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En un club de intercambio le cumplo las fantasías a mi esposa

Fue un viaje más que premeditado. Un fin de semana de julio nos marchamos a Barcelona. Nuestro objetivo. Hacer turismo e ir a un club swinger. Llevábamos meses con la idea de probar el intercambio de parejas y habíamos seleccionado para ello uno de los clubes más chic de la ciudad condal. Habíamos cogido un hotel cerca para no tener que conducir después de nuestra primera noche en el ambiente liberal. Seguramente estaríamos cansados y algo bebidos. Así que fuimos precavidos a la hora de elegir ese detalle también. Voy a presentarme me llamo Javi y tengo 41 años soy moreno, mido 186, ojos verdes y con un físico cuidado en el gym. Que me hacen estar fuerte como un toro. Mi polla según mi pareja es perfecta pero no es tampoco nada del otro mundo 17 cmt pero gorda, con las venas marcadas y siempre dispuesta a follar a mi pareja.Ella se llama María mide 180, con un cuerpo de infarto. También deportista y muy activa en su día a día. Morena de pelo rizado y ojos negros. Unos ojos grandes que me tienen embrujado. Un culo de desfile de bañadores tieso y duro y unas tetas muy apetecibles. Con 36 años es lo que se llamaría una cougar. Una madurita potente y muy follable.

Después de un día de turismo por Barna y de esa inquietud de saber que vas a probar algo así. Tan nuevo para los dos.

Llegamos al hotel a las 19:00 horas. Al llegar mi chica se desnudó y me pidió que la marcase para la noche. Ya lo teníamos hablado y “marcar”, significaba follarla y correrme dentro para que su coño supiese y oliese a mí.

Follaría con otros con mi semen dentro. Llevaría así mi marca personal. Es mía y aunque esa noche pruebe otras pollas todos van detrás de mí. Así pues follamos en la habitación del hotel y me corrí dentro para marcar a mi hembra. Llegamos al orgasmo a la vez y cuando nos separamos nos miramos con complicidad. Todo estaba bien. He de decir que mi pareja es multiorgásmica. Muy multiorgásmica. Puede estar sin parar de correrse durante horas. Tanto es así que he desarrollado la cualidad de no correrme tan fácilmente. Y no me importa tomar alguna ayuda en forma de pastillita azul para darle lo que se merece sin descanso. Ella es mi diosa del sexo y yo soy su fucker; su empotrador. El que más placer le ha dado de todos los hombres que han pasado por su cama. Ella a su vez aparte de su físico adictivo, es profesora de hipopresivos y tiene el la vagina y el suelo pélvico, muy musculado y lo sabe mover para dar el máximo placer. Hacemos una pareja muy atractiva y tremendamente eficientes en la cama.

Después de ducharnos y arreglarnos, cenamos en un restaurante cercano y al acabar nos dirigimos al club. Llevábamos meses fantaseando en la cama, lo que acababa en auténticas batallas sexuales terminando exhaustos los dos.

Una vez en la puerta y vestidos muy elegantemente, llamamos y nos abrió un portero que nos preguntó si ya habíamos estado allí. Al decirle que no, nos mandó a recepción, donde una mujer rubia de ojos verdes nos dedicó una sonrisa cómplice y nos empezó a hacer un tour por el local. Primero había un bar pequeño con dos parejas bebiendo algo tranquilos, al pasar nos observaron como si fuésemos ganado. Esa sensación me gustó y un escalofrío recorrió mi entrepierna que comenzó a hincharse. Mi pareja me miró y una sonrisa de satisfacción asomó en su cara. También le gustaba aquella situación. Los dos éramos un poco exhibicionistas. Pero en ese lugar íbamos a dar un paso más. Íbamos a compartirnos con otros.

El sitio pintaba muy bien y esperábamos encontrar lo que buscábamos. Morbo, mucho morbo, y parecía que estábamos en el lugar adecuado. Después seguimos con el tour por el local y llegamos a una zona de piscina y jacuzzi, donde había varias parejas en acción. Que morbo ver ese espectáculo en vivo.

Pasamos a una sala donde proyectaban cine X, era una sala con sillones y una cama grande donde había una pareja follando. Y justo al lado un trio HMH, que parecía estar pasándoselo muy bien. Pasamos después a una sala con una cama gigante, en la que habría como unas 15 parejas follando. No se veía nada. Solo brazos, piernas y movimientos rítmicos. Esa sala olía a sexo y a parte de la música lenta que ambientaba la habitación, había una banda sonora de gemidos y chapoteos que invitaba a participar en ese juego. A dejarse llevar por el ambiente.

