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EN LA ESTANCIA

"Hace apenas un año, mi marido me llevó a Salta, ya que tendría que visitar un amigo que una estancia en esa provincia cerca de la capital. Llegamos a la estancia salteña cerca de las 18 hs. ya nos esperaba el dueño, Juan un hombre de unos 55 años."

 

Hace apenas un año, mi marido me llevó a Salta, ya que tendría que visitar un amigo que una estancia en esa provincia cerca de la capital.

Llegamos a la estancia salteña cerca de las 18 hs. ya nos esperaba el dueño, Juan un hombre de unos 55 años, alto cabello canoso voz ronca manos grandes no muy gordo y se notaba un paquete muy prominente entre sus piernas con lo que me relamí los labios de ganas de conocer y muy gentil, y sus capataces, un matrimonio sin hijos. Ella de unos 38 años morena, delgada con un vestido largo pero que dejaban ver unas piernas muy torneadas y duras, y un hermoso par de tetas que mi marido por mirarlas cuando esta se agacho casi se cae entre ellas, un culo bien parado redondo se ve que era una mujer bien atendida, el un hombre de unos 50 años, de aspecto muy varonil, rudo, áspero, de músculos marcados, pero también educado y gentil. Nos mostraron nuestra habitación y luego de un baño fuimos a cenar.

La cena transcurrió entre risas anécdotas entre mi marido y el dueño de casa, y la programación del día siguiente: mi marido quería ir de pesca muy temprano, para ir a caballo a unos 10 km. de la casa y por un camino de selva, tal panorama no superaba mis ansias de una buena cama, con alguno de ellos y mi marido.

Cuando abrí mis ojos, eran las diez de la mañana, mi marido y el hijo de don Juan y unos peones habían partido con el alba, Elisa, se acercó y me ofreció el desayuno, muy campesino, me habló del lugar, y como al pasar pregunté si su esposo también había sido de la partida. Me respondió que no, que él estaba con don Juan en el establo, unos 100 metros cerro abajo de la casa, controlando a unas yeguas en celo. "Por el sendero de los Alamos, puede ir usted señora para conocer, me dije justo lo que me hace falta, eElisa me guiño un ojo y me dijo en una de esas logra un par de servicios usted con una sonrisa cómplice.

Después del desayuno, comencé mi recorrido por el casco de la estancia y como quien no quiere la cosa, bajé hasta el establo, ahí encontré a don Juan y Antonio, solo con Jean y botas, los pechos desnudos, sucios y transpirados. Antonio me indicó que estaban haciendo servir unas yeguas con un padrillo nuevo. Mi ignorancia campestre me llevó hasta el establo con una pollera campana y una blusa fina, y de unas sandalias, que no tardaron en ensuciase por completo. Antonio me invitó para ver el próximo servicio, si consideraba que el mismo no era una falta de respeto. Le dije que me quedaría, no quería ofender la labor de este hombre. Luego, él acomodó a la yegua, le ato la cola al costado y trajo al semental.

Observé bajo su vientre y pude ver una descomunal verga, dura y negra. El semental se subió a la yegua e introdujo su mástil de carne, la infeliz, relinchaba, más no podía saber si de placer o dolor.

Noté que mi excitación crecía, un calor me subía por mi cuello, pero no podía salir de ese corral. Abruptamente el semental, se salió de la yegua y un inmenso chorro de semen, me llego a mi pecho y vientre. Antonio se apuró en limpiarme, pero sus manos, sólo me ponían más caliente, su olor a transpiración me excitaba aún mas y él y don Juan lo notaron, porque con sus manos en mis caderas me arrinconaron contra un poste, mientras me levantaban el vestido. Intente gritar, pero las manos ásperas y callosas, de ambos me estiraban los pezones. Luego, me arrancaron la pollera, me quitaron la blusa y el corpiño, me sacaron la bombachita y se quedaron mirándome entonces dijeron vamos a tener que hacerle un servicio a esta hermosa yegua te parece Antonio me levantaron como si fuera una bolsa de harina y me depositaron en un manto de alfalfa seca, entonces Antonio y don Juan se sacaron sus pantalones y pude ver esas hermosas y descomunales vergas de verdaderos sementales estaban totalmente excitados.

Sus manos me volvieron a recorrer el cuerpo, mi concha ya estaba lubricada, Antonio se puso de espaldas, le tome su miembro y me lo metí en mi concha así sentada en esa verga tome la de don Juan y me la metí en la boca, un gusto salado y dulce con sus jugos preseminales, fueron degustados por mi paladar, mientras con movimientos lentos de arriba abajo saboreaba con mi concha la verga de Antonio, luego sentí que la verga que chupaba se agrandaba y explotaba dentro de mi boca me atragante al principio se salió en el momento que Antonio inundaba mi concha me pusieron en cuatro y me la dio don Juan por el culo mientras se la chupaba a Antonio me dolió pero cuando comenzó a bombear me sentí feliz el placer era inmenso con don Juan atrás Antonio se acomodo debajo de mí y me la metió nuevamente en la concha entonces me penetraron doblemente estuvieron así por mas de una hora después cambiaron posiciones hasta que se cansaron de usarme nos vestimos y nos fuimos a la casa no sin antes confesarles que deseaba esto y que mi marido estaba seguro de que iba a suceder y que era una fantasía de ambos.

Cuando volvió mi marido le conté lo sucedido entonces hicimos el amor el pidiéndome detalles con lo que se calentaba mas y mas acabo como cuatro veces me pidió que me dejara hacer por Antonio o don Juan lo que ellos quisieran así fue que durante los quince días que estuvimos en la estancia hicimos tríos con mi marido y orgías en las que participaba la esposa de Antonio la que ya había recibido los servicios de mi marido en varias oportunidades y también lo hicimos participar al hijo de don Juan un chico de unos veinte años bien dotado como su padre al que desvirgue con mi concha, culo y boca en una de esas noches de lujuria me presentaron a uno de los peones un morochito petisón apodado el burrito yo no sabía porque hasta que mostró su verga la que tenía no menos de 27cm y como 6,5cm de grosor era realmente impresionante con Elisa nos deleitamos dándole un servicio especial a tan hermoso mástil de carne mientras mi marido y los otros nos miraban recuperándose para seguir cabalgando a las do yeguas que tanto placer estaban recibiendo del famoso burrito realmente fueron unas hermosas vacaciones que no olvidaré jamas y estoy como loca por volver a esa estancia lo que me prometió mi marido es hacer un intercambio yo me voy a la estancia y Elisa se viene para casa a cuidar a mi marido y un par de amigos como les digo no veo las horas que eso ocurra y poder tener en mi culo y concha las vergas de don Juan, Antonio y del burrito sobre todo.-

 

Claudia.-

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