unas zapatillas de color claro, de taco medio alto, estilo sandalias, de esas que tienen todo el taco como una plataforma, y son de un material como si fuera corcho, no llevaba medias.
Su blusa era de seda rosada semi transparente y permitía ver apenas el sujetador blanco que llevaba puesta, no tenía mangas y sus brazos están expuestos completamente, la llevaba por fuera del pantalón y con una especie de cinta o correa muy delgada color blanco le daba el toque sensual a su vestimenta. Su cabello a media melena, suelto completamente, caía sobre sus hombros, rodeando ese rostro hermoso suyo. Como siempre estaba maquillada sutilmente, sin exagerar, solo resaltando sus atributos, unos pequeños aretes colgantes y una cadenilla de oro muy fina llevaba adornando su cuello.
Al verme acercarme a ella, intentó darse la vuelta y salir corriendo, pero yo de dos zancadas estuve cerca de ella. Comenzó a gritar y decir que no le moje, yo sin pensarlo y como si fuéramos dos niños jugando la abracé de la cintura por detrás para impedirle escapar, y como soy más alto que ella, para mí fue fácil sostenerla mientras ella pataleaba y chillaba intentando huir.
Al abrazarla pude sentir sus pechos tocar mis brazos y su cadera apegada a mi cuerpo restregando su trasero en mí. No pude evitar ante esa situación tener una potente erección, estoy seguro que ella se dio cuenta de ello, porque por un momento se quedó quieta sin moverse al sentir mi duro miembro en su trasero.
Ese momento aproveché para llevarla cerca de la lavandería que teníamos en el patio, y ahora sosteniéndola con un solo brazo, y con el otro tomé un traste con agua para mojarla. Ella seguía gritando y tratando de zafarse, pero todo fue inútil, vertí el traste suavemente sobre su cabeza. Veía el agua recorrer su cabeza y caer en hilos por su cuerpo, su espalda rápidamente se mojó y me vino la idea de que sus pechos se abrían mojado y quería aprovechar ver ese espectáculo de camiseta mojada, bueno en este caso blusa mojada.
Le di la vuelta como pude y la atrapé contra la lavandería, con mi cuerpo sobre ella, la tenía atrapada, mientras que trataba de llenar nuevamente el traste para seguir mojándola, Sofía seguía gritando pero igual empecé a mojarla más, veía como su blusa pronto se mojaba toda y se hacía más transparente todavía, a la vez que se pegaba a su cuerpo como una segunda piel, y podía aprecia más su sujetador, el cual al ser solo de tela también permitía ver sus pezones ponerse duros y puntiagudos, por el frío. Esto me excitó mucho más.
Sofía al intentar zafarse, lo único que lograba era restregar su cuerpo más contra el mío, además su lucha hacía que sus pechos saltaran y eso me alocaba muchísimo más.
En un momento que me quedé embobado viendo su cuerpo mojado, aprovechó para mojarme también, así que ahora estábamos los dos mojados, ahí abrazados, luchando por mojarnos más, ya no había gritos, ahora solo risas.
Ya cansados de jugar nos separamos para escurrir nuestras ropas, claro lo que se podía.
—Ves cómo me dejaste? Me decía
—Tú empiezas, le contesté
—Jaj ja
—Jaj
Seguíamos riéndonos, mientras yo le contemplaba y disfrutaba del espectáculo que me daba su blusa mojada y pegada a su cuerpo.
Luego empezamos a temblar del frío, y creo se dio cuenta de que yo me quedaba viendo sus pechos, porque Sofía cruzó sus brazos mientras tiritaba, pero no dejaba de reír. Rápido tomé unas toallas de las que estaban secas y la cubrí, yo hice lo mismo, y pude ver cómo me quedaba viendo el paquete que seguía erguido entre mis piernas, luego disimuló mirando a otro lado.
—Ves cómo me has mojado, me reclamaba
—¿Y tú a mí???, le contestaba
—¿Ahora como me sacaré esa ropa mojada? Preguntó
—Si quieres te ayudo, nos damos una ducha y luego tomamos un chocolate caliente, ¿te parece?
—¿Nos duchamos?, preguntó
—Claro, nos duchamos... espera... cada cual por su lado pues, le dije
—Jaj, ya decía yo que esto estaba raro, me dijo
Aunque en mi interior pensaba en lo rico que sería bañarse juntos...