Pasamos a la discoteca que estaba el la parte alta del edificio. Allí el pudor brillaba por su ausencia. Mujeres y hombres semidesnudos se tocaban, se devoraban y se follaban sin ningún pudor. Al entrar en ese sitio mucha gente giró su cabeza para vernos e incluso alguna pareja nos hizo señas para que nos acercáramos. Pero estábamos ocupados acabando nuestra visita al club, con una rubia muy apetecible como guía. He de decir que está guía llevó a mi pareja agarrada por la cintura casi todo el recorrido. Se notaba que le gustaba. El último rincón era la azotea a modo de jardín donde se veía todo Barcelona de noche. Allí había una morena con un pelo hasta la cintura que estaba agarrada a la barandilla viendo las vistas, mientras un hombre bastante más mayor que ella la estaba follando lentamente. La morena se giró a mirarnos y me guiño un ojo al verme. Sentados en unos sillones situados a modo jardín la gente estaba fumando o disfrutando de sus bebidas, en un ambiente chill out. Muchos de ellos estaban desnudos o semidesnudos, tocándose entre ellos.

Bajamos por las escaleras hasta la planta baja y allí nuestra guía: la rubia de ojos verdes. Nos dió unas llaves y nos fuímos directamente a la zona de taquillas tras despedirnos de la rubia con dos besos, que en el caso de mi pareja fue con un pico.

-Luego nos vemos morena. Tus ojos me encantan pero tú culo aun me gusta más. Cuando acabe mi turno os buscaré. – Dijo nuestra guapa guía.

Mi pareja se quedó de piedra y cuando llegamos a la zona de taquillas le dije.

– Parece que has ligado morenaza.

Entre risas mi pareja me dijo que no le importaría tener a esa rubia entre las piernas.

No había probado nunca con una mujer y eso la ponía cachonda. También habíamos hablado de la posibilidad de que pudiese explorar su bisexualidad y tantear los límites con el sexo femenino.

– Si viene después de su turno a vernos. Tal vez la deje que me coma el coño mientras la empotras a cuatro patas. No me importaría probar con esa rubia, es un bombón.

– jajajaja. Te mueres por que te coma el coño una tía.

Los dos acabamos riéndonos en el vestuario mientras nos desnudábamos.

Nos pusimos las chanclas y cogimos las toallas. No llevábamos nada de ropa, ya que esperábamos empezar la acción enseguida. Hacia meses que estábamos esperando ese momento. Así que cogidos de la mano, nos dímos un beso y salimos del vestuario rumbo a explorar nuestras fantasías.

Decidimos ir primero a la disco a tomar algo. Al llegar solo con la toalla enrollada a la cintura y mi chica alrededor del cuerpo, nos sentímos desnudos pero cómodos. Fuímos a la barra y pedimos dos gin tonic. Nos los sirvieron, brindamos y nos dedicamos una mirada cómplice. Estábamos observando el panorama cuando mi chica me miró y me dijo.

– Quiero que me folles. Aquí mismo. Quiero que el primero en abrir mi coño seas tu. Los demás siempre irán detrás. Fóllame.

Así que baje mi mano por su espalda hasta su culo, la metí por debajo de la toalla y una vez en su rajita la empecé a masturbar. Tenía el coño muy húmedo y muy caliente. Ella ya tenía mi polla en la mano y estirando de ella me la estaba poniendo como una piedra. Los dos alternábamos miradas entre nosotros, con miradas a la disco en busca de buenorros y buenorrras con los que hacer intercambio. Eso nos ponía muy calientes. Fuimos a un rincón de la barra desde el cual se ve todo el local y haciéndola apoyar sus manos en la barra. Me quite la toalla y le dije en voz baja.

– Prepárate que te voy a follar. Y después tendremos que ir de caza. A ver quien nos gusta.

– Ya he visto varios candidatos. Aquí hay algunos muy buenos .

– Sigue mirando mientras te follo.

Justo antes de penetrar a mi chica, una pareja se puso a nuestro lado, pero no me importó y seguí a lo mío, se la metí de un solo empujón, mi chica no se lo esperaba y dió un respingo, se agarró fuerte a la barra y aún levantó mas el culo. Yo le puse una mano en la cadera y otra en el hombro para controlar su cuerpo y empujar mejor. No tardó mi chica más de un minuto en llegar al orgasmo. Cerrando los ojos y agarrándose con fuerza a la barra. Nuestros vecinos no nos quitaban los ojos de encima. Iban en ropa interior, y ella se masturbaba por dentro de las braguitas mientas con la otra mano sujetaba la polla de su pareja, que se había bajado el calzoncillo y mostraba un pene como el mío. Más o menos, flácido pero que crecía rápidamente.

Seguía empujando con fuerza a mi pareja que empezaba a gemir de placer al notar un nuevo orgasmo.

La mujer de la pareja vecina sacó la mano de dentro de sus braguitas y con la otra mano en la polla de su marido, se volvió hacia mi chica y le guiñó un ojo de manera pícara. Mientras su mano se dirigía a tocar el brazo de mi mujer. Esa era la señal de que querían algo con nosotros. Mi chica se volvió a mirarme y cuando nuestras lascivas miradas se encontraron, supimos que ese era el momento. Que esa pareja era la adecuada para saciar nuestro apetito. Que iban a ser los elegidos para nuestro primer intercambio. Deje de empujar y saqué mi polla del interior de mi chica.

