Irene vivía en el campo, hija de un padre alemán, grandote, duro y mandón que tenía sometida a su esposa. La joven, alta rubia de hermosos ojos con 13 años sentía que sus hormonas se revolvían dentro suyo y su calentura era constante.

En la hora de la siesta del campo se acostumbró a ir a pajearse a un depósito de elementos rurales donde se guardaban bolsas vacías para el tiempo de cosecha.

En un viaje a su placer se encontró a su madre tirada en el suelo con las piernas muy abiertas cojiendo con su cuñado, hermano de su marido. Los gemidos de la mujer mostraban su desenfrenado plaacer.

Irene, que ya estaba muy caliente sintió explotar su sexo de deseo. 

En un momento su madre abre los ojos y ve a su hija, Ante la sorpresa saltó y eso alerto a su macho que mirando a Irene dijo:

- Quiero cojerla a esta también. -

- Pero si es una nena. - dijo su madre.

- La cojo a ella también o se arma y te dejo, -

La madre le pregunta a su hija: - Quieres cojer con el tío?. -

Ire4ne soltó un - Si!!! -

El tío sacó su gran verga de la madre y arrojando al piso a su sobrina y ensartó su pija en la niña, que lo recibió alborozada.

El alemán bombeaba sin compasión en esa concha  recién desvirgada. Irene sentía repetirse sus orgasmos, hasta que su tío eyaculo en la joven concha.

Durante un mes las dos mujeres fueron hembras del mismo hombre hasta que un día el tío apareció con sus dos hijos ya casi hombres.

Esos fueron festines de sexo con los jóvenes más imaginativos que su torpe padre. Irene recibió penetraciones por todas sus entradas y bebió semen como nunca imaginó que haría.

Pero todo tiene un final, un día quedó embarazada y su padre la expulsó del hogas. La madre calló ocultando su infidelidad. Irene llegó a la ciudad, donde consiguió ayuda de una buena familia, trabajó y se casó son un amigo nuestro.

Comenzó a ser amiga y luego amante de nuestro matrimonio en infartantes tríos y todavía nos vemos frecuentemente.

Esto que cuento es absolutamente real y mi amigo nunca se ha enterado.