Hola, mi nombre es Pilar, aunque normalmente mi hijo Raúl es quien escribe los relatos, los cuales son totalmente ciertos, en esta ocasión será su madre quien lo haga y así comparéis quien escribe mejor y lo comentéis si queréis. 

Esta mañana, mi hijo Raúl no ha ido a trabajar, porque le habían dado el día libre, la mañana iba como otra cualquiera, hasta que le he dicho a mi hijo, que me iba a duchar, cosa que siempre le digo para que no se preocupe por si me llama y no le oigo o cualquier cosa, pero esta vez, no tenía jabón en la ducha y he salido del baño desnuda, como otras muchas veces hago porque es algo totalmente normal que mi hijo me vea desnuda y no pasa absolutamente nada, así que me he duchado tranquilamente, y cuando he salido de la ducha he ido a mi habitación, entonces, cuál fue mi sorpresa, cuando me encuentro a Raúl totalmente desnudo, masturbándose y oliendo mis bragas, nada más verle le digo:

Pilar: (bastante cabreada) ¡joder, Raúl! Eres un cerdo, pero que te crees, que todo en la vida es esto o que.

Mi hijo se había puesto colorado, y no sabía que decir, en ese momento sonó el teléfono y le dije que no se moviera que ahora volvía, después de la llamada, volví a la habitación y me senté en la cama a su lado. Poco después, Raúl, me ha empezado a tocar, pasándome suavemente su mano derecha por la vagina y a continuación pasándome repetidas veces su lengua por la vagina. Mi hijo, fue cogiendo confianza enseguida y la verdad, es que cada vez que veo su pene, por mucho que lo vea siempre me sorprenderá. Después, me puse frente a él, mientras le hacía una felación, probando así su delicioso pene, metiéndome sus testículos en la boca. Seguidamente, me levanté un instante de la cama y le dije que volvía ahora, que iba a por una cosita, así que fui a su habitación y le cogí un preservativo, mientras abría el envoltorio, le dije, ¿te lo pones? lo cogió de mis manos y mientras se lo ponía yo le pasaba la lengua una y otra vez por sus testículos, mientras se lo ponía. Acto seguido, me tumbé sobre la cama mientras Raúl me metía el pene por el coño muy lentamente, mientras poco a poco me penetraba con más fuerza lo que intensificaban mucho más mis gemidos. Al cabo de unos minutos, se quitó el preservativo mientras me incorporaba para sentarme en el sofá para que tuviera el enorme pene de mi hijo frente a mí; mientras el se masturbaba a la vez que yo me lo metía en la boca pasándomelo varias veces por la cara, por último y para terminar, mientras mi hijo se masturbaba me quedé en cuclillas pasándome los dedos por el coño mientras le lamía el pene sin parar con la boca abierta para deleitar su deliciosa leche.