Una vez que mi mujer asintió con la cabeza. La chica de la otra pareja se acercó todavía más y se presentó.

– Hola chicos me llamo Cristina y el es mi marido Joan.

– Nosotros somos Maria y Javi. – Respondió mi mujer.

Acto seguido la chica de la otra pareja se acercó a darle un beso a mi mujer, fue un beso lento, húmedo y muy sensual. Las manos de mi mujer fueron a parar a los pechos de Cristina, la cual soltó la polla de su marido y comenzó a amasar los pechos de mi mujer.

– Hola Joan. – Saludé con una sonrisa.

– Que tal Javi?. Parece que nuestras chicas se van a llevar muy bien.

– Eso parece. – comenté yo entre risas.

Las mujeres pararon y dirigiéndose cada una a la pareja de la otra nos dieron un pico a cada uno.

La situación me resultaba de lo más caliente. De repente Cristina se puso a mi lado y agarrándose de mi brazo dijo en voz alta.

– Estás fuerte ehhh. Voy a tener que probarte.

Y puso una cara de viciosa total.

– Te gustará.- respondió mi mujer. Que ya se había situado al lado de Joan y lo miraba con deseo.

Joan que no perdía el tiempo había bajado la mano por la espalda de Elisa hasta llegar a su trasero, del que disfrutaba sin ningún tipo de pudor, incluso por la cara que tenía mi mujer deduje que estaba hurgando en alguno de sus agujeritos .

Decidí hacer lo mismo que Joan y aprovechar el más que apetecible culo de su mujer.

Joan era más bajito que yo, mediría más o menos 175, de complexión normal tirando a delgado. Mientras que Cristina era una hembra de curvas rotundas y cuerpo duro. Sin duda ella se cuidaba. No era muy alta pero era muy guapa de cara, castaña clara de ojos azules.

Eran una pareja muy equilibrada y apetecible a la vez.

Maria que estaba siendo asediada por los dedos de Joan y que estaba apoyada su hombro, bajo una mano por su pecho hasta llegar al bóxer que este llevaba. Lo bajo y cuando la erecta polla de Joan saltó como un resorte, la sujetó con la mano y empezó a masturbarlo muy despacio.

Cristina por su parte se había dado la vuelta y me comía la boca mientras su mano estiraba de mi polla como si la quisiese arrancar, movimiento que hacía que se me llenase todavía más de sangre, provocándome una erección casi dolorosa. Al notar mi estado, no lo dudo ni un segundo. Se puso de rodillas y poniendo las manos en mis glúteos y sus labios en la punta de mi pene, me empujó hacia adelante, engulléndola entera hasta alojarla en la garganta.

– Joan, tu mujer es una experta. – No pude evitar hacer ese comentario.

– Todavía no has visto nada. Déjate hacer. – contestó orgulloso.

– Ehhhh. Que yo también cuento. – Aclaró Maria con cierto tono de recelo en su voz.

Se puso de rodillas e imitó a Cristina en todo.

Mi mujer también es una experta en eso del arte del felatio, y por la cara de Joan, lo estaba demostrando, y al parecer muy bien.

Al ver que las cosas pasaban a mayores, fue Cristina la que propuso ir a otro sitio a seguir con nuestros asuntos.

Decidimos subir a la planta de arriba donde había unas camas desde las que a través de un ventanal se podía ver todo Barcelona de noche. Fue allí donde nos dirigimos los cuatro.

Nada más llegar a esa zona de camas, Cristina cogió a María, la tumbó en la cama, se puso de rodillas con su culito en pompa y empezó a lamer el coño de mi mujer, la cual respondió al instante sujetando la cabeza que tenía entre las piernas y llenando de flujo la boca que lamía su intimidad.

Joan que no perdía ni un segundo se había cocado de rodillas al lado de la cabeza de mi mujer y cogiéndole el pelo como si fuera una coleta le estaba follando la boca, lo que ahogaba los gemidos que intentaban escapar de sus labios.

Yo por mi parte me fuí a por un condón y mientras me lo colocaba susurré en el oído de Cristina:

– Te voy a follar bien fuerte.

Separando la cabeza de los muslos de mi mujer, Cristina me respondió;

– Lo estoy deseando, semental. – y levantando el culo me invitó a que la penetrara.

Sin esperar ninguna seńal más, apoyé la punta de mi polla en la entrada de su vagina y empujé hasta que hubo desaparecido toda entera dentro de esa hembra caliente.

Mientras la follaba, mi mirada se encontraba con la de mi mujer. Que sin parar de correrse y con una buena polla en la boca, se dedicaba a recibir placer oral por parte de Cristina.

