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Desde que conocí a X me pareció atractiva y sensual, inmediatamente me gustó su ritmo de conversación, su manera de acercarse y rozar mi cuerpo sin llegar a presionarte, su forma de mirar como intentando descifrarte. Me percaté muy rápido de que era unos diez años más joven que yo, que ya rondo la cincuentena, pero no pareció importarle, y pronto para sorpresa y goce de ambos, nos convertimos en amantes.
El siguiente relato erótico cuenta los detalles de uno de nuestros encuentros.
Nos quedamos de juntar en su departamento después de algunas semanas sin vernos. Como era la hora de almuerzo me advirtió que se estaba preparando para servirse comida china y me invitó, pero yo no llevaba mucho apetito. Lo que quería era abrazarla, besarla, tocarla y hacerle el amor muchas veces.
Cuando me abrió su puerta, una vez más, pude verla estupenda, fresca y esperándome con un vestido pequeño y generoso. Nuestro saludo comenzó a extenderse, los besos se hicieron más intensos, más largos, y de inmediato pude sentir su cuerpo terso y caliente.
Siempre nos pasa lo mismo cada vez que nos reencontramos, no hablamos mucho, nuestros cuerpos se manifiestan deseosos y se dejan llevar. No me pude resistir ante semejante bienvenida y mis manos comenzaron a recorrer su culo, cintura, senos, brazos y su entrepierna. Pronto comenzó a gemir al sentir mis caricias bruscas y descaradas. Eso me calienta mucho y sentí que en realidad no era el momento para almorzar sino que era el momento de comernos mutuamente.
Tomé de un brazo a X y la lleve hasta su cocina, que estaba a unos pasos, pero fue un movimiento sorpresivo para ella, que se dejaba llevar y comenzaba a calentarse al notar mi deseo. Nos sumimos en un abrazo lleno de roces, me encanta agacharme un poco y empujarla hacia arriba, presionando su entrepierna con mi paquete ya grande y duro. Voltearla y apuntalar sus nalgas paraditas y agarrar sus abundantes senos con un movimiento insinuante que desea acoplarse. Recorrí con mis manos todo su cuerpo hasta llegar a su culo, correr su fino colaless y meterle desde atrás un dedo en su vagina para verificar que ya estaba húmeda y dispuesta a comenzar nuestros juegos de placer.
Antes de sacar mi mano subí un poco para acariciar su clítoris que estaba rígido e inmediatamente comenzaron sus gemidos sensuales al sentir mis dedos atrevidos y rápidos recorrer toda esa sensible zona. Ya no habían palabras, solamente un constante gimoteo y suspiros que tanto me gustan y que me provocan siempre una erección automática, ella ya estaba acariciando mi verga por sobre el pantalón, como verificando que todo estuviera bien, como indicando que ya era hora de tenerla en sus manos. No aguanté más y le dije al oído "chúpamela, chúpamela" mientras la empujaba hacia abajo para que quedara de rodillas, en su cocina, me saqué mi camisa mientras me ayudaba a bajar mis pantalones y liberar mi erecto miembro que buscaba su boca húmeda y hambrienta.
Comenzó a chupar con fruición, humedeciendo toda mi verga y tragándola toda hasta que tocara el fondo de su garganta, a ella le gusta que llegue a ese límite, en ese instante me gusta tomarla de su cabeza, agarrándola del cabello y bombear contra su boca para hacérsela comer y disfrutar de sus gemidos, de sus arcadas y de los ruidos que provoca su boca hambrienta e insaciable.
De vez en cuando me mira hacia arriba con su boca repleta, con la mirada perdida y sensual mira mi torso desnudo y mi rostro que seguramente refleja también mi calentura. Me encanta como ella me chupa, provoca en mí una reacción inmediata y hace que mi pico se ponga duro y enorme, la empujé a que succionara mis testículos y lamiera bajo ellos en la zona erógena clave. Con semejantes chupadas ya estaba en su máxima expresión y se lo refriego por su cara, le doy unos golpes suaves con él en sus labios, mientras gime y accede a mis caricias extasiada y caliente. Me gusta que chupe hasta quedar agotada, descubrí que le encanta y disfruto mucho observar como mi erección es su placer y nos sume en un trance lascivo sincronizado por nuestras miradas.