Y nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones para sacarnos cada cual la ropa mojada, pero como solo teníamos una sola ducha, debía esperar que Sofía terminara para yo bañarme. En eso escuché que me llamaba desde sus habitaciones:
—Andrew, ayúdame por favor, me gritaba
—Ya voy, contesté dirigiéndome a su habitación
Ahí la encontré sentada en el filo de la cama, todavía con su blusa mojada puesta, se había quitado las zapatillas, pero el pantalón al ser de mezclilla y estar mojado, pero sobretodo porque era muy apretado a su cuerpo, no podía bajárselo de la cadera. Con una toalla se tapaba por la cintura para que yo no pudiera ver su interior.
—Ayúdame a quitar los pantalones, no puedo hacerlo yo sola, por favor, me suplicó
—Claro, déjame inténtalo, le dije
Le cogí de las vastas e intenté jalarlos, pero no salían, entonces la única forma sería que se pusiera de pie y yo tratar de bajárselo poco a poco. Así se lo dije, y luego de analizarlo, pues accedió ya que no había de otra.
—Muy bien, ponte de pie le dije
—Espera me doy vuelta, me da cosas me veas en ropa interior, dijo
—Tranquila, sería como que estás en terno de baño, le contesté
Eso le tranquilizó, así que se quitó la toalla y dando la espalda intentamos bajar sus pantalones, ella se los había soltado, pero no había podido bajárselos casi nada, de todas maneras, podía ver parte de su calzón interior, color blanco, de seda, con encajes coquetos al filo, yo ya lo conocía, es más conocía todas y cada una de sus prendas interiores.
Con dificultad y pujando un poco, logramos ir bajando el pantalón. Hasta que por fin logré ir bajándolo hasta sus rodillas, me arrodillé a sus espaldas para terminar de bajárselo, ella se dio vuelta y ruborizada, se sentó en la cama para que yo pudiera terminar de sacarlo por sus pies, yo veía sus deliciosas piernas, las cuales ya presentaban unas pequeñas varices y algo de celulitis, que para nada opacaban lo deliciosas que eran.
Sofía se dio cuenta de cómo la veía y se cubrió con la toalla, y al terminar de sacarle los pantalones mojados, ella se puso la toalla a manera de falda. Me disponía a retírame a mi habitación a hacerme una paja en su nombre, claro era lo menos que podía hacer luego de verla así, y más ahora que tenía una visión tan reciente de sus piernas desnudas.
—Espera, no te vayas, me dijo
—¿Qué pasa? Contesté
—Ayúdame también con la blusa, no quiero romperla, me gusta mucho esta y también está difícil sacármela.
—Ok, le dije, mientras ya me hacía ilusión verle sus pechos, aunque no desnudos al menos en sujetador
Igual se dio vuelta, y levantó un poco los brazos para que yo empezará a sacarle la blusa.
La tomé de los costados y en verdad estaba muy pegada al cuerpo, pero tratando de no hacerle daño y tampoco de romper la blusa fui subiéndosela, a propósito, me demoraba mientras veía aparecer su piel desnuda e ir imaginando que la desnudaba para hacerla mía.
A la altura de sus pechos, tal vez sin querer o a propósito, fui tocando sus pechos, que firmes se los sentían.
Con dificultad se la quité toda y ella rápidamente se cubrió sus pechos cruzando los brazos.
—Listo, gracias, ahora puedes retirarte, me dijo
—Ok, de nada, aunque...
—¿Aunque qué? Me preguntó
—Aunque ahora tú deberías ayudarme a mí, pues estoy en la misma situación, además si espero a te bañes con esta ropa mojada, seguro me enfermo
—Está bien me dijo, luego de quedarse callada por un momento y analizar la situación
Yo me quité la camisa y los zapatos, desabroché el pantalón, pero igual no podía bajármelo por lo mojado que estaba.
—Voy a hacer lo mismo que hiciste tú, creo que dio resultado conmigo, porque no contigo, dijo
Y se arrodilló a mis espaldas y empezó a tratar de bajarme los pantalones, mientras yo rogaba que no sé bajarán fácilmente, por lo que ponía mis piernas más duras como intentando sostenerlos. Al frente mientras tanto mi miembro cada vez se ponía más duro por la situación que estábamos viviendo.
Con mucha dificultad, Sofía me ayudó a quitar los pantalones y me quedé en interiores nada más, pero estos no podrían ocultar la tremenda erección que llevaba, así que aprovechando la situación y como que no me diera cuenta, simplemente me di la vuelta mientras Sofía todavía estaba arrodillada y prácticamente le puse mi miembro cerca de su cara, mientras hacía ademán de ayudarla a ponerse en pie.