Llego el momento de cambiar de postura y fue entonces cuando Cristina se tumbó en la cama para que yo la follara, mientras mi mujer se ponía a cuatro patas mirándome y quedando su cabeza encima de la cabeza de Cristina, de manera que se empezaron a besar de una manera que resultaba excitante a más no poder.

– Vaya par de zorritas. – dije en voz alta mirando a a Joan.

– Me voy a follar a la tuya que tiene el coño derretido. – Me contestó él poniéndose un condón.

– No hables tanto y fóllame ya. Quiero que me revientes el coño. – Respondió mi mujer fuera de sí, levantando la cabeza de encima de Cristina.

En ese momento metí mi polla de un solo empujón hasta adentro, mientras pasando mis manos por debajo de sus caderas levantaba hacia arriba mientras la asía para acompañar mis movimientos de pelvis con su generoso cuerpo.

Por su parte Joan empujaba con fuerza su polla dentro del coño de Elisa mientras la sujetaba por la caderas.

Esta escena me ponía muy caliente. Ni en mis mejores fantasías la hubiera imaginado así.

El coño de Cristina comenzó a convulsionar de manera incontrolada abrazando mi polla de una manera que casi me hace correr de inmediato. Sus gritos se debieron de oír en todo el local, y todos los que había cerca nuestro, acudieron al oír esos gritos.

Al oír a Cristina gritar así, la boca de mi mujer se lanzo a devorar sus labios, mientras se empezó a correr también de manera que sus gemidos y sus gritos de juntaban escapando por la breve rendija que su pasión dejaba.

– Ahora si que está disfrutando. – Dijo Joan mientras embestía a mi mujer con más fuerza. – Tu zorra aprieta tanto que casi me corro mientras tenía este último orgasmo.

– Mmmmmmm. Si sigue así me voy a correr….- ha estado a punto de acabarme. – Dije mientras recobraba el aliento.

Entonces las chicas que nos oyeron, con una sonrisa cómplice se apartaron de nosotros y con una gran sonrisa en la cara, se pusieron de rodillas una al lado de la otra.

– Queremos vuestra leche.

Dijo María dándole un morreo a Cristina.

– Y la queremos aquí. -Dijo Cristina levantándose las tetas como si nos la ofreciera.

Nosotros como hipnotizados, nos colocamos uno a cada lado y comenzamos a masturbarnos mientras ellas se fundían en otro beso que nos ponía aún más cachondos si cabe.

Las chicas giraron sus cabezas y ofreciéndonos sus bocas se prestaron a que las folláramos para llegar a llenárselas con el néctar de nuestro orgasmo. Ellas se tocaban las tetas la una a la otra, mientras con la otra mano se masturbaban.

Los dos de pie, follándole la boca a la mujer del otro, esa escena era digna de cualquier película porno.

Poco fue el rato que aguantamos así.

– Voy a correrme.- avisó Joan.

Las chicas se llevaron las manos a los pechos y los levantaron, abrieron la boca, y con cara de autenticas guarras le dijeron:

– Vamos semental llénanos de leche.

Al oír esto, casi instantáneamente comenzaron a salir chorros de semen de la polla de Joan, el primero fue a parar a la cara de mi mujer, y los siguientes a los pechos de ambas. Al ver esto mi polla comenzó a palpitar y yo también empecé a descargar mi leche encima de Cristina, que abrió la boca todavía más como invitándome a que se la llenara, así lo hice y mi primer chorro de sémen se descargo en su boca, los siguientes chorros impactaron en su cara y al final algo cayó también sobre sus enormes tetas.

Los chicos nos miramos orgullosos, mientras que las chicas comenzaron a lamer la una en e l cuerpo de la otra, el semen de su pareja, no pararon hasta quedar las dos libres de semen. Ahí acabo la noche con Joan y con Cristina. Pero nuestra primera noche liberal, no terminaba ahí.

Al acabar con Cristina y Joan, decidimos darnos un buen descanso. Así que nos duchamos juntos en los vestuarios, fuimos a la barra donde pedimos dos gin-tonic y nos encaminamos a la zona de aguas. Ya era bastante tarde, se veían todavía muchas escenas de sexo, algunas dignas de la mejor película porno, pero también se veía a gente descansar y charlar tan amistosamente.

Nos fuimos al jacuzzi a relajarnos y a saborear nuestras bebidas, mientras echábamos un vistazo al resto del local, sin perdernos detalle alguno. Había unas cuantas parejas en la piscina, pero el jacuzzi estaba vacío. Entramos en sus cálidas aguas y al notar las burbujas mi polla resucitó al instante, más dura que antes si cabe. El estar viendo esas escenas tan porno, hacían efecto y estaba cachondo de nuevo.

– Mira como se me está poniendo la polla otra vez. Te voy a tener que follar cielo.

– Mmmmmm. Me encanta tenerte así de dispuesto, mi calentura todavía no se ha acabado y voy a necesitarte bien duro.