De pronto sentí el deseo de penetrarla rápidamente, con urgencia, entonces interrumpí su mamada y la levanté de los codos y la puse contra la lavadora. Como ella es delgada pude alzarla sin mucho esfuerzo y al levantarla quedó descalza, porque tenía puestos una especie de suecos bastantes altos, y al estar más baja quedaba a muy buena altura para mí. En una fracción de segundos la ubiqué apoyada sobre la lavadora dándome la espalda, y ella instintivamente percibió lo que haría y reaccionó inclinando su culito ofreciéndomelo. Me bastó correr un poco su colaless para ubicar mi verga dura y caliente en la entrada de su vagina y penetrarla bruscamente hasta el fondo. Fue una reacción instintiva, necesitaba hacer eso, ella no se resistió en ningún momento y cuando recibió mi embestida en su estrechez deliciosa, lanzó un gemido descontrolado y excitante que me alentó inmediatamente a comenzar un vaivén firme y constante para hacerla disfrutar de mi fuerza y energía, mientras X gemía y se retorcía lanzando frases calientes de que le gustaba lo que le hacía y lo sentía muy rico, palabras que me hacían sentir muy caliente y feliz de poder entregar a mi anfitriona todo ese placer.
Sus quejidos y palabras eran deliciosas, mientras al ritmo de mi penetración yo acariciaba sus caderas, su espalda, su cuello y su pelo que agarré con fuerza para presionar su cara contra la lavadora que se movía con mis movimientos y chocaba contra el muro. De pronto sentí un ruido afuera, seguramente de un vecino que pasaba porque estábamos muy cerca de la puerta de salida y los gemidos de X ya eran fuertes y bulliciosos, pero como no quería detenerme y tampoco hacer un escándalo le tapé su boca con mi mano derecha, mientras con la otra apretaba fuertemente su cadera y comencé a moverme más rápido intentando inmovilizarla. Eso pareció excitarla mucho porque sus gemidos acallados se hicieron más intensos y sus movimientos me indicaban que deseaba más, que no terminara, que siguiera penetrándola con fuerza y deseo.
Igualmente el vecino debió escuchar nuestro escándalo pero ya no me importaba, quería darle a X todo el placer posible mientras solté su boca para ofrecerle mi pulgar para que lo chupara y accedió inmediatamente y con placer entregándome una visión muy excitante de su deseo. Quise en ese momento tener su juguete fálico para que chupara y observarla mientras la penetraba como lo habíamos experimentado otras veces, pero sus ojos cerrados me decían que estaba imaginando y disfrutando siendo penetrada por ambas cavidades.
Entonces recordé que ella deseaba experimentar el sexo anal y estaba tan dispuesta, tan caliente que saqué mi pene duro todavía y comencé a frotarlo a lo largo por su vagina húmeda y entremedio de sus nalgas, que deseaba por fin llenársela con mi verga hambrienta de ella. Por un momento ella accedió e hizo un movimiento para recibirme en su culito pero no entró, estaba muy cerrado, intenté clavarla y la levanté sobre la lavadora intentando penetrarla, en una escena que me calentó mucho porque ella quería pero la inundó el miedo del dolor y se escabulló nerviosamente moviéndose nuevamente para tragarse mi miembro intruso con su vagina deseosa.
La abracé en esa posición, la acaricié por todos lados hasta que le dije en su oído "quiero terminar en tu boca"
Lo que provocó un estremecimiento en X porque era lo que deseaba hace tiempo, en nuestras conversaciones calientes me lo había pedido y ahora era el momento, presioné sus hombros hacia abajo para lograr arrodillarla nuevamente, cosa que hizo con entusiasmo y se puso en posición ofreciéndome su boca mientras yo me masturbaba con rapidez y fuerza para terminar en esa boca que deseaba probar mi semen.
Rápidamente logré eyacular y lograr un orgasmo en esa escena excitante tomando la cabeza de ella para depositar mi jugo ardiente en su boca, sus labios, su cara, que recibía con placer y sorpresa, saboreándola y succionando mi punta que seguía expulsando líquido logrando su fantasía y mi absoluto placer y fortuna de tener una amante dispuesta a disfrutar los caminos que hemos comenzado a recorrer.
Luego de lavarnos, abrazarnos y besarnos nuevamente, pudimos almorzar y conversar, para luego descansar en la cama y después de un rato reiniciar nuestro reencuentro.
Pero esos instantes son ya otra historia, que espero pueda relatar en otra ocasión.
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