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En la oficina

Te levantas de la silla y emprendes el camino de mi mesa con folio en mano y una bonita sonrisa aparece en tu rostro al percatarte de que tienes toda mi atención.



—Dani, ¿te parece bien si lo acotamos así?



Dices mientras te inclinas hacia delante para mostrarme el croquis. En el gesto tu escote se ahueca dejando ante mis ojos hermosas vistas de tu canalillo y sujetador.



—Ana, levanta por favor, que estoy a punto de quedarme ciego y uno no es de piedra jaja.



Te digo esto sin apartar la vista de tu escote y al oírme te levantas como un resorte mientras tu tez se sonroja por momentos y en tus labios se dibuja una sonrisa nerviosa.



—Hay, perdonnn, perdona...



—Nada que perdonar, son unas bonitas vistas.



Digo levantando la vista hacia tu cara y sacudiendo la cabeza de un lado a otro fingiendo deshacerme de la imagen grabada en mi retina.



—Que tonto —Ambos intercambiamos unas risas mientras nos miramos a los ojos.



—Bueno, te preguntaba si te parece bien que lo acote así.



—Me parece bien, pero sobre todo lo importante es que marques como critica la perpendicularidad con el asiento y el paralelismo entre ejes.



—Ok, pues lo termino entonces y lo lanzo hoy mismo.



—Perfecto.



Te das la vuelta para volver a tu mesa mientras disimuladamente no pierdo detalle de tu culo.



Es curioso como en un principio ni siquiera llamaste demasiado mi atención, pero sin embargo poco a poco fuiste despertando en mí un sentimiento erótico. Estabas de baja por maternidad cuando empecé en el trabajo y no fue hasta los tres meses cuando te reincorporaste.



Para entonces tenías 37 años, llevabas desde los 20 en la empresa, casada y con dos niños pequeños. Poco menos de 170cm y un físico agradable con los normales signos de los recientes embarazos, en especial algún kilito de más y algo de barriguita. Pelo rubio y una bonita cara risueña que siempre mostraba una bonita sonrisa.



Han pasado dos años desde entonces y tenemos muy buen rollito. Algo que me gusta es escribirte correos de vez en cuando y decirte cositas, no son nada del otro mundo, pero me gusta mirar disimuladamente desde mi sitio la carita que pones al leerlos, la sonrisa que surge en tu rostro y como te pones colorada con los más atrevidos. Luego espero tu contestación como si apenas le prestase atención.



Mail: —Perdona si se me va la vista, es que la reina de la oficina está muy guapa hoy...



Lees y se dibuja una picarona sonrisa mientras escribes en el teclado.



Mail: —No importa, no me molesta de ti porque hay feeling, pero vamos que eso es que me ves con buenos ojos jajaja



Mail: —Muy pero que muy buenos, tengo unos ojos de primera calidad jaja. Espero que mañana vengas todavía más guapa, un vestidito estaría bien jeje.



Mail: —Bueno se hará lo que se pueda. Me voy a buscar a los peques, hasta mañana.



Y te marchas con tus trastos casi a la carrera mientras intercambiamos sonrisas y te guiño un ojo.



Al día siguiente no me defraudas. Antes de ni siquiera verte puedo escuchar el ruido de tus tacones para después poder admirar cuando pasas a mi lado el vestido que te has puesto y que llega justo por encima de tus rodillas.



—Buenos días a todos —Dices.



—Muy buenos días.



Inmediatamente comienzo a escribir en el ordenador:



Mail: —Madre mía Ana, estas impresionante con ese vestido. Si te llego a conocer hace unos años no te dejo escapar



Me encanta como miras hacia a los lados como para asegurar que los demás no se percatan, como con tu mano colocas tu pelo por detrás de tu oreja y como a continuación se dispara tu sonrisa cuando escribes tu respuesta en el teclado.



Mail: —Jajaja, que bobo, pues a lo mejor no hubiese intentado escapar...



Y cuando leo esto no puedo dejar de sentir como la excitación crece en mi entrepierna.



—¿Hace un cafecillo? —Digo a media mañana.



—Claro, una pausa siempre viene bien —Dices mientras te levantas y emprendemos el camino del comedor.



—Este café es malísimo, pero uno se acostumbra a un veneno y que no se lo quiten luego —Te digo mientras introduzco las monedas en la máquina.



—Bueno yo creo que más que el café lo que necesita uno son los cinco minutos de pausa.



—Pues sí, eso sin duda y más siendo la compañía tan buena —y te guiño el ojo a la vez que salen las palabras de mi boca.