Diciendo esto, mi mujer metió la mano bajo las aguas y empezó a masturbarme muy lentamente.

No llevábamos ni cinco minutos y entonces vimos aparecer por la puerta del spa a la relaciones públicas que nos había hecho el tour por el local. Esa rubia que tanto nos había gustado iba acompañada por un chico de color, alto y muy musculado.

– Buenas noches otra vez pareja. – Nos saludó.

– Buenas noches. – respondimos los dos al unísono.

– Buenas noches.- Nos saludo también el chico.

Estaban los dos desnudos tapados con una toalla. Justo antes de entrar en el jacuzzi con nosotros se las quitaron.

Ella tenía un cuerpo de escándalo. Se notaba las horas de gimnasio que llevaba encima, aparte de los labios y los pechos de silicona. Esa mujer parecía una modelo de Fitness. Su acompañante no se quedaba atrás. Mediría más o menos 190 y sin ser tan grande de tamaño, si que estaba más fibrado, con los abdominales marcados y un cuerpo que se adivinaba muy duro. Aunque lo que más resaltaba era su enorme polla. Estando flácida ya era más larga que la mía, y la tendría como el doble de grosor. No es que yo tenga una polla pequeña, pero es que su polla era gigante.

Ella se sentó a mi lado, y él se sentó al lado de mi mujer, que al verlo desnudo había abierto tanto los ojos que parecía que se le iban a salir de las órbitas, incluso me pareció verla relamerse.

La rubia una vez estuvieron dentro del agua, hizo las presentaciones.

– Pareja. Yo soy Andrea y él es Paul, es francés, pero todos lo llamamos Chocolate.

– Nosotros somos; Elisa y Mario. – Respondió mi mujer.

Nos dimos los besos de rigor y empezamos a hablar. No tardé mucho en sentir una de las manos de la chica posarse en uno de mis mulos e ir subiendo por la cara interna de este hasta llegar a mi entrepierna. Mi polla para ese momento ni que decir tiene, estaba a punto de estallar. Por su parte, chocolate tenía una mano en los pechos de mi mujer y los sobaba de manera ruda mientras le pellizcaba los pezones. Mi mujer abrió la boca y suspiró de placer. Mis manos bajaron a tocar la intimidad de Andrea mientras veía como mi mujer empezaba a besarse con el Chocolate. Parece ser que mi mujer esa noche iba a cumplir fantasías a pares, ya que nunca había estado con un negro y una de sus fantasías era estar con uno, y si además tenía el pollón que tenía este, la fantasía iba a ser cumplida con creces.

Llevábamos ya un rato en esas cuando Chocolate se puso de pie en el jacuzzi, dejando su enorme miembro a la altura de la boca de mi mujer. Para esas alturas ya estaba a tope, cuando vi salir del agua esa polla, me dí realmente cuenta que el coño de mi mujer nunca volvería a ser el mismo.

Andrea al ver que me había quedado bloqueado, me dió un morreo de los buenos y me dijo al oído.

– Tranquilo, la tratará con cuidado. Pero Elisa nunca lo olvidará. La va a hacer gozar como una autentica puta.

– Quiero que disfrute. Pero la va a reventar.

– No te preocupes. Enseguida verás lo que le hace.

Por su parte, mi mujer estaba hipnotizada mirando ese rabo justo delante de su cara y ajena al resto del mundo. Hasta que una voz con acento francés la sacó de su trance.

– Vamos preciosa. Que no muerde. – y diciendo esto lo cogió una mano y la puso en su negra polla.

– Es enorme. Me vas a hacer daño con esto. – respondió mi mujer.

– No te preocupes, a las zorras como tú las trato con delicadeza, hasta que me piden que la meta hasta el fondo y las reviente. – Y fue entonces cuando la cogió del pelo y haciéndola mirar para arriba le dijo. – Me lo vas a suplicar. Me pedirás que te reviente mientras te follo. Te voy a abrir el coño como nadie lo ha hecho.

– Mmmmmm. – Es todo lo que acertó a decir mi mujer mientras se metía el capullo de esa enorme verga en la boca.

El espectáculo era impresionante. La mano de mi mujer no abarcaba el diámetro de esa enorme polla y solamente el capullo entraba cuando se la chupaba.

Andrea que era una experta en esos encuentros, salió del agua y se sentó en el borde del jacuzzi, me miró y me dijo;

– A trabajar guapo. – Sin decir nada más, abrió las piernas invitándome a comerle el coño, cosa que hice con sumo placer por parte de ambos.

No podía ver a mi mujer porque estaba de espaldas, pero oía sus gemidos ahogados por estar intentando meterse esa polla en la boca. Pararon los gemidos y noté que el agua se movía. Fue entonces cuando Andrea me separó la cabeza de su coño y dijo en voz alta.

– Vamos chicos. Es mejor ir a otro lugar a terminar.

