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Categoría: Maduras

EN SU DEPARTAMENTO

Maricela es una chica que conocí por mi amiga Ivette, ella en ese entonces ya era una mujer madura, de esas que te la paran al verla. 



Una morena de 1.70 cm, unas tetas grandes, un trasero firme de unos 100 cm y par de piernas bien torneadas, cuando la conocí me gustó, pero al ver que solo salía con hombres mayores y de más dinero contando que tenía un carácter de la fregada, solo me conformaba con verla.



Por mi amiga ya había convivido con ella y me di cuenta que con unas copas de más perdía rápido, con el paso de unas semanas nos empezamos a llevar mejor, nos escribíamos por whatsapp y todo.



Una ocasión entre charla y charla por whatsapp, la convencí de que fuéramos por unas cervezas y ella aceptó.



Ella llevaba un mayón blanco que resaltaba sus torneadas piernas y sus nalgas grandes y firmes, empezamos a tomarnos unas chelas mientras platicábamos para conocernos más.



Pasaron las horas y ya estábamos un poco subidos de tono, bailábamos repegando nuestros cuerpos, yo sin pena la abrazaba le besaba el cuello y acariciaba las piernas, Maricela no se oponía, se me pegaba ms y hasta me regresaba los besos.



M: Ivette dice que eres muy tierno y yo creo que eres un cabrón.



T: ¿Jajá y porque dices eso?



M: Eres joven y sabes cómo llegar, ¡me gusta tu estilo!



T: Como me gustaría disfrutar contigo un rato más íntimo.



M: Eres un loquillo, ¡jajá!



Nos miramos fijamente y comenzamos a besarnos muy pasionalmente, ella mordía mis labios, yo la tomaba de la cintura y bajaba mis manos acariciándole las nalgas duras y firmes, ella me arrimaba su conchita a mi verga.



No podía creer que Maricela, la mujer más mamona que conocí, estuviera fajando conmigo en ese bar.



M: Vámonos a mi departamento, ¡ahí seguimos! ¿Como ves?



T: ¡Yo voy contigo a donde vayas!



Pagamos la cuenta y fuimos a su departamento, al entrar apenas se cerró la puerta y comenzamos a besarnos como locos.



Así nos fuimos hasta su cuarto, yo la acosté en la cama y comencé a quitarle su blusa mientras besaba su cuello, le quité su brasear para ver un par de pechos grandes y pezones erectos los cuales llevé a mi boca, lengüeteaba y mordía sus pezones.



T: ¡Que ricas tetas!



M: ¡Uhm, cómelas, uhm!



Maricela se dejaba llevar y disfrutaba lo que le hacía, sin impedimento alguno, yo proseguí disfrutando a la morocha.



Ella gemía mientras me quitaba la camiseta, poco a poco le quité su mayón, pasaba mi lengua por sus ricas piernas, mientras ella murmuraba, me acariciaba la cabeza, le quité su tanguita y comencé a lamerle sus ingles.



Poco a poco llevé mi lengua hasta su clítoris, comencé a chuparlo y darle pequeñas mordiditas, ella se convulsionaba y gemía de placer, metía mi dedo en su vaginita y la masturbaba mientras ella seguía gimiendo.



M: ¡Uhm!! Cómeme rico!



T: ¡Te tenía ganas desde que te vi!



Después de darle tremenda mamada me puse de pie, me quité la trusa y dejé que jugara con mi verga.



Ella me daba pequeñas chupadas mientras acariciaba mis bolas con sus manos, yo le acariciaba al cabeza, era increíble tenerla mamándomela y bien rico.



Yo le acariciaba la cabeza, ella poco a poco metía totalmente mi verga en su boca, raspaba mi tronco con sus dientes y con su lengua lamia la cabecita, el ruido que hacia la ahogarse con mi grosor me excitaba muchísimo.



M: Que vergota tienes, ¡nunca me había chupado una tan gruesa y venosa!



T: ¡Pues gózala, es para ti, uhm!!



M: ¿Me la vas a meter ya?



T: ¡Si nena, acomódate!



La puse en cuatro y comencé a penetrarla suavemente, primero la cabecita y luego lo más que se pudiera, la tomaba de la cintura y me movía rápido, ella acompañaba con ricos movimientos, apretaba delicioso mi verga, yo acariciaba sus piernas y le jalaba despacio el cabello.



T: Que rico, eres un manjar, que rico aprietas mi verga



M: ¡Ah!!! Coges bien rico!



Ella se acostó y comencé a cogérmela normal, le besaba el cuello y tetas y su boca, nuestras lenguas se enrollaban mientras ella movía su cadera para sentir más rico.



Yo le levanté las piernas y bruscamente la penetraba apoyándome en sus piernas, me gustaba lamerle los pies y apretarle las nalgas esas nalgas duras y ricas, moviéndome como un toro desenfrenado.



Ella gemía igual que yo, ella me abrazaba con sus piernotas, mientras yo le lamia las tetas, nos besábamos pasionalmente nos mordíamos, yo la penetraba fuerte consiguiendo que tuviera un rico orgasmo



M: ¡Ah!!! ¡Que rico, uhm, ah!!!



T: ¡Si!! Gózala mamacita, uhm, como mojas mi verga!



M: ¡Me encanta tu verga, uhm!!



Después que ella se corrió, me acosté en la cama y la puse a cabalgar, ella licuaba mi verga de una manera muy rica, ¡mientras yo le acariciaba las piernas y las tetas!



M: ¿Estás gozando papacito?



T. Maricela, uhm, coges riquísimo!!



M: Que dura, me encanta, ¡ah!!



Ella se movía rápidamente, como no traía condón su clítoris rozaba exquisito con mi verga, que en esa pose le entraba toda.



Después, la puse a cabalgarme al revés, ella movía rico su cuerpo, se convulsionaba con mi verga y eso me hacía gemir, yo le arañaba la espalda y le daba tremendas nalgadas.



T: Ay nena que ricas nalgas, ¡me vas a hacer venir!!



M: ¡S!!, quiero tu leche, ¡tu leche caliente!!



T: ¡Uf! pues has que me venga, ¡te voy a llenar toda!



M: ¡Si papacito, uhm!!



Sus movimientos aumentaron ella se daba sentones fuertes mientras yo admiraba su deliciosa espalda y nalgas, sus movimientos eran perfectos, sus nalgas eran magnificas estaba a punto de llegar.



Sus impecables movimientos me tenían a tope y yo ya no pude contenerme más, la tomé de la cadera y me vine dentro de ella, ambos nos convulsionábamos ya que ella volvió a venirse.



M: ¡Agh!!! ¡Que rica leche, uhm!!!



T: ¡Tómala nena, uhm!!!



El orgasmo fue espectacular, quedo encima mío y luego se dio vuelta y me abrazo, nos quedamos descansando y luego charlamos un poco.



M: Que rico coges, ¡hace mucho no cogía así!



T: ¡Tu estas riquísima y también chambeas bien!



M: ¿Ya estás listo para más?



T: De una vez nena, ¡ven para acá!



Cogimos toda la noche hasta el amanecer, le preparé el desayuno y me fui de su casa, aunque les confieso que me aplico la de no me acuerdo y si no me acuerdo no paso, pero de todos modos ella volvería a buscarme.


Datos del Relato
  • Categoría: Maduras
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