Eran mis primeros días en la universidad. Había tenido un unico novio pues siempre me sentí poco atractiva. Soy alta, lo que alejaba a los muchachos cuando en alguna reunión me sacaban a bailar. Pero en la universidad, llegué a un grupo de 45 alumnos donde sólo habíamos 3 mujeres. Me di cuenta entonces de que no estaba tan mal pues tan pronto llegaba, los muchachos rodeaban mi lugar, me cargaban los libros y me invitaban algo de desayunar. Pero uno de ellos, con unos ojos verde obscuro y una boquita deliciosa, llamaba mucho mi atención. Empezamos una amistad pero siempre con un deseo de atracción. Nos hicimos novios y un día hicimos una apuesta: si yo perdía, me entragaría a él. Y perdí.
Llegó el día en que habíamos acordado. Me invitó a un motel. Yo jamás había estado en uno. Pero él fue delicado y tierno conmigo al notar mi nerviosismo. El deseo me consumía. Ya había yo tocado su pene a través de su ropa algunas veces pero nunca me había sentido asi. La ropa me quemaba y quería sentir sus manos por toda mi piel. Me empezó a besar despacio, y una por una fueron cayendo mis prendas. Se quitó la camisa y jamás me imaginé que sentiría un deseo tan grande al ver su torso desnudo. Me cargó con sus fuertes brazos y me llevó a la cama. Se desvistió por completo mientras yo lo admiraba con ansiedad y sorpresa. Se recostó sobre mí y siguió besándome. Suavemente me empezó a penetrar y yo sentía que no me iba a caber tan enorme y duro pene pero al entrar totalmente en mí, enloquecía de placer. Lamía y mordisqueaba mis pechos, acariciaba mis piernas. Se retiraba de mí y chupaba mi clítoris mientras introducía sus dedos buscando mi placer y me penetraba de nuevo. Lo deseaba tanto. Era tanto su deseo también que no tardó en eyacular y se quedó dentro de mí. Un ratito después, comencé a sentir, como se iba excitando de nuevo en mi interior. No habían pasado 10 minutos cuando comenzó de nuevo. Esta vez, se tomó todo el tiempo en provocar primero mi orgasmo y penetrarme por el resto de la tarde. No se cuántos orgasmos tuve pero si lo satisfecha que llegué a mi casa después de todas las veces que gocé en sus brazos.
El es un ser que derrocha sensualidad. El estar con él es estar en otra dimensión sin espacio, ni tiempo.
Mi noviazgo con él fue delicioso. Teníamos relaciones cada vez que podíamos varias veces por tarde por lo menos 3 veces a la semana (porque yo no estaba los fines de semana). Cada vez que tenía oportunidad, metía su mano por debajo de mi falda, buscando mi vagina sin importar donde estuvieramos, en la escuela, en una cafetería, mientras yo manejaba y a los choferes de los autobuses se les salían los ojos al ver aquel espectáculo. Pero lo mejor era cuando el manejaba y yo chupaba aquel pene que tan feliz me hacía hasta que eyaculaba en mi boca, con ese sabor amargo, caliente que me ponía dispuesta a lo que él me pidiera.
Hasta la fecha, suspiro por tus brazos, tus besos, tu cuerpo, tus caricias y ese pene que me volvía loca. Ojalá y yo también sea para tí un recuerdo así de agradable. Creo que te desearé siempre.