Me cogió de la mano y encabezando el grupo, nos llevó a un cuarto en el cual había una luz roja muy tenue, unos enormes sillones de cuero negro muy anchos que hacían de cama y eran como media habitación de grandes. Había también una cruz de San Andres en la pared del fondo.

Una pareja madura pero muy atractiva se tocaba en una esquina de la cama. Los saludamos con la cabeza y ellos nos devolvieron el saludo igualmente. Nos pusimos cerca suyo, para dejar sitio a mi mujer y a su negrazo. Al ver entrar a Chocolate, el hombre de la pareja me dijo en voz alta para que lo oyeran todos.

– Prepárate para ver gozar a tu mujer, aparte del pollón que tiene. El cabrón no se cansa. Te la va a devolver bien abierta.

No contesté nada, podía intuir aquello, pero que te lo digan…. resulta cuanto menos incómodo.

Andrea me cogió la cara y me besó mientras su mano fue a mi polla directamente.

– Fóllame. – Me dijo. Y sin esperar ni un segundo, saltó de la cama y al instante ya traía un condón.

Por su parte a mi mujer le estaba haciendo un cunilingus mientras le metía los dedos, más tarde me diría ella misma que le llegó a meter hasta cuatro dedos para dilatarla al máximo.

La rubia me tumbó en la cama boca arriba pero al lado para que pudiese ver a mi mujer y después de ponerme el condón con la boca, se sentó encima mío de un solo golpe.

– Que dura tienes la polla, te gusta ver a tu mujercita ehhh?- me dijo mientras notaba su coño aferrarse a mi polla. – Pues sigue mirando que todavía no has visto nada. – Dijo empezando a subir y bajar deslizándose por mi polla y clavándosela entera.

Mi mujer ya no gemía, directamente gritaba cada vez que le llegaba el orgasmo. Se habían puesto de tal manera que mientras el la violaba con sus dedos, ella llegara a lamer la punta de su polla.

– Vamos fóllame. Reviéntame semental. – Le dijo fuera de sí.

– Ya estás preparada para recibirme. – Dijo mientras se colocaba un también enorme condón.

Lo que vino a continuación lo habíamos visto cientos de veces en las películas porno, pero nunca habíamos imaginado hacerlo así.

Elisa se puso a cuatro patas el el borde del sofá y Chocolate de pie detrás de ella. Puso una mano en su espalda y con la otra puso la punta de su enorme polla en la entrada de su vagina. Empezó a empujar despacio, Elisa se agarraba al sillón con fuerza mientras ese enorme trozo de carne desparecía en su interior.

– ahhhhhhh. Me vas a reventar cabrón. – Dijo mi mujer gritando.

– Tranquila, shhhhhhhh. Tranquila, que vas a terminar pidiendo más. Pareces una buena zorra Y te voy a follar como te mereces. – Le respondió Chocolate.

La otra pareja se estaba masturbando mientras no se perdían detalle de la escena.

Andrea seguía cabalgándome sin dejar de mirar como su amigo se follaba a mi mujer. Su coño parecía un exprimidor y apretaba mi polla a su antojo. Si no hubiese sido por mi capacidad para retener mi orgasmo, me habría acabado en cinco minutos.

Se dió la vuelta y me siguió montando puesta del revés, veía su culo subir y bajar mientras mi polla desaparecía en su interior era una visión muy excitante. De pronto un nuevo grito me sacó de mis pensamientos y me hizo apartar la mirada de ese culo que me estaba regalando una visión de lo más sensual.

Chocolate había llegado hasta el fondo de mi chica, metiendo toda su polla dentro y mi mujer ante tal invasión gritaba como una loca al sentirse tan llena. Su orgasmo había sido enorme, había bajado su pecho hasta reposarlo en el asiento, poniendo el culo todavía más en pompa. Facilitando aún más la entrada de aquel pollón. Que ahora ya, salía y entraba en toda su extensión.

Esa polla entraba y salía convertida en una barra caliente de carne cuyo objetivo era perforar el suculento coño de mi mujer.

Mi polla estaba a tope, todo lo que veía a mi alrededor era excitante y morboso. Cuando se acompasaron los movimientos de cadera, pude ver el movimiento de mi mujer, estando Chocolate de pie sin moverse, era mi mujer la que se movía hacia atrás hasta que esa enorme polla desaparecía por completo en su interior.

Cuando llevábamos un rato de esa manera las dos parejas cambiamos de postura a la vez. Mi mujer se tumbó boca arriba para recibir inmediatamente el pollón de su acompañante. El cual sin ningún miramiento la ensartaba hasta que sus huevos golpeaban el culo de mi mujer.

Andrea se puso a cuatro patas con su culito muy tieso, ofreciéndomelo para que le follase fuerte. Mi “yo” más competitivo, salió y empecé a bombear dentro de mi eventual pareja.