—Por cierto Ana, llevo un buen rato buscando el original de la norma para el aluminio inyectado y no lo encuentro en ningún sitio, lo más atrás que llego es a la revisión 4. Pero me gustaría ver el original, me da que se ha perdido información por el camino.



—Huy eso no lo vas a encontrar colgado en red. Si es que esta será en papel en el archivo con todas las copias de la licencia original. Luego si quieres te lo busco.



—Muchas gracias, yo en ese archivo no me aclaro. Genial si me echas una mano, bueno o te la echo yo a ti...



—A buscar ¿no? Me preguntas levantando una ceja.



—Claro, claro, a buscar... ¿A que va a ser si no? Jajaja —Y emprendemos la vuelta a la oficina con el café en mano.



Es prácticamente medio día y algunos de los colegas comienzan a levantarse para ir comer.



—¿Quieres que echemos un vistazo en el archivo a ver si encontramos lo que necesitas Dani? —Dices mientras te levantas.



—Claro, muchas gracias —y te sigo camino del cuartucho donde se guarda la historia de la empresa desde sus inicios.



Es un cuarto bastante alargado y estrecho con estanterías a ambos lados y al fondo, en el medio cajoneras más pequeñas dividen el cuarto en dos pasillos. Un par de taburetes para poder consultar entre los polvorientos papeles y una escalera pequeña completan el mobiliario.



Enciendes la luz y los fluorescentes comienzan a parpadear la mayor parte de ellos en un vano intento de cobrar vida.



—Anda que hay mucha luz, funciona solo un fluorescente. Aquí ya prácticamente no viene nadie.



—Bueno más intimidad jaja —Contesto.



—sí, ¿verdad? Creo que lo que buscamos debe estar al fondo. Y te sigo mientras nos adentramos en la habitación.



Te sitúas frente a un archivo, conmigo situado justo detrás de ti y abres el cajón acompañando el movimiento con tus caderas que retroceden apoyándose contra mí.



—Uis perdón jeje —y separas tu trasero que queda situado finalmente a escasos centímetros de mi mientras comienzo a experimentar una erección.



Mientras comienzas a buscar yo intento mirar por encima de tu hombro acercando mi rostro al tuyo y disimuladamente comienzo a rozarme con tu culo.



—Umm que bien hueles Ana.



—¿Te gusta? Mira huele. —Y apartas tu pelo y ladeas tu cabeza ofreciéndome tu cuello.



—Siii me encanta, huele de maravilla —Digo acercando mi nariz y mis labios a tu blanco cuello— Huele que dan ganas de probarlo, ¿puedo?



—Ahaa, no te quedes con las ganas.



Mi boca se abre y mis labios se cierran entorno a tu cuello recorriéndolo con mi lengua y dándote suaves mordisquitos que suben por tu mejilla hasta llegar a mordisquear y chupar el lóbulo de tu oreja.



—Ummm sabes tan bien como hueles —te susurro al oído mientras mis manos suben por tu cintura en busca de tus pechos, pones tus manos sobre las mías y las aprietas contra tus tetas mientras tu culo se echa atrás y aumenta el contacto contra mi erecta polla.



—Parece que si te gusta como huelo por lo que estoy notando en mi culo



Giras tu cabeza hacia atrás buscando mi boca que se abre a fin de comerse la tuya y nuestras lenguas se enredan en un cálido y húmedo beso. Nuestras bocas se separan mientras nos mordemos los labios para finalmente hablarte al oído.



—No sabes cuantas veces he soñado comerme este culo —te digo mientras me aprieto fuerte contra tu trasero.



—¿A qué esperas? Es tu oportunidad. —Y lames una vez más mi boca.



Me agacho tras de ti e introduzco mis manos bajo tu vestido para subir acariciando tus muslos, subo tu vestido y tus manos lo sujetan para dejar ante mis ojos un espléndido panorama.



Las rotundas nalgas de tu culo aparecen a escaso centímetros de mi cara, tu tanga las deja expuestas totalmente para mi deleite y tras amasarlas con mis manos mi boca acude al encuentro para morderlas lamerlas y saborearlas mientras tu empinas el culo para dejarlo totalmente expuesto a mis caricias.



—Mmm me encanta este culo —y con mis manos alcanzo tu tanga y comienzo a estirar del hasta que termina por caer al suelo y tu separas tus piernas apareciendo ante mis ojos un divino y depilado coño de abultados y jugosos labios que desprenden un aroma embriagador.



—Come nene, come —Dices mientras separas tus cachetes para facilitar el trabajo a mi lengua que comienza a recorrer tu rajita y tu culo sin saber por cuál de los dos decidirse.