Vi como ella se dio cuenta inmediatamente de la presencia de miembro cerca de su cara, y automáticamente se puso colorada, como de un brinco se puso de pie como para evitar esta incómoda situación, pero al ponerse de pie tan rápido, la toalla que llevaba puesta se le cayó al suelo.
Y al verla solo cubierta de su ropa interior mi miembro se puso tan duro que mi interior no podía detenerlo y automáticamente una gran carpa sobresalía frente a mí.
—¡Pero qué te pasa!!! Me gritó
—Discúlpame, pero verte así, yo soy hombre y tú estás tan buena, que no puedo evitarlo, contesté
—¿A qué te refieres con “buena”??? Respétame!! Me decía, mientras intentaba taparse con la toalla que había recibido del suelo
—Que eres bonita, tu cuerpo es tan hermoso, cualquier mujer estaría envidiosa de tener un cuerpo como el tuyo. Le dije
—Respétame, soy tu madre!!! Me gritó
—Y porque te pones así entonces, si te ofende, estoy seguro que te gusta que yo te vea como te estoy viendo, le dije
Se quedó callada sin saber qué decir.
—Y que tiene de malo que yo te vea, eres hermosa, me gustas tanto, eres perfecta para mí. Le dije
—Cállate por favor!! Me gritó
—Me gustas tanto, me gustas como mujer, me excita tanto verte así, le dije mientras me acerqué a ella y prácticamente le arrancaba la toalla de las manos, para poder contemplar su cuerpo
—Qué haces???, me preguntó
—Me gustas tanto, es injusto que trates de ocultar ese cuerpo hermoso, le dije mientras me acerqué mucho más a ella y la abrazaba para juntar nuestros cuerpos
Sentir su piel pegada a la mía, me puso mucho más excitado, y así como estaba me apegué tanto a ella, que puse mi duro miembro en su vientre, y Sofía al sentir mi caliente y gran miembro que había sobresalido de mi interior topar su piel, entre mis brazos tembló.
—Pero ¿qué haces Andrew??, me dijo
—Algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo, le contesté
—Este loco, ¡suéltame!!! Me gritó
—Porque niegas que tú también sientes los mismo, en muchas ocasiones he notado como me miras, le dije
—A que te refieres, estás enfermo, me dijo
Por un momento dude de lo que estaba haciendo, pero decidí ir por todo de una vez.
—Tú eres una mujer muy hermosa y hace mucho que no estás con un hombre, y tienes tus necesidades igual que yo, le dije
—De que hablas? Me dijo
—Te he visto como como me miras, ya te dije y además he sentido que en ocasiones no te comportas como madre conmigo, sino como una mujer coqueta que busca llamar mi atención. Le dije
—No intérpretes mal las cosas, me dijo
—Además en este momento siento como tus pechos se clavan en mi piel y te siento temblar entre mis brazos. Le sentencié
Sofía no dijo nada y al tenerla entre mis brazos y sentirla toda, decidí ir por todo, y la besé, al principio se resistió y quiso zafarse, sus brazos les tenía apretados contra mi pecho, y en cuanto la besé comenzó a golpearme en el pecho con sus puños cerrados, mientras movía su cabeza tratando de evitar que la besara.
Sin embargo, poco a poco fue dejándose llevar y con la misma fuerza que al principio se resistía, ahora correspondía a mis besos apasionadamente, besos normales al inicio, luego abría su boca para besarnos más, pronto nuestras lenguas entraron en juego, que rico besaba Sofía, jamás podría haberme imaginado lo delicioso de besar de esa mujer.
Ahora tenía sus brazos sobre mi cuello, ya no me golpeaban más.
Y así casi desnudos, nuestros cuerpos seguían rozándose, y eso hacía que sus pechos cada vez más duros, y sus pezones mucho más, solo se comparen a la dureza de mi miembro que luchaba por salirse completamente de mi interior, ahora ambos abrazados y respondiendo de la misma manera las caricias mutuas.
Comencé a acariciar su espalda, y ella lo hacía por mi pecho, cuello y cabeza. Yo procedía a desabrochar su sujetador que tenía su broche por la espalda, sus pechos brincaron como un par de resortes hacia mí, y ahora libres de toda atadura me los clavaba en mi pecho.