– Te voy a follar hasta que me pidas que pare. – Le dije en tono de amenaza.

– Fóllame como él se folla a tu mujercita.

Señalando con la cabeza hacia donde estaban los otros para que yo me girara, pude ver como Chocolate empotraba a mi mujer, la cual había levantado las piernas y con los pies puestos en el culo de su empotrador levantaba el culo para que la polla le entrara entera.

Solo se la oía gritar y correrse una y otra vez. Yo estaba concentrado en follarme a Andrea pero no podía dejar de oír sus gritos y jadeos.

Seguía en mi labor de empujar a Andrea, y con los sonidos de mi mujer siendo follada por ese semental de ébano, mi excitación era máxima. Mi polla comenzó a palpitar y cuando mi guapa compañera rubia lo notó, paró en seco y me hizo salir de su interior.

– No acabes todavía. Quiero doble ración de polla y me tienes que encular mientras Paul me folla el coño.

– Quieres una doble penetración? – Pregunté asombrado.

– Pues claro. Siempre quiero una doble penetración y tú con tu polla eres el complemento ideal para mi culito.

Y dicho esto se fue hacia mi mujer y plantándole un beso en los labios le dijo:

– Te voy a robar un momento a tu negrazo.

– Mmmmm. No te lo lleves por mucho tiempo. Mi coño se queda muy vacío sin el. – Le dijo mi mujer.

– Follate a tu marido y que sienta como te acaban de dejar el coño. – Le dijo Andrea llevándose a Chocolate de la mano a un rincón de la enorme cama.

Yo me acerqué a mi mujer, me saqué el condón que llevaba puesto y sin preguntarle, levanté sus piernas y metí mi polla entera de un solo golpe. La sensación que tuve al hacer esto, no la había sentido antes, mi polla bailaba en su interior, flotando en sus fluidos. No sentía las paredes de su coño. Chocolate había abierto tanto las paredes de su vagina que ahora no lograba apretar para estrujarme la polla. Movía su pelvis buscando que la penetrara más adentro. Pero yo no era Chocolate ni tenía su polla. Me tenía que conformar con frotar mi pubis contra el suyo y notar como se movía.

– Te ha dejado bien abierta ehhhh….

– Siiiiii. Me ha abierto en canal. Vaya pollón. Parece una película porno. – Me dijo mi mujer en un arrebato de sinceridad que casi llego a dolerme. Aunque estaba demasiado excitado para sentir celos.

En la otra parte de la cama sin embargo estaba Andrea a cuatro patas recibiendo a ese monstruo de carne entre sus piernas, a la vez que gritaba como una perra.

Cuando ya llevaban un rato follando, Andrea que era la que llevaba la voz cantante, saliendo de debajo de su semental, se acercó hasta nosotros.

– Elisa cariño te voy a tener que robar a u marido. Lo necesito para una cosita. – Y cogiéndome de la mano me llevo al otro lado de la cama mientras mi mujer se quedó sentada mirándonos sin perder detalle.

Al llegar donde estaba Chocolate, Elisa lo hizo tumbarse en la cama mientras me decía.

– Ponte un condón que ahora mi culito va a ser tuyo.

Yo muy obediente, me coloqué un condón y esperé mi turno para disfrutar de esa hembra tan caliente.

Para cuando me puse el preservativo, Elisa ya estaba cabalgando a su semental de ébano.

Girando la cabeza me hizo un gesto que yo interpreté como una invitación a acercarme y cumplir sus deseos. No dejó lugar a duda cuando al llegar cerca de ella, llevó las manos a sus cachetes y se lo abrió, mostrando un agujerito rosado que parecía que me invitaba a lamerlo y disfrutarlo en todo su esplendor.

Sin pensarlo me situé detrás de ella y después de lubricar con saliva su agujero trasero, apoye la punta de mi miembro en su puerta trasera y mientras notaba su vaivén al ser follada por su Chocolate, empujé hasta que parte de mi polla desapareció dentro de ella mientras gritaba:

– Me vais a reventar cabrones. Mmmmmmmm. Que rico, vaya pollas.

Elisa no perdía detalle dela follada doble que le estábamos dando a Andrea, se estaba masturbando mientras observaba cómo nos folllábamos a Andrea con cara de envidia.

– Luego si quieres podrás ocupar su lugar. – Le dijo Chocolate a mi mujer guiñándole un ojo.

– Lo estoy deseando. – Dijo mi mujer con la cara desencajada por el vicio y el morbo.

Yo mientras tanto seguía en mi menester de encular a Andrea, luchando por ocupar un lugar en su interior mientras sentía a través de la suave telilla que separa la vagina del ano, la enorme polla de Chocolate ocupando toda casi todo su interior. Pugnaba por no ser expulsado de su interior, empujando con fuerza.

– Me vais a reventar. Dios que bueno. Me estáis partiendo en dos.

– Córrete vamos. – Le dijo mi mujer a Andrea. – Córrete que quiero que me follen a mi.