Mi mano derecha sube hasta posarse sobre tu pubis y con mi pulgar comienzo a amasar tu clítoris encontrándolo ya bien hinchadito, mientras desde atrás la punta de mi lengua consigue traspasar los labios de tu coño y saborear tu húmedo sexo.



—Este coñito está pidiendo polla Ana, mmmm



—Aghhh, Dásela ya, la necesita. Y vuelvo a emprender el camino de subida besando tu culo una vez más para llegar a la altura de tu rostro done me ofreces nuevamente tu boca que sabe a miel.



Tus manos retroceden buscando mi cinturón que desabrochas con algo de esfuerzo. Suelto el botón de mi pantalón y lo bajo acompañado de los calzoncillos. Mi polla salta como un resorte e impacta en tu suave culo. La tomas con tu mano y las restriegas varias veces.



Separo mis piernas y flexiono ligeramente mis rodillas para situar mi polla a la altura de tu coñito y tomándola con mi mano comienzo a restregarla entre los labios que la reciben gustosos abrazándola y mojando mi glande con tus jugos.



Levantas tu pierna derecha y colocas tu rodilla en uno de los taburetes abriendo tu chochito para facilitar la entrada de mi polla. Con unas últimas pinceladas la coloco a la entrada de tu vulva y poco a poco comienzo apretar sintiendo como tu empapado coñito envuelve mi polla con un delicioso calor hasta que llego al fondo y para por unos segundos.



—Aggghh —Gimes mientras tu coño aprieta mi polla— Fóllame, fóllame de una vez.



Comienzo un suave mete y saca por tu resbaladizo sexo mientras mi mano derecha busca tu teta y consigo sacarla de tu sujetador y vestido para poder amasarla y jugar con tu erecto pezón entre mis dedos. Mi mano izquierda alcanza tus labios para terminar introduciendo dos dedos en tu boca que chupas y mordisqueas entre gemido y gemido.



—Qué coño más rico, como se traga mi polla... Ufff... la de veces que he pensado en tenerte justo así mmm.



—Ya me tienes agghh… me tienes cachonda desde hace ya muchos meses cabrón… fóllame, no pares de follarme.



Acelero el ritmo y mi polla entra y sale de tu coño a mayor velocidad, el ruido de mi cuerpo al chocar con tus nalgas en cada embestida me pone todavía más cachondo, por lo que tengo que bajar el ritmo para no correrme.



—Nooo, noo te pares sigueee mmmm.



—Bufff si sigo así me corro Ana —Vuelvo a acelerar el ritmo... chop chop chop...



—Tu no pares joderrr, no pares...



—Aghh… Ana me voy a correr —y hago un intento de sacarla.



—Noooo, no la saques... no la saques —y me envistes con tu culo evitando que escape.



Tu gesto me da vía libre para vaciarme dentro de ti así que hago mis penetraciones más profundas y bruscas en busca del clímax.



—Bufff bufff, me corro Ana...



—Siii, llename, llenameee, dame tu leche ummmmm.



Con una última embestida me adentro todo lo posible en ti mientras descargas eléctricas recorren mis testículos y comienzo a correrme en tu coñito. Las descargas de mi semen caliente te queman y al sentirlas tu cuerpo comienza a convulsionar y tu coño exprime mi polla con sus contracciones.



—Agggh, agghh siii... lo necesitaba que me llenases Dani ummm —Nuestras respiraciones comienzan a relajarse y mi pene comienza a perder rigidez dentro de tu chochito.



Te incorporas todavía con mi polla semiflacida dentro de ti y buscas mi boca. Nuestras lenguas se entrelazan una vez más mientras mi polla termina de salir de tu interior. Te giras y sin separarse nuestras bocas y una vez frente a frente te agachas lentamente hasta tener mi flácido pene frente a tu cara.



Lo tomas con tu mano y abriendo tu boca rodeas mi glande con tus labios dándole una lenta chupada que recoge las últimas gotas de mi semen mientras me miras fijamente a los ojos, finalmente le das un beso en la punta y sonriendo me dices.



—No podía dejar de probarla —No digo ni una palabra.



Agachada como estas me subes los calzoncillos y el pantalón y me lo abrochas. Te incorporas y me ofreces tu boca una última vez.



—Bueno creo que es mejor que sagas tu primero Dani, yo me quedare unos minutillos mientras intento recomponerme un poco jajaja.



—Sí, si un caso ya seguiremos buscando otro día ¿verdad? —Te digo sonriente.



—Claro que sí, el archivo no se va a mover de aquí jeje.



Y mientras abandono la habitación tú me miras con tu cara risueña, las bragas en el suelo y un pecho fuera.


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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