No tuve que dudarlo, y empecé a acariciarlos, apretarlos y procedí a besarlos y chuparlos, incluso ella me los brindaba para que ambos pechos fueran aprovechados de la misma manera. Sus gemidos me excitaban mucho más, y yo amasaba y mordía sus pechos, esos pezones grandes y puntiagudos eran presa mía.
No eran muy grandes y estaban algo flácidos por su edad, pero eran mejor que cualquier par de pechos que había visto o vería en mi vida.
—Te amo hermosa, le dije
—Yo te amo más, no tienes idea de cómo me pones, me decía
—Tú me alocas tanto, solo quiero hacerte mía, le decía
—Hazme tuya amor… me decía
—No sabes cuánto he deseado este momento, le dije
—Calla y disfruta del momento, me dijo
Entonces, la levanté y deposité en la cama, y Sofía continuaba besándome y acariciándome. Yo encima de ella acariciaba todo su cuerpo, y solo nuestros inferiores impedían que estemos completamente desnudos.
Nos movíamos por toda la cama acariciándonos y girando uno encima del otro. En un momento me puso boca arriba, y se quedó sobre mí, sentada a la altura de mi cadera, podía sentir su mojada vagina sobre mi duro miembro, a pesar que llevaba el interior puesto.
Puso sus manos sobre mi pecho y empezó a hacer unos movimientos hacia adelante, topando lo más que podía su vagina sobre mi miembro y estirándose sobre mi prácticamente poniéndome sus pechos a la altura de mi boca. Y luego arqueaba su espalda haciéndose para atrás y separándose de mi miembro para poder con su boca besarme el pecho. Esto lo hacía de una forma sensual una y otra vez, tanto que yo sentía que estaba a punto de explotar.
Le dije que ya no soportaba más y que pronto explotaría, que ahora me tocaba a mí darle placer. Sofía se recostó boca arriba y yo procedí a sacarle ese interior, prácticamente se lo arranqué del cuerpo, ya que salió volando por la habitación. Luego abrí sus piernas y pude observar esa selva prácticamente vuelta a virgen debido a la cantidad de años que no era visitada por un miembro masculino.
Al abrirle las piernas esa mata de vellos mojados me permitió entrever su mojada vagina, rosada y hermosa. La cuál sin dudarlo empecé a besar, Sofía empezó a gemir de placer y a agarrarse fuertemente de las cobijas de su cama, mientras retorcía su cuerpo como si fuera una serpiente.
Un olor entre dulce y prohibido emanaba de su entrepierna, empecé a lamer esa entrada y pude sentir un sabor salado delicioso, pronto Sofía bañaría mi boca con sus jugos vaginales mientras gemía desesperada. Yo la sostenía de las caderas mientras mi lengua exploraba más adentro en esa caverna prohibida, mi lengua pronto encontraría el clítoris para empezar a jugar con él. Nuevamente mi boca quedaría bañada por esos deliciosos jugos maternales.
—¡Eres un amante perfecto!!! ¡Jamás había sentido todo esto!! ¡De qué me he perdido todos estos años!!! Me gritaba Sofía mientras la veía arder de pasión.
—Es tu turno de disfrutar mi vida, pero ten en cuenta que jamás lo había hecho, ni siquiera a tu padre. Me dijo
—Cualquier cosa que hagas estará perfecta amor, le contesté, mientras me recostaba boca arriba y Sofía se colocaba arrodillada entre mis piernas
Ahora ella arrancó mi interior, tal y como yo lo había hecho. Luego empezó masajeándome los testículos, uno a uno, sentir la suavidad con la que lo hacía, y saber de quién era esa mano, hacía que mi miembro se pusiera a mil.
Luego con una de sus manos empezó a frotar mi miembro, el cual no podía estar más grande, estaba en todo su esplendor.
—¡Que hermoso pene tienes!!! Tan grande, tan venoso. El de tu padre se queda corto comparado con esto, me decía mientras mojaba sus labios con su lengua.
Empezó besándome la base del tronco, luego los costados, mientras seguía frotándolo, yo viraba los ojos del placer. Por momentos cerraba los ojos para disfrutarlo más, pero no quería perderme este único momento.
Siguió besándome el miembro y llegó a mi glande, la punta empezaba a botar el líquido pre seminal cuando Sofía empezó a besar la punta y a tratar de chuparlo como si de un helado se tratara. No se atrevía a pasar de la cabeza de mi miembro, y yo loco como estaba puse mi mano sobre su cabeza, como para impedir que se quitara.