De repente, la rubia explotó en un orgasmo que la hizo gritar tanto que creo que la oyeron en todo el local.

– Quieres las dos pollas solo para ti? – Le dijo Andrea a mi mujer, levantándose y dejando a Chocolate tumbado y con la polla dura como una piedra apuntando al techo.

Mi mujer se corrió a la vez que Andrea y todavía con la cara roja y los dedos en su coño, se levantó como hipnotizada y fue a sentarse en el mástil de Paul, que no había perdido ni un ápice de dureza.

– Siéntate aquí y disponte a gozar como la zorra que eres. – Le dijo Andrea a mi mujer mientras sujetaba la polla de Chocolate para que Elisa se pusiera de cuclillas y se metiera todo ese trozo de carne dentro de su vagina hasta tocarle el cuello del útero.

– Dios, me llenas entera. -Le dijo a su amante mientras se sentaba hasta juntar sus pelvis.

Empezó a moverse en círculos encima de su presa haciendo el helicóptero con un pollón que la llenaba entera. Gemía y gritaba como si la estuvieran partiendo por la mitad, pero parecía que no tenía suficiente porque al poco de empezar, paró y haciendo lo mismo que Andrea, se separó los cachetes y me ofreció su agujerito trasero.

– Te voy a follar el culo para que te sientas más llena todavía.

– Vamos, fóllame. Quiero sentirte dentro a ti también.

No espere ni un segundo y quitándome el condón que llevaba. Puse la punta de mi polla en su culo y empujé hasta que casi de un solo empujón la metí dentro. Estaba muy dilatada y lubricada. No me costó nada de esfuerzo follarla, incluso diría que la follábamos mejor a ella que a Andrea. Al ser tan alta las medidas cambiaban y nuestras pollas encajaban a la perfección. Nos alternábamos para empujar y el cambio de presiones era delicioso. Ella se estaba volviendo loca de placer y no dejaba de correrse. Contrayendo su coño y su esfínter tanto que nos exprimía la polla a los dos de manera deliciosa.

La morbosa relaciones publicas, nos miraba desde la otra esquina de la cama como antes hubiera hecho mi mujer, mientras se masturbaba metiéndose dos dedos y dándose bastante caña.

Estuvimos dándole placer a mi mujer hasta que de repente Chocolate aviso.

– Me voy a correr en breves.

– Yo quiero mi ración de leche. – Dijo Andrea levantándose y viniendo a nuestro lado.

Mi mujer levantó la cabeza y mirándola comprendió lo que tenía que hacer. Empujándome hacia atrás y saliendo de esa enorme polla que la empalaba. Se junto con Andrea y las dos juntas se volvieron a poner de rodillas mientras se enrollaban esperando una lluvia de semen que no tardaría en llegar.

– Os voy a llenar de leche.- Dijo el moreno mientras sacudía con energía su poderoso miembro que hinchado al máximo amenazaba con explotar.

– Mmmmmm. Nunca se me ha corrido una polla negra encima y lo estoy deseando. – Dijo mi mujer sobreexcitada.

– Te va a encantar. – Dijo Andrea abriendo la boca y alojando el capullo de la polla de Chocolate, mientras con las dos manos lo pajeaba con gran maestría.

– Ven aquí morenazo. – Me dijo mi mujer mientras me hacía lo mismo a mí.

De repente Chocolate apartó a Andrea y llamando a mi mujer para que juntara su cara con la de esta, empezó a soltar chorros de espesa leche que fueron a parar a la cara de mi mujer y a la boca de Andrea. Las dejó echas un cuadro, lo que me provocó un morbo que nunca más había sentido. Ver esa polla negra descargar sobre mi mujer, hizo que me corriera al instante. Lanzando una enorme cantidad de esperma, justo donde él se había corrido, de manera que nuestras corridas se juntaron en la cara de mi mujer y la boca de Andrea. Andrea se besó con Elisa y entre sus labios y jugando con sus lenguas podíamos ver el blanco de nuestras corridas.

Nos habían dejado secos y ellas estaban bañadas en su trofeo, que degustaban de mil maneras, con sus bocas, lamiendo a la otra, extendiéndolo por sus pechos….

Había sido una noche inolvidable. Nos despedimos de nuestros compañeros y nos fuimos a la ducha. Salimos del local sin casi hablarnos, nos montamos en el coche y solo había silencio, al llegar a casa no nos dijimos ni palabra.

Pero meternos a la cama fue como el pistoletazo de salida para dejarnos llevar. Follamos durante horas, morboseando sobre lo ocurrido. La sensación de follarme un coño dilatado en esas circunstancias, me hizo correrme unas cuantas veces sintiendo esa humedad y ese vació dentro de su coño.

La noche en la que mi mujer cumplió varias de sus más oscuras fantasías. La noche donde empezó nuestra nueva vida sexual.

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