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Este es mi relato, no tengo mucha experiencia en escribirlos, este es el primero, pero supongo que con un poco de práctica y un poquito de imaginación para contarlas, podrán salir de mi un montón de relatos que espero que os agraden a todos.
Desde siempre me ha llamado mucho la atención el sexo, tanto en parejas como con uno mismo. Yo comencé muy pequeñita a ir descubriéndome estos placeres. Con seis o siete añitos, ya jugaba con cosas que me daban placer, y siempre puestas en mi punto estratégico, mi clítoris. Recuerdo que en una habitación donde hacia los deberes, aprovechaba el momento que me quedaba sola y me lo tocaba con el dedo, moviéndolo en círculo o hacia arriba y abajo, lo que me gustaba mucho. Algunas veces, cuando me quedaba solita en casa, también me gustaba ponerme los lapiceros apretándome el clítoris y sujetándolos con mis braguitas, teniéndolos mucho rato y haciéndome gozar mucho más.
Todo esto fue en aumento, cada vez me gustaba más y más y aprovechaba cualquier momento para darme placer. En el sillón de casa viendo la televisión, en el cuarto de baño aprovechando la ducha, en la cama e incluso, viniendo con mis padres de viaje en el coche. Esta última, fue impresionante.
Veníamos de viaje del pueblo, era invierno y hacia frío, tanto fuera como dentro del coche y mi hermana y yo íbamos tapadas por una manta. Mi hermana iba durmiendo a mi lado y a mí me dio por pasarme los dedos por encima del pantalón, notando el cosquilleo en mi vulva. Seguí así, mientras me hacia la dormida, siempre sin que se me notara mucho claro.
Ese cosquilleo era maravilloso, pero necesitaba un poquito más. Notaba como mi coñito se iba poniendo caliente, se hinchaba y se me iba poniendo húmedo. A la vez, notaba como mis pequeños pezones se endurecían y me pedían que los fuera acariciando. Subí una de mis manos por debajo del suéter y apreté una de mis tetas suavemente mientras me iba bajando el sujetador despacito. Mientras me apretaba con un dedo iba acariciando mi pezón duro, marrón y ardiente, poniéndose mucho más duro. Hacia círculos con mi dedo encima de él, lo levantaba, lo empujaba. Eso me provocaba en mi coñito mucha humedad, y yo la notaba como iba resbalándose desde mi vagina hacia fuera.
Me solté la teta y dirigí mi mano hacia el pantalón. Con las dos manos me fui desabrochando lentamente, primero el botón y después la cremallera. Esto produjo en mi cierto nerviosismo y liberación al mismo tiempo, porque sabia que ahora iba a comenzar lo mejor….
Pasé una de mis manos por encima de mis braguitas y noté como se me habían mojado por todo el flujo que había soltado y estaba soltando. Acaricié mi rajita por encima de mis bragas y me hizo entreabrir las piernas un poco más, casi chocando con las de mi hermana.
Después de estar acariciándomelo así, ya notaba mi clítoris duro y salido para afuera de su capullo, así que decidí pasar mi mano por dentro de mi braga. Lo tenía muy muy húmedo. Aunque estaba abierta un poquito de piernas, mi coñito no estaba muy abierto, así que con dos dedos de una mano, me abrí bien mis labios, que casi estaban resbaladizos de la humedad y con mi otra mano era con la que iba a empezar mi última fase.
Con mi coñito ya abierto, pasé mi dedo por encima de mi clítoris duro y lo bajé despacito hasta la entrada de mi vagina, mojándomelo enterito. Lo volví a subir y rodeé mi clítoris. Después lo apreté, lo masajeé y volví a bajar mi dedo a mi vagina. El placer era tan intenso, que más de una vez tuve que reprimirme un gemido de placer, no podía ni gesticular con la cara, así que el sufrimiento por que no se enteraran era tremendo, unido al placer que me estaba dando en ese momento, era la masturbación más placentera que me estaba dando hasta el momento.
Seguía acariciándome, primero el clítoris, y cuando notaba que estaba llegando al orgasmo, paraba y me introducía levemente un dedo en mi vagina. Así estuve un buen rato, hasta que llegó el momento en el que las ganas de terminar y culminar tanto placer no me dejaban. Solté mis labios, y mientras con un dedo me acariciaba lentamente el clítoris, el dedo de la otra mano lo introducía en mi vagina. Todo esto lentamente y sin apenas que apenas se notara el movimiento encima de la manta. Notaba el placer que me daba e iba en aumento. Ahora no podía para, pensé, así que con muy poquito esfuerzo, y con ligeros movimientos, el placer iba en aumento. Noté como me corría una corriente por la espalda y como terminaba en mi dedo. Había llegado al orgasmo total.
Dejé lentamente de acariciarme y me limpié los dedos con cuidado en mis braguitas.
Después me abroché los pantalones y seguí haciéndome la dormida hasta que llegamos hasta nuestro destino.
Después de mucho tiempo, todavía recuerdo esta masturbación como una de las mejores de mi vida, sería por los nervios de que me pillarán?? O por el escenario?? No lo sé, pero si tuviera la oportunidad y el momento la repetiría sin pensármelo dos veces.
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