—¿Te gusta mi vida lo que hago?? Me preguntó
—Es delicioso lo qué haces jamás pensé sentir tanto placer. ¡Te amo Sofía!! Le grité. ¡No pares!!
Sofía con más confianza empezó a besarme nuevamente el miembro mientras yo no podía ver su rostro cubierto por sus sudados cabellos. Y los pechos colgados por la posición en la que estaba, empezaron a moverse a un ritmo hipnotizador.
Esta vez empezó a chupar más delicadamente y como si tratara de no hacerme daño fue poco a poco bajando por mi tronco, hasta sentir que llegaba a topar su campanilla, y empezó ahora unos movimientos de sacarse mi miembro completamente y luego chuparlo hasta donde le alcanzaba su boca. Era perfectamente deliciosa.
Estuvo un momento así, hasta sentir que yo iba a explotar, se quitó casi de golpe
—No quiero que me explotes dentro de la boca me decía, mientras se limpiaba la saliva de sus labios con su lengua de una forma provocativamente sensual
Le veía chorrear un poco de saliva por el costado de su boca, y sus labios se había puesto de un color entre rosa y rojo pasión, que me embobaban.
Me incorporé y la recosté nuevamente en la cama y allí, mientras me veía con ojos de lujuria, le abrí las piernas y la atraje hacia mí, yo arrodillado sobre la cama, la atraje hasta poner su vagina cerca de mi miembro.
Que caderas, que visión tenía de esa mujer a mi disposición, no podría haberlo imaginado unas horas antes, talvez solo en mis sueños húmedos, pero estos jamás se compararían a lo que estábamos viviendo.
Sofía sabía que la hora había llegado, y me dijo
—Hazlo despacio
Y puse mi miembro sobre la entrada de su vagina. Y a pesar que estaba completamente mojada, me costaba entrar en ella, tal vez por los nervios, o tal vez porque era ella.
Hasta que por fin encontré como penetrar la entrada prohibida. Y la cabeza de mi miembro empezó a abrirse camino, Sofía gemía de placer y ver su sudado cuerpo a mi disposición me excitaba más, estaba a punto de explotar, y no entraba todavía.
Me aguanté como pude, y empujé un poco más, un gemido de dolor me hizo detenerme, y salí de ella, para luego volver a entrar y empujar un poco más que la vez anterior. Y empecé a entrar y salir hasta que sentí que topaba mis testículos con su entrepierna. Me mantuve en esa posición un momento mientras veía que Sofía como que no podía dar crédito a lo que sentía. Y saqué mi miembro suavemente, salió todo mojado de ella.
—¿Que haces? ¿Porque te sales? Me preguntó entre suspiros y convulsiones
En eso volví a entrar hasta el tope, y a salir en una serie de movimientos cada vez más rápidos. Yo no soportaba más, y Sofía más desinhibida gritaba de placer, mientras blanqueaba los ojos, se mordía la boca, se jalaba el cabello, se acariciaba ella mismo, se sostenía de las cobijas y ya ni sabía que hacer para soportar tanto placer.
En eso yo sentí qué ya no aguantaría más, así qué penetré en ella lo más que pude y allí me recosté sobre ella y empecé a besarla en la boca, mientras sentía que explotaba dentro de ella a más no poder.
Sofía me abrazaba y besaba, mientras con sus piernas me atrapaba las piernas y gritaba que me amaba.
Pronto los dos llegamos al clímax, y nuestros cuerpos se retorcían y convulsionaban hasta dejar nuestros sudados cuerpos sueltos sin fuerzas, yo quedé tumbado encima de ella. Nuestras respiraciones denotaban la falta de respiración que teníamos.
—Salte de mí, despacio mí vida
—¿Qué pasó, te lastimé?
—Hace tanto tiempo que no tenía relaciones que creo que me arde todo por dentro, me encantas mi vida, dame tiempo para irme acostumbrando y tomar tu ritmo, pero sobre todo para qué mí vagina se vaya acostumbrando a su nuevo dueño, me dijo
—Te amo Sofía, le dije mientras la besaba
—Te amo también Andrew
Y allí nos quedamos abrazados, satisfechos, sudados, cansados pero felices de ser una pareja de amantes.
Exhaustos nos dormimos hasta el otro día, allí empezaba nuestra nueva vida, como amantes dentro de la casa y como madre e hijo a la vista de todos fuera de la casa.
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