Esto pasó hace unos cuantos años. Yo tenía 26 años y me iniciaba en la vida gay. No me gustaban los ositos o los gordos (hasta esa noche).

Había salido con unos amigos, estaba un poco pasadito de alcohol y como la noche estaba linda no quise volver a casa.Empecé a caminar tranquilo, bien de tipo que está de vacaciones y no tiene nada que hacer. Terminé en la ramba, a la altura del casino. Estaba un poco cansado y me senté a fumarme un pucho.

Pocos minutos después, apareció un hombre de unos 48 años. Gordo, con los botones de la camisa mal abrochados. Daba el aspecto de desalineo. Se sentó cerca mío y me pidió fuego. Noté que me agarraba la mano sin ninguna necesidad y me dijo:

– Gracias, que noche de mierda, perdí mucho en el casino. ¿A vos como te fue?

– No fui al casino.

– Hacés bien. ¿Qué hiciste?

– Fui a tomar algo con unos amigos, ya me iba para casa. -Le dije y estuve a punto de levantarme.

– ¿Ninguna minita? Entonces vas a terminar como yo, un paja y a la cama.

Me reí y le dije que si, que pensaba hacer eso. Me sentía raro, por un lado pensaba que tenía que irme y alejarme de ese tipo que no me atraía y por otro lado me sentía algo excitado o curioso. No me moví.Nos quedamos callados un rato y después me preguntó si vivía por ahí. Le dije que no, que estaba un poco lejos mi casa.

– Yo vivo acá nomás, a 5 cuadras. Si querés, podés venir a tomar una cerveza, nos hacemos una paja y te doy guita para el taxi para que no llegues tan tarde.

No sé que me pasó, pero le dije que si. Cuando íbamos caminando mi mente me decía: «Rajá ahora» pero mi cuerpo insistía: «Es una paja, ¿Qué podés perder?». Cuando llegamos al departamento (chiquito pero lindo), nos sentamos en un sillón, trajo la cerveza y brindamos por las buenas noches de verano. Yo estaba entre aterrado y ya caliente. Le miré la pija y vi que él estaba excitado, ya se le notaba el bulto. No se anduvo por las ramas. De repente se bajó el pantalón y me dijo: «¿Vamos a lo nuestro?» Me bajé el pantalón también y empezamos a pajearnos. Tenía una verga normal y dijo que yo tenía una linda verga. Yo se la miraba ya con deseo, me la quería llevar a la boca pero mi timidez me lo impedía. Dijo de cruzar y yo empecé a pajearlo y él a pajearme a mí. Me pidió de chuparmela y accedí. Lo hacía con una maestría increíble. Como estaba por hacerme acabar le dije que parara. Se sentó y yo empecé a chuparsela a él.Aprovechó para sacarse la camisa y los pantalones y me hizo subir para que le chupara las tetillas.Me saqué la remera y el pantalón y empezó a jugar con mi cola. Jugaba con mi cola y me hacía ir desde sus tetillas a la pija. Yo estaba completamente caliente y entregado.

Se paró y me hizo poner de rodillas en el sillón. Me chapaba el culo y tocaba mi pija hasta que se puso de pie y me empezó a cojerme. Primero muy suave y cada vez más fuerte. Los dos gritábamos de placer. Yo no podía creer lo bien que lo estaba pasando con un tipo que no me atraía para nada. Era una sensación muy extraña. Después me dijo que me lo cogiera a él y se puso de rodillas en el sillón como estaba yo hasta hacía un momento. Se la puse y lo cogía mientas le tocaba la verga y las tetillas. Cuando notó que estaba por acabar me pidió que no se acabara en el culo. Así que se la saqué y el se dio vuelta, se metió mi pija en la boca y me hizo acabar como un loco. Estaba sentado en el sillón y yo me arrodillé para chupársela hasta que me llenó la boca de leche.

Cuando me iba a ir me quiso dar plata para el taxi y le dije que no. Me despidió diciéndome, «pasá por acá cuando tengas ganas, tengo amigos que te pueden gustar».

Y pasé, pero esa ya es otra historia.