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En la plataforma

Tú pareces enfadado y estás sentado en un sofá de un rincón. Yo bailo como una loca luciendo mi faldita corta y un top con la barriguita al aire y luciendo el pendiente que me he colocado en mi ombliguito. Los chicos me rodean y parece que todos quieren bailar conmigo. Yo río con malicia y disfruto tonteando con uno y con otro, viendo como miran por debajo de mi faldita. Eso me encanta, aunque vean poco, pero como me muevo tanto bailando es posible que lleguen a ver mi ropa interior. No me importa, pero tú sigues allí, sentado, con cara de enfado. Finalmente voy a tu encuentro y me siento en tus rodillas escondiendo mi carita en tu cuello y metiendo mi mano por dentro de tu camisa para acariciar el vello de tu pecho. Te beso en el cuello, te muerdo tu oreja y sigo jugando con los pelitos de tu pecho mientras con la otra mano busco tus labios que acaricio con mis dedos. Te vas poniendo a tono cada vez más. Ya no estás tan enfadado. Los demás chicos miran con descaro mis piernas que al sentarme o casi estirarme encima tuyo se han quedado al descubierto debido a que la faldita se ha subido más. Te encaras conmigo, me pegas una bronca por lo que he hecho. Te digo que me perdones, que sólo te quiero a ti, que no quería enfadarte. Te beso en los labios, mi mano se aprieta a tus pantalones y finalmente parece que entras en razón. Me aprieto a ti y te aprovechas. Noto como una de tus manos se mete por debajo de mi faldita, allí en medio, en plena disco, con la gente pasando. Noto cómo me acaricias las rodillas, los muslos, la parte interior y como llegas a mis braguitas. Me las arrancas de un tirón y me das miedo. Te lo digo. Ahora casi me haces llorar. Tienes las braguitas en la mano y me coges haciéndome levantar para llevarme hasta un podium de la pista que está un poco en alto. Me pones allí y me dices que baile como antes.

No quiero negarme y es así como alguno se da cuenta que bailo sin ropa interior y paso la mayor vergüenza de mi vida. Antes de que corra la voz me vuelves a coger y me llevas a tu coche. Allí me quitas la faldita y el top. Me dejas completamente desnuda. Ahora tengo miedo. Me tapo con mis manos mis pechitos y también el pubis. En eso me doy cuenta que alguien viene caminando, con miedo comienzo a taparme. A ti también te tomó de sorpresa y te das vuelta rápidamente. Sigo sin ver quién viene pero sigo vistiéndome, tú no te mueves, sólo saludas.

- Hola

- Hola - era la voz de una chica - Los vi en la disco y no pude evitar seguirlos....

- ¿Quieres venir con nosotros? - Tu pregunta me sorprende, me siento y allí la veo. Morocha, no muy alta con una cintura envidiable y un par de pechos más envidiables aún. Ella parece no reaccionar, al igual que yo, pero asiente con la cabeza.

- Ven siéntate atrás. - dices tú.

Sigo sin saber bien qué hacer, esta es una situación totalmente nueva para mí. ¿Cuál era el juego que estabas jugando? Si querías ponerme nerviosa lo habías logrado. Ella se sentó al lado mío, mientras tu subías al volante, me miró fijamente y sus ojos se posaron en mi falda. No pude evitar al principio intentar taparme pero la chica tomó mi mano y me detuvo.

- ¿Cómo te llamas? - me dijo.

- María - dije tímidamente.

- Yo soy Ana, me gustó verte bailar en la disco, tus movimientos tan sensuales - me decía al tiempo que acercaba su cara a la mía - cuando te vi sin bragas casi me corro...

Y allí mismo me dio un beso. Fue la primera vez que una chica me besaba... y me gustó, al instante ya estaba follándole la boca con mi lengua, me gustaba su sabor, su suavidad. Ella tomó mis pechos entre sus manos y terminó sacándome lo poco que quedaba del top y me levantó la falda. Cada contacto era mágico, eléctrico, cada poro mío estaba sensibilizado al máximo, ni me daba cuenta que estaba en un auto avanzando con velocidad por la autopista. Lo máximo llegó cuando sus dedos tocaron mi pubis, estaba totalmente mojada, mi clítoris expectante, lo deseaba. Ella jugueteaba con una mano en mi clítoris, lo tomaba, lo apretaba suavemente, me insertaba los dedos, y con la otra me acariciaba los pezones que ya estaban más que duros, esto era el paraíso. Miré de reojo hacia tu lado y allí estabas no sabiendo si mirar la calle o el espejo retrovisor. Por el bulto en tus pantalones podía saber que esto realmente te estaba gustando.

En ese instante sentí los labios de ella en mis pezones y me introdujo dos dedos, no pude evitar gritar sobresaltada. Esto me encantaba era fascinante, una chica sabe muy bien cómo dar placer a otra, los lugares donde tocar, los tiempos, era especial. Siguió jugando un rato con mi pubis hasta que ya estaba hecha una catarata y cuando pensé que nada más podía seguir excitándome, comenzó a follarme con la lengua. Era hermoso sentir cómo me recorría los labios, el clítoris, cómo seguía insertándome los dedos y los movía cada vez más rápidamente. Me tomaba el clítoris con la lengua, lo movía, lo apretaba, sus dedos hacían maravillas dentro mío, en un momento incluso me pareció que jugueteaba con mi ano. Ana era una amante maravillosa y no tardó en llevarme a mi primer orgasmo de esa noche, grité como una loca me sacudí en el asiento y pensé que saldría despedida del auto, era fascinante...
Datos del Relato
  • Categoría: Varios
  • Media: 6.16
  • Votos: 44
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2012
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