Me encontraba desesperadamente buscando trabajo, fui a varias entrevistas, por fín, me llamaron...
me citaron por segunda vez, habían dos chicas mas esperando el puesto, cuando tocó mi turno me entrevistó el mismo sujeto de la primera vez, un hombre de unos 40 años, que no tenía nada en particular que llamara mi atención, para mí una chica de 20 años era un viejo ¡si dobla mi edad!, sólo había algo en el que me inquietaba, me ponía nerviosa... eran sus ojos claros que escudriñaban en mi, pero lo logré conseguí el puesto. Luego de un mes trabajando me sentía muy cómoda con mis compañeros y compañeras, lo que me seguía inquietando era esa mirada terrible, que en un principio no sabía que significaba, después me dí cuenta que me sentía desnuda frente a el... ¡Viejo asqueroso!, trataba de no frecuentar su oficina. Pero algo extraño ocurría, que yo no quería admitir, cuando el coqueteaba con otra persona, me ponía muy celosa, como si la lujuria de ese hombre me perteneciera.
- Por qué me pasa esto, si tengo un novio de mi edad muy guapo y lo amo profundamente.
Un día como cualquier otro, le llevé una carta para que la firmara. Terminado el trámite, dí media vuelta y me dispuse a salir... Espera- me dijo- sin darme cuenta el se había parado de su escritorio, yo miraba hacia la puerta que él con su mano derecha afirmaba para que yo no puediera abrirla. Quise hablar pero puso su otra mano suavemente en mis labios, yo aun seguía de espaldas a el, acercó su cuerpo contra el mío, sentí su perfume y contra mis nalgas el gran animal que lleva entre las piernas, duro, caliente, apunto de reventar las amarras que lo aprisionaban. No supe que hacer, ya comenzaba a exitarme, me abrazó fuertemente por la cintura, luego comenzó a masajear mi pechos sobre la blusa, pero no le fué suficiente la desabotonó lentamente, eso aumentaba mi desesperación, con gran astucia desabrocho mi sosten y comenzó a jugar con mi pechos que al menor contacto estaban duros y con los pezones ardiendo, los masajeaba, presionaba, movía. Yo estaba tan exitada que comenzaba a mojar mi tanguita. Una mano se liberó de mis pechos y recorrio el camino hasta mi pelvis, metió su mano bajo mi falda y mi tanguita separó mis piernas y comenzó a jugar con mi vello, luego con mi clítoris turgente, que movía en forma rápida y luego lenta, me volvía loca, lo presionaba y luego ahhhh, introdujo sus dedos en mi vagina mojadísima, yo iba a gritar, volvió a poner sus dedos en mi boca pero esta vez los lamí y chupé con fiereza, el me apretó contra la puerta, sentí el frío de esta sobre mis pechos y mi cara... pero que raro, donde se fue...sentí su aliento entre mis piernas, bajó mi tanga, besó y lamió mi culito, introdujo su lengua en mi vagina, mientras con una mano presionaba mi clítoris, tuve un orgasmo como nunca antes, al ponerse de pié levantó mi trasero y me lo metió bruscamente, era más grande de lo que podría haberme imaginado, sentí como se abría paso al interior de mi cuerpo. Seguía moviendose así tan fuerte que hacía rechinar la puerta, en donde mi pezones se rozaban, acabamos al mismo tiempo, lo sentí derramar su leche dentro de mi. Arreglé mi ropa, tomé la carta y salí, la unica huella que quedo fue mi aliento marcado en la puerta. Supongo que mis compañeros de trabajo no se dieron cuenta.